Perdón, hijo mío… y muchas gracias.

paddre tapa a su hija

Te miro mientras duermes y me enseñas muchas cosas.

¡Si supieras, hijo mío, cuánto te quiero…!

Sé que mañana, te despertarás y vendrás a darme un beso, como cada mañana, como si no hubiese pasado nada.

Sé que me habrás perdonando de verdad (no como hacemos los adultos), sin rencor, por haberte gritado esta noche.

Te quiero dar las gracias, ahora que no me oyes, por todo lo que me enseñas. Tu inocencia es mágica. Sí, eres AMOR, todo AMOR. Así de simple y así de grande. Sólo cuatro letras, pero todas mayúsculas.

Tú no tienes la culpa de que yo tenga un mal día en el trabajo y la impaciencia me pueda. Eso no puede justificar de ninguna manera mi comportamiento, pero no soy un padre perfecto. Lo mejor de todo es que sé que tú me aceptas así.

Tu impulsividad es sólo una manera de llamar mi atención, de querer estar conmigo. Sé que te alegras mucho cuando vuelvo del trabajo y eso te emociona tanto que a veces no eres capaz de contenerte. Tienes la euforia propia de tu edad y yo a veces no sé entenderte. Derrochas energía. Te sobran las ganas. Tú sólo quieres cariño.

Ser padre no es fácil, ¿sabes?

Seguro que algún día lo experimentarás con tus propios hijos. Yo entonces ya seré viejito, y seguramente lo veré de otra manera. Para entonces, supongo, ya habré aprendido a calmar mis nervios, mi mal humor.

Pero ser padre es lo mejor que me ha pasado, ¿sabes, hijo mío?

Lo que sí te pediría que seas paciente con tus hijos, que juegues mucho con ellos, que seas muy cariñoso, que no te quedes ningún beso en el tintero, que no antepongas nada a ellos…

Eso mismo te lo pido para con tu pareja: respétala, háblala, bésala, diviértela, susúrrala, cuídala,… ÁMALA.

Los adultos anteponemos, en ocasiones, nuestros trabajos o nuestras preocupaciones a estar con nuestros hijos y eso no es justo. Nada en el mundo, ni los trabajos, ni las inversiones, ni cualquier negocio …. nos da tanto a un interés tan bajo. Interés cero, AMOR infinito.

Tu eres lo primero. Sin ti ya nada tendría sentido.

Perdón, hijo mío… y muchas gracias.

¡Si supieras, hijo mío, cuánto te quiero…!


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *