Quizás ya es tarde…

TFGP.

Papá, si mi llanto no te importó cuando era un  bebé tampoco te importarán mis palabras cuando sea mayor.

Mamá, si no me cogiste en brazos cuando era un bebé por miedo a que me acostumbrara al contacto físico no pretendas ahora que nos acurruquemos cuando tú lo necesitas.

A los dos, si no me metisteis en vuestra cama cuando era un bebé no queráis que ahora os busque en vuestro cuarto.

Papá, si no paraste de gritarme durante toda mi infancia cómo quieres que no chille ante las cosas que no me gustan.

Mamá, si cada vez que algo salía mal me repetías continuamente que era por mi culpa cómo pretendes ahora que crea en mi mismo

A los dos, si ignorasteis siempre mis berrinches cómo queréis ahora que valore vuestros problemas.

Papá, si continuamente me comparabas con mis amigos entenderás ahora que yo te compare con otros padres.

Mamá, si nunca quisiste jugar conmigo cómo pretendes que ahora yo quiera acompañarte a todos lados.

A los dos, si no quisisteis llevarme a vuestros viajes cómo deseáis ahora que vaya a visitaros.

Papá, si nunca me dijiste te quiero cómo ahora voy a ser cariñoso contigo.

Mamá, si no te preocupaste nunca por mis miedos cómo quieres ahora que me preocupen tus dolencias.

Papá, mamá, a los dos os recuerdo que en todos esos momentos os estuve buscando, os necesitaba, os necesitaba mucho.

Me acostumbrasteis a no teneros y ya no os tengo.

Me acostumbrasteis a no necesitaros y ya no os necesito.

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¿Qué debes saber del Metalgial?

metalgial

Los antitérmicos más comúnmente utilizados son el Dalsy (ibuprofeno) y el Apiretal (paracetamol). En ocasiones, sobre todo cuando la fiebre es más alta o persistente, podemos utilizar otros antitérmicos como es el Metalgial (metamizol). De este principio activo la marca más conocida para adultos es Nolotil.

Actualmente ya no están comercializados los supositorios de Nolotil infantil.

En cualquier caso recordad que lo importante no es obsesionarse con bajar la fiebre. La fiebre es un mecanismo de defensa. Es buena pero incómoda. Precisamente lo que debemos buscar es que el niño está confortable. Podéis repasar la fiebre haciendo click aquí.

Debido a que el metamizol es un medicamento de uso más infrecuente y, sobre todo, debido a que la presentación farmacéutica por vía oral actualmente disponible está muy concentrada (lo cual facilita las intoxicaciones) conviene que aclaremos ciertas dudas sobre el uso del Metalgial.

1- ¿Para qué sirve el Metamizol?

El metamizol tiene varias propiedades: es analgésico (quita el dolor) y antitérmico (baja la fiebre). No tiene efecto antiinflamatorio.

Se suele utilizar en casos de fiebre alta que no responden a otros antitérmicos de uso más habitual como son el Apiretal (paracetamol) y/o el Dalsy (ibuprofeno).

2 – ¿Cómo calcular la dosis de Metalgial?

La dosis habitual que se utiliza para el metamizol es de 25mg/kg/dosis. La concentración de la solución de Metalgial contiene 500 mg por cada ml. Así que daremos 0,05 ml por cada kg del niño. Desde el punto de vista práctico es imposible medir estas cantidades tan pequeñas, pero hay que saber que en este medicamento 20 gotas equivalen a 1 ml. Si hacemos cálculos con gotas la dosis sale redonda: 1 gota por cada kg.

Es decir, un niño de 10 kg → 10 gotas, un niño de 20 kg → 20 gotas, …

Recordaré que no debemos agitar en envase para que gotee, hay que esperar unos segundos hasta que gotee la primera gota.

3– ¿Qué hacer si tu hijo toma más Metalgial de la cuenta?

Como con todos los medicamentos, si tu hijo toma más Metalgial de lo que debe o ha ingerido accidentalmente el contenido del envase debes consultar inmediatamente a su médico o farmacéutico o al Servicio de Información Toxicológica (91 562 04 20), indicando el medicamento y la cantidad ingerida.

Como hemos visto en la pregunta anterior la solución de Metalgial está muy concentrada en comparación con otros antitérmicos (5 veces más concentrado que el Apiretal y 25 veces más concentrado que el Dalsy normal), por eso hay que ser muy cautos y administrar bien la dosis. ¡¡Recordad, como máximo 1 gota por kg!!

4– ¿Desde qué edad se puede empezar a utilizar Metalgial?

El metamizol puede ser utilizado a partir del año de vida.

Recordad que el Dalsy que no debe ser utilizado en menores de 3 meses (aunque no solemos utilizarlo hasta los 6 meses) y que el Apiretal se puede utilizar desde el nacimiento.

5– ¿Qué niños no pueden tomar Metalgial?

Tu hijo no debe tomar Metalgial si es alérgico al metamizol, a cualquier otro derivado pirazolónico o a cualquiera de los demás componentes de este medicamento: Fosfato de sodio dibásico dodecahidrato, fosfato de sodio dihidrato, agua purificada, aroma de frambuesa, sacarina sódica.

6– ¿Dónde guardar el Metalgial?

  • Como todo el botiquín de la casa, FUERA DEL ALCANCE DE LOS NIÑOS. 

  • No requiere condiciones especiales de conservación.

  • No consumir tras la fecha de caducidad.

Si piensas que esta información puede ayudar a otras familias a utilizar mejor el Metamizol, compártela.

¿Qué debes saber del Apiretal?

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Como ya vimos para el Dalsy (ibuprofeno), en el caso del paracetamol hay que reconocer que el más conocido es Apiretal, aunque cada vez van existiendo más presentaciones con diferentes sabores (Gelocatil, Dolocatil,Paracetamol genérico, …). Esto nos facilita la vida a los padres ya que uno de los problemas más habituales es que los niños no se tomen un determinado medicamento por que no les guste el sabor, o peor aún, que lo vomiten al tomarlo. La solución para este segundo problema la podéis repasar en esta entrada.

Hay que decir, que a diferencia del ibuprofeno, el paracetamol también está disponible para ser administrado por vía rectal. Siempre que podamos utilizaremos la vía oral ya podremos ajustar con más detalle las dosis, la absorción por vía oral es más previsible y es menos traumática que la vía rectal.

El Apiretal (paracetamol) es el fármaco más frecuentemente utilizado en la edad pediátrica. Aun así muchas familias tienen muchas las dudas sobre este medicamento:

1- ¿Para qué sirve el Paracetamol?

El paracetamol tiene varias propiedades: es analgésico (quita el dolor) y antitérmico (baja la fiebre). No tiene efecto antiinflamatorio.

2 – ¿Cómo calcular la dosis de Apiretal?

La dosis habitual que se utiliza habitualmente para el paracetamol es de 15 mg/kg/dosis. La concentración de la solución de Apiretal (y de la mayoría de los paracetamoles infantiles que se usan) contiene 100 mg por cada ml. Así que daremos 0,15 ml por cada kg del niño.

Es decir, un niño de 10 kg → 1,5 ml, un niño de 20 kg → 3 ml, …

En niños con vómitos o con otras dificultades para la administración oral utilizaremos la presentación en supositorios. En este caso no podremos ser tan exactos con la dosis pero utilizaremos la dosis que más se aproxime. Por ejemplo podemos utilizar el Febrectal supositorio de lactantes (150mg) para niños en tormo a 10 kg y el Febrectal de niños (300mg) para niños en torno a 20 kg.

3– ¿Desde que edad se puede empezar a utilizar Apiretal?

A diferencia del Dalsy que no debe ser utilizado en menores de 3 meses (aunque no solemos utilizarlo hasta los 6 meses), el paracetamol se puede utilizar desde el nacimiento.

De todas maneras, si un bebé de pocos días o semanas de vida está “necesitando” tomar Apiretal (eso significa que tiene fiebre o está muy dolorido o incómodo), debe ser valorado por el pediatra.

4- ¿Cómo tomar Apiretal?

Apiretal se puede tomar directamente o diluirlo en agua, leche o zumo de frutas.

5– ¿Qué niños no pueden tomar Apiretal?

Tu hijo no debe tomar Apiretal si es alérgico al paracetamol o a cualquiera de lo demás componentes de este medicamento: polietilenglicol, glicerol (E-422), esencia de frambuesa, sacarina sódica (E-954), azorrubina (carmoisina) (E-122).

5– ¿Qué hacer si tu hijo toma más apiretal de la cuenta?

Si tu hijo toma más Apiretal de lo que debe o ha ingerido accidentalmente el contenido del envase debes consultar inmediatamente a su médico o farmacéutico o al Servicio de Información Toxicológica (91 562 04 20), indicando el medicamento y la cantidad ingerida.

Señalaré que la intoxicación medicamentosa más frecuente en la infancia es la debida al paracetamol. El color rojo que tiene es muy llamativo y los niños pueden llegar a pensar que es una chuche.

Por este motivo recomiendo que, aunque dure menos el envase, utilizar los más pequeños porque de esta manera es mucho más difícil la intoxicación.

Una aclaración práctica: los niños suelen ingerir accidentalmente los medicamentos a partir de los 2 años. A esa edad suelen pesar unos 12 kg. Las dosis tóxicas de paracetamol son 10 veces las dosis terapeúticas (150 mg/kg). Suponiendo que se toma el bote entero de 15 ml (1500 mg) la dosis ingerida sería de 125 mg/kg, es decir, no sería tóxica: Pero en el caso que el bote hubiese sido de 30 ml (no diré nada si es el de 60ml ó 90ml) sí estaríamos en rango tóxico con el consiguiente peligro (incluso de acabar con un trasplante hepático).

6¿Dónde guardar el Apiretal?

Por supuesto, como todo el botiquín de la casa, FUERA DEL ALCANCE DE LOS NIÑOS (recuerdo nuevamente que la intoxicación más frecuente.

No requiere condiciones especiales de conservación.

No consumir tras la fecha de caducidad o 6 meses después de abrirlo.

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¿Qué debes saber del Dalsy?

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Vaya por delante que con esta marca, como con nada relacionado con el blog, no me gano un duro. Hasta ahora lo único que me ha supuesto es tiempo (mucho) y dinero.

Hay que reconocer que el Ibuprofeno más conocido es el Dalsy, aunque cada vez van existiendo más presentaciones con diferentes sabores. (Junifen, Dolorac, Frenatermin, Pirexin, Ibuprofeno genérico, …). Esto nos facilita la vida a los padres ya que uno de los problemas más habituales es que los niños no se tomen un determinado medicamento por que no les guste el sabor, o peor aún, que lo vomiten al tomarlo. La solución para este segundo problema la podéis repasar en esta entrada.

El Dalsy (ibuprofeno) forma parte del día a día de cualquier padre con un niño menor de 3 años. Aun así muchas familias tienen muchas las dudas sobre este medicamento:

1- ¿Cuál es la dosis?

Es sencillo aunque hay que hacer algunos cálculos.

Comenzamos:

Por un lado tengo que decir que el ibuprofeno tiene varias propiedades: es antiinflamatorio (baja la inflamación), analgésico (quita el dolor) y antitérmico (baja la fiebre). Dependiendo del uso que le queramos dar la dosis puede ser variable pero, en general, la dosis que utilizamos los pediatras 5 mg/Kg/dosis si lo damos cada 6 horas.

Por otro lado debemos saber que existen jarabes con 2 concentraciones diferentes:

– El “normal”: en el envase, dependiendo de la marca aparecerá como “___ 20mg/ml” , “___ 100mg/5mlo “___ 2%

– El “concentrado”: en el envase, dependiendo de la marca aparecerá como “___ 40mg/ml” o “___ 4%”.

Hagamos un cálculo con el Dalsy “normal” (20mg/ml, 100 mg/5ml ó 2%).

Como cada ml del jarabe tiene 20 mg y la dosis utilizada es de 5 mg/kg, daremos 0,25 ml por cada kg del niño (que es lo mismo que dividir entre 4 el peso del niño). Es decir, un niño de 10 kg → 2,5 ml, un niño de 20 kg → 5 ml, …

Si le damos el Dalsy cada 8 horas podemos utilizar dosis un poco más altas. En este caso dividiremos el peso del niño entre 3 y nos dará los ml que debe tomar en cada dosis. Es decir, un niño de 10 kg → 3,3 ml, un niño de 15 kg → 5 ml, …

2- ¿Qué niños no pueden tomar ibuprofeno?

Tu hijo no debe tomar Dalsy si:

– Es menor de 3 meses (aunque los pediatras no solemos utilizarlo hasta los 6 meses).

– Es alérgico al ibuprofeno o a cualquiera de lo demás componentes de este medicamento: sacarosa, glicerol (E-422), sorbitol (E-420), caolin, agar-agar (E-406), ácido cítrico monohidrato, benzoato de sodio (E-211), parahidroxibenzoato de metilo (E- 218), parahidroxibenzoato de propilo (E-216), polisorbato 80, esencia de naranja, amarillo anaranjado S (E-110) (¡Oh, no! ¿este no era el colorante supertóxico del Dalsy? Más adelante lo aclaro)

– Si padece una enfermedad grave del hígado o los riñones.

– Si ha tenido una úlcera o hemorragia de estómago o de duodeno o ha sufrido una perforación del aparato digestivo.

– Si vomita sangre.

– Si presenta heces negras o una diarrea con sangre.

– Si padece trastornos hemorrágicos o de la coagulación sanguínea, o está tomando anticoagulantes.

– Si padece una insuficiencia cardíaca grave.

3- ¿Qué ha pasado con el colorante del Dalsy? ¿Es tóxico?

Hace varias semanas que se viralizó una noticia sobre la toxicidad del colorante amarillo anaranjado S (E-110) que contiene el jarabe Dalsy 20 mg/ml.

Finalmente ya tenemos comunicado oficial la la Agencia Española del Medicamento sobre este falso bulo (lo podéis leer pinchando aquí).

Resumiendo, para alcanzar dosis tóxicas de este colorante, un niño tendría que tomarse de una tacada varios botes del jarabe a la vez.

4- ¿Cómo tomar el Dalsy?

Los pacientes con molestias de estómago deben tomar el medicamento con leche o durante las comidas, es decir, si el paciente tiene dolor abdominal no se recomienda que lo tome con el estómago vacío.

Si tu hijo toma más Dalsy de lo que debe o ha ingerido accidentalmente el contenido del envase debes consultar inmediatamente a su médico o farmacéutico o al Servicio de Información Toxicológica (91 562 04 20), indicando el medicamento y la cantidad ingerida

5- ¿Dónde guardar el Dalsy?

– Por supuesto, como todo el botiquín de la casa, FUERA DEL ALCANCE DE LOS NIÑOS (hay que tener mucho cuidado con las intoxicaciones.

– No conservar a temperatura superior a 25ºC.

– No consumir tras la fecha de caducidad o 12 meses después de abrirlo.

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Lo que no te han contado de la lactancia materna.

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Que la lactancia materna es lo más natural y que por sí misma es suficientemente completa para cubrir las necesidades nutricionales (y afectivas) de un bebé es evidente. Hay quien se empeña en demostrarlo científicamente pero, siendo más simples, gracias a la lactancia materna han sobrevivido infinidad de generaciones incluso en tiempos muy difíciles.

Ya he escrito varios post sobre los infinitos beneficios de la lactancia materna, pero el tema de hoy es otro: ser madre hoy día no es fácil (ya escribí sobre el coste de la maternidad en este post) y más aun si pretendemos alimentar con lactancia materna exclusivamente.

Las fotos de madres estupendísimas, bien maquilladas y con peinado de peluquería inundan las páginas de revistas o blogs sobre la maternidad pero…

¿Nadie te habló de la inseguridad que genera el no sentir la subida de la leche en las primeras horas tras el parto y que, además,  no paren de comentar «este niño está muerto de hambre»?

¿Nadie te habló del dolor de las grietas en el pezón? ¿Nadie te habló de temer la llegada de la hora de la toma cuando piensas que vas a sentir una puñalada en el mismo pezón?

¿Nadie te habló de que desde el mismo momento del nacimiento tendrías que sentirte responsable principal, y muchas veces única, de la alimentación de tu bebé?

¿Nadie te habló de que justo en el único momento que habías encontrado para ti tendrás que atender, tú y sólo tú, la llamada de ese bebé impaciente? Ya no encontrarás el momento de darte una ducha tranquila, maquillarte tranquila o simplemente echar una cabezadita tranquila.

¿Nadie te habló de que debías despojarte de un plumazo de todo tu pudor y ser capaz de sacar el pecho en cualquier sitio y con cualquier compañía?

¿Nadie te habló de que, además de todo el esfuerzo que estás haciendo, tendrás que aguantar comentarios del tipo «ese niño lo que tiene es vicio, la culpa la tienes tú que lo tienes todo el día enchufado en el pecho»?

¿Nadie te habló del chantaje emocional que te hará tu niño de 2 años cuando te vea amamantar a su recién llegado hermanito?

¿Nadie te habló del dolor que puedes sentir en le pezón cuando tu niño, ya con dientes, sigue mamando y encima te increpen por mantener la lactancia materna?

¿Nadie te habló de que, por intentar mantener la calidad de tu leche, tendrás que renunciar a esos tres cubatas que tanto te apetecen en la boda de tu amiga?

¿Nadie te habló de que si quieres continuar con lactancia materna una vez que te incorpores al trabajo tendrás que utilizar tu periodo de descanso para esconderte en un váter a extraerte la leche y además, serás tachada de «talibana» de la lactancia materna mientras tus compañeras se toman tranquilamente un café?

¿Nadie te habló de que, encima de todo, te sentirías mala-madre en el momento que intentes ir destetando a tu niño?

Si nadie te habló de esto, tengo también que contártelo.

He visto muchas, muchísimas madres disfrutar la lactancia materna, pero esta parte de la lactancia también debe ser contada.

Disfruta, elige libremente. Tu decisión siempre será la más acertada.

¿Cuál es número de hijos ideal en una familia?

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Existen multitud de preguntas que uno debería saber que cuando las hace se está exponiendo a que le contesten cualquier tipo de improperio. Un ejemplo de este tipo de preguntas son las relativas a la maternidad o paternidad, o más bien, las relativas al número de hijos que tiene o debe tener una familia.

Seguro que os veréis reflejado en alguno de los ejemplos siguientes.

Cuando uno se casa, vive o convive durante un tiempo con su pareja, la pregunta no se hará esperar:

“¿Pronto buscaréis familia, no?”

Siendo correcto se podría contestar : “El momento y el deseo de tener un hijo es un momento muy íntimo, que sólo tengo que decidir con mi pareja y no contigo”

Peor aún es cuando uno tiene su primer hijo. Parece que se hubiese abierto la veda y el segundo no se pudiera hacer esperar.

“Habrá que darle pronto un hermanito a esta criatura”, “¿Ahora tendréis que buscar la parejita, no?”

La pregunta puede resultar impertinente en cualquier momento, pero es que encima muchos se atreven a hacerla en la primera visita a la maternidad, a una madre recién parida.

Muchas madres se limitan a mirar con una tímida sonrisa por no contestar: “Pues mira, ya que me preguntas, te diré que a preguntar no obligan pero a responder sí. Resulta que ahora mismo, después del parto, estoy profundamente féliz, y a la vez tremendamente cansada, por lo que ahora sólo intento concentrar toda mi energía en disfrutar de este momento y no sé si habrá otro.  Si has venido a hacer preguntas impertinentes a la maternidad más vale que te hubieses quedado en tu casa. Por cierto hablando de preguntas impertinente, ¿Y tu qué, cagas duro?

De todas maneras tengo que decir que las familias que tienen dos hijos son las que más tranquilas pueden respirar. Ese numero de hijos parece estar socialmente bien visto. Aun así es imposible librarse de los comentarios de determinadas personas que tienen como afición solucionar la vida de los demás:

“Mira que bien, la parejita, pero deberíais haberlos tenido más seguidos”. O “Lo mejor es que sean dos niños, varones, para que jueguen juntos”. O “Es mejor que sean dos niñas, que las hermanas se llevan después muy bien y se cuentan sus cosas”. Total,  sea como sea, a “las tacañonas” nunca les vendrá del todo bien tu familia.

El problema viene si tienes la “osadía” de tener un tercer hijo. Cargarán nuevamente contra ti:

“¿Ha sido buscado?, ¿ya pararéis, no?”

Podría responder: “¿A quién te refieres con lo de buscado?, ¿al gili… que tengo delante preguntando? No, no te busqué. Apareciste tú solo, sin que yo te llamase”.

Si te “atreviste” a tener cuatro o más hijos entonces además te pedirán explicaciones sobre tu religiosidad:

“¿Cuántos has dicho, cuatro?, ¿no serás del Opus o de los kikos?”

Respuesta: «Por la pregunta deduzco que tienes menos de cuatro, ¿verdad? Pues dime ¿estás arrepentido de haber tenido alguno de tus hijos?. Yo no. Lo de la religión ya si quieres lo hablamos otro día pero ¿es que acaso tu religión te impide tener el número de hijos que tú quieras?».

Seguro que os encontráis en alguno de los grupos anteriores y más de una vez habéis «sufrido» estas preguntas.

Un consejo, si me lo permitís, a riesgo de llevarme una mala contestación: Ten los hijos que libre y voluntariamente quieras. Cualquier excusa es válida para tener o dejar de tener los hijos que quieras. Sólo tú sabrás y sentirás desde dentro si vives tu vida o te la están viviendo.

Orgulloso de ser pediatra.

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Hoy, 5 de octubre, es el Día de la Pediatría.

Es uno de esos días en los que uno se pone a pensar y acaba sintiéndose tremendamente afortunado por poder formar parte de esta profesión. Trabajar con niños es fantástico. ¿A quién no le ablanda el corazón un niño enfermo?

Pero a la vez que bonito y apasionante ser pediatra supone una responsabilidad tremenda ya que los padres te entregan sus tesoros más preciados: sus hijos.

Durante mis estudios en la Facultad de Medicina y durante la especialización de Pediatría he aprendido muchas cosas, mucha ciencia, y esto es muy importante. Sin ciencia no hay medicina y sin medicina no hay curación. Pero el día a de la profesión me ha enseñado que la ciencia es imprescindible pero no suficiente para desarrollar la pediatría.

Ser pediatra supone desarrollar mucha empatía, esa capacidad para ponernos en el lugar del otro.

Mi trabajo en la maternidad y en la consulta me ha enseñado a:

– Ponerme en el lugar de esa madre recién parida que perdió en el paritorio, con la finalización de su embarazo, todo su protagonismo y quedó relegada a cuidadora y máxima responsable de esa criatura que toda la familia adora y, además, DEBE soportar comentarios como “es que ella no dilata”, “en mis tiempos, sin epidural, si que era duro parir”,…

– Ponerme en el lugar de esa madre que tiene un millón de dudas sobre la lactancia y que a pesar de que su instinto maternal le dice que le dé el pecho a demanda el comentario de “dale un biberón cada 3 horas” se impone en todo  su circulo de confianza (suegra, cuñada, vecina,… y lo que es peor, pediatra). Sobre esto ya escribí el post de “¡¡Cuánto daño podemos hacer los pediatras!!”.

– O ponerme en el lugar de esa madre que libre y voluntariamente decidió alimentar a su bebé con biberones y pareciera que decidió alimentarlo con veneno.

– Ponerme en el lugar de esa familia que está harta de escuchar comentarios del tipo “no lo cojas que se acostumbrará a los brazos”, “no lo metas en la cama que si no ya nunca saldrá de allí”, “déjalo llorar hasta que se canse”,…

– Ponerme en el lugar de esa madre que tiene que incorporase a trabajar a los 4 meses, sintiendo que deja parte de su vida en casa  (o en la guarde).

– Ponerme en el lugar de esa familia que tiene un millón de dudas sobre la vacunación y encima reciben muchas informaciones contradictorias.

– Ponerme en el lugar de esa madre que no pegó un ojo la noche anterior porque su hijo tenía fiebre, pensando que pudiese tener una enfermedad importante.

– Ponerme en el lugar de esa madre de un niño de 2 años que no come nada y que tiene que soportar diariamente el comentario de la abuela “pues yo no sé por qué no llevas a ese niño al pediatra a que le mande unas vitaminas”.

Miles de situaciones que me han hecho ser muchísimo más tolerante en los estilos de crianza. No creo que existan las familias modelo. Cada familia cría y educa a su hijo como mejor puede y no necesariamente tiene que ser como el vecino de turno, la abuela de turno, o incluso el pediatra de turno diga (o digamos)

Por otra parte mi trabajo como intensivista pediátrico me ha enseñado a:

Valorar el desorden de mi casa. Es muy reconfortante llegar a casa después de una noche donde no pudiste descansar ni un segundo porque un niño estaba grave y encontrar el salón de tu casa completamente desordenado, signo de que los tres diablillos sanos que tengo en casa estuvieron jugando con energía.

Respetar la manera de sufrir de cada familia. Me he encontrado en estos años muchas maneras de expresar el agradecimiento: con silencio, con lágrimas, con besos, con abrazos, con gritos, con culpabilidad propia o con culpabilidad de médico,… todas son respetables. Habría que vernos a cada uno en situaciones tan difíciles como tener a un hijo entre la vida o la muerte o, finalmente, perderlo.

Por todos estos motivos considero que la pediatría me ha dado mucho más de lo que yo nunca podré devolverle.

Orgulloso de ser pediatra.