¡No tienes que demostrar nada a nadie!

A ti, madre, madre de tu criatura, déjame decirte una cosa:

¡No tienes que demostrar nada a nadie!

¡Perdónate! ¡Quiérete! ¡Acéptate!

¡No tienes que demostrar nada a nadie!

Ni al papá, ni a tu bebé, ni a la pediatra, ni a la matrona, ni a la enfermera, ni a la abuela, ni a cada una de las personas que vendrán a la maternidad a visitarte.

Todos te darán lecciones de una “maternidad perfecta”, pero nadie te enseñara a ser madre.

A ser madre se aprende siendo madre, y tú ya lo eres. Eso es ya inevitable. Ya eres madres, aunque no quisieras.

Y, por cierto, eres la mejor madre para tu hijo.

No tienes que demostrárselo a nadie, simplemente lo eres.

¡No te sientas culpable!

¡Perdónate! ¡Quiérete! ¡Acéptate!

Eso sí, el miedo es libre. Tienes derecho a tener miedo.

¡Claro que tienes derecho a tener miedo durante el embarazo a que no todo salga bien!

¡Claro que tienes derecho a tener miedo a parir!

¡Claro que tienes derecho a tener miedo a no ser capaz de amamantarlo!

 

Déjame, también, decirte otra cosa:

Lo que ha ocurrido es algo grande, muy grande. Parte de ti ya no está en ti pero seguirá siendo, para siempre, parte de ti. Y a ti permanecerá conectada para siempre. Y esa conexión es muy especial. Esa conexión es muy íntima.

No tengas prisa por vivir toda tu maternidad en un día. Se vive poco a poco. Eso sí, no dejes de sentirte madre ni un solo día.

No tengas prisa por cuidarlo todo en un día. Se va cuidando poco a poco. Eso sí, no dejes de cuidarlo ni un solo día.

No tengas prisa por educarlo desde el primer día. Lo irás educando poco a poco. Eso sí, no dejes de educarlo ni un solo día.

No tengas prisa por quererlo infinito desde el primer día. Lo irás queriendo más cada día. Eso sí, no dejes de quererlo ni un solo día.

 

Te diré una última cosa:

Simplemente sé madre como tú quieras serlo.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *