Todo lo que he aprendido contigo…

Esta niña es la culpable de muchas cosas.

En primer lugar es culpable de hacerme profundamente feliz cada día. Es culpable de volverme hacer sentir como un niño y, sobre todo, es culpable de hacerme entender qué es lo que realmente valora un hijo de sus padres.

Es culpable también de haberme vuelto a sensibilizar con todo el mundo de la maternidad-paternidad, de hecho fue de su embarazo de donde surgieron la sensibilidad, las ganas y la empatía suficiente para empezar este blog.

La primera vez que me quemé fue, obviamente, muy especial. Pero la crianza del primero la vives con tantos miedos (sí, los pediatras también tenemos miedos porque antes de ser pediatras somos personas y padres) que no te dejan disfrutarla del todo.

La segunda también me quemó cuando nació pero en mi caso el haber tenido los dos primeros tan seguidos hizo que la maternidad-paternidad se convirtiesecasi en una cuestión de supervivencia. Físicamente mi mujer y yo estábamos agotados (¡cuántas mañanas amanecía la pequeña con los pañales del grande y viceversa…!). Pañales de todas las tallas, bodies de todos los tamaños, carros por un lado y por otro, juguetes por todos lados… Había días que las rutinas parecían una cadena de montaje… Ahora el baño, ahora la cena, ahora la canción, ahora el cuento,… Como he dicho, era prácticamente una cuestión de supervivencia y esto tampoco te permite disfrutar adecuadamente de todos los detalles de la crianza.

Pero con Victoria la crianza ha sido diferente. Desde luego mucho más fácil y, por supuesto, mucho más natural y relajada.

La óptica de un tercer hijo te hace relativizar absolutamente las dificultades de la crianza. Hace que valores de verdad lo que de verdad importa.

Tonterías las justas. Lo importante es lo importante.

Entiendes, también, que cada niño es diferente y que lo que te sirvió para uno no te vale para los otros. Esto te hace ser mucho más tolerante con cada niño y con cada familia (esto me hace entender en mi trabajo que existen millones de modelos familiares, millones de modelos de crianza y todos perfectamente válidos).

Cada niño es un ser único e irrepetible y sólo por ello ya merece ser amado.

Desde luego, hija mía, así lo eres. Eres una niña muy especial.

Hoy, en tu segundo cumpleaños quiero darte las gracias por todo lo que me has enseñado.

Porque sin ti no habría sabido cómo de grande es el sentimiento de ser padre.

 

No sabes hija mía cuánto te quiero.

¡¡Muchas felicidades!!

 

Doctor, mi hijo anda de puntillas, ¿es normal?

“Jolines pues si que es complicado esto de la crianza. Un montón de meses esperando a que echa a andar esta criatura y ahora va y empieza a andar puntillas, ¿esto es normal, doctor?”

Aclararé el tema.

En primer lugar conviene saber que la edad a la que los niños empiezan a andar es muy variable. Aunque lo más frecuentes es que comiencen a caminar entre los 12-14 meses, hay niños que comienzan a andar con 9 meses y otros que hasta los 15-16 meses no “arrancan. Obviamente los que más suelen tardar en andar son los niños que gatean ya que han encontrado un método alternativo y “mas seguro” para desplazarse.

Por si no había sido suficiente la preocupación de esperar a ver cuándo comenzaba a andar ahora resulta que la princesa cuando empieza a andar pone los pies muy raros.

La pregunta no se hace esperar: “unas veces los mete para dentro, otro día parece que los saca hacia fuera, unos días mete uno y saca el otro,… Y como la tía mete los pies para adentro y tuvo plantillas…”

Como suelo decir en la consulta: “mientras no los ponga para atrás…”

Con eso quiero decir que en esa primera etapa es muy común que pongan los pies en diferentes posiciones para caminar.

Cabe señalar que casi un 25% (y sobre todo en varones) en los primeros seis meses tras el inicio de la marcha presentan marcha en puntillas.

¿Por qué se produce esta marcha en puntillas?

Pues como muchas cosas en medicina no se sabe la causa aunque se ha demostrado una flexibilidad reducida de la articulación del tobillo. Hasta la tercera parte tienen algún antecedente en la familia, así que hay también parece haber un componente genético.

¿Me puedo quedar tranquilo o debo de acudir a mi pediatra?

Como siempre, si hay algo que te preocupa, debes consultárselo a tu pediatra pero hay algunos datos que son tranquilizadores, ya que son típicos de la marcha en puntillas idiopática.

Pensaremos en una marcha en puntillas transitoria si se trata de un niño pequeño (menor de 2-3 añitos) y es un niño sano, sin ningún antecedente llamativo en el parto , con un desarrollo psicomotor normal hasta la fecha y la exploración es normal (tono muscular adecuado, reflejos normales,..), simplemente habrá que seguir observándolo porque en pocos meses debe desparecer la marcha en puntillas.

Otro dato típico la marcha en puntillas transitoria es que existen determinadas superficies que pueden acentuarla (baldosas frías, hierba,…).

Entonces, ¿cuáles son los datos que deben preocuparme?

Debemos prestar especial atención y quizás sea necesaria una valoración más exhaustiva si se sale de la edad típica, es decir, si aparece la marcha de puntillas en un niño mayor de 3 años y, sobre todo, si es asimétrico (anda de puntillas sólo con un pie)

En resumen:

Si tu niño es un niño sano, pequeño (menor de 3 años), hace poco tiempo que comenzó a andar y anda de puntillas de manera simétrica (con los dos pies) en principio no debes preocuparte.

Si aún te quedan dudas debes comentárselo a tu pediatra.