La detección de sordera en los recién nacidos.

Como ya comenté en otra entrada, tras el nacimiento los controles que necesita un bebé son:

  • La prueba del talón (podéis repasarlo pinchando aquí).
  • La detección de sordera (otoemisiones acústicas).
  • La primera revisión con el pediatra.

En el post de hoy aclararemos el tema de la sordera en los recién nacidos.

Responderé a las preguntas más habituales.

¿Es frecuente la sordera en recién nacidos?

En España 5 de cada 1000 recién nacido presentará algún tipo de sordera y en 1 de cada 1000 esa sordera será profunda. 

Algunos factores de riesgo para sordera son: prematuridad, bajo peso al nacimiento, infecciones durante el embarazo, antecedentes familiares de sordera… 

¿Por qué es importante valorar si oye bien un recién nacido?

Un niño que no oye bien tendrá dificultades para hablar y comunicarse, y esto afectará a su desarrollo social, escolar e incluso emocional.

¿Cuándo se hace la prueba?

Conviene que la prueba se haga en los primeros días de vida. Depende de la dinámica de trabajo del lugar de donde haya nacido el bebé se irá de la maternidad con la prueba hecha o al menos con la cita programada para realizarla antes del primer mes de vida.

¿En qué consiste la prueba para detectar la sordera?

Existen 2 tipos de pruebas:

– Otoemisiones acústicas

– Potenciales evocados auditivos.

En casi todos los centros la prueba que se realiza inicialmnete son las otoemisiones acústicas, que consiste en colocar en el conducto auditivo una especie de “auricular” que emite un sonido y recoge posteriormente la respuesta que ese sonido produce en la cóclea, es decir, nos dice si el bebé lo escucha o no. Para realizar la prueba es conveniente que el bebé esté tranquilo o durmiendo.

Esta prueba no causa ninguna molestias al bebé.

¿Cuáles son los resultados de la prueba?

Si el resultado de la prueba de audición es normal, quiere decir que el niño oye bien en ese momento. Se dice que el niño PASA la prueba.

Casi siempre las sorderas permanentes infantiles están presentes al nacer casi, pero algunas se desarrollan más tarde.

Si el resultado es NO PASA, no quiere decir que el niño tenga sordera, solo indica que deberá ser remitido a un especialista en otorrinolaringología para realizarle un estudio más detallado que confirme o descarte si hay algún problema.

Sólo una pequeña parte de los niños que NO PASAN el cribado inicial tienen realmente una sordera.

¿Cuándo conviene confirmar el resultado?

Conviene que a los tres meses de vida se conozcan los resultados definitivos que permitan confirmar o descartar la existencia de una alteración auditiva para poder orientar el seguimiento cuanto antes.

El tratamiento se iniciará a partir de los 6 meses de vida, mediante ayudas auditivas y logopedia.

 

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La prueba del talón.

Muchas son las dudas que invaden a los padres, sobre todo a “los primerizos”, para los que todo es nuevo, respecto al cuidado de sus bebés.

Una de las preguntas que se hacen estos padres son:

«¿Qué seguimiento médico debe tener ahora mi hijo?»

Tras el nacimiento los controles que necesita un bebé son:

  • La prueba del talón.
  • La detección de sordera (otoemisiones acústicas).
  • La primera revisión con el pediatra.

En otra entrada desarrollaré el tema de las otoemisiones acústicas y de la primera revisión con el pediatra: ¿para qué sirven?, ¿en qué consisten?, ¿cuándo es conveniente realizarlas?,…

 

En el post de hoy aclararé el tema de la prueba del talón:

¿En qué consiste la prueba del talón?

La prueba del talón es un análisis de sangre que se realiza a todos los recién nacidos para detectar precozmente determinadas enfermedades endocrino-metabólicas y así poder tratarlas precozmente.

¿Por qué se hace en el talón?

Simplemente, por sencillez. El talón es un lugar del cuerpo en el que con un simple pinchazo es fácil conseguir unas gotas de sangre, que son suficientes para esta prueba.

Si por otro motivo el bebé necesitase una analítica (por ejemplo para medir la bilirrubina) y la enfermera le pinchase en una vena, esa misma sangre serviría, por supuesto, para hacer la prueba del talón.

Estas gotas de sangre se recogen en una ficha especial. Es muy importante que los datos de filiación (dirección y teléfono) estén bien rellenos porque ahí es donde se informarán los resultados.

¿Cuándo debe realizarse la prueba del talón?

Debe realizarse entre el tercer y quinto día de vida del bebé, una vez que ya haya tomado alimento.

En algunas circunstancias especiales como son los recién nacidos prematuros, los de bajo peso al nacer y los gemelares conviene repetir la prueba a los 15 dias de vida.

¿Qué tipo de enfermedades detecta?

Se buscan las enfermedades endocrino-metabólicas más frecuentes y para las que hay un tratamiento que, si se aplica de forma precoz, mejore considerablemente el pronóstico.

Estas enfermedades son:

  • Hipotiroidismo.
  • Fenilcetonuria.
  • MCADD (Deficiencia de acil-CoA deshidrogenasa de cadena media).
  • LCHADD (Deficiencia de 3-hidroxiacil-CoA deshidrogenasa de cadena larga).
  • Acidemia glutárica tipo 1.
  • Fibrosis quística.
  • Anemia de células falciformes.
  • Hiperplasia suprarrenal congénita.
  • Déficit de biotinidasa.

En algunas comunidades autónomas, entre ellas Andalucía, a través de lo que se llama el tándem masa se pueden detectar hasta 21 enfermedades.

 

¿Y si mi hijo no se hace la prueba del talón?

El problema es que si es portador de algunas de las enfermedades antes mencionadas no se detectará hasta que el niño presente síntomas y en ese caso el pronóstico será mucho peor ya que en muchas de ellas, sin el tratamiento adecuado, pueden provocar retraso mental o afectar a órganos vitales como el hígado, los riñones, los pulmones o el corazón.

En el caso de detectarse precozmente, con una dieta o un tratamiento adecuado, se puede mejorar el pronóstico. 

¿Cuándo y cómo se conocen los resultados?

  • Si los resultados son normales: recibirá una carta, a nombre de la madre, entre los 20 y 30 días después de la prueba.
  • Si los resultados no están dentro de los límites normales: se le llamará a los números de teléfonos que se dejaron en la ficha. Esto no significa que el bebé tenga la enfermedad sino que necesita otras pruebas para confirmar o descartar la enfermedad.
  • Si las muestras no son válidas: se les llamará por teléfono o se le informará por carta, para repetirlas.

¿Qué puedo hacer si, pasado ese tiempo, no he recibido los resultados?

Si pasado un mes tras la prueba no ha recibido los resultados puede llamar al teléfono de SALUD RESPONDE (902 50 50 60) para que le informen de los resultados. Es importante en este caso que conserve el resguardo que le darán tras la realización de la prueba para poder identificar la muestra.

 

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¿Cómo saber si tu hijo tiene autismo?

 

El autismo es un trastorno que afecta a la comunicación del lenguaje, el interés por otras personas y las relaciones sociales.

Hay que saber que el desarrollo psicomotor de un niño es muy variable y, por tanto, las fechas o plazos que voy a dar son orientativos. No todos los niños hablan a la misma edad, unos niños andan antes que otros,… Además hay que considerar que son especialmente difíciles de valorar estos logros en los menores de 2 años. Por tanto, este artículo debe ser leído e interpretado con mucha cautela

Pero sí quiero dar una serie de signos que, como padres, deben hacernos sospechar que pudiera existir un trastorno en el desarrollo. La mayoría de los padres suelen comenzar a sospechar cuando empiezan a comparar el desarrollo de su hijo con el de otros niños de similar edad o al comparar las cosas que hacía su hermanito con esas edad.

Son muchos más signos los que valoramos los pediatras pero en este artículo quiero resaltar los que creo que a cada edad son más fáciles de detectar por los padres:

Antes de los 12 meses:

  • No suele dirigir la mirada a las personas.
  • No se anticipa, es decir, no nos echa los brazos cuando lo vamos a coger.
  • No muestra interés por los juegos interactivos («cucu-tras»).
  • No se asustan ante los extraños sobre los 9 meses.

Después de los 12 meses:

  • No suelen mantener la mirada.
  • No responden a su nombre.
  • No señalan para pedir las cosas y no miran hacia donde otros les señalan.
  • No imitan.
  • No muestra interés por los juegos interactivos («cucu-tras»).
  • No balbucea como si conversara con el adulto.

Entre los 18-24 meses:

  • No suelen mantener la mirada.
  • No responden a su nombre.
  • No señalan para pedir las cosas y no miran hacia donde otros les señalan.
  • Tienen un retraso en el lenguaje comprensivo. No entienden bien órdenes sencillas. Ej: “Trae los zapatos”, “Tira ese papel a la basura”,…
  • Suelen hacer una regresión del lenguaje: empiezan usando algunas palabras y progresivamente, en vez de decir más palabras, dicen menos.
  • No suelen hacer juegos simbólicos (por ejemplo curar una muñeca que tiene fiebre, …)
  • Suelen hacer juegos con actividades muy repetitivas (encender y apagar,…)
  • No muestran interés por otros niños o hermanos
  • No imita.
  • Pocas expresiones para compartir afecto positivo.

 

Insisto que estos signos, por separado, pueden no significar nada. Pero si detectamos alguno de ellos conviene que se lo comentemos a su pediatra para que éste valore el desarrollo psicomotor e inicie, si es necesario, el estudio o seguimiento pertinente.

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¡No es fácil ser padre!

Lo prometido es deuda. Ya comenté el Día del Padre que quedaba pendiente una entrada dedicada a ellos: una parte muy importante en muchas familias (entendiendo que hoy día existen muchos modelos familiares).

No seré yo el que diga quién es el mejor padre o modelo de padre.

Pero hoy si me atreveré a relatar, siempre desde el cariño y con mucho respeto, algunos comportamientos de esta “especie” observados a lo largo de mi carrera profesional.

Me limitaré a hablar hoy de los primeros momentos de la paternidad. Ya iré escribiendo otros post de otros comportamientos peculiares de algunos padres conforme va avanzando su paternidad.

Existen diferentes momentos en la “carrera de la formación de una familia” donde a un padre se le pone a prueba.

He visto a muchos padres emocionase, llorar, estremecerse,… sólo con ver un test de gestación positivo. Pero también he visto a otros, ante esa misma situación, correr con la camiseta levantada, escondiendo en ella la cabeza, con los brazos abiertos en forma de avión (cual Cristiano Ronaldo celebrando un gol en la final de la Champion) gritando “¡¡¡sííí, sííí, síííííí!!!”

He visto a padres que llevaban un control tan meticuloso del embarazo que sabían en cada momento, minuto a minuto, si a su criatura que se gestando se le estaban formando en ese momento las orejitas, los deditos, o cada una de las maravillosas partes de su cuerpo. Controlaban perfectamente si su pareja se encontraba en la semana 23+2 o en la 38+5 de embarazo. Pero también he visto a padres que hasta que no se han visto entrando en el paritorio no sabían si su pareja estaba cumplida o aún le faltaban dos meses para cumplir.

Por cierto, hablando de paritorios, quizás éste sea uno de los lugares de un hospital donde más anécdotas se pueden contar. Es un sitio donde se derrochan sentimientos a raudales y donde salen, a veces, comportamientos muy primitivos y muy sinceros.

En el paritorio he visto a padres “hipercolaboradores”, que ponen en practica cada uno de los consejos recibidos en las clases de preparación al parto. Sujetan con delicadeza el cuello de la mamá y la animan “¡¡Vamos, campeona, que lo estás haciendo fenomenal!! ¡¡Respira, ahora respira!!”

He visto a padres “pasotas” que se ponen a hablar de cualquier otro tema, como si estuviesen en la barra de un bar, como si aquella situación fuera lo más cotidiana del mundo, (por Dios, buenhombre que tu hijo está a punto de nacer y tú estás aquí preocupado de si el penalti que han pitado en el partido del Betis ha sido justo o injusto).

He visto a padres “reporteros”, con móvil en mano garbándolo todo. Todo es todo, sin perder ni un detalle. Eso sí, tan preocupados han estado algunos de encontrar la mejor instantánea que al final no se han dado cuenta si el bebé había salido ya o no.

He visto muchos padres “sufridores” y “solidarios” que quisieran haber compartido el dolor de cada una de las contracciones para mimetizarse al máximo con su pareja. “¡¡Ay, cari!! ¿Te está doliendo mucho? ¡¡Si pudiéramos compartir ese dolor!!”

He visto a padres “accidentados”. Padres que haciéndose los valientes ,y sin querer reconocer que se les estaban quedado las piernas flojas, han terminado desplomados y con una brecha en la cabeza. Cuando el ginecólogo ha terminado de coser la episiotomía, en el mismo paritorio, les han tenido que coser a ellos su brecha de la cabeza.

He visto a padres “vomitadores”. En su intento de mantenerse estoicamente como los acompañantes perfectos han acabado vomitando y siendo centro de las atención en el paritorio, robándoles incluso el protagonismo a la madre y al bebé.

También he visto a padres que se les ha «aflojado un poco el muelle» en el paritorio. Sí, vamos, que se han cagado. Literal. Por la patilla abajo. El paritorio que habitualmente huele a “vida” en esos casos olía a… Uff, no quiero recordar cómo olía.

En próximas entradas os contaré algunas anécdotas más. Repito siempre desde el cariño y el respeto. Yo entiendo que la paternidad no es fácil y cualquier comportamiento es entendible.

¿Estas dispuesta a contar cómo fue tu experiencia o la del papá en el paritorio?

¿Cómo controlar las rabietas?

En estos días de puente, cervecita en mano, al sol como los lagartos y la vida me ha regalado el momento que os voy a relatar…

Sí, le pude calcular rápidamente unos dos añitos y medio. Gritaba y se revolcaba como si fuera la mismísima niña del exorcista.

Aquella “fiera” y aquellos padres que no sabían dónde meterse (“tierra trágame, en qué maldito momento decidimos salir a tomar un aperitivo”, supongo que estarían pensando) se convirtieron rápidamente en el centro de todas las miradas y, sobre todo, de todas las conversaciones de cada una de las meses de aquella terraza.

Ahí me encontraba yo, invitado de honor, con todos mis sentidos activos. El sentido del gusto disfrutando de aquella deliciosa gélida cerveza y el sentido del oído (¡maldita deformación profesional!) no me daba abasto para intentar escuchar las reacciones del resto de “los espectadores”. Pude escuchar todo tipo de comentarios sobre aquella escena. Desde los que arremetían directamente contra la niña (“¡Vaya tela lo malcriada que está la niña! Si fuera mi hija la soltaba dos sopapos y verás que pronto se callaba”) hasta los que se apiadaban de los padres (“Ojú, qué mal rato están pasando los pobres. Claro, ¿a ver qué haces en esa situación? Y encima con todo el mundo mirado. ¡Qué bochorno!”) y, por supuesto, la reacción de los pobres padres que se sentán avergonzados y observados (“Mira como te miran esos niños. Van a pensar que eres un bebé y por eso lloras”) mientras se esforzaban en inmobiliaria como si de un delincuente se tratase.

Bueno, toda esta retahíla, para explicar a qué se deben las rabietas y cómo se deben manejar.

Si entendemos bien en qué consisten, entenderemos rápidamente el manejo. Y tendremos claro que el inicio de las rabietas no es por ser “malos padres” ni “malas madres” y que no es cuestión de niños tiranos, ni padres permisivos, ni sí, ni no, ni todo lo contrario.

Basta ya de sentirse culpables por todo.

Las rabietas se producen por una “descoordinación” que existe entre la edad en la cual los niños ya son capaces de pedir las cosas con insistencia (más o menos a los 2 años) y la capacidad de modular o controlar sus sentimientos, sobre todo su capacidad de “digerir” la frustración (que suele aparecer en torno a los 4-5 años). Es por eso que en esta etapa es bastante frecuente que el niño presente una rabieta cuando le decimos “NO”.

Por tanto, y esto es lo que debe quedar claro:

El inicio de una rabieta no es culpa de los padres (padres dictadores, padres tiranos,…) ni de los niños (niños mimados, niños tiranos,…) sino de “la evolución del desarrollo psicológico de los niños” que permite que los niños tengan capacidad de desear o pedir las cosas con insistencia antes de ser capaces de tolerar la frustración ante el “NO”.

Esto no significa que no podamos hacer nada ante una rabieta.

No debemos atosigarles, enfadándonos y presionándoles para que se controlen, ya les gustaría. Precisamente esa incapacidad es la que ha generado la rabieta.

Debemos intentar tranquilizarles. Ya sé que no es fácil. Si fuese fácil no estaría escribiendo sobre esto. Todo el mundo lo haría y punto.

No debemos inmovilizarles si lo que quieren es patalear. En ese momento pueden necesitar “desfogar”, consumir su rabia “quemándola”. Por el contario no debemos separarlos de nosotros si buscan nuestro contacto. En el fondo están buscando nuestra aceptación. No debemos rechazarles. En muchas ocasiones lo que necesitan es un “abrazo de aceptación”.

Y otra cosa, y no menos importante, si vuelves a presenciar una rabieta no te conviertas en juez de la jugada. Ni los padres, ni sobre todo los niños desean esa situación, ocurre simplemente porque “la naturaleza» es así. El tiempo lo acabará arreglando.

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¿Se puede bañar un bebé después de comer?

Muchas preguntas son las que surgen alrededor del baño de los bebés. Ya vimos el post de ¿el baño de los bebés debe ser a diario? Podéis repasarlo pinchando aquí.

Hoy aclararé una duda que tienen muchos padres.

En verano esta pregunta es un clásico, pero en invierno, sigue siendo frecuente porque complica la “logística familiar”.

Me dicen: “Es que como tenemos que esperar dos horas para el baño, pues al final se nos hace tarde y se nos  junta con la siguiente toma”.

Yo: “¿¿¡¡Dos horas!!??”

Y ahora ya casi mirando al suelo (o uno de los padres mirando al otro con una mirada de “ves, lo que te decía”): “Sí, dos horas. Para que no se le corte la digestión, ¿no?”

Si eres de los que no lees los post hasta el final decirte que: “NO HAY QUE ESPERAR NINGÚN TIEMPO DESDE QUE UNO COME HASTA QUE PUEDE BAÑARSE, PEROS ES CONVENIENTE NO HACERLO SÚBITAMENTE EN AGUA MUY FRÍA O HACER GRANDES ESFUERZOS DESPUÉS DE LA COMIDA”.

Aclaremos el tema. ¿Por qué surge el mito?

Es frecuente que con el calor del verano aumente la temperatura corporal. Si  de pronto hacemos una inmersión en el agua, especialmente si esta está bastante fría, la diferencia de temperatura provoca una reacción tal en el cuerpo que se inhibe la respiración y la circulación sanguínea, que puede provocar un síncope (Todo el mundo hemos tenido la experiencia de que de pronto el agua de la ducha esté “helada” y tener la sensación de que no podemos respirar).

Esto puede ocurrir a en cualquier momento pero es especialmente frecuente después de las comidas porque por lo propia digestión aumenta la temperatura corporal (especialmente si nos damos “un homenaje”).

Además, tras las comidas, gran parte de la sangre se desvía hacia el abdomen para hacer la digestión. Si en ese momento hacemos un gran esfuerzo muscular, la sangre tendrá que ir hacia los músculos y se “corta la digestión”.

Por tanto las conclusiones son:

  • Pueden bañar a sus bebés sin tener en cuenta cuánto tiempo hace desde que se bañó, pero utilicen agua “calentita”, o al menos que no haya una gran diferencia entre la temperatura corporal y la del agua.
  • No “amarguen” las tardes de piscina o playa a sus hijos haciendo que esperen las “malditas dos horas” pero sí aconséjeles que, al principio, al entrar en el agua, no hagan grandes esfuerzos.

Comparte esta información con otras familias si piensas que puede alegrarle las tardes de playa a muchos niños o mejorar la “logística familiar” de muchas familias.

Los deberes.

deberes

Este es uno de los temas que traen de cabeza a todas las familias, ¿verdad?

Es inevitable que un grupo de padres y madres que lleven conversando un rato no saquen a relucir el “dichoso” temita, por supuesto con opiniones para todos los gustos: “Pues cuando yo era chico no teníamos que hacer deberes y mira, al final, he terminado sin problema mis estudios…”. “Pues el colegio de mi hijo es mejor porque la seño les pone muchos deberes…”.

Con respecto a la necesidad o no de los deberes a ciertas edades yo, como todo el mundo, tengo mi propia opinión.

Pero asumiendo que los que los deberes forman parte de la vida cotidiana de nuestros niños a partir de los 6-7 años me centraré sólo en tres cuestiones básicas:

1- ¿Cómo debe ser el lugar y el ambiente donde hagan los deberes?

El lugar debe ser un sitio fijo y lo mejor es que sea en una mesa-escritorio que debe estar lo más despejada posible de objetos que puedan provocar distracciones continuas. Lo ideal es que el cuarto disponga de luz natural y, por supuesto, cuando se están haciendo los deberes no se está viendo la televisión.

2- ¿Cuánto tiempo deben dedicar a hacerlos?

Este es uno de los temas que provocan la controversia. En primer lugar destacaré que lo mejor es que haya un periodo de reposo y descanso tras la comida, no hacer los deberes inmediatamente tras el almuerzo. Es también recomendable establecer unas rutinas más o menos fijas para que sea un proceso organizado. Para mantener esas rutinas y que no las pierdan los días que no tengan deberes del cole se puede aprovechar para fomentar la lectura o cualquier otra actividad creativa (plastilina, pintura,…)

En cuanto al tiempo que se debe dedicar hay muchos estudios que demuestran cómo se desarrolla la capacidad de atención con la edad. Sin tomarse los datos como cifras exactas a los deberes se le deben dedicar:

  • Niños de 6-7 años: no más de media hora al día.

  • Niños de 8-9 años: alrededor de una hora al día.

  • Niños de 10-11 años: alrededor de una hora y media, y así sucesivamente.

Conforme los tiempos se van alargando se recomienda que cada 40-45 minutos de trabajo se haga un periodo de descanso de 10-15 minutos.

Está demostrado que intentar mantener periodos más largos continuos no es recomendable porque disminuye el nivel de atención y se empieza a “perder el tiempo”.

3- ¿Cuál es el papel de los padres en los deberes de los niños?

Los padres debemos ser los encargados de apoyar a los niños a establecer esas rutinas de tiempos de estudio, procurándoles un ambiente tranquilo y evitando que se distraigan. No debemos corregirles los deberes en casa y mucho menos hacérselos. Los deberes son responsabilidad suya. Ellos deben ser los encargadados de saber qué deberes deben llevar hechos al día siguiente. Si el libro se les olvidó en la clase deben buscar una solución o asumir las consecuencias. Si nosotros a través de los famosos grupos de whatsapp de padres les solucionamos el problema les estaremos haciendo un flaco favor. No debemos ser la agenda ni los secretarios de nuestros hijos.

Comparte esta información si piensas que puedes ayudar a otras familias a decidir cómo ayudar a sus hijos con los deberes.

El periodo de adaptación escolar.

angustia de separación

Agosto toca a su fin y de su mano trae a septiembre, el mes que a la depresión postvacacional hay que sumarle la incorporación de los niños a la escuela con su consiguiente periodo de adaptación. Adaptación de los niños a la guarde o al cole y adaptación de los padres a quedarse sin sus niños.

Con respecto a la guardería ya expuse mi opinión en este post.

El periodo de adaptación daría para escribir un montón de entradas, cada una desde un punto de vista. Podemos hablar de si es realmente necesario, de quién lo pasa peor (los padres o los niños), de si debe ser progresivo o más brusco,… pero hoy me centraré simplemente en algunos consejos para que la incorporación a la guarde o al cole sea lo menos “traumática” posible.

Es evidente que supone un gran cambio en sus vidas: pasan de estar campeando a sus anchas, en ocasiones incluso sin ningún tipo de rutina (se levantan a la hora que quieren, desayunan cuando quieren,…) a tener que cumplir estrictamente unos horarios y, lo peor, tener que separarse de sus padres.

Tened en cuenta que algunos de ellos ya lo vivieron el curso pasado pero para otros tantos es “su primera vez”. Hasta este momento no se habían separado nunca de sus padres (especialmente de las madres) y es, por tanto, normal que les angustie (habría que ver quien lo pasa peor, si los padres o los niños).

Ya sé que algunas vais a decir “pues el mío va encantado”. Pues eso, efectivamente cada niño es diferente (¡¡bendita diversidad!!) pero a algunos les costará más trabajo y es especialmente para estas familias a quien van dirigidos estos consejos:

– Es importante que aunque vosotros también tengáis angustia por la separación, no se la transmitáis. Vuestra actitud es muy importante.

Evitad hablar mal del cole o la guarde, al menos delante de ellos. Si no les generaréis una imagen previa muy negativa del lugar al que después les llevaréis.

– Si es posible acompañarles algún día al interior de sus aulas y mostrarles quién serán sus maestros o cuidadores, cuáles serán sus materiales. A ellos les dará mucha seguridad

– Intentad mantener unas rutinas. Los niños se sienten muy seguros precisamente con las rutinas. El salirse de ellas puede angustiarles.

– Esta va en mayúscula ya que es la más importante: ¡¡¡¡¡ NO MENTIRLES!!!!! Son chicos pero no tontos. Evitar las típicas frases “vengo ahora”, “voy un momento a casa y ahora mismo vengo”,… Es cierto que a los más pequeños no se les puede hablar de horas o minutos pero les podemos ayudar con alguna referencia como “antes de la hora de comer vendré a por ti”, …

– Podéis dejar que lleve un objeto que le aporte seguridad. Su osito, su gasita, … o aquellos amuletos que hacen que se sientan seguros.

Aparte de todos estos consejos conviene que sepamos manejar algunas situaciones frecuentes que pueden ocurrir.

Es frecuente que aparezcan dificultades en el sueño, rechazo de la alimentación, alteración del control de esfínteres,…

Una situación muy frecuente es que por el propio nerviosismo que les supone los primeros días, con el llanto, llegue a vomitar. Aunque ese vómito inicialmente no es intencionado, si ve que “se sale con la suya”, es decir, nos volvemos para casa, puede acabar aprendiendo a vomitar intencionadamente. Por eso, lo mejor si vomita es mantener la calma (ya sé que no es fácil cuando un niño te está montando un berrinche en la puerta del colegio con otros treinta padres mirando), intentar calmarlo a él, cambiarle su ropita y ¡hala, al cole! En pocos días desaparecerá.

Tampoco conviene hacer despedidas eternas: “¡venga, otro besito!”, y me doy la vuela y “¡venga, otro besito!” y así hasta diez veces. Eso puede generar la falsa esperanza de que nos quedaremos con él.

Concretando:

  • Lo primero: ¡fuera el sentimiento de culpa! Eso nos bloquea.

  • Lo segundo: hacerle ver que lo llevamos a un sitio “agradable” e intentar no transmitirle nuestra propia angustia.

  • Lo tercero: si llora, calmarlo, aportarle seguridad, y con decisión ¡al cole!

En pocos días seguro que está muy contento.

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«A mi bebé le he notado un bultito en el pecho…»

mastitis3

“Doctor, estoy muy asustada. Anoche al coger a Pepe noté que tenía un bulto en el pecho, debajo del pezón. Eso antes no lo tenía. ¿Debo preocuparme?”

Esta es una situación muy frecuente en la consulta en las revisiones de los primeros meses.

Responderé a las preguntas que me hacéis habitualmente:

.-¿Qué son y a que se deben esos «bultitos» en el pecho?

Ese «bultito» que se toca del tamaño de una lenteja y que se mueve con facilidad son las glándulas mamarias del bebé, que por efecto de las hormonas de la madre, se han desarrollado.

Durante el embarazo, las futuras mamás, sufren una gran cantidad de cambios hormonales algunos de ellos encaminados a prepararlas para su futura etapa, la lactancia.

En los últimos meses de embarazo existe una gran liberación de la hormona prolactina, que se encarga del desarrollo de las glándulas mamarias. Parte de estas hormonas, a través de la placenta, pasan al bebé y, en ocasiones producen el desarrollo de las glándulas mamarias. Puede ser de uno o de los dos pechos y puede ocurrir indistintamente en niños y niñas.

La prolactina provoca el desarrollo de las glándulas mamarias de los bebés.

Algunas veces de manera espontanea, pero sobre todo si tocamos (por la estimulación) llega a salir un líquido a través del pezón que antiguamente llamaban «leche de brujas».

.-¿Qué debo hacer?

Como os suelo decir en la consulta en este caso lo mejor que podéis hacer es «no hacer», es decir, no tocar.

Si tocamos continuamente el «bultito» estaremos estimulando la producción de leche (al igual que ocurre con el pecho de las madres) y como el pecho de los bebés no tiene  aun bien desarrollado los conductos por los que se evacua la leche se puede producir mayor inflamación y dolor, llegando a provocar incluso una mastitis.

Por tanto lo mejor es dejar que desaparezca solo. Debemos saber que en ocasiones puede tardar hasta varios meses en desaparecer.

.-Pero si antes no lo tenía, ¿por qué le ha aparecido ahora?

Realmente el desarrollo glandular se produce desde el nacimiento lo que ocurre es que los padres, casi siempre, no se dan cuanta hasta pasados unas semanas.

.-¿Cuándo debo preocuparme?

Si la zona piel del pezón o de alrededor no se pone roja, caliente y si al bebé no le duele y no tiene fiebre no hay por qué preocuparse.

Pero si cualquiera de estos signos aparece conviene consultar al pediatra porque es posible que el bebé esté desarrollando una mastitis, en cuyo caso será necesario el uso de antibióticos.

.-Doctor, me ha contado mi hermana, que a mi sobrino de 13 años también le han notado un bulto en el pecho, ¿es lo mismo?

No exactamente. Probablemente se debe un desarrollo también transitorio de las glándulas mamarias por efecto hormonal que tampoco tiene importancia. Ya desarrollaré esto en otro post.

Comparte esta información y ayudarás a calmar la angustia de muchas familias.