Os deseo muchos «momentos de calidad».

Un tópico. Llega final de año y toca hacer balance.

En estas fechas es típico pensar cómo ha cambiado la vida en el año que termina (que si me he comprado una casa, que si me he casado, que si…) y hacer propósitos para el nuevo año (apuntarse por enésima vez a inglés, hacer más deporte,…).

Pero pienso que los años se cuentan no por las cosas que hemos conseguido o perdido sino por los “momentos de calidad” vividos.

Yo llamo “momentos de calidad” a esos momentos que marcan tu vida para siempre.

El paradigma de esos momentos es el nacimiento, especialmente la de un hijo, y la muerte, especialmente la de los padres. Pero también puede ser “momentos de calidad” los vividos con o para otras personas cercanas (sobrinos, nietos, tíos, abuelos,…)

Tuve este año la suerte, como ya os conté en este post, cómo que volví a quemar con el nacimiento de Victoria, mi hija pequeña. Fue un “momento de gran calidad”.

Como también he compartido con vosotros he vivido este año la muerte de familiares, padres de amigos, abuelos de amigos, maestros que me marcaron,… Estos también han sido “momentos gran calidad”. Aclararé en este punto que lo que da calidad al momento no es que sea un momento feliz, que por supuesto esos últimos no lo han sido, sino que sea un momento que sea emocionalmente muy intenso, de los que te marcan para siempre. Esos momentos son en los que uno se da cuenta de que la patata del pecho (el corazón) no sólo sirve para latir y bombear la sangre sino para SENTIR. Sí, SENTIR con mayúsculas.

Esta capacidad de sentir es la que hace que la vida merezca mucho la pena. Incluso los momentos de duelo, con el alivio que supone el paso del tiempo, son momentos de mucho AMOR. Son momentos donde nos hacemos consciente del amor, cariño, admiración, respeto,… que tenemos hacia esa persona

Pero hay muchos momentos cotidianos que también son “momentos de calidad” que no debemos perdernos.

Son momentos muy necesarios en las relaciones: esos desayunos en familia para empezar el día con energía, esos cuentos leídos en la cama por las noches, esos besos de buenas noches, ese olor de nuestros hijos (recordaréis que ya hablé de esto en este post), esos pequeños-grandes logros cotidianos de nuestros hijos (“papá, ya sé leer en minúscula”), esos pequeños detalles que nos traen del colegio y que con tanta ilusión nos regalan,…

Os deseo para el próximo año muchos “momentos de calidad”.

Y tú, ¿has vivido muchos «momentos de calidad» este año?

¿Te apetece compartirlos?