Doctor, a mi hijo le duele la cabeza, ¿tengo que preocuparme?

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Como ya vimos en el post del traumatismo craneoencefálico, los síntomas neurológicos es algo que preocupa mucho a las familias.

Intentaré aclarar el tema.

La preocupación de las familias es “que tenga algo dentro de la cabeza”. Pues, precisamente, la gran mayoría de los dolores de cabeza se originan en estructuras de “fuera de la cabeza”: en los nervios, los vasos sanguíneos y los músculos que recubren la cabeza y el cuello, en los senos paranasales, en los ojos, en los dientes,…

Generalmente el dolor de cabeza es un síntoma más de un proceso infeccioso (faringitis, otitis, gastroenteritis, laringitis, catarro,…). Es frecuente que cuando un niño tiene fiebre se queje de dolor de cabeza. Lo que ocurre es que cuando son demasiado pequeños no son capaces de expresarse y no lo pueden decir, simplemente notamos que están más irritables.

 

Además de las infecciones, existen otros factores que, al igual que en los adultos, pueden desencadenar dolor de cabeza: saltarse alguna comida, el estrés (¡¡no olvidéis que la agenda de los niños de hoy día está casi más apretada que la nuestra!!), falta de sueño, cambios hormonales (“la regla”), ver durante mucho tiempo las pantallas (televisión, tablets, ordenador, videoconsolas, …), defectos de refracción (hipermetropía, miopía, …), pequeños golpes en la cabeza (si nos damos un golpe en el brazo nos duele el brazo así que si nos damos un golpe en la cabeza, también es normal que nos duela la cabeza. Parece de Perogrullo pero no sabéis la cantidad de visita a Urgencias que esto genera: “Doctor traigo a Pablito porque se queja de la cabeza”. Y yo. “¿Se ha dado algún golpe?”. La madre: “sí, esta mañana se cayó del columpio y se dio en la cabeza”. Y en ese momento, y sin que yo tenga que volver a hablar la madre “Claro, si se ha dado en la cabeza, es normal que le duela la cabeza, ¿verdad, doctor?” Y visita terminada. Ya solo falta darle a Pablito la pegatina de los valientes).

 

Pero existen dos tipos de dolores de cabeza, relativamente frecuentes en niños que debemos conocer:

  • Cefaleas tensionales: aparece en situación de preocupación y/o nerviosismo, por contractura muscular. Los niños se suelen quejar de la frente o de la zona lateral de la cabeza., “como si le apretasen”
  • Migrañas o jaquecas: Es recurrente. Es un dolor pulsátil, “como golpes con un martillo”. En un 90% de los casos suele haber antecedentes familiares. Puede acompañarse de nauseas y/o vómitos, visión de luces, sensibilidad a la luz, al ruido y a los olores fuertes.

 

Si el niño se queja de la cabeza, ¿Qué debemos hacer?

  • Buscar un sitio cómodo y tranquilo para el niño (una habitación a oscuras, silenciosa).
  • A veces les alivia un paño húmedo sobre la frente y los ojos.
  • Se puede administrar un analgésico de uso habitual como el paracetamol o el ibuprofeno.
  • Intentar averiguar si hay algún factor desencadenante (ayuno, traumatismo, …)

 

¿Cuándo debemos consultar al pediatra?

  • Si el dolor es cada vez más intenso.
  • Si los dolores son cada más frecuentes.
  • Si no remite con las dosis habituales de analgésicos.
  • Si asocia alguno de los siguientes síntomas:
    • Fiebre, rigidez de cuello, manchas en el cuerpo u otros signos de infección.
    • Vómitos “en escopetazo”, sin nausea previa.
    • Otros síntomas neurológicos asociados: debilidad muscular, hormigueo, dificultad para hablar, ataques epilépticos, disminución del nivel de conciencia,…
  • Si la cefalea presenta alguna de las siguientes características:
    • Despierta al niño por la noche o es, sobre todo, al despertar.
    • Interfiere de manera importante en la vida del niño (tiene que faltar a clase frecuentemente, …)

 

Comparte esta información y evitarás muchas preocupaciones (“dolores de cabeza”) a otros padres.

 

Traumatismo cráneo-encefálico.

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¡¡Por favor, doctor, atienda rápidamente a mi hijo que se ha dado un golpe en la cabeza y ha vomitado!! Esto es casi el pan nuestro de cada día de cualquier pediatra que asista urgencias.

Un traumatismo craneal es un problema que genera mucha angustia en los padres, sobre todo si posteriormente asocia algún síntoma como vómitos o somnolencia.

Realmente a los médicos no nos preocupa el traumatismo del cráneo sino que éste asocie una lesión  cerebral intracraneal, fundamentalmente por sangrado (hematoma epidural o subdural).

El término médico de un golpe fuerte en la cabeza es traumatismo cráneo-encefálico, aunque la mayoría de los padres que consultan en urgencias lo hacen por traumatismos craneales menores, donde sólo observamos pequeñas heridas, dolor en la zona del golpe y un pequeño cefalohematoma (chichón).

Aclararé ciertos aspecto del traumatismo cráneo-encefálico:

¿Qué debo hacer tras un traumatismo craneal?

– Poner hielo envuelto en un paño en la zona del golpe.
– Mantener al niño en un ambiente tranquilo y poco ruidoso.
– Administrar un analgésico (paracetamol o ibuprofeno).
Elevar el cabecero de la cama.

Por tanto la mayoría de los niños que sufren un traumatismo craneal pueden ser controlados en casa.

Entonces, ¿Cuándo debo acudir a un centro sanitario?

Será importante acudir para la valoración del pediatra, que valorará la necesidad de la realización de una radiografía de cráneo, si:
– el niño es menor de un año.
pierde el conocimiento tres el golpe.
–  cae desde más de un metro de altura.
–  no recuerda (amnesia) el golpe o lo que sucedió después.
– tiene un hematoma muy grande o un hundimiento en la zona del golpe.
– le sale sangre o un líquido claro por la nariz o el oído.

¿Qué valoramos los médicos en un traumatismo cráneo-encefálico?



El mecanismo y la intensidad del golpe: obviamente no es lo mismo golpearse en la cabeza tras caerse de su propia altura (los médicos lo llamamos traumatismo de baja energía) que tras un accidente de trafico (traumatismo de alta energía). Para los bebés consideramos que un traumatismo craneal es importante si se cae de más de un metro de altura. A mayor energía mayor gravedad.
– La edad del niño: cuanto más pequeño es un niño más blando es su cráneo y, por tanto, tiene más riesgo de fractura craneal con hematoma asociado. La edad que consideramos como de mayor riesgo es los menores de un año. A menor edad mayor riesgo.
– La zona de la cabeza que sufrió el traumatismo: afortunadamente la mayoría de los traumatismos se producen sobre las zonas más duras del cráneo, la frontal y la occipital. La zona menos resistente del cráneo es la zona parietal (un poco por encima de las orejas)y es por tanto donde se producen la mayoría de las fracturas.
Los síntomas inmediatos tras el golpe: la mayoría de los niños, tras el golpe, lo primero que hacen es llorar. En ocasiones, tras el gran sofocón, se relajan y se quedan dormidos. Además, cuando lloran, tragan gran cantidad de aire y suelen acabar vomitando. El síntoma inmediato que más se asocia con lesión intracraneal es la pérdida de conocimiento en el momento del traumatismo.

¿Qué debo vigilar en casa?, ¿cuáles son los datos de alarma?



En las siguientes 24 horas se debe vigilar si aparecen los siguientes signos de alarma:
Vómitos persistentes, aunque ya hemos dicho que uno o dos vómitos tras el traumatismo son bastante frecuentes.
Dolor de cabeza (cefalea) importante, aunque es bastante frecuente que se queje de la zona del golpe.
Somnolencia importante, con dificultad para despertarlo, aunque ya hemos dicho que es bastante frecuente que tienda a dormirse tras el sofocón inicial.
Irritabilidad o llanto persistente.
Convulsiones o movimientos anormales.

Confusión o desorientación.
Alteraciones del habla o del equilibrio.

Comparte esta información si piensas que puede ayudar a otros padres.

La fiebre

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La fiebre es, sin duda, el motivo de consulta más frecuente en las consultas de pediatría. Es, también, uno de los síntomas que más preocupan a los padres. Esto es así porque, como ya vimos en otro post, existen muchos falsos mitos respecto a la fiebre.

Aclararé ciertos aspectos:

¿Qué es la fiebre?

Es una reacción del cuerpo que consiste en elevar la temperatura del mismo, que nos proteje, generalmente debida a infecciones por virus o bacterias. Existen otras causas de fiebre pero son muy poco frecuentes.

¿Cuál es la temperatura corporal normal?

La temperatura corporal normal es variable de unas personas a otras, e incluso depende del momento de día. Normalmente por la tarde la temperatura corporal aumenta y por la noche suele bajar.

¿Cuando consideramos que existe fiebre?

En general, y esta respuesta sirve tanto para bebés como para adultos, consideramos que existe febrícula (“destemplanza”) cuando la temperatura corporal se encuentra entre 37,5ºC y 38ºC y fiebre cuando supera los 38ºC.

¿Cómo sé si mi hijo tiene fiebre?

La mayoría de los padres y/o cuidadores de un niño podrían detectar la fiebre sin llegar a tocar al niño, simplemente,  por los síntomas que suelen acompañar a ésta. La mayoría de los niños con fiebre disminuyen su grado de actividad, se les enrojecen las mejillas, los ojos se les ponen brillosos, aumentan las pulsaciones y las respiraciones,…
Pero el método objetivo de comprobar la temperatura y confirmar o descartar la fiebre es utilizar un termómetro.

¿Hay que tratar la fiebre?

El objetivo, en sí mismo, no es tratar la fiebre para bajar la temperatura corporal (puesto que eso hemos dicho que es un mecanismo defensa) sino mejorar el estado general del niño. De hecho, si el niño sigue con su actividad normal, jugando,… no hay por qué administrar ningún medicamento.

¿Cómo se trata la fiebre?

Antes de utilizar cualquier medicamento, lo primero es optimizar las medidas físicas, es decir, desabrigarlo un poco para que pierda calor, pero siempre buscando el confort del niño. Dentro de las medidas físicas podemos utilizar también un baño de agua templada (¡nunca fría!). NO se recomiendan las antiguamente utilizadas friegas con alcohol. También es importante mantenerlo bien hidratado, ofreciéndoles líquidos frecuentemente, para evitar la deshidratación.
Si el niño se encuentra muy incómodo, podemos utilizar algún medicamento para aliviar y mejorar su estado general. Los más utilizados son el ibuprofeno y el paracetamol.
Si el niño se encuentra plácidamente dormido, aunque tenga fiebre, no es necesario despertarlo para darle el antitérmico.

¿Es mejor alternar el ibuprofeno y el paracetamol?

No se ha demostrado ninguna ventaja al alternar dos antitérmicos diferentes y, sin embargo, puede favorecer los errores de dosificación y aumenta el riesgo de interacción con otros fármacos por lo que, en general, NO SE RECOMIENDA UTILIZAR DE FORMA ALTERNA EL PARACETAMOL Y EL IBUPROFENO.

¿Cuándo debo consultar al pediatra?

En general, y como siempre, el motivo de consulta al pediatra es suficiente con que los padres se encuentren angustiados o sientan que no controlan bien la situación.
Pero es conveniente consultar al pediatra si:
– la fiebre dura ya más de 48 horas o es alta (39,5-40ºC).
– el niño tiene “mala pinta”, le cuesta muco trabajo respirar o se encuentra excesivamente adormilado o irritable.
le aparece alguna erupción (“manchas”) en la piel.
– el bebé tiene menos de 3 meses debe ser valorado SIEMPRE por el pediatra.

Comparte esta información si piensas que puede ser útil para otros padres.

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¿Pueden comer jamón las embarazadas?

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Durante muchos años el miedo a comer jamón durante el embarazo, por el riesgo de transmitir una infección por toxoplasma al bebé, ha martirizado a muchas futuras mamás.

Intentaré aclarar esto:

La toxoplasmosis es una infección casi siempre sin importancia, tanto en niños como en adultos. Suele pasar desapercibida y, en la mayoría de las ocasiones, se confunde con una virasis por los síntomas que provoca (fiebre, malestar general,…). El problema ocurre cuando quien padece esta infección es una embarazada y se lo transmite a su feto, el cual sí puede tener graves secuelas (ceguera, convulsiones,…).

Actualmente, para controlar esto, en la mayoría de los centros, los ginecólogos, en el control analítico del primer trimestre del embarazo, solicitarán una prueba para conocer la situación inmunológica de la futura madre con respecto al toxoplasma. Con el resultado de esta analítica existen dos situaciones claramente distintas:
1.- Las embarazadas que están inmunizadas frente al toxoplasma: en este caso no hay ningún riesgo para el feto.
2.- Las embarazadas que NO están inmunizadas: en este caso sí existe riesgo y por tanto el ginecólogo recomendará lavar bien las frutas, verduras y hortalizas, lavarse bien las manos después de manipular carne cruda, evitar el contacto con gatos y sus excrementos, … y hasta no hace mucho tiempo (incluso muchos ginecólogos lo siguen recomendando) evitar comer jamón.

El mito surge por ser esta una enfermedad mucho más frecuente en la antigüedad, cuando se comía carne cruda (chacinas, jamón, …) de elaboración casera, la cual casi nunca pasaba los controles de calidad necesarios.
Afortunadamente para las embarazadas, el mito ha ido perdiendo fuerza medida que han ido apareciendo estudios elaborados por el Centro Tecnológico Andaluz del Sector Cárnico en colaboración con la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) que han concluido que este parásito se extingue por el proceso de curación al que se somete esta carne, la cantidad de sal utilizada y también por las características de la grasa del jamón. En 2011, la Universidad de Zaragoza, realizó un estudio sobre una amplia muestra de jamones, y demostraba que a los 14 meses de curación no se encontraba ninguna traza viable que pudiera suponer un riesgo de contraer toxoplasmosis para la madre. El problema actual, quizás,  está en que no todas las marcas de jamones ponen en el etiquetado el tiempo de curación y, por tanto, las madres deben seguir recurriendo a la estrategia segura de congelar el jamón a -20 ºC durante 2 días o -10ºC y posteriormente descongelarlo lentamente.

Comparte esta información con otras madres (o futuras madres) si piensas que puede ser útil para ellas.