No soy lo que pienso, soy lo que siento

Claro que que aquel sombrero que conservo de mi abuelo no tiene precio…

si lo pienso, quizás no es tan caro pero si lo siento… yo, y sólo yo, sé cuánto vale ese tesoro.

Y claro que el nombre que elegí para mis hijo no es una casualidad…

si lo pienso tienen el mismo nombre que otras muchas personas pero si lo siento… yo, y sólo yo, sé cuánto significan para mi esos nombres.

Y claro que cafés contigo me he tomado muchos…

si lo pienso, quizás objetivamente fue uno más pero si lo siento… yo, y sólo yo, sé cuánto significó ese momento.

Claro que los Reyes Magos no son los padres…

si lo pienso (no, esto me niego hasta pensarlo) pero si lo siento… yo, y sólo yo, se lo que significa dejar de ser padre para convertirme en Rey Mago.

Disfrutar de cada momento, vivir intensamente cada detalle,…

eso, SENTIR…, SENTIR…, SENTIR….

eso es lo que hace que realmente la vida merezca la pena.

En el momento que piense que el sombreo de mi abuelo tiene precio, el nombre de mis hijos no significa nada, que aquel café fue uno de tantos y que los Reyes Magos son los padres… en ese momento pensaré que el corazón es un órgano con cuatro cámaras que se contraen por la diferencia de potencial que ocurre en la membrana celular… y pensaré entonces que los sentimientos no existen… y desde ese mismo momento habré muerto como persona.

De momento la ILUSIÓN me mantiene vivo.

¡¡¡Feliz día de la cabalgata!!!

Los Reyes Magos NO son los padres.

Creo que en el post Diez frases que no debes decirle JAMÁS a tu hij@, podría añadir una más, que es: “los Reyes Magos son los padres”.

No quiero decir que haya que engañarles. Una vez que lo descubran habrá que intentar hacerles entender que todo “el engaño” era por mantener una bonita ilusión. Para entender esto puede ayudar hacerles cómplices de mantener el secreto respecto a otros hermanos o primos más pequeñitos.

Pero ese día se habrá ido al traste una de las mayores ilusiones que tiene un niño, se habrá desvanecido para siempre la noche más mágica para ellos: la noche de los Reyes Magos.

Esa noche que les decimos que deben ir tempranito a la cama y que les resulta casi imposible conciliar el sueño porque están absolutamente emocionados tras haber visto a los Reyes Magos en la cabalgata. Esa noche que no paran de pensar cómo harán los Reyes para llegar a tiempo a la casa de todos los niños. Esa noche en la que nos ayudan a dejar en la mesa del salón tres copitas de anís y una bandeja de polvorones para Sus Majestades y que “mágicamente”, a la mañana siguiente, están prácticamente vacías y, al lado, varios envoltorios de los polvorones y sus migajas. Esa noche en la que todos hemos tenido, en algún momento,  la sensación de haber visto la capa de un Rey Mago que se marchaba rápidamente de nuestra casa. Esa noche en la tu hijo deja los zapatos bajo el árbol de navidad con la seguridad que a la mañana siguiente los encontrará llenos de caramelos.

Esa noche…  y también ese día, el día de Reyes.

Ese día que tu hijo se levanta y corre emocionado hasta el árbol de Navidad para ver sus regalos. Ese día que su cara es una explosión de emociones mientras abre los regalos. Ese día que tu hijo te dice “mira papá, se han bebido el anís y han comido algunos polvorones…” y sigue abriendo regalos ingenuamente. Y vuelve al árbol y grita: “mira, y me han llenado los zapatos de caramelos…”

Sí, todo se habrá ido al traste tras descubrir “el engaño”. Ya nunca será igual. A partir de ese momento el día de los Reyes Magos pasa a ser un día más en el que reciben y/o recibimos regalos (como en el cumple, como en el santo, como en San Valentín,…). Un día más, con más carga comercial y consumista que otra cosa. Otro invento de la sociedad de consumo.

Ya nunca se vuelve a disfrutar igual el día de  los Reyes Magos…

Bueno, perdón, sí que se puede volver a disfrutarlo, y quizás más que antes, cuando uno se convierte en el Rey Mago. Todos los padres (también titos, abuelos,…) que lo habéis experimentado ya sabéis de qué estoy hablando. Para los que este año será su primera vez os advierto que la sensación vuelve a ser indescriptible. La noche vuelve a ser mágica. Incluso desde varios días antes. Uno se convierte en Rey Mago en esas compras a escondidas de tu hijo, en esa forma de buscar escondites imposibles en la casa, en esa forma de envolver y colocar regalos mientras duermen, y sobre todo, en esa forma de intentar averiguar cuál es el regalo preferido por tu hijo sin preguntarlo directamente.

Esta es una de las claves. Ir a comprar directamente el regalo con la persona que lo va a recibir hace que se pierda todo el encanto, toda la magia. En ese momento se es “Rey”, pero no “Mago”.

Saber a ciencia cierta qué te encontraras bajo el árbol de Navidad la mañana de Reyes es como ver la repetición de un gol, como ver un partido en diferido, como que te cuenten el final de un libro o una peli… Se pierde lo más bonito: la ilusión, el factor sorpresa,…

Los Reyes Magos son los padres cuando sabemos quién y qué nos van a regalar.

Los Reyes Magos existen cuando recibimos un regalo inesperado.

Por favor, regalad algo inesperado, ESO SERÁ UN GRAN REGALO.

Por favor, cuidad todos los detalles para ser los “Reyes Magos” de vuestros hijos el mayor tiempo posible, ESA INOCENCIA LES HARÁ MUY FELICES.

¡¡Comparte!!