¡¡Dejad que los niños jueguen con niños!!

Me tomo una cerveza y mientras observo la jungla del parque donde están jugando mis hijos.

¡¡Milagro, se han alineado los astros!!

Ahora mismo en un espacio de 300 metros cuadrados lleno de niños no hay ningún padre ni madre helicóptero. Sólo niños.

Sí, sólo niños

Niños que juegan con niños. Niñas que juegan con niñas. Niños que juegan con niñas

Niños que pelean y al momento juegan y niños que juegan y al momento pelean.

Niños mayores con niños pequeños y niños pequeños con niños mayores.

Niños que cantan, niños que bailan, niños que arrollan, niños que se dejan arrollar y niños que no están dispuestos a consentirlo.

Niños más mayores que cuidan de niños más pequeños.

Niños más pequeños que incordian a niños más mayores.

Pero todos parecen entender bien las reglas. La regla es que no existen reglas.

Ellos se entienden.

¡¡No hay adultos!!

¡¡Qué fácil es ser niño cuando no intervienen los adultos!!

El parque sirve para esto: para jugar, para desfogar, para entender cómo es la vida.

Se ven los líderes, se ven los segundones.

Pero todo fluye con mucha naturalidad.

Creo que todos lo están pasando bien, incluso los que de vez en cuando lloran, porque también de vez en cuando ríen y es que así es la vida.

 

Así es la vida. Una veces se gana y otras veces se pierde. Así de fácil, como ellos lo entienden.

¡Cuánto enseña esto!

Ya quisiéramos muchos adultos ser capaces de organizarnos como ellos.

 

¡Camarero, póngame otra cerveza que quiero seguir observando!

 

¿Hasta dónde debemos decidir por nuestros hijos?

madre estresada

“Los lunes, miércoles y viernes inglés, de cuatro a cinco, y de allí corriendo a kárate. Los martes y jueves clases de guitarra, de cuatro a cinco, y de allí, nuevamente corriendo a fútbol… Menos mal que con el horario de verano a las siete, cuando acaba el entrenamiento, aún es de día porque en invierno se me hace de noche. ¡Cómo para plantearse tener otro hijo! Además acaba tan cansado que muchos días, ni cena. Mientras espera a que le prepare la cena después de ducharlo, se me queda dormido en el sofá y ya no hay dios que lo despierte. Desde luego, si no fuera por los fines de semana, mi marido no vería nunca al niño despierto… Cuando llega ya está dormido y lo único que puede hacer es llevarlo a la cama y darle un beso, pero él ni se entera. Antes, por lo menos, cuando lo teníamos en el colegio de al lado de casa, lo podía llevar él. Pero ahora, como decidimos meterlo este nuevo cole, para reforzar el inglés, ya no le da tiempo a llevarlo y me toca, nuevamente, a mí, que dejé de trabajar para convertirme en el chófer del niño…Todo sea para facilitarle las cosas para el día de mañana, pero al pobre no le da tiempo ni de  jugar…”

Cada vez que escucho una retahíla de este tipo no sé si ponerme triste, decepcionado, apenado, frustrado,…

¿¡¡Pero estamos locos!!?

Parémonos un momento a pensar qué es lo que queremos para nuestros hijos, o mejor aún, qué es lo que esperamos de ellos. Cerrar los ojos un momento, imaginar a vuestro hijo dentro de treinta años y pensar qué es lo que más desearías para él en ese momento: que sea un empresario muy rico, que sea un magnífico profesor, … o que sea feliz, que tenga un montón de amigos, que sea un excelente y cariñoso amigo, padre, hermano, hijo.

¿Qué no les da tiempo ni a jugar? Pero…, por favor, si somos nosotros los que les llenamos las tardes de actividades extraescolares hasta extenuarles. ¿Les reservamos algún tiempo para que se desarrollen como personas o sólo importa si es campeón de tenis, sabe tres idiomas y es el número uno de su clase?

Por no hablar del tema de la elección del colegio, que estamos ahora en la fecha, y que trae estresadas a un gran número de familias. ¿Acaso no hay que valorar le cercanía del colegio?, ¿lo único que importa son las horas de inglés que se imparten a la semana?, ¿nos planteamos que después no podrán jugar con sus compañeros-vecinos?, ¿cuánto valor le damos al juego?, ¿y a la amistad?… El colegio no es responsable de la educación de nuestros hijos. Allí debe ir a aprender, la educación deben llevarla de casa (podéis repasar el post de Educar con el ejemplo pinchando aquí). Como dice Eva Miller: Jugar debe ser una prioridad en la infancia. No sólo porque desarrolla la creatividad, la sociabilidad y la empatía, sino porque es un pilar para el aprendizaje.

El juego ayuda a desarrollar las capacidades creativas y el pensamiento crítico, además de habilidades como la resolución de problemas, la empatía, la comunicación y el trabajo en equipo.

 

Pienso que nos excedemos en la tarea de padres. Abarcamos hasta  más allá de lo que nos corresponde. Estamos desarrollando como ya hablan muchos autores el concepto de “hiperpadres”.

Somos padres y planeamos niños meticulosamente cómo deben ser nuestros “perfectos hijos”.

Crear individuos libres, capaces de ser felices y de amar, supone ir entrenando desde la infancia el ejercicio de la responsabilidad, la autonomía, el compañerismo,… por tanto, debemos dejar de “vivirles su vida”. Debemos simplemente acompañarles desde el amor para que, en función de su edad, vayan aprendiendo a tomar decisiones.

Comparte esta información si piensas que debemos “dejarles su espacio” a nuestros hijos.