¿Doctor, puedo teñirme el pelo sí estoy embarazada?

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El embarazo es una etapa mágica para una mujer donde junto con el deseo de sentirse guapa y atractiva (por los rápidos cambios que experimenta su figura) siente la responsabilidad de cuidar el bebe que se está formando en su interior.

La duda de si utilizar tintes durante el embarazo no está resuelta científicamente, aunque los resultados de los estudios realizados son bastante tranquilizadores ya que no existe ningún estudio científico que relacione el uso de tintes del pelo con malformaciones u otros problemas en el bebé.

En cualquier caso, y para no malgastar energías con preocupaciones en una etapa que debe ser de disfrute máximo, parece que lo más prudente sería esperar al menos al segundo trimestre del embarazo (donde el periodo más vulnerable de formación de los órganos del bebé ya ha pasado)  y aprovechar la amplia gama de productos naturales que hoy día existen en el mercado como son los tintes vegetales o la henna.

Aun así, si decidimos utilizar tintes químicos, conviene que si es la misma embarazada quien se lo aplica, utilice guantes para minimizar el grado de absorción y se lo aplique en un lugar bien ventilado para evitar también la inhalación de los “teóricos” tóxicos.

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¡Por favor, doctor, atienda rápidamente a mi hijo que se ha tragado un sobre de SILICA GEL!

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Creo que todos los pediatras del mundo nos hemos encontrado alguna vez en esta situación.

A raíz del último caso me gustaría hacer un repaso de las sustancias que más motivos de consulta generan por sospecha de intoxicación cuando en realidad se trata de SUSTANCIAS NO TÓXICAS (salvo que se ingieran en grandísimas cantidades).

Quizás, en los últimos años, la sustancia no tóxica que más motivos de consulta ha generado en urgencias, sea el sobre de silica-gel, quizás por venir envuelto en un sobrecito con aspecto de veneno o porque en el envase pone específicamente “do no eat” (“no comer”).

Pero existen otras muchas sustancias que generan gran angustia cuando son ingeridas por los niños y TAMPOCO SON TÓXICAS como son las acuarelas, el agua del retrete, los ambientadores, las barras de labios, los bronceadores, las cerillas, el champú, los jabones, las gomas de borrar, el agua oxigenada, los lápices (grafito), el pegamento, la tinta de rotuladores permanentes o bolígrafos normales, la plastilina, las tizas, el mercurio de los termómetros, la lejía de uso doméstico (con menos de un 0,5% de hipoclorito sódico)…

En fin, las lista de productos no tóxicos es muchísimo más amplia pero no quiero que sirva este post  para relajarnos en la tarea de prevención de accidentes con los niños: recordemos siempre que debemos MANTENER LOS PRODUCTOS DE LIMPIEZA Y LOS MEDICAMENTO FUERA DEL ALCANCE LOS NIÑOS.

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Precaución, amigo conductor…

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En determinadas fechas (puentes, navidades, vacaciones de verano,… ) se produce gran número de desplazamiento en coche, y en muchas ocasiones acompañados de bebés y/o niños menores.
Según la DGT, los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte en los menores de 14 años, y el 40% de los niños fallecidos no llevaba ningún sistema de protección. Así pues, es fundamental, el uso adecuado de los sistemas de retención infantil.
Es responsabilidad directa de los adultos el uso adecuado de estos dispositivos, no sólo amarrando a los menores que viajen en el vehículo, sino también demostrándolo con el uso adecuado del cinturón de seguridad (¡¡también en trayectos cortos!!), puesto que los niños aprenden por imitación.

Debemos establecer una serie de premisas previas:
La mayoría de los coches actuales disponen  de sistema ISOFIX. Si disponemos de él, este es el sistema de anclaje más recomendado y seguro, ya que reduce la probabilidad de que el asiento se coloque de la forma incorrecta.
Asegurar que las correas se ajustan bien al cuerpo del niño (sin dejar demasiada holgura) y que la silla está sujeta firmemente al coche.
En caso de utilizar el asiento delantero, desactivar SIEMPRE el airbag.
Para minimizar los riesgos en caso de colisión lateral, amarrar, si es posible la silla en el centro de los asientos traseros.
NO llevar nunca a los niños en brazos.
Los cojines elevadores con respaldo y soporte para la cabeza son más seguros que los que carecen de ellos, y  aunque cuando el niño alcance 1,35 m de altura, ya no está obligado a utilizar sistemas de retención infantil, es recomendable esperar hasta una altura de 1,50 m, para que el cinturón no le quede tan cerca del cuello.

Además de estas premisas debemos considerar que la silla de retención debe estar homologada (pegatina naranja, bien cosida y con toda la información legible) y que el factor fundamental para elegir el tipo de silla, además del peso y la altura, es la edad, puesto que de esto es de lo que más depende la fuerza de la musculatura cervical.

Los diferentes tipos de silla son:
– Grupo 0: desde el nacimiento hasta 1 año (hasta los 10 kilos de peso). Puede ser bien un capazo con arneses para colocar en los asientos posteriores y que se engancha a los cintures de seguridad, o bien una silla de seguridad ligeramente inclinada.
– Grupo 0+: amplia desde el nacimiento hasta los 18 meses (o hasta los 13 kilos de peso). Es una silla con arneses que se coloca en el asiento trasero en sentido contrario a la marcha de forma que se proteja mejor ante cualquier colisión.
– Grupo 1: desde 1 a 4 años (aprox. 9-18 kilos). Van siempre en el sentido de la marcha, utilizando el cinturón del vehículo o uno supletorio que trae la propia silla.
– Grupo 2: para niños de 3 a 6 años (aprox. 15-25 kilos). Es un cojín elevador con respaldo dotado de protección lateral para la cabeza. Se coloca en la parte trasera en el sentido de la marcha y a ser posible en el centro. Debe incluir unas guías laterales para colocar el cinturón ajustado a las caderas.
– Grupo 3: para niños de 5 a 12 años (aprox. 22-36 kilos). Es un cojín elevador con respaldo, a ser posible con respaldo de protección lateral para la cabeza y regulación de altura, de forma que permita acoplar correctamente el cinturón de seguridad del vehículo sobre la clavícula del menor.

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¡Doctor, aquí traemos el diente!

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Esta es una situación que se plantea a menudo y, ciertamente, es una verdadera urgencia odontológica.
La avulsión dental se produce cuando un diente, conservando su integridad, sale completamente se su alveolo, es decir, se produce la rotura completa del ligamento, del  nervio y las venas que lo mantienen unido a la encía,  pero sin romperse el diente en sí mismo. En palabras más sencillas, se arranca el diente completo, sin romperse.
Ante esta situación nos debemos plantear las siguientes preguntas:

  • ¿El diente es “de leche” o definitivo?

    – En el caso de los dientes de leche NO se debe reimplantar o recolocar el diente, pero si se produce a una edad muy temprana, es conveniente visitar al dentista porque será necesario colocar una prótesis para mantener el espacio para la erupción del diente definitivo además de que el niño podrá seguir masticando y hablando mejor.
    – Si el diente es definitivo realmente estamos ante una URGENCIA, puesto que en este caso SÍ se debe reimplantar el diente y además el pronóstico mejora infinitamente si se reimplanta en los primeros 30-60 minutos tras la avulsión.
  • ¿Quién lo debe reimplantar?
    Debemos considerar esos 30-60 “minutos de oro”. Por supuesto si en ese tiempo puede ser atendido por un especialista conviene que sea éste quien lo haga. Si no, deben intentarlo los padres, el pediatra, …
  • ¿Cómo se reimplanta?
    Primero se aclarará el diente SIN FROTAR con agua o suero fisiológico, agarrando el diente siempre por la corona, nunca por la raíz.
    Seguidamente se insertará el diente en el alveolo en su posición normal.
    A continuación debe ser revisado por el dentista en el menor tiempo posible.
  • ¿Cómo se debe transportar el diente?

    NO se debe nunca transportar en agua (por su baja osmolaridad).
    Los medios más adecuados para transportar el diente son la leche, el suero fisiológico o la saliva del propio paciente.

Debemos recordar que estamos ante una verdadera URGENCIA si no se trata de un diente “de leche”

Urticaria por orugas procesionarias

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Coincidiendo con una excursión de mis hijos a una granja-escuela y a la polémica surgida con respecto a las procesionarias me gustaría aclarar ciertas dudas al respecto.

Aunque se puede ser alérgico prácticamente a todo, la mayoría de las reacciones alérgicas que se producen en un pinar, o al menos las más llamativas, son debidas a las orugas procesionarias. La asociación entre ambos es que estas orugas anidan en los pinos.

Ni que decir tiene que los pinares están en el campo y por tanto en esta época del año en el campo, hay muchos otros factores desencadenantes de alergias  (pólenes, gramíneas, …)

Las reacciones alérgicas o urticarias por orugas procesionarias suelen ser muy llamativas porque se suelen producir en un grupo de niños pequeños, todos a la vez (y esto siempre alarma mucho, sobre todo a los profesores o monitores, que se sienten responsables).

A los niños les resulta muy llamativo ver una especie de trenecito desfilando (como una procesión, de ahí el nombre) por el campo, y en su afán exploratorio, suelen tocarlo. En el momento que las procesionarias se sienten amenazadas, para defenderse, liberan una especie de pelitos (unos 500.000 por cada oruga) que son muy alergénicos, provocando en los niños erupciones, como ronchas, en cuello, cara, brazos y piernas.

Otras veces simplemente jugando con la arena de alrededor de los pinos también se producen este tipo de reacciones debido a que en esta arena puede haber larvas de esta oruga

Aunque lo más frecuente es que estas erupciones desaparezcan de forma espontánea y por lo tanto no precisen ningún tratamiento, en ocasiones, pueden ser más duraderas, llegando incluso a durar varias semanas, con mucho picor (en esos casos utilizaremos antihistamínicos). A veces también se puede producir irritación de los ojos (conjuntivitis) y/o inflamación de las vías respiratorias, con dificultad para respirar. En este caso, se debe acudir inmediatamente a urgencias.

Yo te doy cremita… Tú me das cremita

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Se acerca el verano y con él las preocupaciones de cómo debemos protegernos y proteger a nuestros niños del sol.

Ni que decir tiene, que es sol un elemento fundamental de vida, con muchas propiedades beneficiosas cuando lo tomamos en cantidades moderadas (la propiedad más destacable es el papel que desempeña la radiación solar en la síntesis natural de vitamina D).

Las radiaciones ultravioletas A (UVA) y sobre todo las B (UVB) son las responsables de los efectos perjudiciales del sol.

Debido a las características especiales de la piel de los niños, especialmente los lactantes más pequeños,  que tienen más tendencia a absorber la radiación solar y a que los efectos de la radiación son acumulativos e irreversibles, una exposición solar excesiva tiene efectos nocivos. Pueden producir quemaduras, envejecimiento prematuro de la piel y aumento del riesgo de cáncer de piel.

No todas las pieles son iguales (existes hasta 6 fenotipos diferentes), y aunque debemos proteger a todos los niños existen pieles de mayor riesgo como serían:
niños de piel muy clara (se queman con facilidad y casi nunca se ponen morenos)
niños con muchas pecas o nevus melanocíticos (lunares)
niños con antecedentes familiares de melanoma.

Tampoco es lo mismo el lugar donde se toma el sol. Algunas superficies tienen un efecto multiplicador ya que reflejan la radiación ultravioleta como por ejemplo la nieve, el agua o la arena (“es por esos que uno se pone más moreno o se quema antes en la playa que en la piscina”).

Considerando todo lo anterior es fundamental establecer una serie de hábitos en la fotoprotección infantil,  y ser más obsesivos con ellos cuanto más pequeño es el niño:
– Los niños menores de 6 meses no deben ser expuestos directamente al sol. En los menores de 2 años debemos evitar o disminuir el tiempo en el que están expuestos al sol, especialmente en las horas centrales del día de 12 a 17 horas.
– Usar ropa para cubrir la piel (camisetas con mangas y pantalones tipo bermudas) y gorras o sombreros.
– Usar gafas de sol con filtro ultravioleta.
Aplicar crema fotoprotectora. No debemos olvidar que la crema debe aplicarse media hora antes de la exposición al sol y hay que renovarla cada 3 horas o antes si el niño se está bañando o sudando mucho.

Existen fundamentalmente 2 tipos de cremas fotoprotectoras:
– de filtros físicos: actúan como una barrera física, reflejando y dispersando la radiación ultravioleta. No se absorben por lo que son los más recomendables en los niños más pequeños. Son densos (por lo que son más difíciles de aplicar) y opacos (por lo que cosméticamente son menos estéticos). Ambos inconvenientes han sido ya solucionados por los laboratorio
– de filtros químicos: actúan absorbiendo la radiación ultravioleta, sin reflejarla, por lo que son transparentes (y por tanto mejor aceptados cosméticamente).

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