¡¡Papá me encanta que me acompañes al partido de los domingos pero, por favor, no insultes al árbitro!!
La otra noche, escuchando el concurso de comparsas del carnaval de Cádiz, me quedé impactado al ver cómo la comparsa Los Profanos, entre bromas y chascarrillos, nos recordaban una gran enseñanza: es importante que acompañemos a nuestros hijos en sus actividades pero NUNCA hacerles una sobreexigencia y hacer que el éxito de nuestros hijos sea a costa del desprecio a los demás.
Fomentar la realización de actividades en grupo es una faceta muy importante para el desarrollo de la autoestima de los niños.
Si hay un valor importante que pueden desarrollar con las actividades de grupo, deportivas o no deportivas, es EL COMPAÑERISMO, que lleva asociado el compartir con los compañeros, aprender a valorar el esfuerzo del resto de los compañeros como el de uno mismo, celebrar los éxitos del grupo como propios, tratar como compañeros a los adversarios y saber reconocer también sus éxitos (lo que toda la vida se ha llamado “saber perder”),…
Si eres de los que no lees los post hasta el final te invito a que veas este corte del vídeo de la comparsa de Los Profanos pinchando aquí.
Es muy penoso ver a las familias (madres y padres) gritando todo tipo de improperios contra el árbitro (que muchas veces es un chiquillo), contra los niños del equipo contrario, contra los padres y madres de los niños del equipo contrario y,… más aún, contra su propio hijo (¡¡Pero como puedes ser tan malo!!).
Es mucho más didáctico para nuestros hijos que los jaleemos cuando animan al portero tras recibir un gol, cuando ayudan a levantarse a un compañero (de su equipo o del equipo rival), cuando comparten su bocadillo tras el con el compañero que lo olvidó en casa,…
Ellos simplemente necesitan reforzar el sentimiento de que estamos con ellos, que les apoyamos SIEMPRE, que nos gusta acompañarles, que nos da igual que ganen o pierdan, que disfrutamos del momento simplemente con acompañarles.
Como ya comenté en el post de 10 frases que JAMÁS debes decirle a tu hij@, que podéis leer pinchando aquí, si queremos destruir rápidamente la autoestima de nuestros hijos insultémoslos y, si de verdad queremos hundirlos en su miseria, hagámoslo en público. Esto dará vía libre a que sus propios compañeros lo insulten. “¡¡Si hasta su padre lo dice…!!”
Aunque este tipo de actitudes son más frecuentes en los campos de fútbol (por aquello de que es el deporte nacional), este razonamiento es extensible a muchas otras facetas de la vida como el simple hecho de valorar “el cenicero de arcilla” que ellos nos hacen y regalan con tanta ilusión.
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