“Porque todos lo tienen…”

niña copia

Esta es la justificación universal. Sirve para todo, ¿verdad?

Nuestros hijos la utilizan continuamente.

  • ¿Por qué quieres ese….? Porque todos mis amigos lo tienen.

  • ¿Por qué quieres celebrar allí tu …? Porque todos mis amigos lo celebran allí.

Y eso parece ser motivo suficiente para merecer cualquier cosa.

En otros tiempos se arreglaba rápido: “Y si Fulanito se tira a un pozo vas tú detrás, ¿no?”. Eso hacía entender rápidamente que cada uno era cada uno, con sus circunstancias únicas y especiales. Sabías qué cosas podías pedir y qué cosas no tenías por qué molestarte en pedirlas. Sabías que por tu cumple no te iban a regalar una Play, ni por tu comunión un viaje a Eurodisney,… Te podrían regalar un lápiz y un cuaderno en tu cumpleaños o un juegos de compases en tu comunión. Eso sí, sabías que esos días eran mágicos para tí, te lo pasabas pipa. Venían todos tus amigos a casa y con un botellón de refresco de 2 litros y una tarta de galletas y chocolate el banquete estaba finiquitado. Pero entonces empezaba lo bueno. Imaginación al poder: el escondite, la rayuela, el elástico,… hasta que anocheciese, y entonces, para casa.

También sabías que no todas las celebraciones eran iguales, las había mejores y peores. Eso no era motivo de frustración, simplemente te situaba en tu realidad.

Y lo que estaba claro es que todos los actos tenían sus consecuencias. Las cosas había que ganárselas, había que merecerlas.

Haced memoria. Todos los padres tenemos (sí tenemos, yo también) guardados algunos juguetes del día de los Reyes Magos que no han vuelto a jugar con ellos. Algunos en sus cajas, que no llegaron a abrir porque se quedaron embobados con el papel de otro regalo. Ni se acuerdan. La capacidad de pedir del ser humano es infinita. Basta con tener una cosa para estar deseando ya otra.

De verdad, ¿es necesario tanto?

Lo peor de todo es que los padres de hoy utilizamos el “como todos lo tienen” para justificar todas las cosas que hacemos a sabiendas de que no es correcto: “ es que como todos los tienen…”, “es que como todos lo celebran allí…”, “es que como todos…”

Pero, ¿no habíamos quedado en que en “nuestra época” no era así?

Entonces, ¿por qué pensamos que no regalar una Play en un cumpleaños puede crear una gran frustración que acabará en una grave depresión?

¿Es que no sabemos qué argumentar al “como todos lo tienen…”?

Pues lo que nos decían a nosostros: “Y si Fulanito se tira a un pozo vas tu detrás, ¿no?”.

Seamos originales y así nuestros hijos serán originales.

Si ellos ven que hacemos las cosas porque todo el mundo las hace así les estaremos enseñando que deben hacer lo que haga todo el mundo, aunque sea tirarse a un pozo.

Recordad: “no se puede superar a alguien si le seguimos sus pasos”.

No despreciemos sus capacidades. Invitémoslos a desarrollar su valía. Pero “su valía”, la suya propia, no la de Fulanito. No vaya a ser que al final a Fulanito le dé, de verdad, por tirarse al pozo.

Si estás de acuerdo, comparte.

Si tienes una sugerencia, deja tu comentario.

¿Qué te gustaría que fuese tu hij@ de mayor?

profesiones

Planeando y planificando las actividades extraescolares para el curso siguiente surgen muchas dudas: “¿le apunto a lo que le guste o a lo que a mí me hubiese gustado hacer?”, “¿actividad sólo de ocio o algo que además pueda reforzar su formación escolar?”, “¿lo apunto en el “mejor” sitio o el de al lado de casa para que vaya con sus amigos del cole?”,…

Si además, como es mi caso, tienes más de un hijo surgen además los problemas de logística: “Si apunto a uno a inglés de cuatro a cinco no puedo acercar a la otra a gimnasia artística a esa hora, pero si van en horas diferentes me puedo pasar toda la tarde de taxista,”

Además, cuando ya tienes todo más o menos cuadrado, aparece Murphy con su ley, y tienes que replantear toda la organización nuevamente porque se ha vuelto, nuevamente, imposible.

Es en este momento donde te paras, tratas de encontrar por qué quieres que tu hijo haga todo ese tipo de actividades y piensas, ¿pero realmente es necesario todo esto?, ¿le aporta algo como persona a mi hijo?”

La pregunta final es:

¿Qué me gustaría que mis hijos fuesen el día de mañana?

Inicialmente parece que la respuesta rápida es un gran rico empresario guapo, con mucho dinero,… o un prestigioso médico,…

Sin embargo, estamos hartos de ver personas cómo personas que suponemos que han triunfado laboralmente, económicamente,… ellos mismos reconocen que se consideran FRACASADOS en la vida.

Por tanto, cuando trato de responder a la pregunta de qué me gustaría que mis hijos fuesen de mayor es:

  • Personas que fuesen capaces de quererse a sí mismas, sin complejos, tal y como son, con todo lo que tienen y con todo lo que les falta.
  • Personas positivas, capaces de encontrar el lado positivo de las cosas. Personas que piensen que incluso un fracaso es una gran victoria, porque de él sacaron una enseñanza. Personas alegres, divertidas, …
  • Personas capaces de querer y ayudar a todas las personas que tengan a su lado, e incluso a las que están muy lejos de ellos (eso es lo que yo llamo solidaridad).
  • Personas con una opinión formada sobre todo lo les afecta y capaces de defenderlas sin tapujos. Y a la vez ser capaces de respetar, convivir y amar a las personas que no comparten estas ideas.

En definitiva, me gustaría que dijeran de mis hijos que son BUENA GENTE.

Por tanto, si cualquiera de las actividades (inglés, patinaje, kárate, natación,…) sirve para ir desarrollando los valores de amistad, solidaridad,… bienvenida sea, sea la que fuere. Si sólo valen para rellenarles el tiempo de actividades, ¡a la porra!, les estaría robando parte de su vida.

¿Y a ti?, ¿Qué te gustaría que tu hijo fuese de mayor?

¿Y tú eres de teta o de bibe?

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Últimamente me he encontrado muchas madres con demasiado sentimiento de culpa por haber dejado de dar el pecho a sus bebés. “Lo he tenido que dejar porque en la última semana no me había puesto peso” me dicen mirando hacia abajo, como si estuviesen justificándose delante de un tribunal acusador.

A su vez me encuentro con muchas madres que sufren por seguir dando el pecho a sus bebés. Casi avergonzándose me cuentan otras: “Doctor, estoy muy agobiada porque mi niño de 20 meses no quiere desayunar, sólo me busca el pecho”.

En relación a esto os cuento otra de mis anécdotas recientes en la consulta:

– “Doctor, ¿tú eres de teta o de bibe?”

– “¿Cómo?, ¿Es que tengo que elegir? Soy pediatra e intento hacer lo que creo que es mejor para cada niño. Esa es mi función. Con respecto a alimentación del bebé considero la situación del bebé, el contexto familiar, y consensúo con la familia lo que creemos mejor en cada caso”.

Pareciera que hay que decantarse en todo: Betis o Sevilla, Real Madrid o Barcelona, PP o PSOE, blanco o negro, teta o bibe,…

Creo que eso no es bueno. En determinadas cosas conviene no ser “fanático”. Afortunadamente en la vida no todo es blanco o negro, existe una amplia gama de grises, o mejor, una infinita gama de colores. Todo depende de la óptica con la que se mire.

De todas maneras con respecto a lo de teta o bibe, en principio, parece fácil definirse: la mejor leche para un bebé es la leche materna, de la misma manera que la mejor leche para un ternero es la leche de vaca y la mejor leche para un cerdito es la leche de cerda. Esto es fácil de entender. No lo elegí yo. La naturaleza funciona así.

Pero de la misma forma la mejor madre para un gatito es mamá gata, para un perrito es mamá perra y PARA TU HIJO LO ERES TÚ.

Pero también es cierto que, gracias a la evolución, los humanos nos hemos ido adaptando y la mayoría de los niños toleran otros tipos de leche. De estos tipos de leche la más utilizada es la leche de vaca, por su parecido a la materna y por su relación calidad-precio. Pero cada vez más se están empezando a utilizar leche de otras especies animales como la leche de cabra o, leches vegetales (soja, almendra, arroz, …).

Me da mucha pena que una madre sufra por quitarle el pecho a su bebé. Me da, igualmente, mucha pena que una mamá sufra por continuar dándole el pecho a su bebé. Pero lo que más pena me da, realmente, es que este sufrimiento sea debido a un mal asesoramiento.

Hay demasiada gente (vecinas del 4º, cuñadas, abuelas, … e incluso pediatras) que sabe todo sobre la crianza de los niños. Algunas frases que todos hemos escuchado:

  • Pues en mi tiempo esto era así…”

  • Yo he criado a tres y lo mejor es….”

  • Señora, el pediatra soy yo, no me vaya usted a decir…”

  • …” (seguro que podríais añadir otras veinte similares).

Así que sólo quiero que recuerdes esto:

¡¡NO TE JUZGUES, NI DEJES QUE TE JUZGUEN, LA MEJOR MADRE PARA TU HIJO ERES TÚ!!

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¡Felicidades, mamá! ¡Gracias, mamá!

dia de la madre

He visto cómo papá esta mañana te daba un beso, te daba un regalito y te decía “¡Felicidades, mamá, eres la mejor mamá del mundo!”

No sé por qué papá ha hecho hoy esto pero yo quería hoy darte las gracias por muchas cosas, y, por supuesto, como ha dicho papá, ¡eres la mejor mamá del mundo!

En primer lugar, por quererme desde incluso antes de nacer, por desearme tanto. Si no yo no estaría aquí. Sentía tus ganas de tocarme cada vez que acariciabas la barriga.

Quería darte las gracias por todo lo que te cuidaste durante el embarazo para que yo naciese sanito, y sobre todo, por la seguridad que sentía. Sabía con seguridad que aunque no naciese sanito me ibas a querer exactamente igual.  

Quería agradecerte también lo valiente que fuiste el día que nací. Gracias por soportar todo ese miedo y todo ese dolor. Sé que te pusiste muy contenta al verme. No sé si te parecí guapo, pero tú a mi me pareciste la mujer más bella del mundo. Por cierto, qué cara más rara tenía papá, ¿no? Tenía la cara muy blanca, ¿verdad? Parecía que estaba muy asustado, pero creo que también se puso muy, muy contento al verme.

Muchas gracias, mamá, también por todo lo que te preocupaste de mi alimentación. Gracias por darme la tetita. Todavía recuerdo esos momentitos en las madrugadas, mientras yo mamaba de tu pecho y cruzábamos esas miradas… se escuchaban los ronquidos de papá. Sé que estaba muy cansado y esos ronquidos también me tranquilizaban.

Te quería dar las gracias también por haberte alegrado tanto de mis pequeños grandes logros. Todavía recuerdo cómo llamaste rápidamente a la abuela el día que me viste dar dos pasitos seguidos, recuerdo tu cara de ilusión cuando yo sacaba mi dedo índice para decir que iba a cumplir un añito,…

Por haber estado arropándome en cada momento que yo sufría también te quiero dar las gracias. Se me pasaba rápidamente el dolor cuando tras cada vacuna me acunabas, me sentía muy aliviado cada vez que tocabas la frente para ver si me había bajado la fiebre en esas noches interminables para ti, me sentía muy seguro.

¡Ah! Otro día que no se ha olvidado es el primer día que fui al cole. Por la seguridad que me transmitiste para aguantar solito allí en el cole, sin ti, también quería darte las gracias. Se que te encantaba verme en mis actuaciones de navidad pero tengo que decirte que más me gustaba a mi verte en el publico, aplaudiendo muy fuerte,…

Cuando nació la hermana y tuviste que ir al hospital unos días tuve mucho miedo. Los abuelos me cuidaron fenomenal, como siempre. Me llevaron al parque, me compraron muchas chuches,… pero mi miedo era si me seguirías queriendo como antes. En cuanto volviste del hospital, aunque tenías cara de cansada, sólo con la mirada y el abrazo que me diste me bastó para sentir que nada había cambiado, que me querías igual, o incluso más que antes. También por eso te quería dar las gracias.

Muchas gracias, también, porque todos los días encuentras un momento para estar conmigo, jugar conmigo, contarme un cuento,… por muy duro que haya sido tu día de trabajo

En fin mamá, tengo miles de buenos recuerdos y en todos estás presente tú.

¡Felicidades, mama! ¡Gracias, mamá!

La importancia de contarle cuentos a los niños

cuenta cuento

Podría estar escribiendo durante mucho tiempo sobre los beneficios de contarles cuentos a nuestros hijos. Hoy, día del libro, quiero destacar sólo algunos que creo son fundamentales.

Algunos de los beneficios que tiene en su desarrollo como futuras personas:

  • Amplían su lenguaje, con el consiguiente beneficio para el rendimiento y aprovechamiento escolar. Aquí conviene señalar que no debemos ser “muy pesados” preguntando continuamente si entienden cada una de las palabras. El no entender algunas cosas deja lugar a la duda, con el deseo de seguir aprendiendo, y a la imaginación.
  • Estimulan su memoria y las ganas de expresarse.
  • Amplían su sensibilidad.
  • Desarrollan el pensamiento lógico. Podemos aprovechar estas historias para hacerles comprender cómo funcionan las cosas.
  • Estimula el pensamiento mágico. Podemos iniciar y enseñar “a soñar”, a desear más allá de lo que ya se conoce, …
  • Aumenta su deseo por leer cuando ellos sean más mayores, ya que el interés que les despiertan las historias mágicas y llenas de aventura plasmadas en esas páginas, aumentan sus ganas de conocer más relatos, por eso es fácil que acaben amando la lectura.
  • Puede ser momento de enseñar a tomar decisiones conjuntas o compartidas (“si ayer le tocó elegir el cuento a María, hoy te toca a ti, José”, o también “elegir entre los dos que cuento queréis que os cuente hoy”).
  • Puede ser una buena medida para relajar a los más inquietos antes de ir a dormir, preparándoles para conciliar el sueño.

 

Pero más allá de todos estos beneficios sobre su desarrollo mental está uno que es fundamental:

El niño se siente feliz porque sus padres le están dedicando un momento para él y sólo para él.

Ese momento puede ser muy íntimo, nuestro hijo puede encontrar el momento de “acercarse” a nosotros, de contarnos sus preocupaciones y miedos, de su vida cotidiana. No debemos despreciar estas preocupaciones. Lo que para nosotros es algo banal puede tener bloqueadas sus relaciones sociales.

Y, precisamente, a través de otros cuentos podemos reconducir esas actitudes.

Deseo que disfrutéis esta noche y todas las siguientes leyendo un cuento a vuestros hijos.

Feliz día de San Jorge.

 

Manual de instrucciones para una maternidad plena

maternidad

Es la primera vez que me ocurría. Ayer, estaba empezando la consulta y lo primero que me sueltan unos padres es:

Doctor, venimos a que nos de el manual de instrucciones de un bebé”.

Pensé lógicamente que era una manera de hablar. Entendía que se referían a que tenían infinidad de dudas y de miedos ante su nueva etapa con su recién estrenada criatura de seis días. Parecía una situación habitual para mi, es mi día a día. Pero no, después de un rato me di cuenta de que iba en serio, querían el manual de instrucciones.

No daba crédito.

He visto infinidad de familias, cada una con sus peculiaridades.

Desde las madres más hippies hasta más hiperpijas, desde las que traen a sus bebés en un fular enrollados hasta las que lo traen en el carrito de última generación o el carro más clásico de la historia, desde las madres poco habladoras hasta las que no te dejan meter baza, desde las que no soportan que su bebé llore ni un segundo (“ya está bebé, ya te cojo, mami está aquí”) hasta las que les imponen las rutinas más estrictas del mundo desde el primer día de vida, desde las que estarían toda su vida dándole el pecho a su hijo hasta las que no quieren ni oir hablar del pecho porque no soportan la “anarquía” de que el bebé coma cuándo y cuánto quiera, desde las que te preguntan si eres partidario o no del baby led weaning hasta las que quieren que les digas cuántos gramos de pollo deben poner en la papilla de verduras,…

Sí, tambien tengo para los padres. Desde los que acompañan cada movimiento de las madres hasta los que se sientan durante la consulta en la silla y sueltan un tímido “adios, gracias” al final de la visita, desde los que vienen con una tabla de excel con los horarios y cantidaes de las tomas de los 3 primeros meses hasta los que no saben si su bebé toma pecho o bibe, desde los que disfrutan con el colecho compartido hasta los que fueron previsores y compraron un buen sofá para poderse quitar del medio,…

Y, cómo no, todo tipo de abuelas. Desde las que están encantadas con escuchar los “nuevos” consejos de los “nuevos” pediatras hasta las más intransigentes (“pues en mi época lo mejor era el biberón porque así se sabe lo que toma y además es cada tres horas”), desde las que colaboran a terminar de vestir al bebé una vez terminada la exploración hasta las que relegan a esas funciones a la madre y se ponen a preguntar las dudas (“porque como soy yo quien lo va a tener todo el día en casa…”),…

Pero volviendo al principio, con respecto a lo de solicitar el manual de instruciones. ¿¡¡Pero qué libro es ese!!? ¿Cúal es el capítulo 1: Cómo sentir el deseo de tener un bebé, o ese es el prólogo? ¿Cual es el último capítulo?,…

Pienso que se pierde la magia de la maternidad si nos la viven.

¡¡No permitáis que os vivan la maternidad!!

Cada madre siente, quiere, cuida, cría y malcría como quiere a sus hijos.

Eso no es función del pediatra, ni de la vecina del cuarto, ni de la abuela, ni de nadie.

La función del pediatra es enseñar a diferenciar entre cuándo un bebé está enfermo y cuándo el bebé está en condiciones óptimas se salud. Debe enseñar a las familias ante qué señales deben acudir a consulta, debe aconsejar sobre vacunas, … pero en ningún caso debe ser quien viva la maternidad y la crianza de sus pacientes. Hay veces, como ya comenté en este post, que los comentarios de los pediatras pueden ser muy dañinos.

La función de la vecina del cuarto es echar una mano y ayudar en la crianza, comportarse como una buena vecina, ofrecerse a recoger a nuestro hijo mayor del cole cuando nosotros no podemos, …

La función de los abuelos como ya vimos en este post es MUY IMPORTANTE pero en ningún caso debe sustituir la función de madre.

Por tanto, ¡¡NO BUSCAR EL MANUAL DE INSTRUCCIONES!!. No existe.

Id escribiendo vuestro propio manual de instrucciones.

¡¡No permitáis que os vivan la maternidad!!

Cada madre siente, quiere, cuida, cría y malcría como quiere a sus hijos.

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¡¡Con mamá NO, quiero con papá!!

rechazo

¿¡¡ Como que no quieres con mamá!!? ¡Vaya tela, esto no está pagado! Llevo todo el día pendiente de tí, preparándote la comida, dándote de comer, te llevo al parque, te baño, … y ahora, en cuanto llega tu padre parece que no existo…”

Son muchas las preguntas que me habéis hecho en este sentido, tanto en la consulta como a través de facebook.

Hace 2 días volvía a recibir dos historias similares. Para no desvelar identidades os pongo un relato parecido:

Buenas tardes, doctor. Verá, le escribo porque estoy ABSOLUTAMENTE desesperada. Mi hija, de 20 meses, jamás ha sido cariñosa conmigo. Lo único que hace es pegarme. Cada vez que me acerco y le hablo se enfada, como si fuera una extraña. Intento hablarle con calma, darle muchos mimos y cariño, pero no sirve de nada, se sigue enfadando. Le puedo asegurar que jamás le he puesto una mano encima. El problema es que muchos días me desespero y me vengo abajo. Termino llorando. No paro de preguntarme qué he hecho mal. Para colmo estoy embarazada, apunto de tener mi segundo bebé, y no paro de pensar qué puedo hacer para que no se repita otra vez esta misma experiencia.”

Como podéis ver existe un alto grado de sufrimiento y culpabilidad en estas madres. Se hace muy duro sentirse rechazada por tu propio hijo, que es lo que más quieres en esta vida.

Si eres de los que no lees los post hasta el final, te resumo la conclusión:

Tranquila, no te desesperes, continúa queriendo y cuidando de tu hijo como hasta ahora. Pasará. Son fases transitorias en la evolución del desarrollo del apego y la psicología de los niños. No entres en disputa con tu pareja. No sientas celos por ello. Eso no significa que te quiera más ni menos. Existen diferentes fases: “mamitis” o “papitis”. Aprende y disfruta con cada una de ellas.

El apego, que es el lazo afectivo más fuerte que siente el ser humano hacia sus semejantes, se empieza a establecer desde el mismo momento del nacimiento. Pasa por diferentes fases y alcanza su grado máximo alrededor de los 2 años (este es un motivo más para poder reivindicar bajas maternales más prolongadas)

Casi siempre la figura “elegida” es la madre. Esto es debido a muchos factores:

  • Biológicos: puesto que es la madre quien le da el pecho, podríamos pensar que es debido a esto. Pero se ha observado que los niños alimentados con biberón es también más frecuentes que establezcan el apego, inicialmente, con la madre.

  • Sociológicos: debido a los tiempos de licencias de maternidad y paternidad, casi siempre, la madre pasa más tiempo con el bebé en los primeros meses de vida, por tanto, es más frecuente que sea con ella con quien establezca inicialmente el apego.

  • Psicológicos: la mayoría de las madres son más pacientes y tiernas que los padres con sus bebés. Pero se ha visto que los niños se apegan incluso a madres que están continuamente de mal humor y , a veces, se comportan de manera cruel con ellos.

  • Otros: existen veinte mil factores más que influyen en el desarrollo del apego en los niños. Podría hablar de los complejos de Edipo,… de si “las niñas son de los padres y los niños de las madres”,…

Pero, a pesar de que el apego inicialmente es establecido con más frecuencia con la madre no es siempre así. Algunos hijos lo establecen con el padre, se sienten más seguro con él. Eso no significa que no quieran a la madre, ni mucho menos.

Así que si en algún momento te has sentido “rechazada” por tu hijo te vuelvo a repetir:

Tranquila, no te desesperes, continúa queriendo y cuidando de tu hijo como hasta ahora. Pasará. Son fases transitorias en la evolución del desarrollo del apego y la psicología de los niños. No entres en disputa con tu pareja. No sientas celos por ello. Eso no significa que te quiera más ni menos. Existen diferentes fases: “mamitis” o “papitis”. Aprende y disfruta con cada una de ellas.

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Si tienes un minuto te agradezco que reconozcas mis cientos de horas dedicadas a este blog.

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¿Qué ha pasado con la mercromina?

Mercromina

No, este no es post trascendental. Casi tiene más de nostalgia que de otra cosa. No puedo evitarlo. El otro día llegó a la consulta un niño con el codo bien, pero que bien embadurnado de rojo. No venía a la consulta por eso pero no pude evitarlo:

“¿Qué le ha pasado en el codo?”

“Ah, nada , que se ha caído y la abuela le ha puesto mercromina, que dice que es lo mejor que hay para curar las heridas.”

¿Os acordaís? Era casi universal. No había niño en verano que no luciese con los codos o las rodillas impregnadas de ese caractrerístico color rojo.

Pero, ¿qué ha pasado?, ¿por qué ha desaparecido la mercromina?

En realidad no ha desaparecido, simplemente ha perdido tirón. Le han comido el terreno. El “culpable” ha sido el bote amarillo (betadine) que ocupa ahora su lugar en los botiquines caseros. Lo ha desbancado porque su poder antiséptico es mayor y produce menos reacciones cutáneas.

De todas maneras aprovecho para recordar que la povidona yodada (betadine) no es un antiséptico adecuado para la cura de las heridas en embaradas, mujeres recién paridas y recién nacidos.  Sus importantes cantidades de yodo pueden provocar hipotiroidismo en los recién nacidos y alterar la prueba del talón.

Volviendo a la nostalgia de los 80. Existía otra infinidad de costumbres y medicamentos con los que crecimos y que ahora ya no se ven.

¿Recordáis la aspiria infantil? Ese delicioso “sabor”. Había quien le gustaba disuelta en agua o en un poco de leche calentita, había quien las masticaba, … lo que no había era un niño que no las hubiese probado.

¿Recordáis los polvos de talco? No había bebé que tras su correspondiente cambio de pañal no se le aliñara con una generosa cantidad de polvos de talco. No había dermatitis que se se resistiese a ser embadurnada por talco y recibiera el conjuro mágico: “Sana, sana, culito de rana, si no sana hoy sanará mañana”.

¿Recordais los botes de calcio 20? Sí, todo niños los niños delgado de finales de los setenta y principios de los ochenta tomaron calcio 20 para las ganas de comer.

¿Recordáis el uso de Vicks VapoRub para cualquier catarro? “Uno, en el pecho. Dos, en la espalda…”

¿Recordáis las friegas de alcohol para bajar la fiebre?

¿Recordáis los vapores de eucalipto?

-¿Recordáis la cantidad de horas de baño perdidas por esperar 2 horas para hacer la digestión?

 

 

¿Y qué más recordáis…?

 

Bendita nostalgia.

¿Debemos pedir a los niños que besen a desconocidos?

beso obligado

En respuesta a varias peticiones que me habéis hecho últimamente sobre este tema, expongo aquí mi opinión sobre este tema.

Os pongo en situación:

Venga, María, dale un beso a esta señor. Es el abuelo del amigo del primo de la niña que el otro día estaba en el cumpleaños de Sofía”.

Mas de una vez os habéis visto en una situación similar, ¿verdad?

O si no esta otra:

¡Uy, qué niña más guapa! Pero señora es un poco antipática, ¿no? Es que no me quiere dar un beso.”

Este es un tema que periódicamente ha provocado mucho revuelo en las redes sociales. Uno de los primeros post que se viralizó sobre este tema hace aproximadamente un año fue el escrito por Ana Hanssen que tituló contundentemente “Por favor, no le pidan besos a mis hijos”.

Podría aportar contenidos más o menos fundamentados como los que se demostraron con algunos experimentos donde se evidenciaba que los niños que son obligados a abrazar y besar en contra de su voluntad, son más vulnerables a sufrir abuso sexual porque no han aprendido a decir ‘no’ al contacto físico indeseado con un adulto.

Podría aportar opiniones de expertos como la de Irene van der Zande, directora ejecutiva de una organización especializada en enseñar seguridad personal y prevención de la violencia, que dijo: “Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos”.

Pero creo que es mucho más sencillo que todo esto. Cada familia puede tener su opinión sobre este tema, pero creo que la mayoría coincidiréis conmigo que no se debe obligar a los niños a dar besos, porque para ellos dar un beso es una sincera, auténtica y verdadera muestra de cariño. Ellos no besan sin sentido. Cuando besan, besan de verdad. Ellos dan BESOS (sí, con mayúsculas y en negrita) Para ellos un beso es un acto muy íntimo y verdadero. Por eso ni siquiera le debemos mendigar besos a nuestros propios hijos. Debemos saber e interpretar cuando ellos están “receptivos”.

Los besos que nos damos los adultos al saludarnos son actos “fríos”, no implican cariño, sólo respeto. Eso no un beso para un niño.

Lo que ellos no entienden es que a un desconocido, a la primera de cambio, haya que darle un beso. “ Pero…, ¿por qué?, si a mi no me apetece. Yo a esa señora no la conozco”. Y con mucha razón que lo dicen.

Pongo un ejemplo a la inversa: imagínese que usted va por la calle con su hija de 18 años y se acerca un señor de 45 años y le pregunta: “¿señora, puedo besar a su hija?” Creo que no hace falta que ponga la respuesta ni describa la cara con la que nos quedaríamos.

Por tanto creo que debemos respetarlos. Es beso debe ser un acto espontáneo. Debemos asumir, además, que la personalidad de cada niño es diferente y no ser besucón no es ningún defecto.

Esto no significa, en absoluto, que nunca vayan a besar al saludar. Ellos, como ya dije en el post «Educar en el ejemplo«, son auténticas máquinas de imitar. Por tanto, si ellos nos ven saludar a nuestros conocidos con besos, acabarán haciéndolo.

Comparte si piensas que no debemos menospreciar LA AUTENTICIDAD DEL BESO DE UN NIÑO.

¿A qué huelen los hijos?

padre

Os recomiendo un ejercicio muy placentero. Se puede hacer, por supuesto, a cualquier hora, pero en la noche, mientas todos duermen, sin ruidos, con poca luz, los sentimientos se intensifican, se multiplican, se purifican.

Por muy cansado que te encuentres, por muy agotadora que haya sido la jornada, párate quince minutos y siente muy de cerca a tus hijos. Acúnalos, abrázalos, siéntelos, huélelos, imprégnate profundamente de su aroma.

No importa la edad, esa fragancia no se pierde, ese perfume es puro, es eterno.

Si tienes un bebe de pocos días o meses sentirás que huele a ternura, inocencia, instinto, indefensión,… , en fin, a vida muy frágil. Huele fuertemente a vida. Cógelo , duérmelo en tus brazos, huélelo, acarícialo, siéntelo,…

Si tienes un niño de pocos añitos que ya salio de tu dormitorio te recomiendo que seas tú ahora quien se cuela en su cama, cuando ya esté dormido, muy despacio, sin despertarlo, lo abraces y pienses profundamente en él. Siente su respiración tranquila, siente la seguridad que le aportas. Notarás que sigue oliendo a inocencia pero empieza a oler a curiosidad, a travesura, … y empieza a empieza a oler a ti. Siéntelo, huélelo. Sentirás que es inevitable sonreír con el alma cuando en algún momento del día te viste totalmente reflejado en su actitud.

Si tienes un niño más grande, de esos que parece que ya no necesitan que les mimemos tanto, aprovéchate y mímalo. Sí, vuélvelo a mimar. No dejes que escape de tu regazo, pero a la vez siente cómo está creciendo, cómo empieza a establecer otros vínculos…

Si tu hijo es ya un un adolescente, antes de ir a la cama, párate un momento en la puerta de su cuarto, pensando profundamente en él, en todo lo que ya has vivido con él. Haz memoria, vuelve atrás, recuerda sus primeros pasos, sus primeras palabras (pa-pá, ma-má, ..), su primer día de colegio,… Recuerda su primer día de playa,… Recuerda todo lo que ya has vivido e intenta imaginar todo lo que te queda por vivir con él. Imagínalo como padre , cuidando de sus hijos (como tú lo estas cuidando a él), meciéndolos con mucha ternura (toda esa ternura que tú le has dado), jugando cariñosamente con ellos, …

Vuelve a tu cama. Todo está en orden.

Abraza a tu pareja y piensa en cuánto te ha dado la vida.

Huele…

Siente…

Respira tranquilo…

Duerme…

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