A todas os admiro.

Una circunstancia que he vivido hoy en la guardia me ha vuelto a poner delante de mis ojos la gran diferencia que hay en la forma de vivir la maternidad. Después de un rato pensando, no puedo decir, cuál es el mejor “estilo”. Bueno, mejor dicho, sí que puedo: para cada familia su estilo de crianza es el mejor.

Cada madre con sus circunstancias debe ser entendida y respetada.

Sí, todas.

Las que buscaron un bebé y lo tuvieron y las que tuvieron un bebé sin buscarlo.

Las que vino a la primera y las que lo tuvieron tras muchos intentos, o con la ayuda que se necesitase.

Las que tienen al lado a papá y las que decidieron tenerlo solas.

Las que parieron por abajo, las que parieron por cesárea, las que adoptaron, las que subrogaron,

Las que dan teta y las que dan bibi.

Las que portean y las que lo llevan en carro.

Las que lo llevan a la guarde y las que no lo llevan.

Las que dan triturado y las que dan entero.

Las madres trabajadoras y las que se quedan en casa.

Las madres de hijos únicos y las madres de familias numerosas.

Las que tienen niños sanos y las que tienen niños enfermos.

Las que salen a despejarse y las que se quedan todo el día con sus hijos.

Las risueñas y las lloronas.

 

Sí, todas.

 

Todas deben ser entendidas y respetadas.

A todas os admiro.

 

Porque todas, desde el momento que son madres, tienen una parte de su corazón en otro ser por el que darían todo.

Sufren cuando su hijo sufre y se alegran cuando su hijo está féliz.

Si no hubiese…

Si no hubiese visto tu cara,

si no hubiese tu olido tu piel,

si no hubiese escuchado tu llanto,

si no hubiese cruzado una mirada contigo,

si no hubiese escuchado tu voz,

si no hubiese sentido tu aliento,

si no hubiese acariciado tu piel,

si no hubiese secado tus lágrimas,

si no hubiese escuchado tus risas,

si no hubiese…

Todo eso ya lo he vivido
y ya no puedo dar marcha atrás.
Ya no es… hubiese,
sino que es… ha sido.
Y tanto que ha sido…
¡Cuánta intensidad en cada gesto!
¡Cuánta generosidad en cada mirada!
¡Cuánta sinceridad en cada beso!
Ahora ya sé lo que es el AMOR con mayúsculas.
Te quiero, hija mía.
Gracias por todo lo que me has dado.

Lo imprescindible de la canastilla.

El otro día en la consulta una situación me llevó a reflexionar sobre qué estamos haciendo con la crianza de los niños. Os cuento:

“ Mire, doctor, ¿a mi bebé le puedo dar a mi bebé la Eupeptina por la tarde? Es que verá, como a esa hora también le doy el vitaD y desde ayer he comenzado a darle el Colimil porque estaba muy incómodo con la barriguita. Es que le he cambiado al Colimil porque veía que con el Aerored no se aliviaba demasiado. ¿Te parece bien, o crees que mejorará más con el Colikind? Es que lo de la manzanilla lo veo muy antiguo, ¿no?

En fin, estamos desesperados porque la leche no me ha subido a pesar de haber tomado yo levadura de cerveza y Promil. Me lo intenté sacar con el sacaleches manual pero como no me salía hemos comprado uno eléctrico de Medela. He probado con pezonera porque las grietas en el pezón no se me mejoraban ni con el Purelan.

Total, que estamos desesperados. Ya hemos probado tres tipos de biberones, y al final con el del doctor Brown, que era nuestra última esperanza, tampoco es que haya habido una mejoría espectacular. Estamos yendo a que el quiromasajista le haga unos masajes y aún así no lo acabamos de ver cómodo. ¿Le podemos dar Apiretal si se pone muy inquieto? Es que cuando lo ponemos de ladito con el cojín antivuelco llora desesperadamente, como si no le gustara esa postura. Pero es que sólo de lado podemos vigilar su cara con la cámara de vigilancia.

Y esto por no hablar de las leches. Empezamos con la leche que le dieron en el hospital pero como empezó con los gases y se le puso el culete rojito se la cambiamos a una anticólico. Ahora parece que se ha estreñido porque lleva 24 horas sin hacer caca y antes hacía tres al día. Mi cuñada me ha dicho que le dé ahora, mejor, una antiestreñimiento pero ya es que nos da miedo no se le vaya a poner el culete otra vez rojito. Porque con lo del culete nos llevamos una semana probando cremas hasta que se mejoró. Que si la de Mustela, que si la pasta al agua, que si el Positón,… al final, hasta que no le puse aceite de oliva, como me dijo mi madre ,no se le mejoró el culito. Bueno no sé si por el aceite o porque le cambié de pañal por que yo creo que los de Dodot no le sientan bien.  

Y cómo ve usted que le ha quedado el ombliguito. Bueno, creo que al final por lo menos eso sí nos ha ido bien porque pasamos del alcohol de 70º a la clorhexidina. Por cierto, aún le sangra un poquillo, ¿eso es normal? 

Ahora también le estamos escuchando ruiditos al respirar y hemos empezado a lavar la nariz con suero fisiológico pero no sabemos si son mejor las monodosis o es mejor con jeringa. Hemos escuchado hablar del Rhinomer y del Sinomarín, ¿cuál cree usted que es más eficaz? ¿Y después le debemos aspirar los mocos? Es que tenemos dos uno de perilla y otro que tenemos que aspirar nosotros, creo que se llama Narinel, pero díganos usted si hay alguno que sea mejor. ¿O cree que debemos empezar ya con un mucolítico? ¿El Fluidasa se lo podemos echar en el biberón o hay que dárselo directamente en la boca?

Ah, por cierto, otra cosa doctor: me gustaría preguntarle sobre las vacunas porque nuestra idea era no ponérselas porque nos dan mucho miedo. Ya lo hemos hablado mi marido y yo y hemos pensado que es muy pequeño para meterle tantas medicinas”.

En fin, os podéis imaginar mi cara, ¿no?

Si hasta me costaba seguir el ritmo de medicamentos y productos de parafarmacia de los que me estaba hablado. Y eso con 20 días.

Me imaginaba la canastilla. Tenía más productos que el escaparate de la sección de pediatría de una farmacia y parafarmacia juntas. Eso sí, vacunas ninguna, que dan “miedo”.

No quiero ser juez de cada “estilo familiar” pero me cuesta mucho creer que esta sea una mejor crianza que la que hicieron nuestros padres, que ahora son abuelos, con nosotros.

¿Cuánto cuesta (económicamente, y peor aún, emocionalmente) criar un bebé así?

¿Pensáis, de verdad, que todos estos “artilugios y productos” mejoran la crianza de nuestros hijos?

 

Comparte si crees que la canastilla de un bebé debe contener más paciencia y sentido común y menos “potingues”.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Es inevitable, lo sé.

Sí, habrá una etapa donde me negarás.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Me ocultarás muchas cosas por eso, sí, sólo por eso, por ser tu padre.

Entenderé que hay etapas donde los hijos no queréis contarle las cosas a los padres.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Discutiremos, discutiremos mucho. Me llevarás la contraria en todo. Hasta en las cosas que ahora y luego coincidimos y coincidiremos siempre.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Puede que hasta haya momentos donde te avergüences de mi.

Te pareceré carca. Pensarás que es mejor que tú descubras el mundo sola, sin mis “consejos”.

Quizás en esos momentos eche de menos lo que ahora tanto esfuerzo supone: las malas noches, los llantos, las toses, las fiebres, loes berrinches, …

 

Pero todavía eso no ha llegado.

 

De momento continuaré disfrutando de TU SINCERIDAD.

Continuaré disfrutando de poder aportarte la seguridad que necesitas.

Continuaré disfrutando de dormirte en mis brazos.

Continuaré disfrutando de lo sencillo, de tus “pa-pa”, del cucu-tras, de tus besitos, …

Continuaré disfrutando de poder abrazarte cada veZ que tú o yo lo necesitamos.

Así sé que aún estás en mi regazo.

 

Y quizás llegue el momento donde te conviertas en madre, y en ese momento, en ese mismo momento, entenderás de un plumazo todo lo que estoy hablando.

 

TE QUIERO, HIJA MÍA.

DÍA MUNDIAL DE LAS ENFERMEDADES RARAS.

Hoy, último día de febrero, desde hace ya diez años se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Raras.

Un año más desde Cuidar mi Bebé quiero hacer una llamada de atención a la sociedad en general y a los políticos que corresponda en particular para tomar conciencia y que brindar TODA LA AYUDA NECESARIA A ESTAS FAMILIAS.

Tal y como describe la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER), las enfermedades raras se caracterizan por ser su mayor parte crónicas y degenerativas, el 65% son graves e invalidantes, dos de cada tres aparecen antes de los dos años y, además, una de cada cinco personas afectas padecen dolor crónico.

El adjetivo “raras” me parece que tiene una carga despectiva no despreciable. Sería preferible llamarlas “poco frecuentes” o, mejor aún “poco conocidas”.

Y precisamente este “poco conocidas” es el inicio de un calvario que tienen que soportar muchas familias, peregrinando de ciudad en ciudad, de médico en médico, de especialista en especialista,… todo por buscar un diagnóstico que muchas veces es muy difícil de establecer.

Si hay algo peor que tu hijo padezca una enfermedad crónica es, precisamente, NO SABER QUÉ ENFERMEDAD PADECE TU HIJO.

¿¡¡Cómo pueden unos padres conciliar el sueño sabiendo que su hijo está enfermo y sin saber qué enfermedad tiene!!?

Si es duro tener un mal pronóstico más duro es NO TENER UN DIAGNÓSTICO.

Salvando las distancias es tan desesperante como los familiares que tienen a algunos de sus seres queridos desaparecido, sin saber si está vivo o muerto,… ¿¡cómo van a parar de buscar!? Encontrar a esa persona es fundamental para cerrar página y asumir esa situación, sea cual fuere el desenlace.

Similar debe ser para estas familias la búsqueda desesperada de un diagnóstico. Aunque ese diagnóstico abra la puerta a otra incertidumbre: “y ahora, ¿qué puedo hacer para ayudar a mi hijo?”.

Afortunadamente, y gracias a iniciativas como la de celebrar el Día Mundial de las Enfermedades Raras, surgen cada vez iniciativas y asociaciones de enfermos que SON FUNDAMENTALES PARA LA ORIENTACIÓN Y EL APOYO A ESTOS ENFERMOS Y SUS FAMILIAS.

Comparte este post para intentar llegar al mayor número de personas posible y hacer que nuestra sociedad tome conciencia de estos enfermos.

¡FIRMA LA DECLARACIÓN OFICIAL DEL DÍA MUNDIAL!

Puedes firmar pinchando en este enlace.

 

¿¡Cómo voy a estar en contra de Pablo Ráez!?

Pablo ha luchado contra su enfermedad como un jabato.
Personalmente pienso que un buen estado de ánimo es la mejor manera de enfrentar cualquier enfermedad.
Pero no nos confundamos. No, no es fácil.
Debemos entender que cualquier persona que reciba un diagnóstico de ese calibre tiene derecho, también, a «venirse abajo». No, no lo defiendo pero sí entiendo que es muy lícito.
Miles de personas luchan a diario contra el cáncer y no todo el mundo lo puede enfrentar igual.
Pablo ha conseguido algunas cosas muy grandes.
Para mí, sobre todo, demostrar que vale la pena VIVIR MIENTRAS SE ESTÁ VIVO, y concienciar a la gente de que LA SOLIDARIDAD es el camino para avanzar en todo, también en la lucha contra las enfermedades. En el caso de la leucemia, por ejemplo, con la donación de médula ósea.
Pero no nos confundamos.
Es muy de agradecer que sea, una vez más, una persona en estas circunstancias la que nos recuerde que DEBEMOS VIVIR MIENTRAS ESTEMOS VIVOS.
Pero no podemos exigirles a todos los enfermos que anímicamente estén al cien por cien. La enfermedad es dura, el miedo es grande y debemos entender que puedan flaquear. Bastante tienen con su lucha individual «partido a partido» (hoy analítica, mañana quimio, vómitos, más analítica, más quimio…) como como para que encima tengan que enarbolar banderas por campañas que deberían estar en manos de quienes dirigen la sanidad.
Deben crearse mecanismos más eficaces de concienciación sobre la donación de médula ósea y otros órganos.
Esto no puede depender de héroes como Pablo. Creo que esto deja al descubierto muchos déficit de nuestras «organizaciones» y de nuestra sociedad.

Pablo, has sido, eres y serás muy grande.
Eternamente agradecido por tus enseñanzas.
D.E.P.

¿Qué está pasando con el aceite de palma?

¿Doctor, qué opina usted de lo del aceite de palma en las leches de fórmula?”

No me sale otra respuesta que la siguiente:

Pero, … ¿de que nos extrañamos? ¿Acaso es sorprendente lo de este o aquel aceite?

Yo, que soy de pueblo, hace mucho tiempo que no entiendo muchas cosas y ya no me asombro casi por nada. En mi casa , y más siendo mi padre agricultor, se comían tomates en verano, naranjas en invierno, ciruelas en San Antonio, habas cuando las daba la tierra… Era impensable comer helado en invierno o naranjas en verano.

Se comían siempre los productos de la época y de la tierra.

Hemos llegado a un punto donde se pueden comer tomates en cualquier época, lechugas todo el año, helados hasta en nochebuena,…

No le entiendo bien doctor, ¿qué tiene que ver esto con el aceite de palma?”

Pues creo que mucho. Para empezar diré que el problema del aceite de palma en las leches de fórmula se resuelve si se toma lactancia materna. Por otro lado entiendo que, por necesidad o por comodidad, se tenga que recurrir a la leche de fórmula en la alimentación de los bebés. Sí, yo que soy fiel defensor de la lactancia materna tengo que decir que desde los 9 meses mi hija toma, además del pecho, algunos bibis de leche de fórmula. Sí, de fórmula, de esos que contienen aceite de palma.

No voy a decir, porque no se puede decir, que el aceite de palma es bueno, porque claramente no lo es. Pero este es el precio de vivir en un mundo de mentira. ¿Acaso no recordáis cuando la nocilla en invierno se ponía dura y no se podía untar? Ahora ya no se pone dura, ¿verdad? Pues esto ya sí tiene mucha relación con lo que comenzamos hablando. Hoy día a muchos productos se le añaden algunas grasas (como el aceite de palma) para hacernos la vida más fácil o más agradable”. Se añade a los chocolates de cobertura para que se pongan más o menos duros, la mantequilla o la nocilla siempre se unta bien,

Repito, no es que esté de acuerdo en que el aceite de palma sea un componente de las leches de fórmula pero os propongo un ejercicio:

Vaya usted ahora mismo a su nevera y revise la composición de los alimentos que hasta ahora ha estado considerando como “sanos o saludables”.

Pues sí, muchos, muchísimos de eso contienen aceite de palma.

Pues eso, que creo que nos quejamos del aceite de palma de la leche de fórmula mientras nos tomamos un batido de chocolate con un pastel industrial o les damos la merienda a nuestros hijos con pan de molde, sin corteza si puede ser, no vaya a ser que el niños se canse de masticar…

Insisto, no estoy de acuerdo, pero creo que es el precio que estamos pagando por vivir en un mundo de mentira.

Educar a nuestros hijos en alimentación creo que asumir que no se puede comer helado en invierno y naranjas en verano.

Sé que en el mismo momento de pulsar el botón “publicar” saldrán a la palestra los más firmes defensores de uno y otro bando, con miles de razones para desmontar estos y aquellos argumentos.

Pues de eso se trata. No siempre vamos a estar de acuerdo.

Opina y comparte.

“No llores por eso, es una tontería”.

¿Cómo…, qué es una tontería?

No, no es una tontería. Para mí es muy importante. Anoche me costó mucho trabajo dormirme y esta mañana, desde queme he levantado no se me va, nuevamente, de la cabeza.

Tengo miedo, sí, tengo mucho miedo. Y lo que menos me ayuda es, precisamente, que me digas que esto es una tontería y que llorar es de cobardes.

No, no es una tontería porque a mi me hace sufrir. Hace que me duela la barriga y que tenga miedo de ir al cole.

Y no, tampoco soy un cobarde. Si lloro es porque soy una persona sensible. Me afecta el comportamiento de la gente tengo a mi alrededor. No soy indiferente a la realidad que me rodea. Hay cosas que me hacen daño y esto, me hace mucho daño.

Tampoco me sirve que me digas que pase, porque no, no puedo pasar. Este es mi mundo, no soy ajeno a él.

¿Sabes? Los niños también tenemos sentimientos. ¿Acaso a ti te gusta cuando estás preocupada que te digan que tu preocupación es una tontería?

Sólo quiero que me entiendas, que me acompañes, que me arropes, que me des seguridad…

Sé que piensas que mañana ya se me habrá pasado pero ahora me encuentro mal, muy mal, y eso no puedo evitarlo.

Me haces mucho daño cuando me dices que los niños no lloran porque si no parecen niñas.

Pues te digo que los niños también tenemos sentimientos y, precisamente, lo que menos me ayuda es que me digas que sólo por el hecho se ser un varón no puedo llorar, no puedo sentir,…

No puedes negar mis sentimientos.

Ahora quiero llorar y de ti querría, simplemente, que me apoyaras, que me acompañaras, que me entendieras, que te pusieras un segundo en mi lugar y entendieras por qué esto es muy importante para mi.

Por favor, mamá, no me digas que esto es una tontería.

Por favor, papá, no me digas que llorar es de niñas.

¿Cómo queréis que os cuente mis preocupaciones si las consideráis una tontería?

Para gustos…, colores.

¿Quién no ha leído nada en la última semana sobre Samanta Villar?

Cada día es trennding topic. Muchas páginas, especialmente relacionadas con la maternidad, se han hecho eco de su libro y de sus opiniones. Sus opiniones han generado una proliferación de entradas, post, tweets, retweets,… y todo tipo de comentarios en la redes sociales.

Creo, en primer lugar, que se han confundido dos cosas.

Por un lado su libro en el cual habla de la «realidad», según ella, del proceso de la ovodonación (con todas las trampas que permite la ley), de la “aventura” que supone la maternidad en solitario…

Por otro lado, y de esto es de lo que quiero hablar, de los comentarios que ha dejado en muchas de las entrevistas que le han realizado a raíz del éxito de su libro.

Lo que más polémica ha generado es su «no soy más feliz desde que soy madre» o «tener hijos es perder calidad de vida».

Con respecto a esto último quiero hacer una serie de consideraciones:

Ya he hablado en muchas ocasiones en este blog del alto precio que como mujer hay que pagar para ser madre. De las renuncias profesionales, y sobre todo personales, que hay que hacer. No es fácil: teta, bibe, pañales, caca, fiebre, mocos, pediatra, dalsy, bronquiolitis, diarrea, no duermo, soy una zombie, mañana cole, merienda, otra vez vómitos, amigdalitis, rabietas, llanto, más mocos, extraescolares, más mocos, …

En ocasiones es difícil ver entre tantos mocos y rabietas dónde está la felicidad, pero tengo que decir que por encima de todo ese sacrificio existe otra larga lista que, a la mayoría de las madres (creedme si os digo que trato muchas a diario) les compensa, y con creces: vínculo, olor, instinto, sonrisa, ma-má, gateo, logros, imitaciones, caricias, progresos, amor, besos, cine, momentos,…

Pero no me corresponde a mi juzgar cuánta felicidad da o quita un hijo, eso le corresponde a cada madre.

Sólo digo que para gustos…, colores y que a nadie obligan a ser madre. Y menos cuando esa maternidad no surge que una cálida noche loca de verano sino que se plantea mediante un proceso de ovodonación, que es un proceso largo donde da más tiempo a pensar.

En cualquier caso Samanta, me gustaría que la crianza de tus bebés te mostrase como a muchos lugares no explorados aun de tu propia persona.

Te deseo una maternidad muy feliz.

La maternidad no es un camino de rosas.

A diario me encuentro a madres que sufren desde que comenzaron a serlo.

Afortunadamente no son la mayoría o, al menos, a la mayoría no se les nota.

El sufrimiento que provoca la maternidad es de muy diversos orígenes pero tiene un denominador común: pensar que la maternidad es un camino de rosas.

No, madre no se es sólo durante cinco minutos. No sólo se es madre cuando llenas a tu bebé de lazos y sales a pasear al parque más ancha que larga. También se es madre cuando tu criatura tiene fiebre, cuando no quiere comer, cuando tiene rabietas,…Se es madre ya para toda la vida. La maternidad es una carrera extremadamente larga, es una gran maratón. En una carrera tan larga hay tiempo para todo. Para disfrutar. Para sufrir. Para llorar. Para reír. Para dudar. Para acertar. Para fallar.

El gran problema está en la autoexigencia que las madres hacen de su propia maternidad. En pensar que ser madre es caminar sobre un camino de rosas. En pensar que la maternidad es un estado de felicidad continuo. En pensar que no se puede fallar. En pretender ser madre por encima de todo. En pretender ser sólo madre.

A ti, madre “sufridora” te quiero decir hoy una cosa:

 

“Madre, siéntete como quieras. O mejor, siéntete como puedas.

La maternidad no es una competición. No se trata de que demuestres que eres la mejor madre del mundo mundial. Nadie es mejor madre que nadie.

Vive tu maternidad con intensidad, pero a tu manera.

TU MATERNIDAD, LA TUYA.

La maternidad es dura, pero apasionante.

Pocas cosas en tu vida supondrán un desafío tan apasionante como cuidar y educar a tu hijo. Pero hazlo a tu manera.

Todo el mundo te aconsejará lo que tienes que hacer en esta u otra circunstancia, pero recuerda: las circunstancias tuyas son las tuyas, y la maternidad tuya es la tuya.

Si decidiste dar el pecho o el biberón, si decidiste colegio público o de pago, si decidiste esto o lo contrario sólo te importa a ti y sólo tú debes saber por qué lo hiciste. Incluso a veces aunque no sabrás por qué lo hiciste. Pero lo hiciste y ya está, hecho se queda.

Ante nadie tienes que justificar tu maternidad.”

 

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