¡¡Seis añitos de LUZ y TRANSPARENCIA!!

Cuando hoy te lea esto aún no entenderás algunas cosas. Pero en unos años podrás releerlo y sabrás qué supuso tu llegada en mi vida.

La maternidad-paternidad puede ser vivida de muchas maneras.

El nacimiento de tus dos hermanos en muy corto espacio de tiempo había hecho de mi paternidad una cuestión de supervivencia. Imagínate para tu madre.

Cuando en un momento más maduro de nuestra relación tu madre tomó la iniciativa para que tuviésemos otro hijo, yo no podía imaginar lo que me faltaba aún por vivir. Si no, obviamente, habría sido yo el que me hubiese lanzado.

Insisto, la crianza de tus hermanos fue una cuestión de pura supervivencia, y esa es la sensación que nos hubiese quedado si no hubiésemos dado este tercer paso.

Con una relación mucho más madura, forjada con muchos buenos momentos y no menos malas noches y preocupaciones, llegaste para hacernos vivir una maternidad-paternidad mucho más consciente. Pudiendo disfrutarte desde el principio. Tan desde el principio que, precisamente, durante tu gestación surgió la idea de comenzar este blog. Con el objetivo inicial de acompañar a esos padres llenos de dudas.

¡¡Fuiste muy deseada!!

Que conste que una maternidad más sosegada y deseada no significa que la maternidad sea un camino de rosas. Que se lo pregunten a la espalda de tu madre después de estar cuatro años dándote la teta…

Los días de los cumpleaños siempre os hablo de esa sensación tan mágica que tuve al cogeros por primera vez al salir de las entrañas de la mujer más maravillosa del mundo. Sí, tu también me quemaste. 

Además, tu nacimiento a medio día, en el momento de mayor claridad del día, era una premonición de tu personalidad. En muchas cosas eres un calco a tu madre, pero ahí si que sois dos gotas de agua. Vuestras principales virtudes, sin duda, LUZ y TRANSPARENCIA.

Para mis los cumples son días de echar un poco la vista atrás y detenerme en algunos momentos que cada uno de mis vosotros habéis tatuado en mi corazón.

Contigo cierro los ojos y aún soy capaz aún de sentir tus manos gorditas en mi pecho mientras los dos dormíamos en el sofá. ¡Nunca una siesta en un saliente de guardia había sido tan reparadora!

Con sólo seis añitos eres un ejemplo de lo que siempre he pensado y defendido: existen sólo dos tipos de personas, las buenas y las malas. No hace falta que yo diga en cuál lado estas. Los padres no somos jueces objetivos. Lo que sí es objetivo es ver cómo tus amiguitos y amiguitas te eligen para estar contigo. Una prueba muy simple es tu apretada agenda de cumpleaños. ¿Cuántos cumpleaños caben en un fin de semana? 

Te escribo estas palabritas desde el hospital. Ya verás conforme vayas creciendo que la vida, en ocasiones, no es tan fácil como parece, pero te prometo, pequeña, que mañana lo celebraremos cómo te mereces.

¡¡Felices seis añitos!!

¡¡Que cumplas muchas más, y que nosotros lo veamos!!

«… porque tu vida es tuya».

Sí, siempre empiezo igual, recordando aquel momento, pero es que la sensación fue tan intensa que con sólo cerrar los ojos puedo revivirla como si la estuviese viviendo ahora mismo.

Podía contar por miles los recién nacidos que había cogido justo en el momento de nacer, pero esta vez fue diferente. De las entrañas de tu madre salió una bola de fuego. Tu piel húmeda me abrasaba. Amanecía cuando naciste, después aquella larga noche de contracciones, miedos, incertidumbre, … y pareciera que el mismo sol estaba saliendo de mis brazos. De aquel amanecer hace ya trece años, pero, insisto, puedo revivirlo como si fuese ahora mismo.

Un mundo de sentimientos y emociones puras no había hecho nada más que empezar en mi. Empezaba a sentir como mías emociones que no eran mías. 

No voy a decir que todo haya sido ni bonito ni fácil. Ser padre no es un camino de rosas. Supone mucha renuncia de la vida personal. Ya mi vida no es tan mía.

Han ido pasando los años y el tiempo me hace sentir nostalgia de tantas cosas… 

Ese tierno olor a bebé está pasando a ese “insoportable” olor a adolescente.

Ese cuarto de tonos celestes ha pasado a un cuarto lleno de colores negros y objetos muy interesantes (tu cajón, tu guitarra, tus castañuelas, tus medallas de natación…) 

Esos patucos de lana, siempre a juego con tu ropita, han evolucionado hasta tus botos flamencos, siempre a juego con tu personalidad.

 Esos primeros pasos inseguros se han tornado en el pisar fuerte y seguro de una gran persona, que siempre camina hacia delante.

Esas primeras inocentes palabras que repetías como un lorito se están convirtiendo en interesantes opiniones propias sobre temas muy interesantes, sabiendo que no le tienes que «repetir» a nadie. 

Y sobre todo, esos achuchones espontáneos se están convirtiendo en un “rechazo” que como padre debo aprender a asumir. Es ley de vida. Es normal que quieras buscar tu espacio… porque tu vida es tuya. 

No dejes que nadie apague tus sueños. No dejes que nadie viva tu vida… porque tu vida es tuya.

Pero en toda esta transición has sido ejemplar.  No se puede ser mejor hermano, ni mejor amigo, ni mejor nieto, ni, por supuesto, mejor HIJO.

No dejes que nadie hable por ti… porque tu opinión es tuya.

¡Hijo mío, que cumplas muchos más! ¡Y que yo lo vea!

¡¡Cuánto me has enseñado en sólo cinco años!!

Ya he contado muchas veces cómo llegaron mis hijos abrasándome las manos cuando los cogí por primera vez en el paritorio.

El día de sus cumpleaños siempre recuerdo ese momento porque lo tengo totalmente presente en mi mente. Con sólo cerrar los ojos y pensar en ese momento, soy capaz de revivirlo.

La diferencia esta tercera vez fue que desde unos meses antes había surgido en mí una sensibilidad muy especial. De hecho, de esa situación personal, surgió este blog.

Tras dos paternidades en muy pocos meses, que convirtieron la paternidad en pura supervivencia, llegaste en una situación más sosegada, con un fuerte deseo de disfrutar de la crianza de otra manera, más tranquila, más profunda. 

No podía imaginar en ese momento cuánto ibas a cambiar mi vida y la de todos los de casa. No sabía que llegarías aquel 19 de febrero para comenzar a sacar de cada uno de nosotros nuestra versión más mejorada.

He aprendido contigo a disfrutar de cosas muy pequeñitas en situaciones muy cotidianas. Saber saborear un abrazo, una sonrisa, una caricia, una guerra de almohadas, una siesta,…

He aprendido contigo que el mundo mirado a través de la mirada de un niño es un lugar que invita a disfrutar de cada momento.

He aprendido de ti qué es la verdadera tolerancia, la verdadera inclusión, y que el respeto y el amor verdadero consiste simplemente en tratar a los demás como tú lo haces, como una niña, con tu inocencia, sin prejuicios. Esos conceptos tan grandes que los adultos los queremos imponer por decreto-ley los niños sabéis simplemente que no hay otra manera de relacionarse, que es así de simple.

Siempre recordaré esas siestas que dormíamos juntos en el sofá cuando yo volvía de una mala guardia. ¡Qué reconfortado me sentía, cuánta paz de dabas!

Eso es lo que me fastidia de que crezcas, que poco a poco dejes de ser un bebé achuchable para irte convirtiendo en una niña cada vez más independiente. Pero eso también me enorgullece mucho. 

Ley de vida. 

¡¡Cinco añazos  ya, cariño!! ¡¡Qué mayor la chica de mi casa!

¡¡Muchas gracias, hija mía, por todo lo que me has enseñado!!

¡¡Felicidades, hija mía!!

¡¡ Felicidades, hijo mío!!!

Si las cosas empiezan bien suelen salir bien… y en este caso el inicio fue increíble. 

Lo he contado ya muchas veces pero pocos recuerdos permanecen tan vívidos en mi mente como el momento en que te cogí por primera vez al salir de las entrañas de la persona más maravillosa del mundo.

Me abrasaste.

Por miles podía contar los partos que había vivido antes de que nacieses y nunca antes había tenido esa sensación de tener una bola de fuego entre mis manos.

Es una sensación que he podido revivir dos veces más pero esa fue la primera vez.

Una experiencia de ese calibre te marca irremediablemente para siempre.

Aunque pueda recordar el momento como si estuviese sucediendo ahora mismo ya ha llovido… doce años hace ya de aquello.

Hoy, cuando he ido a darte un beso, no voy a negar que he sentido cierta nostalgia de aquellos primeros meses en los que eras un saquito de ternura, un bebé absolutamente achuchable. Poco va quedando de aquello. Cuánto disfrutaba de las siestas que te dormías encima de mí mientras yo me quedaba dormido en el sofá después de una guardia. Cuánta paz me daban esos momentos. Ya no te puedo coger en mi regazo. Ahora más bien te tengo que echar el brazo por lo alto del hombro y, en no mucho tiempo, serás tú quien me lo eche a mi.

Mucho hemos vivido en estas 12 vueltas a sol que hemos dado juntos. Muchas situaciones diferentes y en todas, absolutamente en todas, has dado la talla.

Tengo sentimientos encontrados entre el anhelo de que el tiempo se pare y la satisfacción de verte crecer como persona.Ese saquito de ternura es ahora un preadolescente que ya no se divierte con Peppa Pig sino que empieza a ser consciente de la importancia de defender valores como la justicia, la igualdad, la tolerancia, el respeto, la solidaridad,…

Es maravilloso ver cómo con sólo 12 años tienes algunas cosas muy claras y ver cómo eres capaz de luchar por tus sueños. 

Te aseguro, hijo mío, que con esa constancia y ese tesón vas a llegar muy lejos.

Eres un gran hijo, eres un gran hermano, eres un gran amigo, eres un gran primo, eres un gran nieto, eres un gran compañero, … en definitiva, ERES MUY GRANDE.

Tus hermanas, mamá y papá te adoramos.

Sigue así.

¡Te quiero tanto, hijo mío!

¡Muchas felicidades!

Las 12 campanadas de Cuidar Mi Bebe

Como viene siendo tradición, un año más, aquí estoy el último día del año para agradecer todo lo bueno que me ha pasado durante este año.

Desde Cuidar Mi Bebe estas son mis particulares 12 campanadas:

¡¡Doongg, doongg!!

No, aún no, estos son los cuartos. Id preparando las uvas.

Mientras aprovecharé para agradecer muy sinceramente el seguimiento que habéis hecho del blog directamente en www.cuidarmibebe.com así como de mis perfiles de las twitter, facebook y de instagram. En todas las redes se continúa incrementando el número de seguidores. Agradezco todos vuestros “comentarios” tanto los positivos, que me estimulan a seguir escribiendo, como los negativos que me motivan para intentar hacer las cosas cada vez un poco mejor.

Tengo que agradeceros, también, la gran acogida que ha continua teniendo la consulta on-line con cientos de dudas resuelta a través de esta vía, tanto de pacientes que veo habitualmente en la consulta como de pacientes que se encuentran a mucha distancia, incluso en el extranjero. A juzgar por comentarios y valoraciones parece que quienes lo han utilizado han quedado muy satisfechos, porque siempre repiten. Con esta vía la distancia física y la disponibilidad horaria mía y/o vuestra deja de ser un problema.

Enormemente agradecido, un año más, a las miles de familias que pasaron este año por mi consulta, por confiarme su tesoro más preciado:la salud de sus hijos. Y también a todas las familias que se cruzaron en mi camino en la UCI o en Urgencias. Fue un placer poder ofrecer lo que tango para intentar mejorar la salud de vuestros pequeños. He intentado estar a la altura, a pesar de que ya sabéis que los retrasos son muy difíciles de manejar cuando intentas no dejar a nadie fuera.

Uff, que me enrollo, y empiezan las campanadas…

Pero no quiero dejar de recordar a todos los ángeles que se cruzaron en mi camino y finalmente, como estrellas muy grandes, nos siguen cuidando desde el cielo así como de aquellos niños que durante este año han tenido que mirar al cielo para hablar con alguno de sus padres. A todos os tengo en mi mente y en mi corazón.

¡¡Que comiencen las campanadas!!:

  • ¡¡Doongg, una!! Por mis hijos, José, María y Victoria. Porque ellos me mantienen conectado íntimamente a la pediatría y al mundo de la crianza. Sus diferentes edades y sexos me dan una visión muy amplia de la infancia y me permiten empatizar rápidamente con las familias no sólo como pediatra sino también como padre.
  • ¡¡Doongg, dos!! Por las miles de horas que le robo con mi trabajo (ella dice que con esto del blog yo tengo otro hijo). Por la visión de mujer y madre que me aporta de la crianza de los niños y que me hace entenderos mucho mejor.
  • ¡¡Doongg, tres!! Por mis cuñad@s y sobrin@s (tit@s y prim@s), que también me muestran otra manera de ver y sentir la crianza de los niños.
  • ¡¡Doongg, cuatro!! Por mis padres, Diego y María, porque además de la infinita ayuda que nos aportan familiarmente, me aportan la visión de “abuelos”, absolutamente necesaria también en mi intento de una visión global de la crianza.
  • ¡¡Doongg, cinco!! Por mis compañeros médicos, tanto del Hospital Virgen del Rocío como del Hospital Vithas-Nisa, porque su compañerismo me mantiene actualizado de una forma más amena y porque hacen que el trabajo en equipo sea lo más valioso. Porque son ángeles estos puestos en La Tierra. Porque cualquier niño de los que tratan están en las mejores manos.
  • ¡¡Doongg, seis!! Por el resto de mis compañeros de trabajo (enfermer@s, auxiliares, celador@s, limpiador@s, cociner@s, mecánicos,…), porque su trabajo es IMPRESCINDIBLE para que la rueda sanitaria pueda rodar sin detenerse.
  • ¡¡Doongg, siete!! Por vuestros niñ@s, mis pacientes, por cada una de esas sonrisas inocentes y sanas cada vez que les doy una “pegatina de valientes” o unos caramelos. Aprovecho también para agradecer todos vuestros dibujos y regalitos.
  • ¡¡Doongg, ocho!! Por vosotros, cada uno con vuestras propias circunstancias. Por esa entrega en la crianza de vuestros hijos. Nadie dijo que fuese fácil, PERO MERECE MUCHO LA PENA.
  • ¡¡Doongg, nueve!! Por todos los abuelos, titos, amigos, cuidadores…que acompañaron a los niños a la consulta cuando los padres no pudieron, porque ellos también son IMPRESCINDIBLES.
  • ¡¡Doongg, diez!! Por todos los buenos momentos que nos ha dejado este 2019. Estoy seguro que si os paráis un momento analizarlo superan, con creces, los pequeños baches que tenemos que superar en ocasiones.
  • ¡¡Doongg, once!! Por todas las personas que tengan que atravesar alguna dificultad en el próximo año. Para que sean capaces de sacar siempre alguna enseñanza de esa experiencia
  • ¡¡Doongg, doce!! Por un 2020 cargado de SALUD, ilusión, esperanza y buenos momentos.

¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!! , ¡¡¡¡FELIZ 2020!!!!

Los niños son para las madres.

Pocas cosas en la vida te cambian tan rápido y para siempre como tener un hijo.

Si hubiese que dividir la vida en dos etapas serían: antes y después de ser madre/padre.

Los éxitos o los fracasos en lo laboral, en lo social, en lo deportivo, … son transitorios.

Pero la maternidad/paternidad, es para toda la vida.

Una vez que se es madre descubres en ti sentimientos que no pensabas que tenías dentro…

¡Se quiere tanto a un hijo! ¡Y es un amor tan diferente al resto de los amores!

«¿Sabes por qué la maternidad/paternidad es tan importante?»

Porque en paritorio o en quirófano es un lugar “transformador”. Allí te conviertes en un ser diferente. Ya nunca vuelves a ser la misma persona. De repente sientes que en un momento ha cambiado tu escala de prioridades. Dejas de ser “TÚ” para ser “NOSOTROS”. Pero un “nosotros” muy especial, un “nosotros” sin condiciones, un “nosotros” para siempre.

Claro que la maternidad/paternidad y la crianza es dura, MUY DURA diría yo. Pero casi siempre el que suponga un sacrificio enorme viene determinado socialmente. La sociedad (¡ojo, que la sociedad somos todos!) se ha encargado de cargar sobre la madre todo el ejercicio de la crianza. Está claro que las mujeres son las que engendran, paren y tienen la capacidad de amamantar naturalmente a las crías. Pero la crianza es más que eso. Afortunadamente la sociedad está avanzado muy poco a poco, pero el hecho de que la mujer se haya incorporado al mundo laboral no ha ido acompañado de que los hombre se incorporen al mundo de la crianza. Claro que no se puede generalizar, también existen muchos padres maravillosos que no sólo están presentes sino que “crían” a sus hijos. Es decir, padres que no sólo que colaboran en la crianza sino que asumen de verdad su rol, el de padre.

En general la conciliación, el reparto de las tareas, la renuncia en lo laboral y en el resto de las facetas de la vida,… ES UN PROBLEMA DE MUJERES.

Tengo que decir alto y claro que, a día de hoy, la crianza está en manos de las mujeres.

Pero también tengo que decir que quien renuncia a las “obligaciones” de la crianza también renuncia a los mayores placeres de la vida, porque criar también es…

… acariciar esas manos gorditas y saber que esa maravilla es parte de ti.

… oler su piel y sentir que no hay otra fragancia ni perfume en el mundo que sea capaz de despertar en ti tantos sentimientos tan profundos y tan positivos.

… poder compartir cada uno de los progresos de cada etapa de su vida.

… tener a tu lado a una persona que TE QUIERE sin poner condiciones, una persona que TE QUIERE DE VERDAD.

 

Comparte si piensas que la crianza debe ser cosa de dos.

La maternidad no es un camino de rosas.

A diario me encuentro a madres que sufren desde que comenzaron a serlo.

Afortunadamente no son la mayoría o, al menos, a la mayoría no se les nota.

El sufrimiento que provoca la maternidad es de muy diversos orígenes pero tiene un denominador común: pensar que la maternidad es un camino de rosas.

No, madre no se es sólo durante cinco minutos. No sólo se es madre cuando llenas a tu bebé de lazos y sales a pasear al parque más ancha que larga. También se es madre cuando tu criatura tiene fiebre, cuando no quiere comer, cuando tiene rabietas,…Se es madre ya para toda la vida. La maternidad es una carrera extremadamente larga, es una gran maratón. En una carrera tan larga hay tiempo para todo. Para disfrutar. Para sufrir. Para llorar. Para reír. Para dudar. Para acertar. Para fallar.

El gran problema está en la autoexigencia que las madres hacen de su propia maternidad. En pensar que ser madre es caminar sobre un camino de rosas. En pensar que la maternidad es un estado de felicidad continuo. En pensar que no se puede fallar. En pretender ser madre por encima de todo. En pretender ser sólo madre.

A ti, madre “sufridora” te quiero decir hoy una cosa:

 

“Madre, siéntete como quieras. O mejor, siéntete como puedas.

La maternidad no es una competición. No se trata de que demuestres que eres la mejor madre del mundo mundial. Nadie es mejor madre que nadie.

Vive tu maternidad con intensidad, pero a tu manera.

TU MATERNIDAD, LA TUYA.

La maternidad es dura, pero apasionante.

Pocas cosas en tu vida supondrán un desafío tan apasionante como cuidar y educar a tu hijo. Pero hazlo a tu manera.

Todo el mundo te aconsejará lo que tienes que hacer en esta u otra circunstancia, pero recuerda: las circunstancias tuyas son las tuyas, y la maternidad tuya es la tuya.

Si decidiste dar el pecho o el biberón, si decidiste colegio público o de pago, si decidiste esto o lo contrario sólo te importa a ti y sólo tú debes saber por qué lo hiciste. Incluso a veces aunque no sabrás por qué lo hiciste. Pero lo hiciste y ya está, hecho se queda.

Ante nadie tienes que justificar tu maternidad.”

 

Comparte.

«Gracias, hijo, por todo lo que me has enseñado…»

Buenas noches, hijo.

¿Cómo empiezo?

Bueno, en primer lugar, recordando aquel momento de aquella mañana de hace hoy ya 8 años.

Como ya he contado alguna vez, ya en aquellos tiempos, podía contar por miles los partos que había asistido como pediatra. Pero en ese momento me quemé. Sí, me quemé literalmente. Fue una sensación muy rara. Cogerte en aquel momento fue como comer una bola de fuego. Posteriormente, en el nacimiento de tus hermanas, he vuelto a quemarme pero aquel día fue muy especial porque fue la primera vez. Todo aquello me pareció mágico.

Pero mucho más mágico ha sido todo lo que me has hecho sentir después.

No te voy a decir que haya sido fácil porque no lo ha sido.

Muchas noches de insomnio, fiebres, vómitos, pañales, baños, miedos, inseguridades (sí, inseguridades). Los pediatras también tenemos muchas inseguridades y se acentúan más porque todo el mundo, y tú mismo, supone que no debes tenerla.

Peto te lo repito nuevamente LA MAGIA supera a los miedos.

¿¡Cómo una persona tan pequeña puede enseñar tanto!?

¿¡Cómo una persona tan pequeña me puede hacer sentir tanto!?

Me has hecho mejor persona. He corregido algunos hábitos para intentar ser ejemplo. Me has hecho más sensible. Me has enseñado a valorar cuánto vale un minuto contigo. Me has enseñado a distinguir lo esencial de lo superfluo.

¡¡Muchas felicidades, José!

¡¡MUCHAS GRACIAS POR TODO LO QUE ME HAS ENSEÑADO!!

¿A qué huelen los hijos?

padre

Os recomiendo un ejercicio muy placentero. Se puede hacer, por supuesto, a cualquier hora, pero en la noche, mientas todos duermen, sin ruidos, con poca luz, los sentimientos se intensifican, se multiplican, se purifican.

Por muy cansado que te encuentres, por muy agotadora que haya sido la jornada, párate quince minutos y siente muy de cerca a tus hijos. Acúnalos, abrázalos, siéntelos, huélelos, imprégnate profundamente de su aroma.

No importa la edad, esa fragancia no se pierde, ese perfume es puro, es eterno.

Si tienes un bebe de pocos días o meses sentirás que huele a ternura, inocencia, instinto, indefensión,… , en fin, a vida muy frágil. Huele fuertemente a vida. Cógelo , duérmelo en tus brazos, huélelo, acarícialo, siéntelo,…

Si tienes un niño de pocos añitos que ya salio de tu dormitorio te recomiendo que seas tú ahora quien se cuela en su cama, cuando ya esté dormido, muy despacio, sin despertarlo, lo abraces y pienses profundamente en él. Siente su respiración tranquila, siente la seguridad que le aportas. Notarás que sigue oliendo a inocencia pero empieza a oler a curiosidad, a travesura, … y empieza a empieza a oler a ti. Siéntelo, huélelo. Sentirás que es inevitable sonreír con el alma cuando en algún momento del día te viste totalmente reflejado en su actitud.

Si tienes un niño más grande, de esos que parece que ya no necesitan que les mimemos tanto, aprovéchate y mímalo. Sí, vuélvelo a mimar. No dejes que escape de tu regazo, pero a la vez siente cómo está creciendo, cómo empieza a establecer otros vínculos…

Si tu hijo es ya un un adolescente, antes de ir a la cama, párate un momento en la puerta de su cuarto, pensando profundamente en él, en todo lo que ya has vivido con él. Haz memoria, vuelve atrás, recuerda sus primeros pasos, sus primeras palabras (pa-pá, ma-má, ..), su primer día de colegio,… Recuerda su primer día de playa,… Recuerda todo lo que ya has vivido e intenta imaginar todo lo que te queda por vivir con él. Imagínalo como padre , cuidando de sus hijos (como tú lo estas cuidando a él), meciéndolos con mucha ternura (toda esa ternura que tú le has dado), jugando cariñosamente con ellos, …

Vuelve a tu cama. Todo está en orden.

Abraza a tu pareja y piensa en cuánto te ha dado la vida.

Huele…

Siente…

Respira tranquilo…

Duerme…

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«Ayer me quemé otra vez».

  

Puedo contar por miles los nacimientos que he asistido como pediatra.

Partos de “todos los colores”.

– En diferentes lugares: en quirófano, en el paritorio, en la cama, en el taxi,…

– Madres de todo tipo: adolescentes, añosas, Fugitsu (madres hipersilenciosas), escandalosas (la ocasión lo requiere),…

– También padres de todo tipo: florero (allí plantados esperando a que pase el chaparrón), colaboradores (abanican a sus mujeres con cualquier cosa,…), besucones (he de decir que en ese momento muchas veces la madres rechazan esos besos,…), supersolidarios (¡ay, si pudiéramos compartir el dolor, cari!),…

 

Podría contar miles de anécdotas de los partos. Unas muy graciosas y otras, desgraciadamente, no tanto.

 

Todos los partos tienen algo en común: es una situación en la que se derrochan sentimientos a raudales.

 

“Ayer me quemé otra vez”

 

Nueve meses de incertidumbre. ¿Cómo será su carita?, ¿cómo serán sus manitas?, ¿cómo serán sus ojitos?,…. ¿Vendrá todo bien?

Uno puede tener todas las pruebas médicas con resultados normales y todas las ecografías del mundo donde se ve que todo va bien, que siempre seguirá pensando que algo puede fallar.

 

Y toda esa incertidumbre en un momento (sé que ese momento del parto es un poquito más largo para las madres)… SE HACE REALIDAD.

 

“Ayer me quemé otra vez”

Ya en mi etapa de residente había asistido cientos de partos. En ocasiones no entendía las reacciones de los padres. Siempre me había parecido cuando asistía a un bebé para secarlo y ayudarlo a llorar que la temperatura de su piel era normal. Estaba calentito, como el resto de los fluidos internos del cuerpo.

 

Pero cuando nació mi primer hijo, José, su piel “me quemaba”, era como un ascua gigante. Todavía hoy recuerdo esa sensación de estar literalmente quemándome las manos. Entonces comprendí lo que son la “emociones fuertes”. En ese momento “comprendí” muchas de las anécdotas que hasta entonces no habían tenido sentido.

 

Supongo que tod@s sabéis de lo que estoy hablando. Para los que no, imaginar por un momento el derroche de adrenalina que debe sentir alguien al saltar un precipicio en caída libre, multiplicarlo por cien mil y aún no os estaréis acercando ni de lejos a lo que se puede sentir con el nacimiento de un hijo.

 

Exactamente la misma sensación tuve con el nacimiento de mi segunda hija, María. Su piel también “me quemaba”.

 

Y “Ayer me volví a quemar”

 

Después de unos últimos día de embarazo llenos de preocupaciones, volvía a vivir eses momento mágico.

Volví a sentir que tenía un trozo de fuego entre mis manos.

 

Bienvenida, Victoria.

 

Gracias mamá.