CONTIGO…

Apenas vi aparecer esa segunda raya en el predictor

y supe que mi vida había cambiado para siempre.

 

¡Cuánta magia en ese momento!

Ya te quiero y aún no te conozco.

¡Cuánta intensidad! ¡Cuánto amor!

Presiento que mi vida ha cambiado de repente.

Ahora que lo pienso me doy cuenta que ya te quería incluso antes de que existieras.

¡Qué sentimiento más extraño!

No paro de imaginarte, no paro de proyectarte.

Ahora te veo en cada gesto.

Yo ya no soy sólo yo,

ya somos dos,

para siempre.

¡Cuan mágico es esto de llevar dos corazones dentro!

¿Niña o niño? ¡Qué más da!

Aún no sé cómo te llamarás pero…

ya siento que te quiero infinito.

Tengo muchas dudas,

tengo muchos miedos,

pero sobre todo tengo…

… MUCHO AMOR,

mucho amor para darte.

No paro de imaginarte, no paro de proyectarte.

Apenas tienes el tamaño de un alfiler y ya te quiero como nunca había imaginado que se puede querer a nadie.

¡No podía creer esto cuando me lo decían, pero ahora soy yo la que lo siento!

 

He dejado de ser yo,

Ahora somos NOSOSTROS.

Cuando veo a esa madre en el parque dando el pecho me veo a mi, CONTIGO.

Cuando veo a esa madre paseando con el carrito me veo a mi, CONTIGO.

Cuando veo a esa madre peinando a ese bebé me veo a mi, CONTIGO.

Ya no puedo verme a mi si no es CONTIGO.

Ya no puedo puedo imaginarme sola,

ya siempre me imagino CONTIGO.

¡Qué ganas tengo de poder olerte,

qué ganas tengo de poder acariciarte,

qué ganas tengo de poder besarte,

qué ganas tengo de estar CONTIGO!

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Es inevitable, lo sé.

Sí, habrá una etapa donde me negarás.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Me ocultarás muchas cosas por eso, sí, sólo por eso, por ser tu padre.

Entenderé que hay etapas donde los hijos no queréis contarle las cosas a los padres.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Discutiremos, discutiremos mucho. Me llevarás la contraria en todo. Hasta en las cosas que ahora y luego coincidimos y coincidiremos siempre.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Puede que hasta haya momentos donde te avergüences de mi.

Te pareceré carca. Pensarás que es mejor que tú descubras el mundo sola, sin mis “consejos”.

Quizás en esos momentos eche de menos lo que ahora tanto esfuerzo supone: las malas noches, los llantos, las toses, las fiebres, loes berrinches, …

 

Pero todavía eso no ha llegado.

 

De momento continuaré disfrutando de TU SINCERIDAD.

Continuaré disfrutando de poder aportarte la seguridad que necesitas.

Continuaré disfrutando de dormirte en mis brazos.

Continuaré disfrutando de lo sencillo, de tus “pa-pa”, del cucu-tras, de tus besitos, …

Continuaré disfrutando de poder abrazarte cada veZ que tú o yo lo necesitamos.

Así sé que aún estás en mi regazo.

 

Y quizás llegue el momento donde te conviertas en madre, y en ese momento, en ese mismo momento, entenderás de un plumazo todo lo que estoy hablando.

 

TE QUIERO, HIJA MÍA.

El pecho no es sólo alimento.

lactancia materna

La foto que encabeza esta entrada, realizada por Manuel Vilches, pertenece a una exposición de fotos organizada por la Asociación DUBADU junto a la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Sevilla.

La encontré buscando imágenes sobre lactancia materna y me pareció tan impactante que cuando la vi tuve un sentimiento muy ambiguo. Por un lado pensé que cualquier comentario que se le añada puede sobrar pero, por otro lado, uno no se puede quedar callado ante una imagen así.

La foto en sí misma es un tratado sobre la lactancia materna, pero no sólo habla de lactancia materna.

La foto muestra (y demuestra) que el pecho no es sólo alimento, es mucho más. Es instinto, es supervivencia, es mucho más. Es vínculo, es seguridad, es protección, es regazo, es… es mucho más. Es entrega, es complicidad, es AMOR, es… es mucho más.

¿Habéis visto cómo se agarra esa criatura al pecho?

Lo agarra fuerte, con intensidad, aferrándose a él como si le fuese la vida en ello (nunca mejor dicho). Es tan suyo como de su madre, es de los dos. A ninguno de los dos le pertenece. A los dos les pertenece.

Pero a su vez lo agarra con delicadeza, con ternura, con respeto, con AMOR.

Dice tanto esa imagen de la maternidad…No sólo de la lactancia.

¿Habéis visto, también, cómo mira esa criatura?

Es una mirada tímida, tierna, retraída, miedosa,… atemorizada, quizás, por el objetivo de la cámara.

Pero a su vez es una mirada fuerte, potente, penetrante,  capaz de atravesar un muro de acero y de hormigón, y desde luego, capaz de atravesar cualquier corazón.

¿Y habéis visto a esa madre?

Sí, no aparece. Sólo se ve un pequeño fragmento de su cuerpo. Apenas se ve un poco del pecho, pero es suficiente para enseñar mucho más. Se pueden intuir muchas cosas. Se ve lucha, entrega, humildad,… y AMOR, mucho AMOR.

Esta fotografía es la expresión de la vida en su estado más natural, más puro. Es nuestra parte animal, nuestra esencia. Somos nosotros mismos antes de que los intereses comerciales nos dominaran. Es la VIDA misma. Es lo que somos cuando nos quitamos los “disfraces”.

Comparte si piensas que una imagen vale más que mil palabras.

Perdón, hijo mío… y muchas gracias.

paddre tapa a su hija

Te miro mientras duermes y me enseñas muchas cosas.

¡Si supieras, hijo mío, cuánto te quiero…!

Sé que mañana, te despertarás y vendrás a darme un beso, como cada mañana, como si no hubiese pasado nada.

Sé que me habrás perdonando de verdad (no como hacemos los adultos), sin rencor, por haberte gritado esta noche.

Te quiero dar las gracias, ahora que no me oyes, por todo lo que me enseñas. Tu inocencia es mágica. Sí, eres AMOR, todo AMOR. Así de simple y así de grande. Sólo cuatro letras, pero todas mayúsculas.

Tú no tienes la culpa de que yo tenga un mal día en el trabajo y la impaciencia me pueda. Eso no puede justificar de ninguna manera mi comportamiento, pero no soy un padre perfecto. Lo mejor de todo es que sé que tú me aceptas así.

Tu impulsividad es sólo una manera de llamar mi atención, de querer estar conmigo. Sé que te alegras mucho cuando vuelvo del trabajo y eso te emociona tanto que a veces no eres capaz de contenerte. Tienes la euforia propia de tu edad y yo a veces no sé entenderte. Derrochas energía. Te sobran las ganas. Tú sólo quieres cariño.

Ser padre no es fácil, ¿sabes?

Seguro que algún día lo experimentarás con tus propios hijos. Yo entonces ya seré viejito, y seguramente lo veré de otra manera. Para entonces, supongo, ya habré aprendido a calmar mis nervios, mi mal humor.

Pero ser padre es lo mejor que me ha pasado, ¿sabes, hijo mío?

Lo que sí te pediría que seas paciente con tus hijos, que juegues mucho con ellos, que seas muy cariñoso, que no te quedes ningún beso en el tintero, que no antepongas nada a ellos…

Eso mismo te lo pido para con tu pareja: respétala, háblala, bésala, diviértela, susúrrala, cuídala,… ÁMALA.

Los adultos anteponemos, en ocasiones, nuestros trabajos o nuestras preocupaciones a estar con nuestros hijos y eso no es justo. Nada en el mundo, ni los trabajos, ni las inversiones, ni cualquier negocio …. nos da tanto a un interés tan bajo. Interés cero, AMOR infinito.

Tu eres lo primero. Sin ti ya nada tendría sentido.

Perdón, hijo mío… y muchas gracias.

¡Si supieras, hijo mío, cuánto te quiero…!


¿A qué huelen los hijos?

padre

Os recomiendo un ejercicio muy placentero. Se puede hacer, por supuesto, a cualquier hora, pero en la noche, mientas todos duermen, sin ruidos, con poca luz, los sentimientos se intensifican, se multiplican, se purifican.

Por muy cansado que te encuentres, por muy agotadora que haya sido la jornada, párate quince minutos y siente muy de cerca a tus hijos. Acúnalos, abrázalos, siéntelos, huélelos, imprégnate profundamente de su aroma.

No importa la edad, esa fragancia no se pierde, ese perfume es puro, es eterno.

Si tienes un bebe de pocos días o meses sentirás que huele a ternura, inocencia, instinto, indefensión,… , en fin, a vida muy frágil. Huele fuertemente a vida. Cógelo , duérmelo en tus brazos, huélelo, acarícialo, siéntelo,…

Si tienes un niño de pocos añitos que ya salio de tu dormitorio te recomiendo que seas tú ahora quien se cuela en su cama, cuando ya esté dormido, muy despacio, sin despertarlo, lo abraces y pienses profundamente en él. Siente su respiración tranquila, siente la seguridad que le aportas. Notarás que sigue oliendo a inocencia pero empieza a oler a curiosidad, a travesura, … y empieza a empieza a oler a ti. Siéntelo, huélelo. Sentirás que es inevitable sonreír con el alma cuando en algún momento del día te viste totalmente reflejado en su actitud.

Si tienes un niño más grande, de esos que parece que ya no necesitan que les mimemos tanto, aprovéchate y mímalo. Sí, vuélvelo a mimar. No dejes que escape de tu regazo, pero a la vez siente cómo está creciendo, cómo empieza a establecer otros vínculos…

Si tu hijo es ya un un adolescente, antes de ir a la cama, párate un momento en la puerta de su cuarto, pensando profundamente en él, en todo lo que ya has vivido con él. Haz memoria, vuelve atrás, recuerda sus primeros pasos, sus primeras palabras (pa-pá, ma-má, ..), su primer día de colegio,… Recuerda su primer día de playa,… Recuerda todo lo que ya has vivido e intenta imaginar todo lo que te queda por vivir con él. Imagínalo como padre , cuidando de sus hijos (como tú lo estas cuidando a él), meciéndolos con mucha ternura (toda esa ternura que tú le has dado), jugando cariñosamente con ellos, …

Vuelve a tu cama. Todo está en orden.

Abraza a tu pareja y piensa en cuánto te ha dado la vida.

Huele…

Siente…

Respira tranquilo…

Duerme…

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¡Cuánto me hubiera gustado, papá,…!

 

–  «¡¡Felicidades papá!! Mira lo que te he traído. Lo he hecho yo solito, para ti. ¿Has visto qué bien coloreado está? No me he salido nada de la rayita».

–  «¡¡Muchas gracias, hijo!! La verdad es que lo has coloreado fenomenal. Es muy bonito. Me encanta».
Y uno se queda pensando cómo un trozo de papel puede llegar a hacerle tanta ilusión.

Es ahí donde descubre la magia del amor desinteresado. 

¡¡Te quiero porque te quiero, y punto, y te querré siempre!!

La inocencia de un niño es mágica. El amor es infinito.

Cuando uno es padre empieza a intuir cuánto lo han querido. Aprovecho hoy, por tanto, para darte las gracias. ¡¡Te quiero, papá!!

Pero estos días de celebraciones siempre tienen una parte triste.

¡Qué duro es no tener a un padre al lado! ¡Qué figura tan importante falta en el puzzle familiar!

Es también ahí donde algunas mujeres se hacen inmensas, intentando abarcar la falta de la pieza del puzzle y la suya propia.

Qué duro es pensar que muchos pequeños éxitos de los hijos provocan un vacío enorme por la falta de papá.

¡Cuanto me hubiese gustado, papá, que escucharas sus primeras palabritas!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo da sus primeros pasitos!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que lo vieras con su mochila en su primer día de cole!

¡Cuanto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo celebra los goles con sus amigos (mirando al cielo y señalándote)!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo quiere a su pareja!¡Cuánto amor recibido y cuánto  amor entregado!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo quiere a sus hijos, como tú lo querías, infinito, desinteresado,…!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá,  haberte dicho más veces lo mucho que te quiero!
Felicidades papá.