¿Cómo quitar los pañales con éxito?
Realmente este tema no es que dé para escribir un post sino que daría para escribir un libro entero.
Siempre me ha llamado mucho la atención cuando las madres entran por la consulta y me dicen: “bueno, a partir de mañana, les van a quitar los pañales a todos los niños de la guarde”. Yo, no es que esté en desacuerdo, pero pienso “por esa misma regla de tres, podríamos decir a partir de mañana, todos los niños de la guarde, deben saber hablar”.
Con esto quiero decir que NO TODOS LOS NIÑOS TIENEN POR QUÉ CONTROLAR LOS ESFÍNTERES CON LA MISMA EDAD (de la misma manera que no podemos pretender que todos los niños gateen con la misma edad, les salgan los dientes con la misma edad, o hablen con la misma edad,…)
Cierto es que “la logística familiar” nos obliga, a veces, a intentar a hacer las cosas en una determinada fecha, aun a sabiendas de que ésta no sea la mejor. En el caso del proceso del control de esfínteres, los factores que más influyen para que nos entren las prisas son:
– a la escuela (3 años) no se puede ir con pañal. Entiendo también que si no se dispone de un apoyo auxiliar, una maestra de infantil, no puede estar pendiente del pañal de 30 niños.
– es más fácil cambiar una braguita o un calzoncillo y un pantalón corto que las “capas de cebolla” del invierno (leotardo, pantalón largo, calcetín, botas…).
Estos dos motivos hacen que el momento elegido para retirar el pañal por la mayoría de los padres, cuidadores o guarderías sea la primavera-verano anterior a la escolarización del niño. Nuevamente, debo señalar que además de que el desarrollo psicomotor es muy variable de unos niños a otros, en esa fecha, la edad de los niños de esa clase de la guardería es muy dispar, ya que hay desde niños que ya tienen los 3 años cumplidos hasta niños que no soplarán las 3 velitas hasta finales de ese mismo año, cuando lleven ya prácticamente un trimestre en el cole de los mayores.
Más que la edad cronológica de nuestro hijo debemos valorar determinadas facetas del desarrollo psicomotor para prever si el niño está capacitado para el control de esfínteres.
Por un lado debemos comprobar que el niño entiende el lenguaje básico para esto: “pipí”, “caca”, “váter”,… y que tiene una destreza motora adecuada (sabe subir y bajarse los pantalones aunque necesite algo de ayuda, es capaz de subirse al váter,…).
Para iniciar el proceso de la retirada del pañal con cierta garantía de éxito, debemos armarnos de PACIENCIA y estar dispuestos a cambiar varias mudas al día e ir recogiendo pipís y cacas por la casa, aguantando estoicamente, sin culpabilizar de “sus escapes” al niño y, eso sí, felicitándole y celebrando sus éxitos: “¡¡muy bien campeón, así se hace el pipí, en el váter, como los niños grandes!!”. Eso es celebrarlo, no hace falta regalarle un juguete cada vez que lo hace bien.
Una vez cargados de paciencia, debemos elegir o ayudar a elegir al niño cuál será “su trono”: si el mismo que el de papá y mamá o un orinal comprado para la ocasión. No hace falta que el orinal tenga música y luces pero sí debe tener una base de sustentación amplia para que no se tambalee y el niño se sienta cómodo, o al menos seguro, cuando se siente. En el caso de que vaya a compartir “el trono” del resto de la familia debemos colocar un adaptador-reductor para disminuir el diámetro de la taza, para que el niño no tenga la sensación de que “se puede caer por el agujero”. También es conveniente, si es posible, que mientras está sentado en el váter sus pies no queden colgando sino apoyados en un taburete, ya que esto también aumenta su sensación de seguridad.
Si ya estamos cargados de paciencia y tenemos “el trono” elegido, sólo nos queda saber cómo lo haremos.
Existen muchas técnicas y todas son pueden ser válidas.
1- Con respecto al pipí:
Lo pondremos inicialmente de forma frecuente, por ejemplo, cada hora o cada vez que lo pida o que por sus gestos intuyamos que puede tener ganas de hacerlo. Progresivamente, en los siguientes días, iremos alargando el intervalo con el que ponemos al niño en el orinal. Recuerdo, debemos celebrar los éxitos y no castigar los fracasos.
La mayoría de los niños en pocos días habrán controlado el pipí y, si no es así, es que quizás nos precipitamos y aún no era su momento óptimo.
2- Con respecto a la caca:
En este caso si que debemos ser más cautos y estar más atentos ya que “la caca la sienten como más propia (tener en cuenta que llevan casi 3 años pegados a ella) y les cuesta más trabajo desprenderse de ella”. Un mal manejo nos puede llevar a una situación de estreñimiento de difícil control ya que si el niño le coge miedo al váter se aguantará la caca y cuanto más se la aguante más grande, más seca y más dura será cuando salga y, por tanto, más molestará al salir, y más se aguantará nuevamente, llevando esto a un círculo vicioso. Así que, una premisa básica es, NO RETIRAR EL PAÑAL MIENTRAS EL NIÑO ESTÉ ESTREÑIDO, ya que podría empeorar el estreñimiento. Conviene, que hasta que el esfínter anal lo tenga controlado, el niño haga una dieta que no favorezca el estreñimiento, es decir, no debe abusar de los lácteos, esto es, no tomar más de medio litro (entre leche y derivados) al día.
Considerando todo esto, la técnica para el control del esfínter anal, es similar a la del pipí. Consiste básicamente en sentarlo en el váter a la hora que solía hacerlo (esto para los niños que “son un reloj”). Para los niños que no tienen un horario para la defecación establecido aprovecharemos el reflejo gastrocólico, es decir, lo sentaremos un ratito después de las principales comidas o en cualquier momento que, por sus movimientos, intuyamos que tiene ganas de hacerlo.
Recuerdo, nuevamente, debemos mantener la filosofía de celebrar los éxitos y no castigar los fracasos.
Comparte esta información con otros padres si piensas que puede ser útil para ellos.