¡¡Felicidades, mi niña buena!!

Viniste hace ya 13 años a revolver nuestras vidas y, vaya si las revolviste.

No te recordaré este año que “me quemaste al nacer” y que mamá siempre me reprochará que te arranqué de su regazo nada más nacer. Puedes leer todas estas historias en cada uno de los textos que te dedico cada año.

Fueron duros esos años: pañales (de varias tallas a la vez), chupetes (por todos lados), teta (a todas horas, que se lo digan a tu madre), sueño (escaso, por no decir nulo), vómitos, caca, culo, pedo pis…

Recuerdo aquellos años en los que en las guardias descansaba más que en casa.

Después vinieron muchas cosas más: el primer diente, la teta, el cucu-tras, di pa-pá, los primeros pasitos, la teta, el Cantajuegos (uf, menos mal que ya pasó), el Apiretal, la vaca Lola, los viajes al pueblo,… la teta (santa paciencia la de tu madre!!)…

Así fuimos sobreviviendo hasta que pudimos empezar a vivir, aunque ya sabes que con mucha intensidad: el cole, los cumples, la fruta divertida, el Dalsy, el baile, las fotos, los grupos de WhatsApp de madres del cole (uf, no digo nada), las risas con José, el ratón Pérez, las actuaciones del baile, los pintacaras, las actuaciones del cole, más viajes al pueblo, las peleas con José, el flamenco, el ballet, las primas, la natación, el conservatorio, los titos, las peleas y los juegos con Victoria, LOS ABUELOS… y todo esto bien aliñado con vómitos, diarreas, fiebre, mocos y lágrimas (no todas de llorar, también ha habido muchas lágrimas de reír)

Ya ves, muchas y muchas cosas que podemos recordar de toda tu niñez.

Pero esa crianza con tres pegatinas que llevábamos a todos lados se está terminando. Nos queda una y lo agradecemos.

En estos últimos meses estás emprendiendo tu vuelo, empezando TU VIDA, te estás haciendo mayor.

Tan grande y tan pequeña a la vez.

Ese despegamiento, como padre, duele, pero también enorgullece porque tu vida es tuya, cariño, tuya, TU-YA. A nadie le pertenece, sólo a ti.

Nadie, nadie, nadie, tampoco tus padres, tienen derecho a vivírtela.

Espero, simplemente, que todos esos cimientos de los que te acabo de hablar sean fuertes y sostengan todas las dudas que te vayan surgiendo.

La vida es apasionante, princesa, y te quedan miles de cosas bonitas por vivir.

Solo te puedo decir que SIEMPRE, incluso cuando ya no esté físicamente, estaré CONTIGO.

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MI NIÑA BUENA!!!

María, puedes seguir contando conmigo. ¡¡Felicidades, niña BUENA!!

¡¡Felicidades, hija buena!!

María, mi niña, siento la obligación de escribirte este texto por dos motivos.

El primero porque ya escuchaste ayer a la vicheja de tu hermana pequeña que me preguntó “Papá, ¿mañana le vas a escribir algo María?”.

Pero el motivo principal es porque no se me ocurre otra manera de abrazarte desde el trabajo. Ayer recibí una puñalada en el corazón cuando te vi acongojarte en el coche. Esa lagrima que te cayó fue ácido puro en mi corazón. Tus hermanos y mamá no se enteraron qué estaba pasando pero yo sí lo capte rápido. Quizás por la sensibilidad de algo que me hace sentir culpable. Ya te lo intenté explicar ayer pero, cariño, ya entenderás que la vida, a veces, no es tan fácil.

Como cada cumpleaños recuerdo siempre la sensación de cogerte por primera vez. Máma siempre me reprochaque te quité de encima suya, que no dejaba que te cogiese. Pues no sería por lo que quemabas, ya te he dicho muchas veces que me abrasaste.

También cada cumpleaños es momento de ir recordando todo lo que vamos viviendo. Desde que eras un bebé hasta esa preadolescente petarda en la que te estás convirtiendo. Pero en todos esos momentos, María, apareces como un ser muy especial.

No se puede ser más noble, más cariñosa, más sincera, más sensible, más honrada, más inocente, más buena.

Si sólo pudiera decir una palabra de ti ya sabes cuál es porque te lo digo muchas veces, eres BUENA.

En estos textos te recuerdo cada año, que como no siempre podré estar físicamente contigo, que me gusta agradecerte lo que yo ya sí puedo saber de ti:  estoy completamente seguro de que poder contar siempre contigo.

Podría estar hablando horas y horas de ti pero en este breve texto te quiero recordar, como cada año, que PUEDES CONTAR SIEMPRE CONMIGO.

Cuando no esté en casa por trabajo o por otra circunstancia, cuenta conmigo.

Vendrán a quererte, ahí cuenta conmigo.

Intentarán hacerte daño, también ahí, cuenta conmigo.

En cada una de tus alegrías, ya sabes, cuenta conmigo.

Pero en cada uno de tus tropiezos, no lo olvides, cuenta conmigo.

Cuando seas adolescente y reniegues de mí, en esos momentos, también cuenta conmigo.

Cuando te encuentres arropada, cuenta conmigo.

Cuando te sientas sola, cuenta conmigo.

Recuerda, cariño, que el mundo está lleno de buenas personas. Y tú, sin duda, eres una de ellas.

¡Muchas felicidades, niña BUENA!

¡¡Seis añitos de LUZ y TRANSPARENCIA!!

Cuando hoy te lea esto aún no entenderás algunas cosas. Pero en unos años podrás releerlo y sabrás qué supuso tu llegada en mi vida.

La maternidad-paternidad puede ser vivida de muchas maneras.

El nacimiento de tus dos hermanos en muy corto espacio de tiempo había hecho de mi paternidad una cuestión de supervivencia. Imagínate para tu madre.

Cuando en un momento más maduro de nuestra relación tu madre tomó la iniciativa para que tuviésemos otro hijo, yo no podía imaginar lo que me faltaba aún por vivir. Si no, obviamente, habría sido yo el que me hubiese lanzado.

Insisto, la crianza de tus hermanos fue una cuestión de pura supervivencia, y esa es la sensación que nos hubiese quedado si no hubiésemos dado este tercer paso.

Con una relación mucho más madura, forjada con muchos buenos momentos y no menos malas noches y preocupaciones, llegaste para hacernos vivir una maternidad-paternidad mucho más consciente. Pudiendo disfrutarte desde el principio. Tan desde el principio que, precisamente, durante tu gestación surgió la idea de comenzar este blog. Con el objetivo inicial de acompañar a esos padres llenos de dudas.

¡¡Fuiste muy deseada!!

Que conste que una maternidad más sosegada y deseada no significa que la maternidad sea un camino de rosas. Que se lo pregunten a la espalda de tu madre después de estar cuatro años dándote la teta…

Los días de los cumpleaños siempre os hablo de esa sensación tan mágica que tuve al cogeros por primera vez al salir de las entrañas de la mujer más maravillosa del mundo. Sí, tu también me quemaste. 

Además, tu nacimiento a medio día, en el momento de mayor claridad del día, era una premonición de tu personalidad. En muchas cosas eres un calco a tu madre, pero ahí si que sois dos gotas de agua. Vuestras principales virtudes, sin duda, LUZ y TRANSPARENCIA.

Para mis los cumples son días de echar un poco la vista atrás y detenerme en algunos momentos que cada uno de mis vosotros habéis tatuado en mi corazón.

Contigo cierro los ojos y aún soy capaz aún de sentir tus manos gorditas en mi pecho mientras los dos dormíamos en el sofá. ¡Nunca una siesta en un saliente de guardia había sido tan reparadora!

Con sólo seis añitos eres un ejemplo de lo que siempre he pensado y defendido: existen sólo dos tipos de personas, las buenas y las malas. No hace falta que yo diga en cuál lado estas. Los padres no somos jueces objetivos. Lo que sí es objetivo es ver cómo tus amiguitos y amiguitas te eligen para estar contigo. Una prueba muy simple es tu apretada agenda de cumpleaños. ¿Cuántos cumpleaños caben en un fin de semana? 

Te escribo estas palabritas desde el hospital. Ya verás conforme vayas creciendo que la vida, en ocasiones, no es tan fácil como parece, pero te prometo, pequeña, que mañana lo celebraremos cómo te mereces.

¡¡Felices seis añitos!!

¡¡Que cumplas muchas más, y que nosotros lo veamos!!

«… porque tu vida es tuya».

Sí, siempre empiezo igual, recordando aquel momento, pero es que la sensación fue tan intensa que con sólo cerrar los ojos puedo revivirla como si la estuviese viviendo ahora mismo.

Podía contar por miles los recién nacidos que había cogido justo en el momento de nacer, pero esta vez fue diferente. De las entrañas de tu madre salió una bola de fuego. Tu piel húmeda me abrasaba. Amanecía cuando naciste, después aquella larga noche de contracciones, miedos, incertidumbre, … y pareciera que el mismo sol estaba saliendo de mis brazos. De aquel amanecer hace ya trece años, pero, insisto, puedo revivirlo como si fuese ahora mismo.

Un mundo de sentimientos y emociones puras no había hecho nada más que empezar en mi. Empezaba a sentir como mías emociones que no eran mías. 

No voy a decir que todo haya sido ni bonito ni fácil. Ser padre no es un camino de rosas. Supone mucha renuncia de la vida personal. Ya mi vida no es tan mía.

Han ido pasando los años y el tiempo me hace sentir nostalgia de tantas cosas… 

Ese tierno olor a bebé está pasando a ese “insoportable” olor a adolescente.

Ese cuarto de tonos celestes ha pasado a un cuarto lleno de colores negros y objetos muy interesantes (tu cajón, tu guitarra, tus castañuelas, tus medallas de natación…) 

Esos patucos de lana, siempre a juego con tu ropita, han evolucionado hasta tus botos flamencos, siempre a juego con tu personalidad.

 Esos primeros pasos inseguros se han tornado en el pisar fuerte y seguro de una gran persona, que siempre camina hacia delante.

Esas primeras inocentes palabras que repetías como un lorito se están convirtiendo en interesantes opiniones propias sobre temas muy interesantes, sabiendo que no le tienes que «repetir» a nadie. 

Y sobre todo, esos achuchones espontáneos se están convirtiendo en un “rechazo” que como padre debo aprender a asumir. Es ley de vida. Es normal que quieras buscar tu espacio… porque tu vida es tuya. 

No dejes que nadie apague tus sueños. No dejes que nadie viva tu vida… porque tu vida es tuya.

Pero en toda esta transición has sido ejemplar.  No se puede ser mejor hermano, ni mejor amigo, ni mejor nieto, ni, por supuesto, mejor HIJO.

No dejes que nadie hable por ti… porque tu opinión es tuya.

¡Hijo mío, que cumplas muchos más! ¡Y que yo lo vea!

¡¡Cuánto me has enseñado en sólo cinco años!!

Ya he contado muchas veces cómo llegaron mis hijos abrasándome las manos cuando los cogí por primera vez en el paritorio.

El día de sus cumpleaños siempre recuerdo ese momento porque lo tengo totalmente presente en mi mente. Con sólo cerrar los ojos y pensar en ese momento, soy capaz de revivirlo.

La diferencia esta tercera vez fue que desde unos meses antes había surgido en mí una sensibilidad muy especial. De hecho, de esa situación personal, surgió este blog.

Tras dos paternidades en muy pocos meses, que convirtieron la paternidad en pura supervivencia, llegaste en una situación más sosegada, con un fuerte deseo de disfrutar de la crianza de otra manera, más tranquila, más profunda. 

No podía imaginar en ese momento cuánto ibas a cambiar mi vida y la de todos los de casa. No sabía que llegarías aquel 19 de febrero para comenzar a sacar de cada uno de nosotros nuestra versión más mejorada.

He aprendido contigo a disfrutar de cosas muy pequeñitas en situaciones muy cotidianas. Saber saborear un abrazo, una sonrisa, una caricia, una guerra de almohadas, una siesta,…

He aprendido contigo que el mundo mirado a través de la mirada de un niño es un lugar que invita a disfrutar de cada momento.

He aprendido de ti qué es la verdadera tolerancia, la verdadera inclusión, y que el respeto y el amor verdadero consiste simplemente en tratar a los demás como tú lo haces, como una niña, con tu inocencia, sin prejuicios. Esos conceptos tan grandes que los adultos los queremos imponer por decreto-ley los niños sabéis simplemente que no hay otra manera de relacionarse, que es así de simple.

Siempre recordaré esas siestas que dormíamos juntos en el sofá cuando yo volvía de una mala guardia. ¡Qué reconfortado me sentía, cuánta paz de dabas!

Eso es lo que me fastidia de que crezcas, que poco a poco dejes de ser un bebé achuchable para irte convirtiendo en una niña cada vez más independiente. Pero eso también me enorgullece mucho. 

Ley de vida. 

¡¡Cinco añazos  ya, cariño!! ¡¡Qué mayor la chica de mi casa!

¡¡Muchas gracias, hija mía, por todo lo que me has enseñado!!

¡¡Felicidades, hija mía!!

¡Felicidades, María! ¡Cuenta siempre conmigo!

La vida se compone de momentos cotidianos y de momentos especiales. Pues hoy es un día muy especial.

Después de justamente diez vueltas al sol a tu lado aquí estoy, en el mismo paritorio donde te vi nacer.

En el mismo paritorio donde sentí que me quemaba al cogerte por primera vez. ¡Qué sensación!  Tan intensa ha sido la huella de ese momento que me basta con cerrar los ojos para revivir complemente esa sensación. ¿Cómo es posible tanta magia en un sólo instante?

Aquí estoy, en este mismo paritorio donde comenzó nuestro camino juntos, viendo nacer a otras criaturas. Acompañando a otras familias a vivir esos momentos tan especiales.

¡Qué bonito es poder ser testigo directo de un nacimiento! ¡Qué suerte la mía! ¡Cuantos momentos inolvidables en este lugar!

Han pasado ya diez años de aquel momento. Quizás han pasado demasiado rápido. Pero si cierro los ojos y empiezo a recordar son muchas las huellas que has ido dejando en casa, en nuestro hogar. Un hogar que comenzaste a mejorar desde el principio.

A veces me gustaría detener el tiempo y poder acunarte y que te quedases dormida en mis brazos como tantas veces has hecho. 

Pero por otro lado no quiero que el tiempo se detenga. Quiero seguir disfrutando de descubrir cómo te vas mejorando cada día.

Sabes que eres una persona muy especial. No se puede ser más noble, más cariñosa, más inocente, más buena.

Si sólo pudiera decir una palabra de ti ya sabes cuál es porque te lo digo muchas veces, eres BUENA.

Como no siempre podré estar físicamente contigo me gusta agradecerte en estos textos lo que yo ya sí puedo saber de ti:  estoy completamente  seguro de que poder contar siempre contigo.

Podría estar hablando horas y horas de ti pero en este breve texto te quiero recordar, como cada año, que PUEDES CONTAR SIEMPRE CONMIGO.

Cuando no esté en casa por trabajo o por otra circunstancia, cuenta conmigo.

Vendrán a quererte,  ahí cuenta conmigo.

Intentarán hacerte daño, también ahí, cuenta conmigo.

En cada una de tus alegrías, ya sabes, cuenta conmigo.

Pero en cada uno de tus tropiezos, no lo olvides, cuenta conmigo.

Cuando seas adolescente y reniegues de mí, en esos momentos, también cuenta conmigo.

Cuando te encuentres arropada, cuenta conmigo.

Cuando te sientas sola, cuenta conmigo.

Recuerda, cariño, que el mundo está lleno de buenas personas. Y tú, sin duda, eres una de ellas.

¡Muchas felicidades!

¡Un gran abrazo queda pendiente!

Estos días que corren son duros. Nos hayamos en medio de una desgracia social y con la peor de las sensaciones, la de saber que esto aún tiene que empeorar.

Se hace difícil vivir con la sensación contraria de quien juega al bingo. El deseo que cada bola que sale no coincida con los números de tu cartón. El deseo de ver las cifras de afectados como cifras, de no tener que ponerle cara a esos números.

Es por eso que quiero abrazar fuertemente a los sanitarios que sí ponen cara a cada número. Se hace difícil y muy duro volver a casa dejando atrás estas situaciones. Volver a casa sabiendo que las cifras que ves en el telediario no son cifras, son personas. Cada una con una historia detrás.

Pienso que talla humana de una sociedad se mide por la capacidad de cuidar a sus mayores. Demostraremos que somos un país muy grande si somos capaces de protegerlos a ellos.

Para mi, desde que fui padre, el día del padre es el día de los abuelos.

Los abuelos. Los padres de los padres. Los padres de las madres.

Pilares que sostienen las familias, sobre todo emocionalmente. Y son capaces de sostenerlas incluso cuando ya no están con nosotros. 

Seres entrañables

El abuelo es la voz sabia. El “padre” que malcría. El “padre” que, con la sabiduría que dan el paso de los años y el haber vivido ya muchas situaciones, sabe relativizar las cosas y sólo darle importancia a las cosas que realmente la tienen. Son capaces de hacerse cargo de cualquier situación por complicada que parezca. Ellos lo hacen todo mucha más fácil.

Por otro lado, estos días de aislamiento social nos están enseñando mucho. Nos están enseñando, sobre todo, que teníamos mucho más de que pensábamos. Teníamos la posibilidad de pasear, de salir a tomar un café o una copa con los amigos, de salir al parque con nuestros niños o visitar sin problema a nuestros abuelos. Nos están enseñando que la vida se compone básicamente de la suma de los pequeños placeres cotidianos diarios. Y nos están enseñando que cada día debe ser vivido como si fuera el último porque, sin avisar, aparecen situaciones que así nos lo demuestran. La vida cambia en un instante y debemos estar preparados siempre para ello.

Así que te digo, si estas leyendo esto, que descuelgues rápido el teléfono y le digas a tu padre cuánto lo quieres y cuánto lo estas echando de menos estos días. Si ya no está físicamente con nosotros sabes que puedes decírselo igualmente, él te está escuchando.

Besos al cielo y para los que están aquí todavía, ¡un gran abrazo queda pendiente!

¡Felicidades, papá!

La culpable de todo

Hoy hace cuatro años que nació la responsable de ese sentimiento que muchas veces sobrevuela y atormenta el mundo de la maternidad y la paternidad: la culpa.

Os voy a contar de qué cosas tiene la culpa esta criatura que llegó hace cuatro años abrasándome las manos, como ya he contado otras veces.

Es la culpable de ser capaz de alegrarme el día incluso después de la guardia más agotadora.

Es la culpable de haber sacado la versión más paternal de su hermano y la versión más tierna de su hermana.

Es la culpable precisamente de este blog. Después de dos paternidades muy seguidas, que convirtieron la situación en casi en una cuestión de supervivencia, llegó para demostrarme que la paternidad es una cosa mucho más grande y mucho más bonita. Removió en mi sentimientos que me llevaron a empatizar con las situaciones que vivo a diario en la consulta. Desde el nacimiento de ella me es mucho más fácil conectar con todos los padres y madres.

Es la culpable de haberme enseñado que la verdadera felicidad está en detalles muy pequeños de situaciones muy cotidianas.

Es la culpable de mostrarnos a su madre y a mí qué es la verdadera maternidad y la auténtica paternidad. La culpable de haber sacado mi mejor versión de padre y la mejor versión de su madre.

Es la culpable demostrarme día a día que el mundo mirado a través de los ojos de un niño es mucho más bonito y sí merece la pena ser vivido cada segundo.

Es la culpable de enseñarnos que la verdadera inclusión, la verdadera tolerancia, el respeto y el amor verdadero consiste simplemente en tratar a los demás como lo hace ella, como una niña, con su inocencia, sin prejuicios.

En definitiva, es la culpable de habernos mejorado a todos y de haber cerrado un círculo perfecto en nuestra familia.

Gracias, Victoria, por ser culpable de todo.

¡¡Bendita culpa!!

¡¡Felicidades, hija mía!!

¡Qué maravillosa es la naturaleza humana!

Es maravilloso poder revivir los recuerdos. Hay momentos en la vida que quedan grabados a hierro en la mente y en el corazón y te acompañan cada vez con más fuerza y más claridad.

Con sólo cerrar los ojos soy capaz de recordar, e incluso sentir, cada uno de los últimos gemidos de tu madre en aquel trabajado expulsivo. Después de aquella agotadora noche, no sé de dónde pudo sacar fuerza, como una jabata, para ayudarte a nacer.

Naciste amaneciendo, saliste a la par del sol. Quizás preludio de toda la luz que te quedaba por irradiar.

Soy capaz de escuchar aún los gemidos de tu madre y soy capaz de sentir cómo me quemaste. Lo he contado ya muchas veces pero fue una sensación maravillosa. A pesar de contar por miles los partos a los que había asistido antes de tu nacimiento, fue una sensación nueva. Nunca antes había sentido que un bebé, en el momento de nacer, quemase como un ascua hasta el punto casi de no poderte sostener.

Cierro los ojos y escucho los gemidos de tu madre, inmediatamente siento ese calor que se inicia en mis manos al cogerte y me recorre todo el cuerpo y escuho tu llanto. Tu primer llanto. Ese esperado llanto que acaba con las horas de incertidumbre de 41 largas semanas. Te hiciste de rogar pero la espera valió la pena. ¡Vaya que si valió la pena!

Aún a día de hoy sigues irradiando luz como ese sol que amaneció contigo aquel 19 de enero de 2009. Muchos han sido los días nublados que han amanecido desde entonces, pero que tu presencia ha transformado en el día más soleado que uno pueda soñar.

Te veo ahora, con casi mi altura, y pienso que la vida es maravillosa. Un milagro podría decir. Aquel bebé tan bulnerable, manchado de sangre, que salió aquella mañana de las entrañas de la mujer más maravillosa del mundo, es ahora un gran hermano, un gran compañero, un gran deportista, un gran estudiante, un gran hijo, en definitiva, una gran persona.

Sigue así, hijo mío, dando toda la luz que viniste a dar.

¡¡Felicidades, campeón!!

Las 12 campanadas de Cuidar Mi Bebe

Como viene siendo tradición, un año más, aquí estoy el último día del año para agradecer todo lo bueno que me ha pasado durante este año.

Desde Cuidar Mi Bebe estas son mis particulares 12 campanadas:

¡¡Doongg, doongg!!

No, aún no, estos son los cuartos. Id preparando las uvas.

Mientras aprovecharé para agradecer muy sinceramente el seguimiento que habéis hecho del blog directamente en www.cuidarmibebe.com así como de mis perfiles de las twitter, facebook y de instagram. En todas las redes se continúa incrementando el número de seguidores. Agradezco todos vuestros “comentarios” tanto los positivos, que me estimulan a seguir escribiendo, como los negativos que me motivan para intentar hacer las cosas cada vez un poco mejor.

Tengo que agradeceros, también, la gran acogida que ha continua teniendo la consulta on-line con cientos de dudas resuelta a través de esta vía, tanto de pacientes que veo habitualmente en la consulta como de pacientes que se encuentran a mucha distancia, incluso en el extranjero. A juzgar por comentarios y valoraciones parece que quienes lo han utilizado han quedado muy satisfechos, porque siempre repiten. Con esta vía la distancia física y la disponibilidad horaria mía y/o vuestra deja de ser un problema.

Enormemente agradecido, un año más, a las miles de familias que pasaron este año por mi consulta, por confiarme su tesoro más preciado:la salud de sus hijos. Y también a todas las familias que se cruzaron en mi camino en la UCI o en Urgencias. Fue un placer poder ofrecer lo que tango para intentar mejorar la salud de vuestros pequeños. He intentado estar a la altura, a pesar de que ya sabéis que los retrasos son muy difíciles de manejar cuando intentas no dejar a nadie fuera.

Uff, que me enrollo, y empiezan las campanadas…

Pero no quiero dejar de recordar a todos los ángeles que se cruzaron en mi camino y finalmente, como estrellas muy grandes, nos siguen cuidando desde el cielo así como de aquellos niños que durante este año han tenido que mirar al cielo para hablar con alguno de sus padres. A todos os tengo en mi mente y en mi corazón.

¡¡Que comiencen las campanadas!!:

  • ¡¡Doongg, una!! Por mis hijos, José, María y Victoria. Porque ellos me mantienen conectado íntimamente a la pediatría y al mundo de la crianza. Sus diferentes edades y sexos me dan una visión muy amplia de la infancia y me permiten empatizar rápidamente con las familias no sólo como pediatra sino también como padre.
  • ¡¡Doongg, dos!! Por las miles de horas que le robo con mi trabajo (ella dice que con esto del blog yo tengo otro hijo). Por la visión de mujer y madre que me aporta de la crianza de los niños y que me hace entenderos mucho mejor.
  • ¡¡Doongg, tres!! Por mis cuñad@s y sobrin@s (tit@s y prim@s), que también me muestran otra manera de ver y sentir la crianza de los niños.
  • ¡¡Doongg, cuatro!! Por mis padres, Diego y María, porque además de la infinita ayuda que nos aportan familiarmente, me aportan la visión de “abuelos”, absolutamente necesaria también en mi intento de una visión global de la crianza.
  • ¡¡Doongg, cinco!! Por mis compañeros médicos, tanto del Hospital Virgen del Rocío como del Hospital Vithas-Nisa, porque su compañerismo me mantiene actualizado de una forma más amena y porque hacen que el trabajo en equipo sea lo más valioso. Porque son ángeles estos puestos en La Tierra. Porque cualquier niño de los que tratan están en las mejores manos.
  • ¡¡Doongg, seis!! Por el resto de mis compañeros de trabajo (enfermer@s, auxiliares, celador@s, limpiador@s, cociner@s, mecánicos,…), porque su trabajo es IMPRESCINDIBLE para que la rueda sanitaria pueda rodar sin detenerse.
  • ¡¡Doongg, siete!! Por vuestros niñ@s, mis pacientes, por cada una de esas sonrisas inocentes y sanas cada vez que les doy una “pegatina de valientes” o unos caramelos. Aprovecho también para agradecer todos vuestros dibujos y regalitos.
  • ¡¡Doongg, ocho!! Por vosotros, cada uno con vuestras propias circunstancias. Por esa entrega en la crianza de vuestros hijos. Nadie dijo que fuese fácil, PERO MERECE MUCHO LA PENA.
  • ¡¡Doongg, nueve!! Por todos los abuelos, titos, amigos, cuidadores…que acompañaron a los niños a la consulta cuando los padres no pudieron, porque ellos también son IMPRESCINDIBLES.
  • ¡¡Doongg, diez!! Por todos los buenos momentos que nos ha dejado este 2019. Estoy seguro que si os paráis un momento analizarlo superan, con creces, los pequeños baches que tenemos que superar en ocasiones.
  • ¡¡Doongg, once!! Por todas las personas que tengan que atravesar alguna dificultad en el próximo año. Para que sean capaces de sacar siempre alguna enseñanza de esa experiencia
  • ¡¡Doongg, doce!! Por un 2020 cargado de SALUD, ilusión, esperanza y buenos momentos.

¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!! , ¡¡¡¡FELIZ 2020!!!!