“Doctor, Laura cumple hoy un año así que ya puede tomar sal, ¿verdad?”
Es un razonamiento que siempre me ha llamado mucho la atención. Me imagino a la pobre Laura tachando los días del calendario no por la llegada de su cumple (ya que en su primera velita no suele enterarse mucho) sino porque hasta ese día no había probado nada con sal.
Sinceramente, no sé de dónde surgen ciertos mitos. Probablemente incluso estén favorecidos por comentarios que hacemos los propios pediatras y quedan arraigados en la cultura popular arraigados como auténticas lapas.
No seré yo quien diga que la sal es sana pero no hay ningún motivo médico para que la sal que no era buena antes del año empiece a serlo después de éste.
Es cierto que los riñones de un recién nacido son inmaduros y no están preparados para “depurar” grandes cantidades de sal (de ahí que se recomiende que los biberones los preparemos a una concentración exacta, raseando los cacitos de leche y no poniéndolos colmados), pero el gran problema de la sal es otro.
La sal es perjudicial a largo plazo, provoca hipertensión arterial.
Por este motivo todos deberíamos hacer una dieta pobre en sal para evitar la hipertensión. Debemos saber que la hipertensión arterial es una enfermedad que se va desarrollando en algunas personas (sobre todo si están predispuestas genéticamente) poco a poco por el establecimiento de malos hábitos, entre ellos un exceso de consumo de sal.
La hipertensión arterial suele aparecer a partir de los 40 años. En una enfermedad que se va desarrollando lentamente durante tantos años no va a existir una diferencia significativa el haber tomado más o menos sal durante esos 6 meses.
Cuando un pediatra recomienda que no se añada sal a la comida, o se haga muy moderadamente, no es una recomendación puntual sólo para unos meses. Es un hábito que debemos establecer como habito alimenticio saludable para toda la vida.
Es casi el mismo razonamiento que hacíamos para el aceite de palma. ¿Por qué tanta alarma de algunos padres sobre el aceite de palma en las leches de fórmula si después el niño lleva un paquete de oreo al recreo y se come dos donuts en la merienda?
Debemos establecer hábitos saludables en alimentación para que se mantengan de por vida, no para ser flor de un día.
Hacer una dieta no es estar seis meses muerto de hambre y después “vuela la burra al trigo”. Hacer una dieta sería reconducir todos los malos hábitos alimentarios y acompañarlos de ejercicio físico moderado.
Conclusión: no quiero que se malinterprete el mensaje: Si no vas a cuidar la alimentación de tu bebé durante toda su infancia y juventud, no hace falta que te esfuerces en hacerlo sólo en los primeros seis meses. A la larga no habrá grandes diferencias. Si eres de esas familias, déjalo disfrutar de algo “saladito” desde el principio.
Lo realmente importante con respecto a la sal es saber que es perjudicial para la salud a largo plazo y, por tanto, evitar un exceso de consumo excesivo a largo de toda la vida.
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