Me tomo una cerveza y mientras observo la jungla del parque donde están jugando mis hijos.
¡¡Milagro, se han alineado los astros!!
Ahora mismo en un espacio de 300 metros cuadrados lleno de niños no hay ningún padre ni madre helicóptero. Sólo niños.
Sí, sólo niños
Niños que juegan con niños. Niñas que juegan con niñas. Niños que juegan con niñas
Niños que pelean y al momento juegan y niños que juegan y al momento pelean.
Niños mayores con niños pequeños y niños pequeños con niños mayores.
Niños que cantan, niños que bailan, niños que arrollan, niños que se dejan arrollar y niños que no están dispuestos a consentirlo.
Niños más mayores que cuidan de niños más pequeños.
Niños más pequeños que incordian a niños más mayores.
Pero todos parecen entender bien las reglas. La regla es que no existen reglas.
Ellos se entienden.
¡¡No hay adultos!!
¡¡Qué fácil es ser niño cuando no intervienen los adultos!!
El parque sirve para esto: para jugar, para desfogar, para entender cómo es la vida.
Se ven los líderes, se ven los segundones.
Pero todo fluye con mucha naturalidad.
Creo que todos lo están pasando bien, incluso los que de vez en cuando lloran, porque también de vez en cuando ríen y es que así es la vida.
Así es la vida. Una veces se gana y otras veces se pierde. Así de fácil, como ellos lo entienden.
¡Cuánto enseña esto!
Ya quisiéramos muchos adultos ser capaces de organizarnos como ellos.
¡Camarero, póngame otra cerveza que quiero seguir observando!