Con el comienzo del curso de la guarde y del cole, puntual a su cita, como cada año, han llegado LOS MOCOS.
No sé cuantas veces habré repetido ya en estos días lo siguiente: “A partir de ahora, aceptamos MOCO como animal de compañía” “El objetivo no es que el niño esté absolutamente limpio de moco, esa guerra la damos por perdida. El objetivo ahora es que el moco no se complique, es decir, no se baje al pecho, no se meta en el oído, no se infecte,…”
Pero, ¿entonces no puedo hacer nada para acabar con los mocos?
Existen dos medidas que son fundamentales para intentar “mantener los mocos a raya”:
– Mantener un óptimo estado de hidratación: ofrecer líquidos abundantes, especialmente AGUA.
– Hacer lavados nasales con frecuencia.
¿Cuántas veces al día puedo hacer los lavados nasales?
La respuesta que doy a todas las familias en la consulta es “¿Cuántas veces pueden ustedes sonarse los mocos cuando están resfriados?”. Obviamente lo entienden rápido. Es decir, los lavados nasales con suero fisiológico sustituyen al pañuelo en niños que aún no saben sonarse.
Se puede hacer tantos lavados nasales como sean necesarios para que el niño esté más cómodo y pueda respirar mejor.
¿Cómo se hacen los lavados nasales?
Casi más que explicar cómo se hacen los lavados nasales debería explicar cómo se debe inmovilizar a un niño para conseguir hacer esos lavados. Ya habréis probado que en cuanto son más grandecitos ven el bote del suero y “les falta casa para correr”.
Algunos consejos para hacer un lavado nasal adecuado son:
– Es recomendable hacer los lavados antes de dormir y antes de las tomas en los bebés.
– Suele ser suficiente con 1,5-2 ml en cada fosa nasal en niños pequeños y hasta 5 ml en niños mayores. La sensación será menos desagradable si el suero está a temperatura ambiente.
– El niño puede estar tumbado (boca abajo o boca arriba, como mejor se le sujete), procurando girarle la cabeza hacia un lado e intentando que no se eche hacia atrás. Cuando esté bien sujeto, se echa el suero fisiológico por el orificio que queda arriba, “con decisión”. Tras esta maniobra, sobre todo si está boca arriba, se le puede sentar para favorecer la expulsión de las secreciones. Posteriormente, se repite la maniobra para echar el suero en el otro orificio nasal, girándole la cabeza hacia el lado contrario.
– Algunos niños mayores son capaces de realizarse los lavados ellos mismos, inclinando la cabeza hacia un lado y posteriormente al contrario, y echando el suero por el agujero nasal que queda más arriba.
– Parte de los mocos los expulsarán y otra parte se los tragarán. Eso es normal.
¿Cada vez que le hago un lavado nasal debo aspirarlo?
La mayoría de las veces, tras el lavado nasal, la vía aérea queda lo suficientemente despejada para que no sea necesario aspirar. No es recomendable usar con tanta frecuencia los aspiradores de secreciones ya que la presión de succión que producen puede ocasionar sensaciones desagradables en el oído y resecar la mucosa.
Limitaremos su uso a 2-3 veces al día, solo si hay mucho moco para aspirar y sin hacerlo de forma brusca.
Recordad, el objetivo no es que el niño esté absolutamente limpio de moco sino que se encuentre lo suficientemente confortable como para comer y descansar adecuadamente.
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