“Doctor, sé que me vas a reñir pero… yo ya le he metido la fruta”. Me decís muchas mamás mirando al padre como diciendo… “vamos, cari (o calzonazos), di por lo menos que fue una decisión que tomamos entre los dos”.
“Doctor, no debería haberlo hecho pero… ya lo he pasado a la silla. Sé que te lo debería haber consultado antes pero es que ya lo veía que no cabía en el capazo”. Y os quedáis mirándome para ver cuál es mi reacción. Como si yo en ese momento fuese a levantarme y decir “¡¡¡¡No, no y no!!!! ¡¡¡¡ Muy mal!! ¡¡¿¿Pero cómo os habéis atrevido a tomar una decisión sobre vuestro hijo sin consultarme??!!
“Doctor, no me riñas pero… ya le he quitado el pecho. Es que veía que no se saciaba y mi suegra y su hijo, mi marido (en ese momento mira para todos los lados en la consulta para asegurarse una vez más que no están allí y se puede desahogar) no paraban de decirme que mi leche no le alimentaba”.
Y eso por no hablar de las madres que el día que viene solas (sin maridos, sin amigas, sin suegras, sin cuñadas, …) se desahogan.
Podría poner mil ejemplos más. Creo que sabéis de lo que estoy hablando, ¿no?
Me llama mucho la atención la capacidad que tienen muchas madres de asumir la culpa de situaciones de las cuales no son, en absoluto, responsables.
Como si no tuvieran ya bastante con el sentimiento de inseguridad de estar haciendo adecuadamente o no las cosas, las madres se erigen desde el mismo momento del parto, no sé por qué mecanismo (no sé si con el último empujón del expulsivo, si en el alumbramiento,…) en las reinas y señoras de LA CULPA. A partir de ese momento cualquier cosa que no salga como se pensaba (el niño duerme mal, tiene rabietas, es un mal comedor, …) la culpa será de mamá.
Pena. Sí, mucha pena me da escuchar esas retahílas que me contáis empezando «Doctor, ya se que no lo debería…» Dan idea de cuánto sufre una madre por cada decisión que toma.
Ya sabéis, todas las vecinas del 4º tienen unos que duermen del tirón todas las noches, todas las abuelas fueron las mejores cuidadores que consiguieron que sus hijos se comiesen hasta la última cucharada del plato de lentejas antes de levantarse de la mesa, todas las amigas (si se pueden llamar así) tienen niños que nunca se ponen malos, todas las cuñadas dieron el pecho sin problemas, sin grietas, sin dolor, sin dudas,…
Desde aquí os digo alto claro que mi trabajo no consiste en reñir a la gente. Mi trabajo, como mucho, consiste en asesorar desde el punto de vista médico sobre algunas cuestiones sanitarias que las familias no tienen por qué conocer (vacunaciones, seguimiento del desarrollo psico-motor,…)
No, no y no. Los hijos son vuestros y también las decisiones. Por supuesto la decisión que toma una familia está bien tomada. Ya comenté en otro post cuánto daño podemos hacer los pediatras (puedes leerlo pinchando aquí).
El estilo de crianza es algo muy personal (o familiar). Cada familia tiene el suyo y, por supuesto, piensa que es el mejor.
Un consejo: Disfrutad, disfrutad y disfrutad. La decisión que toma una madre sobre su hijo es siempre la adecuada, simplemente por eso, porque la ha tomado SU MADRE.
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