¿Qué es la sudamina?

 

sudamina

 

Muchas son las familias que habéis acudido en los últimos días refiriendo lo mismo:

“Mire, doctor, como se le ha puesto la piel a mi bebé. Tiene toda la piel llena de puntitos rojos.  ¿Puede ser por el calor? Es que lleva unos días sudando mucho más de lo habitual. ¿No será una varicela, no? Es que en la clase del cole del hermano hay un brote grandísimo”.

Hoy hablaré de la sudamina.

¿Qué es?

Es una erupción o sarpullido de la piel que se produce por la obstrucción de las glándulas sudoríparas. Es por eso que es más frecuente en verano, cuando hace calor y se suda más. Cuando este tipo de erupciones aparecen también en los meses más fríos es un signo claro de que se está abrigando al bebé en exceso.

¿A quién afecta?

Puede aparecer a cualquier edad pero es más frecuente en bebés de pocos meses, generalmente siempre menores de un año.

¿Cómo es la erupción?

Consiste en la aparición de un sarpullido, como pequeños granitos rojos, en las zonas donde más glándulas sudoríparas hay, es decir, la frente, cara, cuello, pecho o espalda.

¿Qué podemos hacer para prevenirlo?

Esta erupción aparece tras haber pasado más calor de lo habitual y haber sudado por lo que para evitar esto habrá que:

  • Evitar el exceso de ropa en los bebés. Existe mucha tendencia a sobreabrigar a los bebés.
  • No utilizar ropa demasiado ajustada (¡¡Me sigo encontrando bebés con body en pleno Julio en Sevilla!!).
  • La habitación donde esté el bebé puede ser refrigerada hasta una temperatura agradable (22-24ºC) utilizando el aire acondicionado (¡¡Sí, sí y sí!! ¡¡Sí se puede utilizar aire acondicionado aunque tengamos un bebé!! Podéis leerlo en este post, pinchando aquí).
  • Evitar sustancias que puedan obstruir las glándulas sudoríparas (talco, cremas demasiado espesas,..)

Y si aparece… ¿cómo debemos tratarlo?

En realidad la sudamina es un proceso transitorio que no suele necesitar ningún tratamiento especial.

Suele ser suficiente con desabrigar un poco al bebé y, si no es suficiente, darle un baño con agua templadita.

En ocasiones, sobre todo en niños con pieles más sensibles o atópicas, podemos llegar a usar algunas cremas para pieles sensibles.

En muy raras ocasiones se produce una irritación de la piel (dermatitis) tan importante que es necesario recurrir a cremas con medicación (generalmente corticoides).

 

Si consideras interesante esta información, compártela.

¿Es recomendable el uso de aire acondicionado con bebés en casa?

aire acondicionado

Os pongo en situación para los que seguís la página desde el otro lado del charco o países o lugares más fresquitos. Mi consulta está en Sevilla. Los que sois de por aquí sabéis que es muy habitual que los termómetros alcancen en estas fechas 40-42ºC por el día (a la sombra) y, lo que es más agobiante aún, hay muchas noches que las temperaturas superan los 30ºC.

Todo lo que sea superar los 25ºC por la noche hace que sea muy difícil la conciliación del sueño.

Bueno pues con todo esto, debo decir que una de las preguntas más repetidas en esta fecha es:

“Doctor, ¿podemos poner el aire acondicionado en casa? Es que no pegamos ojos. Yo me levanto chorreando. El padre ha llegado a salirse a la calle de madrugada y el bebé se lleva toda la noche inquieto, sin ser capaz de conciliar el sueño, pero como solo tiene cuatro meses…”

La respuesta parece evidente, ¿no?

“Pues claro alma de cántaro, si vais a salir cociendo los tres. ¿tú te crees que con 30ºC se puede dormir?”

Si no lees los post hasta el final te diré que claro que sí se puede utilizar el aire acondicionado en casa, aunque haya bebés, ellos también están vivos y sienten frío y calor. Es más, tienen menos desarrollada la capacidad de adaptarse a los cambios de temperatura por lo que si por alguien es importante mantener la temperatura estable y confortable dentro de la calla es por ellos, no por nosotros.

La temperatura de confort es variable de unas personas a otras, pero en general podemos decir que la mayoría de las personas (bebés, niños y adultos) se sienten cómodos a una temperatura que oscila entre los 21-24ºC por el día y los 19-21ºC por la noche

Eso sí, a la hora de utilizar el aire acondicionado debemos tener en cuenta una serie de consideraciones:

  • Lo mejor para los niños es mantener una temperatura estable en toda la casa. No puede ser que la cocina sea un horno y su cuarto una nevera, porque estos cambios bruscos de temperatura, además de ser desagradables, hacen que se irriten las mucosas (de ahí que en verano veamos casi más faringitis y amigdalitis que en invierno).
  • Es conveniente no colocar al bebé justo debajo del chorro del aire frío puesto que esto puede resecar e irritar las mucosas.
  • Conviene también que el grado de humedad del ambiente sea adecuado. Para que el ambiente no se reseque demasiado podemos utilizar un humidificador (como vimos en este post) o simplemente poner un recipiente de agua en el cuarto para que no se reseque el ambiente. Y por otro lado conviene no sobrepasar un 50% de humedad porque eso facilitaría la proliferación de hongos.
  • Es también conveniente mantener limpios los filtros (para evitar pólenes, ácaros, hongos,…)

Por tanto y como consejo-resumen: Si el calor es fuerte utiliza aire acondicionado a una temperatura de 22-24ºC, manteniendo esa temperatura estable (sin apagar y encender continuamente el aparato) y manteniendo en buenas condiciones (filtros limpios).

Por último una consideración:

El uso de ventiladores hace que para una sensación mayor de frescor dirijamos el chorro hacia quien queremos refrescar. La sensación de frescor se produce porque nos da el aire sobre el sudor y éste se evapora. Pero especialmente en niños, sobre todo si son pequeños, aumenta el riesgo de deshidratación.

 

Si piensas que esta información es interesante, compártela.

¿Deben los niños utilizar gafas de sol?

gafas de sol

Empezaré, como otras veces, por el final. A modo de conclusión:

El que un niño utilice gafas de sol “homologadas” es tan importante o más que el aplicarse el protector solar al ir a la playa.

Hoy día para la mayoría de las familias es impensable llevar a sus hijos a la playa sin aplicar el protector solar. Sin embargo, la mayoría de ellos, van sin gafas de sol. Hay estudios que demuestran que menos del 2% de los niños utilizan habitualmente gafas de sol. Tradicionalmente la gafas de sol han sido consideradas más un complemento de moda que un instrumento de salud.

Pues bien, debemos saber que la radiación ultravioleta no es sólo dañina para la piel sino también para la vista. Los ojos de los niños, cuyo desarrollo no se completa hasta los 25 años, son hasta 20 veces más sensibles que la piel ante los rayos solares.

Los motivos que hacen que las radiaciones solares afecten más a los ojos de los niños que a los de los adultos son básicamente:

  • Las pupilas de los niños son más grandes que las de los adultos, dejando entrar, por tanto, mayor radiación al interior del ojo
  • El cristalino de los niños es muy frágil y poco eficaz a la hora de filtrar la radiación ultravioleta, dejando el cristalino de un niño de 12 meses pasar hasta el 90% de los rayos UVA y el 50% de los UVB.
  • La pigmentación de los ojos de los niños es también menor que la de los adultos permitiendo, también, mayor entrada de radiación al interior del ojo.

El problema,  además, es que al igual que al igual que en la piel la radiación es acumulativa. Se ha visto que hasta el 80%  de la radiación acumulada en los ojos se produce antes de los 18 años.

La conclusión final es que toda esta radiación acumulativa en los ojos acabará provocando enfermedades en la edad adulta como la degeneración macular o cataratas.

Para que podamos valorar la importancia del tema os doy un dato: de los 16 millones de casos de ceguera que todos los años se registran como consecuencia de cataratas o glaucoma, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 20% se debe a la sobreexposición a la radiación.

Con todos estos datos parece evidente que es muy importante que los niños utilicen gafas de sol.

Pero para tener garantía de que las gafas son apropiadas hay que tener en cuenta que:

  • Conviene adquirirlas en ópticas o centros autorizados.
  • En las gafas debe figurar el sello de la Comunidad Europea (CE).
  • Debe también quedar bien claro cuál es el índice de protección de dichas gafas. De las 5 categorías de filtros de protección solar, para los niños se recomienda, al menos, un índice de protección 3 (fuerte) para asegurar que filtran adecuada y suficientemente la radiación ultravioleta.
  • De entre todas las gafas que cumplan estos requisitos, el niño debe elegir cuál son las que más le gustan ya que esto hará que el niño sea menos reticente a ponérselas.

Comparte esta información si consideras que es importante proteger los ojos de nuestros hijos

¿Cuál es el protector solar más adecuado para mi hijo?

protector solar

Ya el año pasado sobre estas fechas escribí un post en el que podéis repasar cuáles son los rayos responsables de los efectos perjudiciales del sol, los tipos de pieles que existen y cuáles son las de mayor riesgo, los lugares con mayor riesgo a la hora de exponernos al sol, una serie de medidas para proteger la piel del sol,… El post se titulaba “Yo te doy cremita… Tú me das cremita” y lo podéis leer pinchando aquí.

En el post de hoy me centraré en los protectores solares.

¿Qué tipos de fotoprotectores existen?

  • De filtros físicos: Su protección se deben a crean una barrera física protectora, que refleja la radiación, como si fueran un espejo. Son muy densos, por lo que se extienden con mayor dificultad. Y son opacos (blancos), es decir, después de aplicarlos queda la piel cubierta por una capa blanca.
  • De filtros químicos: Su protección se debe a que contienen sustancias químicas que absorben la radiación solar, transformándola en no dañina. Son transparente, por lo que estéticamente no se notan.
  • Mixtos: son filtros que combinan los anteriores.

¿Qué indica el número?

Es el factor de protección solar (FPS). Nos informa de la protección frente a los rayos UV de tipo B, que son los mayores responsables de los efectos perjudiciales del sol (quemaduras, cáncer,…).

Es recomendable utilizar un FPS como mínimo de 30, pero yo recomendaría que en niños utilizáramos siempre FPS 50.

Lo que nos dará una mayor confianza y garantía en un protector solar es que especifique claramente el FPS, y sobre todo si éste ha sido asignado con el método COLIPA.

¿Cuál es el fotoprotector más adecuado?

Los mejores protectores solares son los mixtos ya que “paran” la radiación solar por dieferentes mecanismos. Pero en los niños, sobre todos los pequeños, los más recomendables son los de filtros físicos, ya que no se absorben.

En los menores de 6 meses lo mejor es no exponerlos al sol. Para ellos los mejores protectores solares son la ropa y la sombrilla. Pero si esto no fuese posible lo mejor es aplicar filtros físicos, y siempre de FPS 50.

¿Cómo debemos aplicarlos?

– Aplicar 20-30 minutos antes de la exposición solar.

– Aplicar una cantidad generosa sobre la piel seca.

– Aplicar en todas las zonas de piel que van a quedar expuestas (incluidos pies, orejas, cuello y labios)

Renovar cada 2-3 horas, o antes si el niño se está bañando o sudando mucho.

 

Comparte esta información si piensas que es de interés.

El olor de los recuerdos.

OLORES

La situación vivida esta tarde en la consulta me transportó a “oler” mi infancia.

Normalmente el llanto de los bebés de entre 12 y 18 meses en la camilla, mientras los exploramos, pone muy nerviosos a los familiares. Pues esta tarde, mientras intentaba explorar a una niña de 15 meses con un llanto inconsolable, su madre, muy tranquila, como saboreando el momento, me mira y me dice:

“Doctor, este llanto me recuerda a mi infancia.”

Y yo: “Claro, es que a esta edad a ningún niño le gusta sentirse agredido por un extraño. ¿Tiene usted algún trauma de su infancia?”.

Y ella nuevamente muy tranquila: “¡No, qué va! Es que mi madre era pediatra y tenía una consulta en casa. Entonces, recuerdo mientras jugaba en mi casa, escuchar continuamente los llantos de los niños en la consulta de mi madre”.

En ese momento reconozco que, aunque me llamó mucho la atención que el llanto de bebés fuera un recuerdo de su infancia, no dije nada.

Al terminar la consulta me puse a pensar si yo tenía algún ruido que hubiese marcado mi infancia pero todo lo que me venían eran olores.

Aún recuerdo el olor de mi padre llegaba de trabajar del campo. Él es agricultor y dependiendo de la época del año, después del trabajo, olía diferente. Recuerdo especialmente, en verano, el olor a trigo, a paja, a espigas. Aun cierro los ojos y soy capaz de olerlo con la misma intensidad que entonces.

Otro olor que soy capaz de recordar de una forma muy intensa, con sólo cerrar los ojos y hacer una inspiración profunda, es el olor del pan de la casa de mi abuela. Ella guardaba el pan en una tinaja de barro, que le daba al pan un sabor, y sobre todo un olor, muy característico a barro. Recuerdo cómo muchas tardes muchos de mis primos y yo nos arremolinábamos alrededor de mi abuela para que nos preparase la merendilla. Casi había pelea por ir a la tinaja a por el pan. Sí, con sólo cerrar los ojos veo a mi abuela diciéndome “A ver, José Mari, tú quieres el queso con pan de miajón o de regañón” y soy capaz de oler aquel pan.

El sentido del olfato nos permite “saborear” muy intensamente algunos momentos.

Ya hablé en otro post de esta experiencia sensorial: “¿A qué huelen los hijos?”. Puedes leerlo pinchando aquí.

¿T tú? ¿Recuerdas algún olor, ruido, sabor,…de tu infancia?

¿Quieres compartirlo?

El “corte de digestión”.

niño corte digestión

Os pongo en situación. Más de una se verá reflejada porque sois muchas las que me lo habéis preguntado de una u otra manera en la consulta en los últimos días.

Padres lanzándome un guante para que sea yo quien regañe al niño:

Doctor, dígaselo usted. ¿verdad que no puede bañarse hasta pasadas dos horas después de haber terminado de comer?”

Y yo con cara de sorpresa:

¡¿Como?! ¿Aún seguimos con el falso mito de las dos horas de digestión? ¿No hubo bastantes horas de baño perdidas en nuestra generación para continuar martirizando a nuestros hijos?”

Ya escribí hace unos meses de algo similar en el post de “¿Se puede bañar un bebé después de comer? Lo podéis leer pinchando aquí.

Voy a aclarar el tema del corte de digestión.

El nombre real de lo que todos conocemos como “corte de digestión” es “síncope de hidrocución”.

Consiste realmente en que al sumergirnos en agua, por el reflejo de inmersión, sobre todo si ésta está fría, la diferencia de temperatura provoca una reacción tal en el cuerpo que se inhibe la respiración y la circulación sanguínea, que puede provocar un síncope.

Todos hemos tenido la desagradable experiencia de que de pronto el agua de la ducha esté “helada” y tener la sensación de que no podemos respirar, ¿verdad?

Pues eso, eso mismo, pero más exagerado. Podemos llegar a sincoparnos (marearnos).

Los niños más mayorcitos y los adultos pueden sentir escalofríos, nauseas, visión borrosa y zumbidos en los oídos previamente al mareo.

La cuestión es que si nos mareamos en ducha puede que nos demos un buen golpe, pero no más. Pero si el síncope o mareo ocurre en el mar, en la piscina o en cualquier otra zona de baño nos podremos ahogar. Sería un ahogamiento por corte de digestión.

Cuanto más marcada es la diferencia entre la temperatura corporal y la del agua más probable es que se produzca. Es precisamente ahí donde surge el falso mito porque es cierto que tras la comida, por la propia digestión, aumenta la temperatura corporal (especialmente si nos damos un “homenaje”) y, por tanto, aumentan las probabilidades de que si nos sumergimos bruscamente en agua fría se produzca un síncope por hidrocución. Pero el proceso nada tiene que ver con la digestión sino con el cambio brusco de temperatura.

El síncope se puede producir por el propio calentamiento corporal del verano, por haber practicado ejercicio físico intenso,… o por muchas otra causas. Nada tiene que ver la digestión.

Por tanto, y como consejo, para prevenir el “corte de digestión” lo que hay que hacer es evitar la exposición prolongada al sol, la práctica de ejercicio físico intenso antes del baño, evitar comidas muy copiosas antes del baño, evitar la entrada brusca en agua fría.

Se debe entrar poco a poco, mojándose la nuca y las muñecas, para que el cuerpo se vaya adaptando poco a poco a la temperatura del agua.

Si consideras importante esta información, compártela.

Tu hijo no es el mejor hijo por… ni tu mejor la mejor madre por…

madre hijo

Tu hijo no es el mejor hijo por…

comer cada 3 horas desde el primer día,

ni por aguantar toda la noche del tirón desde que tenía dos meses,

ni por ser muy risueño,

ni por comer estupendamente todos sus pures,

ni por obedecer sin rabietas,

ni por sacar buenas notas en el cole,

ni por ser el mejor de su equipo de futbol,

Los que comen cada hora,

los que se despiertan por la noche cincuenta veces,

los malos comedores,

los llorrones,

los que tiene muchas rabietas,

los que sacan malas notas,

los que no son titulares en le equipo de futbol,

también son los mejores hijos para sus madres.

Porque un hijo es un hijo, y sólo por eso ya es el mejor hijo del mundo.

Eso no depende de la comida, ni del sueño, ni de las notas,…

Tú no eres la mejor madre del mundo por…

haberle dado el pecho durante diez meses,

ni por haber renunciado a tus aspiraciones profesionales,

ni por haber pedido una excedencia para cuidarlo en casa,

ni por llevarlo de la mano al colegio cada día,

Las que dieron biberón,

las que continuaron sus sueños laborales,

las que llevaron a su hijo a la guardería,

las que no pudieron llevarlos de la mano cada día al cole,

también son las mejores madres para sus hijos.

Porque una madre es una madre, y sólo por eso ya es la mejor madre del mundo.

Eso no depende de la lactancia, ni de la guarde,…

Sólo una cosa es segura:

Tú eres la mejor madre del mundo para tu hijo y

tu hijo es el mejor hijo del mundo para ti.

Valorar los pequeños detalles…

mamá cáncer y bebe

Recientemente la madre de unos hermanitos que veo habitualmente en mi consulta ha sido diagnosticada de cáncer.

No es el primer caso de los últimos meses, pero siempre te coge por sorpresa. En el momento que te enteras no sabes muy bien qué decir. Necesito, como cualquiera, tiempo para digerir cualquier mala noticia.

El problema en ese momento es que la consulta has de terminarla con “dignidad”. El paciente siguiente no tiene por qué enterarse de qué ha ocurrido en la consulta del paciente anterior. En cierto modo una consulta médica es como un confesionario. Por muy dramático que sea un tema comparado con otro a cada cual le importan sus problemas. La consulta tiene que seguir.  Debes intentar contagiarte rápidamente de la afortunada banalidad de la mayoría de las consultas e, incluso, terminar la consulta con una sonrisa.

Sí, puedes continuar esforzándote al llegar a casa. Intentar que los “problemas” de la gente no afecten a tu familia. Y casi lo puedes conseguir. Puedes preparar la cena, bailar con tus hijos en la cocina, contarles un cuento, arroparles, darles un beso e irte a la cama.

El problema, en ocasiones, es que cuando parece que ya superaste el mal bache del día y intentas dormir aparece en tu cama una señora muy preguntona que se llama conciencia y te suelta:

“¿Te acuerdas de la madre de…? Sí, la del cáncer, la de esta tarde. ¿Entendiste bien todos sus miedos? Es normal que esa mamá estuviese muy preocupada, ¿verdad? Preocupada por la incertidumbre de su diagnóstico y de su evolución. Preocupada por cuál será su tratamiento (cirugía, quimioterapia o radioterapia) y preocupada por saber si será capaz de tolerarlos. Preocupada por si le quedarán secuelas. Preocupada, al fin y al cabo, por su vida. Preocupada por la eventualidad de un desenlace fatal.”

Y la señora conciencia te insiste:

“Pero no tenía sólo esas sus preocupaciones. ¿Te diste cuenta? Estaba atormentada porque su enfermedad no frustrase su maternidad. Le aterraba pensar cómo influiría su enfermedad en la vida de sus hijos. Pedía a gritos que alguien le ayudase a hacer entender a sus hijos que aunque mamá algunos días no estuviese en casa (eran previsibles bastantes ausencias para las cirugías, sesiones de quimioterapia,…) la dinámica familiar no se viese muy afectada. Recuerdas cuando te preguntó: Y ahora José María, ¿quién dormirá a mi chica? Si ella sólo sabe dormirse en mis brazos. Te estaba mostrando que son muchos los pequeños detalles que muchas veces los médicos no valoráis cuando hacéis un diagnóstico”.

Y la conciencia te vuelve a insistir una vez más:

“¿Te diste cuenta cuando te preguntó cómo debía contárselo al mayor, al de cinco años? ¿Te diste cuenta cómo trago saliva su pareja en ese momento? ¿Te diste cuenta que en ese momento ya no pudo contener las lágrimas? De la misma manera que intentas tú en la consulta que no se noten las preocupaciones de un paciente para el siguiente, esa madre pretendía que no se afectase la dinámica familiar durante la recuperación del postoperatorio y los días tras las sesiones de quimioterapia, como si a mamá no le pasase nada. Quería y deseaba muy fuertemente que ya que la enfermedad estaba truncando su maternidad, no se afectase la crianza de sus hijos.”

Cuando todo el mundo duerme continúas pensando y te vas dando cuenta que la persona  que se encuentran en una situación límite valora cosas muy cotidianas, valora los pequeños detalles de cada día, valora el tiempo de “estar” en familia, un beso, un abrazo, una sonrisa,…

 

Con estas situaciones te das cuenta que la felicidad no debe ser el objetivo sino el camino hacia ella.

 

Carpe diem. Disfrutemos de nuestros hijos.