De móviles y Pokémon…

pokemon go

¿Qué podemos esperar de una sociedad cuyos adultos se dedican a cazar Pokémon a través del móvil?

No, hoy no voy a escribir sobre la escarlatina, ni la mononucleosis,… ni siquiera del apego, ni de ningún tema pediátrico puramente pero es que veo que, a diario, ocurren cosas increíbles. Es cierto que la realidad supera, con creces, a la ficción.

El problema es que esta realidad, que en otros tiempos sería ciencia ficción (de la güena) es el mundo donde se están criando nuestros hijos, el futuro de mañana.

Muchas veces pienso cuando mi abuelo me contaba con cara de fascinación lo increíble que le parecía que el hombre hubieses creado una cosechadora de cereales: “¿Sabes, José Mari? Cuando me lo contaron no me quería creer. Dicen que hay una máquina que llega al campo y se lo traga todo, las espigas enteras, con la paja, el pasto y todo y…es capaz de separarlo, quedando los granos limpios  por un lado y la paja por otro”. Esto fue un gran adelanto en el mundo del campo. La inteligencia humana al servicio del progreso de la sociedad. Esto liberó a muchas personas de un gran esfuerzo físico en la época de la cosecha del cereal.

Este es un ejemplo, pero podría poner muchos otros, para cada profesión.

Si esto emocionaba a este buen hombre, mi abuelo, imaginaros qué hubiese sentido si hubiese visto que un hombre puede ir al campo con un móvil en el bolsillo y, desde cualquier lugar, puede hacer una llamada a quien quiera. Sí, a quien quiera, porque hoy día todo el mundo llevamos un móvil dentro del bolsillo. Pensaría que es un gran invento. Otra vez la inteligencia humana al servicio del hombre.

Pero… ¿qué pensaría si le contase que hoy día mucha gente se dedica a cazar pokemon a través de esos móviles?

¡¡¡Estamos locos!!! ¡¡¡Pobre sociedad!!!

Ya he hablado en otros post sobre en qué momento no hemos vuelto locos,… (podéis leerlo pinchando aquí).

Pero creo que esto de los Pokémon es ya lo que me faltaba por ver.

Creo que este maldito invento esta cambiando el mundo. Comenzó siendo una gran ventana que se abría delante de nosotros. Mirando a través de esa pantalla, era como una ventana mágica a través de la cual podíamos ver todo el mundo…. Pero está llegando un momento que está sucediendo lo contario, lejos de ampliarnos la visión del mundo exterior, lo que hace es ponernos unas anteojeras, como si fuésemos burros (bueno, quizás eso es lo que somos), y nos reduce el campo de visión. Nos estamos perdiendo lo real y vivimos a través de una pantallita de 5 pulgadas. ¿y luego queremos que nuestro hijo no nos pida el móvil?

Es como estar mirando por la parte equivocada del embudo. En lugar de mirar a través del agujero pequeño y contemplar el maravilloso mundo exterior, estamos mirando por el agujero grande, reduciendo nuestro mundo a un minúsculo agujero (o pantalla).

Hoy día se dan más besos con los emoticonos del Whatsapp que en la mejilla, y peor todavía, que en los labios.

Venga, que levante la mano quien no se acuesta con su pareja y se lleva media hora, tirando por lo bajo, mirando “el wasap”, “el feisbu”, … ¿¡¡Así cómo va a haber temita!!? ¿¡¡Cómo vamos a aumentar la natalidad!!?.

Cada vez que escribo sobre un tema de estos parezca el abuelo Cebolleta, pero es que esto de los Pokémon reconozco que me ha superado.

Feliz día, y deseo que esta noche cuando vayáis a la cama con vuestra pareja dejéis los móviles en el salón.

La maternidad y sentimiento de culpa.

madre culpable

“Doctor, sé que me vas a reñir pero… yo ya le he metido la fruta”. Me decís muchas mamás mirando al padre como diciendo… “vamos, cari (o calzonazos), di por lo menos que fue una decisión que tomamos entre los dos”.

“Doctor, no debería haberlo hecho pero… ya lo he pasado a la silla. Sé que te lo debería haber consultado antes pero es que ya lo veía que no cabía en el capazo”. Y os quedáis mirándome para ver cuál es mi reacción. Como si yo en ese momento fuese a levantarme y decir “¡¡¡¡No, no y no!!!! ¡¡¡¡ Muy mal!! ¡¡¿¿Pero cómo os habéis atrevido a tomar una decisión sobre vuestro hijo sin consultarme??!!

“Doctor, no me riñas pero… ya le he quitado el pecho. Es que veía que no se saciaba y mi suegra y su hijo, mi marido (en ese momento mira para todos los lados en la consulta para asegurarse una vez más que no están allí y se puede desahogar) no paraban de decirme que mi leche no le alimentaba”.

Y eso por no hablar de las madres que el día que viene solas (sin maridos, sin amigas, sin suegras, sin cuñadas, …) se desahogan.

Podría poner mil ejemplos más. Creo que sabéis de lo que estoy hablando, ¿no?

Me llama mucho la atención la capacidad que tienen muchas madres de asumir la culpa de situaciones de las cuales no son, en absoluto, responsables.

Como si no tuvieran ya bastante con el sentimiento de inseguridad de estar haciendo adecuadamente o no las cosas, las madres se erigen desde el mismo momento del parto, no sé por qué mecanismo (no sé si con el último empujón del expulsivo, si en el alumbramiento,…) en  las reinas y señoras de LA CULPA.  A partir  de ese momento cualquier cosa que no salga como se pensaba (el niño duerme mal, tiene rabietas, es un mal comedor, …) la culpa será de mamá.

Pena. Sí, mucha pena me da escuchar esas retahílas que me contáis empezando «Doctor, ya se que no lo debería…» Dan idea de cuánto sufre una madre por cada decisión que toma.

Ya sabéis, todas las vecinas del 4º tienen unos que duermen del tirón todas las noches, todas las abuelas fueron las mejores cuidadores que consiguieron que sus hijos se comiesen hasta la última cucharada del plato de lentejas antes de levantarse de la mesa, todas las amigas (si se pueden llamar así) tienen niños que nunca se ponen malos,  todas las cuñadas dieron el pecho sin problemas, sin grietas, sin dolor, sin dudas,…

Desde aquí os digo alto claro que mi trabajo no consiste en reñir a la gente. Mi trabajo, como mucho, consiste en asesorar desde el punto de vista médico sobre algunas cuestiones sanitarias que las familias no tienen por qué conocer (vacunaciones, seguimiento del desarrollo psico-motor,…)

No, no y no. Los hijos son vuestros y también las decisiones. Por supuesto la decisión que toma una familia está bien tomada. Ya comenté en otro post cuánto daño podemos hacer los pediatras (puedes leerlo pinchando aquí).

El estilo de crianza es algo muy personal (o familiar). Cada familia tiene el suyo y, por supuesto, piensa que es el mejor.

Un consejo: Disfrutad, disfrutad y disfrutad. La decisión que toma una madre sobre su hijo es siempre la adecuada, simplemente por eso, porque la ha tomado SU MADRE.

Comparte esta entrada si te has sentido identificada.

 

Cada beso que no se da, se ha perdido para siempre.

 

mama besa a bebe

Cada día que pasa, no vuelve.

Cada beso que no se da, se ha perdido para siempre.

Cada hora que pasa, no vuelve.

Cada abrazo reprimido, se esfuma para siempre.

Cada minuto que pasa, no vuelve.

Cada te quiero no pronunciado, no será escuchado por siempre.

 

Disfrutad al máximo cada día, cada momento. Disfrutad en el trabajo, con los compañeros, con los amigos y, sobre todo, con la familia.

No esperad a las vacaciones para disfrutar.

Haced de lo ordinario algo extraordinario.

 

Hay momentos en los cuales a uno se le hace muy evidente el inexorable paso del tiempo.

Este año, mientras pasaba unos días en la playa, tuve que ir a una farmacia a por un bote de apiretal porque mi bebé estaba muy incómoda con los dientes. Sí, ya con los dientes. En esa misma farmacia compraba el año pasado un test de gestación con el que  supe que iba a ser, de nuevo, padre. Y un año después, ya estábamos con los dientes.

En ese momento me di cuenta de que había cosas que ya no iban a volver: al año que viene “la del apiretal” estará destrozando los castillos que los hermanos hagan, ya no comerá teta, querrá comer sandía como sus hermanos,…

En ocasiones nos entran prisas porque nuestros hijos crezcan y se hagan mayores, pero cuando van creciendo sentimos nostalgia de cuando eran pequeños.

Con este mi tercer hijo, mi mujer me repite continuamente que esta vez le está costando mucho más trabajo la lactancia. Y lo entiendo. Ya hablé en otro post del precio de la maternidad.  Imaginad  su situación: Dos terremotos incansables de 7 y 5 años (con sus juegos, sus peleas,…) y una bebé de 5 meses a una teta pegada. Pero también en es cierto que me repite continuamente  que le dará mucha pena esta vez cuando tenga que dejar la lactancia porque ahora sí, con mucha seguridad, la lactancia se habrá acabado para siempre.

Rescatar la ropa de los hermanos para la pequeña hace que revivas momentos ya pasados. Los puedes recordar con tanta intensidad que eres capaz de oler aquel momento. Y eso es muy placentero.

Pero cuando vuelves a guardar esa ropa te invade la tristeza. Sabes que ya no volverás a tener que utilizarla, estás sepultando esa etapa, PARA SIEMPRE.

Ya no habrá más ropita de primera postura, ya no habrá más bodies de la talla cero, ya no habrá más patucos, ya está guardado para siempre el capazo, ya no habrá que dar más veces la teta a media noche,… y así continuamente. Ya no se soplarán más velitas del uno, ya los DVD de Mickey Mouse serán guardados para siempre, no sonará más veces el Cantajuegos, no habrá más “su primer día de cole”,…

En ocasiones me gustaría volver a achuchar al de 7 años como lo hago ahora con la de 5 meses. Me gustaría que la de 5 años me mirase como me mira la de 5 meses, que se le ilumina la cara cada vez que me ve. Inocente, muy inocente.

Vivimos tan deprisa que no saboreamos los momentos. Vivimos la maternidad como una carga, difícil de compatibilizar con los trabajos. Eso hace que no lo disfrutemos como se merece. A veces deseamos que los niños crezcan rápido y se hagan independientes, pero qué madre no siente un vuelco en el corazón cuando encuentra en un armario, sin esperarlo, esos “sus primeros patucos”.

 

Aprovechad y disfrutad cada momento.

No tened prisa de que vuestros hijos crezcan y, sobre todo, que no se queden en el tintero ningún beso, ningún abrazo, ningún “te quiero” porque se habrán perdido para siempre.

Si te ha gustado esta entrada, compártela.

 

¿Es recomendable el uso de aire acondicionado con bebés en casa?

aire acondicionado

Os pongo en situación para los que seguís la página desde el otro lado del charco o países o lugares más fresquitos. Mi consulta está en Sevilla. Los que sois de por aquí sabéis que es muy habitual que los termómetros alcancen en estas fechas 40-42ºC por el día (a la sombra) y, lo que es más agobiante aún, hay muchas noches que las temperaturas superan los 30ºC.

Todo lo que sea superar los 25ºC por la noche hace que sea muy difícil la conciliación del sueño.

Bueno pues con todo esto, debo decir que una de las preguntas más repetidas en esta fecha es:

“Doctor, ¿podemos poner el aire acondicionado en casa? Es que no pegamos ojos. Yo me levanto chorreando. El padre ha llegado a salirse a la calle de madrugada y el bebé se lleva toda la noche inquieto, sin ser capaz de conciliar el sueño, pero como solo tiene cuatro meses…”

La respuesta parece evidente, ¿no?

“Pues claro alma de cántaro, si vais a salir cociendo los tres. ¿tú te crees que con 30ºC se puede dormir?”

Si no lees los post hasta el final te diré que claro que sí se puede utilizar el aire acondicionado en casa, aunque haya bebés, ellos también están vivos y sienten frío y calor. Es más, tienen menos desarrollada la capacidad de adaptarse a los cambios de temperatura por lo que si por alguien es importante mantener la temperatura estable y confortable dentro de la calla es por ellos, no por nosotros.

La temperatura de confort es variable de unas personas a otras, pero en general podemos decir que la mayoría de las personas (bebés, niños y adultos) se sienten cómodos a una temperatura que oscila entre los 21-24ºC por el día y los 19-21ºC por la noche

Eso sí, a la hora de utilizar el aire acondicionado debemos tener en cuenta una serie de consideraciones:

  • Lo mejor para los niños es mantener una temperatura estable en toda la casa. No puede ser que la cocina sea un horno y su cuarto una nevera, porque estos cambios bruscos de temperatura, además de ser desagradables, hacen que se irriten las mucosas (de ahí que en verano veamos casi más faringitis y amigdalitis que en invierno).
  • Es conveniente no colocar al bebé justo debajo del chorro del aire frío puesto que esto puede resecar e irritar las mucosas.
  • Conviene también que el grado de humedad del ambiente sea adecuado. Para que el ambiente no se reseque demasiado podemos utilizar un humidificador (como vimos en este post) o simplemente poner un recipiente de agua en el cuarto para que no se reseque el ambiente. Y por otro lado conviene no sobrepasar un 50% de humedad porque eso facilitaría la proliferación de hongos.
  • Es también conveniente mantener limpios los filtros (para evitar pólenes, ácaros, hongos,…)

Por tanto y como consejo-resumen: Si el calor es fuerte utiliza aire acondicionado a una temperatura de 22-24ºC, manteniendo esa temperatura estable (sin apagar y encender continuamente el aparato) y manteniendo en buenas condiciones (filtros limpios).

Por último una consideración:

El uso de ventiladores hace que para una sensación mayor de frescor dirijamos el chorro hacia quien queremos refrescar. La sensación de frescor se produce porque nos da el aire sobre el sudor y éste se evapora. Pero especialmente en niños, sobre todo si son pequeños, aumenta el riesgo de deshidratación.

 

Si piensas que esta información es interesante, compártela.

El olor de los recuerdos.

OLORES

La situación vivida esta tarde en la consulta me transportó a “oler” mi infancia.

Normalmente el llanto de los bebés de entre 12 y 18 meses en la camilla, mientras los exploramos, pone muy nerviosos a los familiares. Pues esta tarde, mientras intentaba explorar a una niña de 15 meses con un llanto inconsolable, su madre, muy tranquila, como saboreando el momento, me mira y me dice:

“Doctor, este llanto me recuerda a mi infancia.”

Y yo: “Claro, es que a esta edad a ningún niño le gusta sentirse agredido por un extraño. ¿Tiene usted algún trauma de su infancia?”.

Y ella nuevamente muy tranquila: “¡No, qué va! Es que mi madre era pediatra y tenía una consulta en casa. Entonces, recuerdo mientras jugaba en mi casa, escuchar continuamente los llantos de los niños en la consulta de mi madre”.

En ese momento reconozco que, aunque me llamó mucho la atención que el llanto de bebés fuera un recuerdo de su infancia, no dije nada.

Al terminar la consulta me puse a pensar si yo tenía algún ruido que hubiese marcado mi infancia pero todo lo que me venían eran olores.

Aún recuerdo el olor de mi padre llegaba de trabajar del campo. Él es agricultor y dependiendo de la época del año, después del trabajo, olía diferente. Recuerdo especialmente, en verano, el olor a trigo, a paja, a espigas. Aun cierro los ojos y soy capaz de olerlo con la misma intensidad que entonces.

Otro olor que soy capaz de recordar de una forma muy intensa, con sólo cerrar los ojos y hacer una inspiración profunda, es el olor del pan de la casa de mi abuela. Ella guardaba el pan en una tinaja de barro, que le daba al pan un sabor, y sobre todo un olor, muy característico a barro. Recuerdo cómo muchas tardes muchos de mis primos y yo nos arremolinábamos alrededor de mi abuela para que nos preparase la merendilla. Casi había pelea por ir a la tinaja a por el pan. Sí, con sólo cerrar los ojos veo a mi abuela diciéndome “A ver, José Mari, tú quieres el queso con pan de miajón o de regañón” y soy capaz de oler aquel pan.

El sentido del olfato nos permite “saborear” muy intensamente algunos momentos.

Ya hablé en otro post de esta experiencia sensorial: “¿A qué huelen los hijos?”. Puedes leerlo pinchando aquí.

¿T tú? ¿Recuerdas algún olor, ruido, sabor,…de tu infancia?

¿Quieres compartirlo?

Tu hijo no es el mejor hijo por… ni tu mejor la mejor madre por…

madre hijo

Tu hijo no es el mejor hijo por…

comer cada 3 horas desde el primer día,

ni por aguantar toda la noche del tirón desde que tenía dos meses,

ni por ser muy risueño,

ni por comer estupendamente todos sus pures,

ni por obedecer sin rabietas,

ni por sacar buenas notas en el cole,

ni por ser el mejor de su equipo de futbol,

Los que comen cada hora,

los que se despiertan por la noche cincuenta veces,

los malos comedores,

los llorrones,

los que tiene muchas rabietas,

los que sacan malas notas,

los que no son titulares en le equipo de futbol,

también son los mejores hijos para sus madres.

Porque un hijo es un hijo, y sólo por eso ya es el mejor hijo del mundo.

Eso no depende de la comida, ni del sueño, ni de las notas,…

Tú no eres la mejor madre del mundo por…

haberle dado el pecho durante diez meses,

ni por haber renunciado a tus aspiraciones profesionales,

ni por haber pedido una excedencia para cuidarlo en casa,

ni por llevarlo de la mano al colegio cada día,

Las que dieron biberón,

las que continuaron sus sueños laborales,

las que llevaron a su hijo a la guardería,

las que no pudieron llevarlos de la mano cada día al cole,

también son las mejores madres para sus hijos.

Porque una madre es una madre, y sólo por eso ya es la mejor madre del mundo.

Eso no depende de la lactancia, ni de la guarde,…

Sólo una cosa es segura:

Tú eres la mejor madre del mundo para tu hijo y

tu hijo es el mejor hijo del mundo para ti.

Valorar los pequeños detalles…

mamá cáncer y bebe

Recientemente la madre de unos hermanitos que veo habitualmente en mi consulta ha sido diagnosticada de cáncer.

No es el primer caso de los últimos meses, pero siempre te coge por sorpresa. En el momento que te enteras no sabes muy bien qué decir. Necesito, como cualquiera, tiempo para digerir cualquier mala noticia.

El problema en ese momento es que la consulta has de terminarla con “dignidad”. El paciente siguiente no tiene por qué enterarse de qué ha ocurrido en la consulta del paciente anterior. En cierto modo una consulta médica es como un confesionario. Por muy dramático que sea un tema comparado con otro a cada cual le importan sus problemas. La consulta tiene que seguir.  Debes intentar contagiarte rápidamente de la afortunada banalidad de la mayoría de las consultas e, incluso, terminar la consulta con una sonrisa.

Sí, puedes continuar esforzándote al llegar a casa. Intentar que los “problemas” de la gente no afecten a tu familia. Y casi lo puedes conseguir. Puedes preparar la cena, bailar con tus hijos en la cocina, contarles un cuento, arroparles, darles un beso e irte a la cama.

El problema, en ocasiones, es que cuando parece que ya superaste el mal bache del día y intentas dormir aparece en tu cama una señora muy preguntona que se llama conciencia y te suelta:

“¿Te acuerdas de la madre de…? Sí, la del cáncer, la de esta tarde. ¿Entendiste bien todos sus miedos? Es normal que esa mamá estuviese muy preocupada, ¿verdad? Preocupada por la incertidumbre de su diagnóstico y de su evolución. Preocupada por cuál será su tratamiento (cirugía, quimioterapia o radioterapia) y preocupada por saber si será capaz de tolerarlos. Preocupada por si le quedarán secuelas. Preocupada, al fin y al cabo, por su vida. Preocupada por la eventualidad de un desenlace fatal.”

Y la señora conciencia te insiste:

“Pero no tenía sólo esas sus preocupaciones. ¿Te diste cuenta? Estaba atormentada porque su enfermedad no frustrase su maternidad. Le aterraba pensar cómo influiría su enfermedad en la vida de sus hijos. Pedía a gritos que alguien le ayudase a hacer entender a sus hijos que aunque mamá algunos días no estuviese en casa (eran previsibles bastantes ausencias para las cirugías, sesiones de quimioterapia,…) la dinámica familiar no se viese muy afectada. Recuerdas cuando te preguntó: Y ahora José María, ¿quién dormirá a mi chica? Si ella sólo sabe dormirse en mis brazos. Te estaba mostrando que son muchos los pequeños detalles que muchas veces los médicos no valoráis cuando hacéis un diagnóstico”.

Y la conciencia te vuelve a insistir una vez más:

“¿Te diste cuenta cuando te preguntó cómo debía contárselo al mayor, al de cinco años? ¿Te diste cuenta cómo trago saliva su pareja en ese momento? ¿Te diste cuenta que en ese momento ya no pudo contener las lágrimas? De la misma manera que intentas tú en la consulta que no se noten las preocupaciones de un paciente para el siguiente, esa madre pretendía que no se afectase la dinámica familiar durante la recuperación del postoperatorio y los días tras las sesiones de quimioterapia, como si a mamá no le pasase nada. Quería y deseaba muy fuertemente que ya que la enfermedad estaba truncando su maternidad, no se afectase la crianza de sus hijos.”

Cuando todo el mundo duerme continúas pensando y te vas dando cuenta que la persona  que se encuentran en una situación límite valora cosas muy cotidianas, valora los pequeños detalles de cada día, valora el tiempo de “estar” en familia, un beso, un abrazo, una sonrisa,…

 

Con estas situaciones te das cuenta que la felicidad no debe ser el objetivo sino el camino hacia ella.

 

Carpe diem. Disfrutemos de nuestros hijos.

¿Cuánto cuesta ser madre?

madre preocupada

No, no es este un post de economía. No voy a hablar de cuántos pañales gasta un bebé cada día, ni cuánto cuestan las vacunas, ni la ropa del bebé, ni el carrito, ni las veinte mil cosas más que lleva asociado el nacimiento de un bebé.

Todo esto es caro, sí. Pero hay un coste mayor, el de la maternidad.

Ni que decir tiene que EL ALTÍSIMO COSTE DE LA MATERNIDAD SE VERÁ DE SOBRA RECOMPENSADO CON TODO LO QUE UN HIJO APORTARÁ.

Pero hay una parte negativa en ser madre.

Los hombres lo vivimos de una manera diferente: ser padre, reconozcámoslo, es más fácil.

Pero ser madre, desde el mismo momento en que una mujer se lo plantea, supone muchas renuncias. El simple hecho de plantearte ser madre, tal y como tenemos planteada la sociedad actual, supone en sí mismo renunciar laboralmente a muchas cosas, a muchas aspiraciones.

La mayoría de las mujeres trabajadoras sufren (muchas veces en silencio) con simplemente pensar cómo lo dirán en el trabajo, cómo se lo tomará su jefe, como se lo tomarán sus compañeros y, peor aún, cómo se lo tomarán sus compañeras (a veces, parece mentira, son las propias compañeras quienes más critican la futura maternidad de una compañera)

En el mismo momento que una mujer se entera de que está embarazada, junto con la superalegría del milagro de la vida, empieza a sentir otros miedos: ¿cómo toleraré el embarazo?, ¿tendré nauseas?, ¿se formará bien mi bebé?, ¿cómo cambiará mi cuerpo?,… y empiezan las primeras renuncias: tabaco fuera, alcohol fuera (sí, mientras tu pareja brinda con una buena copa de vino por su futura paternidad tú y tus miedos brindáis con agua),…

Conforme se va acercando el parto, mientras el futuro papá piensa ya en cómo de orgulloso paseará por el parque con su futuro bebé, la futura mamá piensa en otro momento que la tiene atemorizada: el parto. ¿Seré capaz de parir?, ¿me dolerá mucho?, con lo pudorosa que soy ¿será capaz de superar mi vergüenza y estar desnuda y a grito “pelao” en el paritorio?, ¿seré capaz de soportar ese dolor?, ¿irá todo bien?, ¿me harán la cesárea?,… Todas estas dudas se las comerá en silencio, a veces a escondidas, buscando vídeos de partos en youtube. Todo por el miedo a decir que tiene miedo.

Una vez que nace la criatura, incluso yendo todo perfecto, los miedos de la recién mamá continúan. Mientras papá celebra con los cuñados la venida del nuevo miembro de la familia, la cabeza de mamá no puede dejar de pensar en ella misma: ¿se contraerá bien mi útero?, ¿cicatrizará bien la episiotomía?,… y en su bebé: ¿me cogerá el pecho?, ¿me subirá le leche?,…; ¿será capaz de dar el pecho delante de toda esta gente que se está acumulando en la habitación?…

En el idílico supuesto de que todos los baches descritos hasta ahora (preparto, parto y postparto) se hayan ido superando adecuadamente, la cabeza de mamá tendrá que seguir estando bien amueblada, a pesar de todos los comentario de suegras, vecinas e incluso papás (“pues yo creo que no tienes suficiente leche”, “no lo cojas tanto que se va a acostumbrar”, … y los veinte mil “pues en mi época…”, “pues yo con los míos…”)

Continuamos. En dos semanas papá estará incorporado al trabajo y vendrá contando orgulloso cómo todos sus compañeros le preguntan por el bebé, por las malas noches,… mientras mamá en casa, todo el día cuida de su bebé (¡no se le vaya a ocurrir decir que está cansada si lleva todo el día en casa!, “¡las malas noches son para los dos y yo encima estoy trabajando!”).

Sí, pues precisamente ese es otro miedo de mamá. Que no sabe si volverá a trabajar. Que a más de una compañera no la renovaron después de la baja.

A medida que el bebé va creciendo los miedos continúan los miedos. Los miedos  y renuncian continúan siempre, pero hay una cosa que cambia y es que vas descubriendo que COSTE DE LA MATERNIDAD ES MUY ALTO PERO COMIENZA A SER RECOMPENSADO CON TODO LO QUE UN HIJO APORTA.

Hoy quiero dar las gracias a todas las madres y reconocer todo el esfuerzo que supone la maternidad.

¡¡Gracias, cariño!!

 

Comparte esta entrada si te sientes identificada.

 

¡¡Bendito desorden!!

 

medico llorando

Llegar a casa después de una guardia donde en varias ocasiones tienes que hablar con alguna familia para informarle de que su hijo se debate entre la vida y la muerte: Estamos en una situación muy delicada. Su vida pende de un hilo. La suerte está prácticamente echada, tenemos que esperar a ver cómo responde,… Ganar o perder “el partido” depende ya sólo de qué lado caiga la pelota que ha golpeado la red… Debemos cruzar el Gran Cañón del Colorado sobre un fino cable, como un funambulista,… al otro lado del cañón está LA VIDA, debemos ir muy despacio y con gran delicadeza y además esperar que

Muchos ejemplos para intentar hacerles comprender lo delicado de la situación.

Aguantar silencios muy incómodos, habiendo tragado mucha saliva y habiendo respirado muy profundo antes de transmitirles toda la información. Aguantar el chaparrón no es fácil… Sobre todo cuando te imaginas que podrías ser tú quien está al otro lado.

Se supone que estamos preparados para esto, pero creedme, no es nada fácil. Somos de carne y hueso. Sí, también tenemos sentimientos. Hay situaciones que te sobrepasan. Hay momentos en que empatizas tanto con algunas familias que no puedes evitar pensar como ellos. Te sales de tu papel de médico y sólo piensas “la vida es muy injusta, los niños no deberían sufrir,…” Sí, también lloramos.

Cuando sales de la guardia, después de 24 horas con el nivel de adrenalina por las nubes e intentando que no interfieran los sentimientos en tus “razonamientos médicos” es cuando, a veces, te derrumbas.

Te montas en el coche como un autómata, alguien habla en la radio que tu no escuchas,… Ese día tú no conduces, es el coche quien te lleva. Tu cabeza, tu pensamiento siguen con ese niño, con esa familia,… Rompes a llorar… Ahora sí, ahora ya no eres el médico, eres una persona que ha vivido en primera persona el sufrimiento de un niño, de una familia y te puedes desahogar agusto. Puedes llorar en el coche, ahí ya nadie de te ve. Y si te ven, da igual. En ese momento ya no eres el médico, eres una persona con todo el derecho del mundo a desahogarte. El llanto te “purifica”.

Llegas a tu casa aún con los ojos aun inyectados, pero ya más tranquilo.

Llegas al salón y pareciera que hubiese pasado por allí un escuadrón de infantería: mochilas por el suelo, paredes manchadas de rotulador, batidos derramados en la mesa…

Otros días eso te enerva, pero hoy piensas ¡¡Bendito desorden!!

Soy muy afortunado. Mi profesión me hace vivir sensaciones al límite. Me ayuda a diferenciar lo importante de lo esencial.

¡¡Bendito desorden!!

Fotodepilalición en el embarazo y la lactancia.

Young woman receiving epilation laser treatment

“Doctor, quería que me aconsejara. Antes de quedarme embarazada me estaba haciendo la depilación laser. Al enterarme que estaba embarazada lo dejé. Quería saber si ahora puedo retomarla. El problema es que estoy dándole el pecho a mi bebé. He escuchado de todo y me da miedo dárselo”.

Ya hablé en otra ocasión sobre otro problema de estética que atormenta a algunas mujeres durante el embarazo, como es el de teñirse el pelo. Podéis leerlo pinchando aquí.

Hoy toca desmontar el falso mito de que no se puede dar el pecho y fotodepilarse.

Si eres de las que no lees los post hasta el final te diré que sí, que sí puedes fotodepilarte y continuar dando el pecho, que no son incompatibles.

Si te gusta saber el por qué de las cosas, comenzamos.

Las esteticistas (no todas, ¿eh?) suelen emplear el argumento de que se producen un gran cambio hormonal en las mujeres durante la lactancia. Realmente no les falta razón. Es cierto que se produce un cambio hormonal en las mujeres lactantes, pero vamos a ver que éste no influye en el crecimiento del vello.

Las hormonas principales de la lactancia son la prolactina y la oxitocina, que se encargan respectivamente de la producción de la leche y de favorecer la eyección de la misma.

Tampoco las hormonas típicamente femeninas, los estrógenos y la progesterona, influyen significativamente en el crecimiento del vello. Estas hormonas se encargan fundamentalmente de regular el ciclo menstrual.

El crecimiento del vello corporal está asociado al nivel de andrógenos (hormonas masculinas), que corresponden a la testosterona, la androsterona y la androstendiona de la mujer. Los niveles más elevados de andrógenos en los hombres hacen que tiendan a tener más vello que las mujeres.

Podemos comprobar, por tanto, que las hormonas responsables del crecimiento del vello, nada tienen que ver con las hormonas involucradas en la lactancia materna.

Además, el láser no “atraviesa” la glándula mamaria y por tanto no puede, de ninguna manera, afectar a la calidad de la leche, ni siquiera aunque se estén depilando la axila o la areola mamaria.

Por tanto, podemos decir que la fotodepilación no interfiere en la lactancia.

 

“Doctor, ¿y durante el embarazo, puedo hacerme la fotodepilación?”

Los láseres  que se utilizan en la fotodepilación penetran entre 4,5 y 5 milímetros como máximo dentro de la piel, por tanto, parece imposible que se produzca afectación del desarrollo embrionario por la fotodepilación.

Pero en este caso, bastaría que algo durante el embarazo no fuese correctamente para que la mamá pudiese martirizarse pensando que puede ser debido a la fotodepilación, sobre todo si la depilación fue en la zona púbica, perineal o abdominal.

En este caso os diré que si te has fotodepilado sin saber que estabas embarazada, no te preocupes, no hay ningún estudio que demuestre la relación del láser de fotodepilación y las anomalías fetales.

Pero si estás embarazada quizás, por tu salud mental, para que no te martirices, lo mejor será elegir otros métodos de depilación durante el embarazo.

Comparte esta información y tranquilizarás a muchas madres que están actualmente embarazadas o lactando.