¿Por qué huelen mal los pies?

olor

Os pongo en situación:

“Doctor, no veas cómo le cantan los pies al niño. En verano ha estado muy bien pero ha sido empezar el cole y es insoportable. Cuando se quita las zapatillas de deporte no hay quien aguante… ¿eso es debido a alguna enfermedad?”

Os reconocéis muchas familias, ¿verdad?

Este post más que a aclarar dudas sobre una enfermedad va dirigido a desterrar falsos mitos populares como el que ya vimos con las manchas blancas de las uñas.

La explicación que daré a continuación sobre el mal olor de los pies es aplicable, obviamente, a todas las edades.

Lo primero que hay que decir es que la zona del cuerpo con mayor concentración de glándulas sudoríparas son los pies. A esto hay que sumarle que, debido a los zapatos, los pies no se pueden ventilar. Estos dos factores provocan que los pies de algunas personas estén totalmente mojados de sudor.

Hay que aclarar que el sudor no huele.

“¿¡¡Cómo!!?, ¿¿¡¡que el sudor no huele!!?”

Pues no. El sudor está compuesto básicamente por agua y sales minerales, y no huele.

“¿Entonces por qué huelen tan mal los pies que sudados?”

Pues porque ese sudor sirve de “alimento” a las bacterias que tenemos en la piel y estas bacterias en su metabolismo liberan sustancias que realmente si son pestilentes. Además de la humedad del sudor, los zapatos hacen que el pie esté calentito. Este calor y esta humedad hacen que las bacterias encuentran «el paraíso, clima caribeño». Las tres principales sustancias que liberan las bacterias y son las culpables del mal olor son:

  • el metanotiol: es una sustancia con olor a azufre, es la que produce el famoso olor a queso.
  • el ácido propanoico: le da un olor más agrio.
  • el ácido isovalérico: es una sustancia presente en el queso y en el vinagre, dando ese olor característico.

Estas bacterias, además del sudor, se alimentan de las células muertas de la piel. Por este motivo es más frecuente el olor de los pies en los adultos que en los niños ya que los adultos tienen en los pies más “durezas” (donde hay una gran proporción de células “muertas”).

“Entonces, doctor, ¿qué podemos hacer para evitar el mal olor de los pies?”

Por un lado evitar el calor y la humedad (sudor) del pie. Para eso es conveniente ventilar frecuentemente el pie y los zapatos, utilizar calcetines de algodón e, incluso, se pueden utilizar desodorante (que lo que hace es frenar la producción de sudor).

Por otro lado lavar bien los pies con jabón para eliminar tanto las bacterias como las células “muertas”. Si existen durezas puede ser incluso necesario el uso de piedra pómez. Tras el lavado no debemos olvidar secar bien los pies ya que hemos dicho que la humedad es uno de las condiciones del paraíso de las bacterias.

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Los deberes.

deberes

Este es uno de los temas que traen de cabeza a todas las familias, ¿verdad?

Es inevitable que un grupo de padres y madres que lleven conversando un rato no saquen a relucir el “dichoso” temita, por supuesto con opiniones para todos los gustos: “Pues cuando yo era chico no teníamos que hacer deberes y mira, al final, he terminado sin problema mis estudios…”. “Pues el colegio de mi hijo es mejor porque la seño les pone muchos deberes…”.

Con respecto a la necesidad o no de los deberes a ciertas edades yo, como todo el mundo, tengo mi propia opinión.

Pero asumiendo que los que los deberes forman parte de la vida cotidiana de nuestros niños a partir de los 6-7 años me centraré sólo en tres cuestiones básicas:

1- ¿Cómo debe ser el lugar y el ambiente donde hagan los deberes?

El lugar debe ser un sitio fijo y lo mejor es que sea en una mesa-escritorio que debe estar lo más despejada posible de objetos que puedan provocar distracciones continuas. Lo ideal es que el cuarto disponga de luz natural y, por supuesto, cuando se están haciendo los deberes no se está viendo la televisión.

2- ¿Cuánto tiempo deben dedicar a hacerlos?

Este es uno de los temas que provocan la controversia. En primer lugar destacaré que lo mejor es que haya un periodo de reposo y descanso tras la comida, no hacer los deberes inmediatamente tras el almuerzo. Es también recomendable establecer unas rutinas más o menos fijas para que sea un proceso organizado. Para mantener esas rutinas y que no las pierdan los días que no tengan deberes del cole se puede aprovechar para fomentar la lectura o cualquier otra actividad creativa (plastilina, pintura,…)

En cuanto al tiempo que se debe dedicar hay muchos estudios que demuestran cómo se desarrolla la capacidad de atención con la edad. Sin tomarse los datos como cifras exactas a los deberes se le deben dedicar:

  • Niños de 6-7 años: no más de media hora al día.

  • Niños de 8-9 años: alrededor de una hora al día.

  • Niños de 10-11 años: alrededor de una hora y media, y así sucesivamente.

Conforme los tiempos se van alargando se recomienda que cada 40-45 minutos de trabajo se haga un periodo de descanso de 10-15 minutos.

Está demostrado que intentar mantener periodos más largos continuos no es recomendable porque disminuye el nivel de atención y se empieza a “perder el tiempo”.

3- ¿Cuál es el papel de los padres en los deberes de los niños?

Los padres debemos ser los encargados de apoyar a los niños a establecer esas rutinas de tiempos de estudio, procurándoles un ambiente tranquilo y evitando que se distraigan. No debemos corregirles los deberes en casa y mucho menos hacérselos. Los deberes son responsabilidad suya. Ellos deben ser los encargadados de saber qué deberes deben llevar hechos al día siguiente. Si el libro se les olvidó en la clase deben buscar una solución o asumir las consecuencias. Si nosotros a través de los famosos grupos de whatsapp de padres les solucionamos el problema les estaremos haciendo un flaco favor. No debemos ser la agenda ni los secretarios de nuestros hijos.

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Reflexión de un hijo hacia su madre.

nino-llora

Hola, mamá.

Hoy quiero decirte una cosa. Quiero que me escuches muy atentamente, no sólo con los oídos, sino también con el corazón, porque para mi es muy importante.

Se que papá y tú pensáis que los niños no tenemos problemas importantes. Pensáis que los problemas reales son sólo los vuestros (la hipoteca, el trabajo, la política,…) Pero déjame decirte una cosa esta noche: para mi es muy importante que me acompañes, que juegues conmigo. Es muy importante sentirme querido, arropado, protegido,… Eso es lo que más necesito. Me duele mucho cuando dices que los niños no tenemos problemas.

Quería pedirte perdón por haberme hecho pipí esta noche en la cama. No, no lo hago a propósito. No me gusta cuando me dices que soy un bebé. Me gustaría poder controlar esta situación pero pensar que me separo de ti me da mucho miedo.

También quería pedirte perdón por el berrinche que formé en la puerta del colegio, cuando estaba en la fila para entrar, pero te aseguro que no era mi intención. Yo estaba muy nervioso, me daba mucho miedo separarme de ti. Un día escuché cómo le decías a papá que estabas muy nerviosa al empezar en tu nuevo trabajo. Pues eso mismo creo que me pasa a mí. Era la primera vez que sentía que me separaba de ti y esa situación me ponía muy nervioso. No pude controlar el vómito. No me gusta que en esas situaciones me grites ni me pegues. No me gusta que  me apartes y me dejes llorar solo. En esos momentos  yo sólo necesito que me abraces y que me digas que me quieres.

Estos días que estoy empezando en el colegio necesito más que nunca que me digas que me quieres. Creo que me acostumbraré, igual que tú te acostumbraste a tu nuevo trabajo y ahora te veo muy contenta

Por favor, mamá, quiéreme mucho. Yo a ti también te quiero mucho.

 

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¡¡¡Feliz cumpleaños, princesa!!!

Maria

Una fiesta de cumpleaños tiene mucho y de alegre y también un toque de melancolía.

Es muy reconfortante ver cómo crecen tus hijos y sus amiguitos.

Cada día del cumpleaños de un hijo es inevitable recordar la hora y el momento de su nacimiento. El lugar, la hora y las circunstancias que hicieron de ese momento un momento ÚNICO e IRREPETIBLE.

Cada uno tiene sus propias anécdotas. Yo ya hable de cómo me sentí con el nacimiento de mis hijos en el post “Ayer me quemé otra vez”.

Es también muy reconfortante ver cómo los años no pasan en balde, ver cómo van a aprendiendo a desenvolverse solos, ver cómo se van haciendo cada vez más autónomos, ver, en definitiva, cómo se van haciendo mayores.

Pero eso lleva inevitablemente asociado una parte que te pone un poco melancólico.

Ver cómo tu hija cumple seis años significa que en su mochila de este año para el cole ya habrá libros de matemáticas, lengua,… Ya terminó la etapa donde su mochila lo único que llevaba era un bocata o una manzana pelada y troceada. Ya terminó esa etapa donde al cole “sólo” se iba a jugar (Por cierto prometo un post donde hablaré muy detenidamente de los beneficios que tiene el juego respecto a otras actividades extraescolares).

Pero es cierto, uno no se debe anclar al pasado. Los hijos se deben ir educando para que crezcan. Su crecimiento es irremediable. No siempre serán bebés y cada etapa tiene su magia. Pero en días como este te das cuenta de que el tiempo pasa demasiado rápido y cada día que pasa no vuele, cada beso que no se da se ha perdido para siempre.

Seis años tienen muchos días, con muchos momentos bonitos y otros no tanto.

Hoy, cada vez que en la consulta veía un niño de seis años, no podía dejar de acordarme de mi hija María y de lo afortunado que somos los padres que tenemos los hijos con buena salud.

El ver los problemas que a diario tienen que afrontar muchas familias te dan un plus de objetividad que te hacen valorar el desorden de tu casa, como ya comenté en este post.

Con este post sólo quiero felicitar a mi hija María por se sexto cumpleaños y, de paso, felicitar también a todos los niños que con tan sólo seis añitos ya han tenido que vivir en sus carnes el dolor de la enfermedad. Siento hoy especial admiración por las familias que tienen que cuidar de ellos y asumir, con la entrega que lo hacen, el cuidado de sus hijos.

El periodo de adaptación escolar.

angustia de separación

Agosto toca a su fin y de su mano trae a septiembre, el mes que a la depresión postvacacional hay que sumarle la incorporación de los niños a la escuela con su consiguiente periodo de adaptación. Adaptación de los niños a la guarde o al cole y adaptación de los padres a quedarse sin sus niños.

Con respecto a la guardería ya expuse mi opinión en este post.

El periodo de adaptación daría para escribir un montón de entradas, cada una desde un punto de vista. Podemos hablar de si es realmente necesario, de quién lo pasa peor (los padres o los niños), de si debe ser progresivo o más brusco,… pero hoy me centraré simplemente en algunos consejos para que la incorporación a la guarde o al cole sea lo menos “traumática” posible.

Es evidente que supone un gran cambio en sus vidas: pasan de estar campeando a sus anchas, en ocasiones incluso sin ningún tipo de rutina (se levantan a la hora que quieren, desayunan cuando quieren,…) a tener que cumplir estrictamente unos horarios y, lo peor, tener que separarse de sus padres.

Tened en cuenta que algunos de ellos ya lo vivieron el curso pasado pero para otros tantos es “su primera vez”. Hasta este momento no se habían separado nunca de sus padres (especialmente de las madres) y es, por tanto, normal que les angustie (habría que ver quien lo pasa peor, si los padres o los niños).

Ya sé que algunas vais a decir “pues el mío va encantado”. Pues eso, efectivamente cada niño es diferente (¡¡bendita diversidad!!) pero a algunos les costará más trabajo y es especialmente para estas familias a quien van dirigidos estos consejos:

– Es importante que aunque vosotros también tengáis angustia por la separación, no se la transmitáis. Vuestra actitud es muy importante.

Evitad hablar mal del cole o la guarde, al menos delante de ellos. Si no les generaréis una imagen previa muy negativa del lugar al que después les llevaréis.

– Si es posible acompañarles algún día al interior de sus aulas y mostrarles quién serán sus maestros o cuidadores, cuáles serán sus materiales. A ellos les dará mucha seguridad

– Intentad mantener unas rutinas. Los niños se sienten muy seguros precisamente con las rutinas. El salirse de ellas puede angustiarles.

– Esta va en mayúscula ya que es la más importante: ¡¡¡¡¡ NO MENTIRLES!!!!! Son chicos pero no tontos. Evitar las típicas frases “vengo ahora”, “voy un momento a casa y ahora mismo vengo”,… Es cierto que a los más pequeños no se les puede hablar de horas o minutos pero les podemos ayudar con alguna referencia como “antes de la hora de comer vendré a por ti”, …

– Podéis dejar que lleve un objeto que le aporte seguridad. Su osito, su gasita, … o aquellos amuletos que hacen que se sientan seguros.

Aparte de todos estos consejos conviene que sepamos manejar algunas situaciones frecuentes que pueden ocurrir.

Es frecuente que aparezcan dificultades en el sueño, rechazo de la alimentación, alteración del control de esfínteres,…

Una situación muy frecuente es que por el propio nerviosismo que les supone los primeros días, con el llanto, llegue a vomitar. Aunque ese vómito inicialmente no es intencionado, si ve que “se sale con la suya”, es decir, nos volvemos para casa, puede acabar aprendiendo a vomitar intencionadamente. Por eso, lo mejor si vomita es mantener la calma (ya sé que no es fácil cuando un niño te está montando un berrinche en la puerta del colegio con otros treinta padres mirando), intentar calmarlo a él, cambiarle su ropita y ¡hala, al cole! En pocos días desaparecerá.

Tampoco conviene hacer despedidas eternas: “¡venga, otro besito!”, y me doy la vuela y “¡venga, otro besito!” y así hasta diez veces. Eso puede generar la falsa esperanza de que nos quedaremos con él.

Concretando:

  • Lo primero: ¡fuera el sentimiento de culpa! Eso nos bloquea.

  • Lo segundo: hacerle ver que lo llevamos a un sitio “agradable” e intentar no transmitirle nuestra propia angustia.

  • Lo tercero: si llora, calmarlo, aportarle seguridad, y con decisión ¡al cole!

En pocos días seguro que está muy contento.

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Aprendiendo a cuidar detalles…

j y m

Hoy, 15 de agosto, festivo creo en todos los lugares de España es costumbre en mi casa celebrar la onomástica de santa María.

Pues bien, el día comenzaba así:

José, mi hijo mayor, de 7 años, se despertaba como de costumbre muy temprano y se colaba en nuestra habitación. Con cara de quien tiene preparada la mayor sorpresa del mundo decía:

“Mama, le he hecho una tarjeta de felicitación a María (es su hermana mediana) y ahora mismo le voy a preparar el desayuno y se lo voy a llevar a la cama”.

Ni que decir tiene la cara de felicidad de la hermana cuando la ha despertado suavemente con su tarjeta y ha visto que tenía listo su desayuno, para desayunar en la cama.

Los niños no dejan de sorprendernos, no paran de enseñarnos cosas.

En ese momento me he puesto a pensar la importancia de los detalles y la importancia de nuestros comportamientos ante esos gestos. Nuestra actitud es fundamental para que ellos aprendan a valorar esos pequeños detalles.

Cuidar los pequeños detalles es lo que hace que una situación pase de ordinaria a extraordinaria.

Un colacao con cereales es un desayuno ordinario, pero que te lo traigan a la cama… eso, eso es extraordinario.

Una tarjeta de felicitación es un regalo ordinario, pero que madruguen para elaborarte una artesanalmente… eso, eso es extraordinario.

 

Nuestra misión como padres consiste en que sean capaces de mantener esa magia, esa inocencia, esa alegría, esa bondad,… Ya hablé de esto en el post que escribí este año para el día de los reyes magos (puedes  leerlo pinchando aquí).

Es muy importante que les inculquemos el valor verdadero de regalar. Regalar es pensar de verdad en el otro.

Es más fácil ir con la cartera llena y comprar un regalo caro, pero eso pierde bastante la magia.

 

Sería más cómodo para nosotros que un niño de 7 años no lleve el desayuno a la cama a su hermana de 5 (es bastante probable que todo acabe por el suelo) pero si cada vez que tienen una idea brillante y espontánea se la apagamos no podemos pretender después que nos sorprendan.

Los niños no son malos, no son egoístas, no sólo quieren jugar con el móvil y que les compremos cosas caras.

Somos los adultos, cuando nos interesa, los que utilizamos los móviles o las tablets para “deshacernos” de ellos y después, una vez creada la necesidad, les acusamos de que no saben jugar en lugar de tirarnos al suelo a jugar con ellos, que es lo que realmente desearían.  Después, decimos continuamente “¡Hay que ver estos niños de hoy día, que sólo saben jugar con la pantallita esa, que se van a volver tontos!”, o “¡Hay que ver este niño que se le antoja el juguete más caro!” cuando somos los adultos los que presumimos continuamente de tener las cosas más caras (el coche más caro, la casa más cara,…)

Ellos aprenden de nosotros. Son máquinas perfectas de imitar, así que más vale que nos vean cuidar los pequeños detalles.

Por cierto, feliz día a las Marías.

Carta de un bebé a sus padres.

padres y bebe

Hola, papá.

Sé que te disgustaste mucho ayer cuando el médico habló contigo.

Entiendo que no soy lo que esperabas cada vez que le acariciabas la barriga a mamá durante estos nueve meses de embarazo.

Comprendo que todos tus planes han cambiado. Te invade la responsabilidad. Parece que esas ganas que tenías de llevarme a pasear al parque se hubiesen cambiado por un deseo muy fuerte de quedarte en casa. Parece que ese cuarto que me pintaste con tanta ilusión no lo quisieras estrenar, es como si quisieras que nunca creciera para que siempre yo nunca tuviera que salir de tu cuarto.

Sé que tienes un sentimiento hacia mi como de compasión, como de pena,… Sé que piensas que qué será de mi cuando mamá y tú no estéis.

Pero yo te digo que no te preocupes por mi. Sólo necesito tu cariño, tu amor, tu protección, tu regazo,… Sí, los niños con síndrome de Down también necesitamos eso, como el resto de los niños.

Sé que además sufres porque te duele ver así a mamá. Sé que te sientes culpable de que su maternidad se haya frustrado, al menos de momento.

Hola, mamá.

Ayer, cuando el médico habló contigo, sé que te pusiste muy triste. Por un momento el mundo se te vino encima. Casi te costaba trabajo respirar.

Debe ser muy duro que la vida te cambie los planes en un segundo: es como si todo ese deseo que tenías por ver mi carita se cambiase, de repente, por el deseo de un embarazo eterno, donde se pudiera seguir manteniendo la magia, que me pudieras seguir imaginando sin enfrentarte a esta realidad.

Pero te digo lo mismo que a papá: no te preocupes por mi. Sólo necesito tu cariño, tu amor, tu protección, tu regazo, tu pecho, … Sí, los niños con síndrome de Down también necesitamos eso, como el resto de los niños.

Sé que además sufres porque te duele ver así a papá. Sé que te sientes culpable de que su paternidad se haya frustrado, al menos de momento.

Quiero deciros una cosa a los dos: Sois los mejores padres del mundo. Nadie tiene la culpa de esto. Yo sí estoy muy contento con vosotros. Sé que vosotros también lo estaréis conmigo, de hecho, esta pena que sentís ahora es porque me queréis INFINITO. Sí, lo siento. Cada lagrima derramada ayer yo lo sentía como un achuchón muy fuerte, pero que muy fuerte. Siento que vamos a formar una gran familia.

Os quiero mucho y sé que vosotros también me queréis mucho.

Perdón, hijo mío… y muchas gracias.

paddre tapa a su hija

Te miro mientras duermes y me enseñas muchas cosas.

¡Si supieras, hijo mío, cuánto te quiero…!

Sé que mañana, te despertarás y vendrás a darme un beso, como cada mañana, como si no hubiese pasado nada.

Sé que me habrás perdonando de verdad (no como hacemos los adultos), sin rencor, por haberte gritado esta noche.

Te quiero dar las gracias, ahora que no me oyes, por todo lo que me enseñas. Tu inocencia es mágica. Sí, eres AMOR, todo AMOR. Así de simple y así de grande. Sólo cuatro letras, pero todas mayúsculas.

Tú no tienes la culpa de que yo tenga un mal día en el trabajo y la impaciencia me pueda. Eso no puede justificar de ninguna manera mi comportamiento, pero no soy un padre perfecto. Lo mejor de todo es que sé que tú me aceptas así.

Tu impulsividad es sólo una manera de llamar mi atención, de querer estar conmigo. Sé que te alegras mucho cuando vuelvo del trabajo y eso te emociona tanto que a veces no eres capaz de contenerte. Tienes la euforia propia de tu edad y yo a veces no sé entenderte. Derrochas energía. Te sobran las ganas. Tú sólo quieres cariño.

Ser padre no es fácil, ¿sabes?

Seguro que algún día lo experimentarás con tus propios hijos. Yo entonces ya seré viejito, y seguramente lo veré de otra manera. Para entonces, supongo, ya habré aprendido a calmar mis nervios, mi mal humor.

Pero ser padre es lo mejor que me ha pasado, ¿sabes, hijo mío?

Lo que sí te pediría que seas paciente con tus hijos, que juegues mucho con ellos, que seas muy cariñoso, que no te quedes ningún beso en el tintero, que no antepongas nada a ellos…

Eso mismo te lo pido para con tu pareja: respétala, háblala, bésala, diviértela, susúrrala, cuídala,… ÁMALA.

Los adultos anteponemos, en ocasiones, nuestros trabajos o nuestras preocupaciones a estar con nuestros hijos y eso no es justo. Nada en el mundo, ni los trabajos, ni las inversiones, ni cualquier negocio …. nos da tanto a un interés tan bajo. Interés cero, AMOR infinito.

Tu eres lo primero. Sin ti ya nada tendría sentido.

Perdón, hijo mío… y muchas gracias.

¡Si supieras, hijo mío, cuánto te quiero…!


Sin móviles a la playa.

mama jugando en la playa

 

La playa deja al descubierto muchos modelos familiares.

No soy ejemplo de nada. Ya he repetido en muchos post que no pretendo ser pastor espiritual de familias, ni soy el padre perfecto. Sólo quiero invitar a la reflexión de lo que hacemos con nuestros hijos y luego, encima, nos quejamos o, simplemente, les echamos la culpa.

“Es que lo tienen todo y no saben jugar” replicamos continuamente.

“Cuando yo era chico me pasaba todo el día saltando olas y ahora, los niños, lo tiene todo y no saben jugar. Venimos cargados como burros con el cubito, la pala, el rastrillo, la pelota, la colchoneta, la tabla,… y el niño con lo que quiere jugar es con el móvil”. Rechistamos, sin levantar la mirada de la pantalla del móvil, en una reunión de amigos.

Reconozcámoslo somos nosotros los que continuamente les dejamos los móviles para que se callen. Después pretendemos, cuando a nosotros nos interesa, que el niño se vaya a saltar  olas.

Claro que sí, a los niños les gusta saltar olas, sobre todo si PAPÁ SALTA CON ELLOS. A los niños les gusta hacer castillos de arena, sobre todo si MAMÁ LOS HACE CON ELLOS. A los niños les gusta buscar conchas, sobre todo si PAPÁ LAS BUSCA CON ELLOS…

No lo olvidemos, nuestros hijos son AUTENTICAS MÁQUINAS DE IMITAR. Para lo bueno y para lo malo, ellos son un reflejo nuestro.

Yo que ya volví de de estar unos días en la playa tengo que reconocer que mis hijos lo único que me recuerdan continuamente son los momento vividos con ellos, no las cosas que les compré.

“¿Recueras, papá, cuando imitabas al pavo el zoo?, Venga, hazlo otra vez.”

“¿Te acuerdas, papá, de lo chulo que nos quedó el castillo que decoramos con las conchas que buscamos entre los dos?”

“¿Te acuerdas de cuando fuimos a la bolera y mamá no tiraba ni un bolo?”

Sí, todo lo que recuerdan son los momentos vividos con nosotros. Las vivencias, las emociones, las sensaciones, … lo material lo olvidarán muy rápidamente.

 

Una reflexión:

Un cubo, una pala y un rastrillo: 5 euros.

Jugar con tu hijo a cazar olas: no tiene precio, Y LO RECORDARÁ PARA  SIEMPRE (por cierto, tú también lo recordarás siempre).

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“Es que no tienes que hacerme eso nunca, mi cuerpo es mío”

ABUSO SEXUAL A MENORES - VIOLACION

Cada vez que asisto a un caso de sospecha de abusos sexuales a un menor se me vuelven las tripas como un calcetín. Tengo que contar hasta cien para que no me salgan los instintos más primarios porque, desde luego, lo que le sale a uno inicialmente en estos casos es coger al agresor y…

No daré detalles de ningún caso concreto por motivos obvios. Mantendré el secreto profesional.

Utilizaré, para que os hagáis una idea del sufrimiento de los niños en estas circunstancias, el caso de una niña de 9 años. Digamos que se llama, por ejemplo, María.

Su caso lo leí hace unos días en el periódico y hoy, tras asistir a un caso de sospecha de abusos sexuales he decidido recordarlo.

El testimonio de la niña es desgarrador. Además de enfrentarse al abuso debe enfrentarse a que no la crean.

En los siguientes enlaces podéis:

Desgarrador, ¿verdad?

Pues os daré un dato desolador que, quizás, muchos desconozcáis: El 20% de los niños, es decir, uno de cada cinco es víctima de violencia sexual, incluido el abuso sexual. Esto quiere decir que si en la clase de nuestros hijos hay de media 25 niños, cinco de ellos (por estadística) están siendo víctimas de violencia sexual. Además, se estima que el 60% de ellos nunca se lo contarán a nadie.

Por todo esto os invito hoy a que conozcáis y les enseñemos a nuestros hijos “las regla de kiko”. Pinchando aquí podéis ver el díptico que la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (fapmi) ha elaborado.

Mediante esta regla los padres podemos enseñar a nuestros hijos a que no permitan que otros niños o adultos toquen partes de su cuerpo que suelen ir cubiertas por su ropa interior.

Los mensajes principales que debemos transmitir son:

  • El cuerpo de cada niño les pertenece y, por tanto, nadie debe tocarles sin permiso. LAS ZONAS QUE ESTÁN CUBIERTAS POR LA ROPA INTERIOR NO DEBE TOCARLAS NADIE.
  • Si se siente mal cuando alguien le toca, debe contárselo a un adulto de confianza.
  • Enseñar a los niñosla diferencia entre los secretos buenos y malos. Las personas que cometen abusos sexuales obligan a los niños a mantener el secreto así que debeos enseñarles que los secretos que les hagan sentirse tristes o incómodos deben contarlos a un adulto de confianza.
  • Evitar tabúes en torno a la sexualidad ya que esto hará que el niño se encuentre con menos dificultades para contar lo que está pasando.
  • Si existen sospechas de que un hijo u otro niño ha sufrido abuso es muy importante hablar con él, evitando que crea que él ha hecho algo malo. Debemos crear un clima de confianza y preguntarles serenamente qué es lo que ha pasado, cuándo y con quién, pero sin preguntar por qué hizo o no tal cosa.

 

Protejamos a nuestros hijos de los abusos sexuales. Comparte.