Dolor de garganta

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El dolor de garganta es una de las quejas más frecuentes de los niños en las consultas de pediatría. En muchas ocasiones utilizamos, como si fueran sinónimos, los términos dolor de garganta, faringitis, amigdalitis, faringoamigdalitis pero realmente  no se tratan del  mismo proceso.



Aclararé ciertas dudas.

¿Cómo podemos saber la causa?

En raras ocasiones el dolor de garganta va ser producido por un cuerpo extraño (por ejemplo cuando en niño se clava una espina de pescado al comer).
Casi siempre el dolor de garganta va a ser producido por una infección vírica o bacteriana. Precisamente esta diferencia en la causa, vírica o bacteriana, va a ser la que influya a la hora de poner el tratamiento al niño.
Existen pruebas disponibles en algunas consultas de pediatría general y en algunas consultas de urgencias en las que tomando una muestra de la garganta del niño con un bastoncillo en pocos minutos nos ayudará a distinguir entre estas dos causas.
Pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones, sin utilizar esta prueba, los pediatras intuimos con bastante probabilidad de acierto si se trata de una infección vírica o bacteriana.
Los datos que más nos ayudarán a decidir son: la edad, el grado de temperatura, los síntomas acompañantes (tos, mucosidad,…), la presencia de exudado en las amígdalas (“puntos o placas en la garganta”), la presencia de adenopatías cervicales (“ganglios en el cuello”).
De esta manera, lo típico en los virus es que se trate  de un niño menor de 3 años, que la fiebre no sea muy alta y asocie otros síntomas como mucosidad clara, tos, … y no haya unos ganglios demasiado llamativos.
En ocasiones, incluso, nos atrevemos a poner nombre al virus porque las lesiones que observamos son muy características. Por ejemplo si su hijo tiene una infección por el virus de Coxsackie, es posible que también tenga una o más ampollas en la garganta y en sus manos y pies (por lo que suele llamársele enfermedad de mano-pie-boca). La mononucleosis infecciosa, como ya vimos en otro post, puede producir dolor de garganta, con fiebre que puede durar hasta una semana, acompañado de exudado en las amígdalas, ganglios aumentados de tamaño, exantema (“manchas en la piel”) y, sobre todo, cansancio.
Por otro lado, lo típico de las infecciones bacterianas es que se produzcan en niños más mayores, en edad escolar e incluso adolescentes, con fiebre muy alta y habitualmente acompañado de un dolor muy intenso al tragar y aumento del tamaño de los ganglios del cuello. Normalmente no se acompaña de otros síntomas catarrales como la tos o la mucosidad.
La bacteria que más frecuentemente produce estos cuadros es el Streptococcus pyogenes. En algunas ocasiones esta bacteria, al liberar toxinas, produce un cuadro más generalizado, llamado escarlatina, que típicamente asocia un exantema con la piel muy rasposa, como “papel de lija”.

¿Cuál es el tratamiento?

En el caso de las infecciones víricas no tratamos la causa. Haremos sólo tratamiento sintomático, utilizando ibuprofeno, como antiinflamatorio, e intentaremos mantener un adecuado estado de hidratación.
En las infecciones bacterianas, para evitar complicaciones, será necesario tomar antibióticos por vía oral. Los más utilizados son la amoxicilina o la penicilina.

¿Cuándo debo consultar al pediatra?

Se debe consultar con el pediatra si hay fiebre alta, dolor intenso de garganta o erupción generalizada.
Debido a nuestro principal mecanismo de defensa, la fiebre, tanto las infecciones víricas como por estreptococo, suelen curan solas en el plazo de 2-4 días. Por tanto, si los síntomas persisten pasado ese tiempo será necesario consultar al pediatra.

¿Se pueden prevenir las infecciones de garganta?

Como cualquier infección respiratoria, en la edad infantil, es difícil de prevenir ya que el contagio se produce por contacto estrecho de persona a través de las gotitas que expulsamos al toser, hablar,… También puede transmitirse la infección a través de las manos, después de tocar un objeto contaminado por otra persona infectada. Por eso, el lavado frecuente de manos es importante en la prevención todas de las infecciones respiratorias.

Comparte esta información con otros padres y evitarás la angustia de muchos padres por no sabe si su hijo necesita antibióticos cuando le duele la garganta.

Dolor de oídos en verano: otitis externas.

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Con la llegada del verano se multiplican las consultas por dolor de oídos. En esta época del año son muy frecuentes las otitis externas, también llamada otitis del nadador o de las piscinas.
Estas otitis no tienen nada que ver con las otitis medias, más propias del invierno, cuando en  el contexto de un catarro se acumula moco “dentro del oído”.
Aclararé algunas dudas sobre las otitis externas:

¿Por qué se producen?

Se producen porque un exceso de humedad favorece que la piel del conducto auditivo se irrite y, la flora del conducto, produzca una infección. Por tanto, son otitis más propias del verano, por pasar demasiado tiempo “a remojo”, especialmente en niños con el conducto irritado por el rascado o por el uso de bastoncillos.

¿Cuáles son los síntomas?

Aunque a veces va precedido de picor de oídos, el síntoma principal es el DOLOR DE OÍDO, que generalmente es MUY INTENSO. El dolor aparece o empeora simplemente con rozar la oreja, o al masticar. Puede existir mucha inflamación del conducto y por tanto tener sensación de taponamiento o sordera.
A veces aparecen ganglios en la zona de delante de la oreja  y, en ocasiones, puede salir una secreción acuosa a través del conducto auditivo que posteriormente se puede espesar, con aspecto de pus.
Las otitis externas no suelen producir fiebre y no son contagiosas.

¿Cuál es el tratamiento?

Para aliviar el dolor se pueden utilizar analgésicos habituales como el ibuprofeno y el paracetamol, pero el tratamiento consiste en gotas antibióticas (casi siempre ciprofloxacino) que pueden asociar  corticoides si el conducto está muy inflamado.
En raras ocasiones es necesario recurrir a antibióticos por vía oral.
Durante los días de tratamiento es importante que el oído no se moje.

¿Se pueden prevenir?

Tras sumergirse en el agua conviene que los niños se sequen bien las orejas utilizando una toalla.
¡¡NO UTILIZAR BASTONCILLOS!! Los oídos se limpian solos, tienden a expulsar la cera espontáneamente y además, conviene recordar, que la cera tiene una función protectora.
En niños propensos a este tipo de otitis puede recomendable el uso de tapones (aunque no les suelen gustar mucho) y se debe ser especialmente obsesivo con el secado del oído, incluso con un secador si hace falta.
También se puede utilizar como medida preventiva vinagre de manzana (ácido acético al 2%) diluido a la mitad con suero fisiológico, siempre y cuando el niño no tenga una perforación timpánica ni sea portador de tubos de ventilación.

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