Así sabré que te estás haciendo mayor.

Es inevitable, lo sé.

Sí, habrá una etapa donde me negarás.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Me ocultarás muchas cosas por eso, sí, sólo por eso, por ser tu padre.

Entenderé que hay etapas donde los hijos no queréis contarle las cosas a los padres.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Discutiremos, discutiremos mucho. Me llevarás la contraria en todo. Hasta en las cosas que ahora y luego coincidimos y coincidiremos siempre.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Puede que hasta haya momentos donde te avergüences de mi.

Te pareceré carca. Pensarás que es mejor que tú descubras el mundo sola, sin mis “consejos”.

Quizás en esos momentos eche de menos lo que ahora tanto esfuerzo supone: las malas noches, los llantos, las toses, las fiebres, loes berrinches, …

 

Pero todavía eso no ha llegado.

 

De momento continuaré disfrutando de TU SINCERIDAD.

Continuaré disfrutando de poder aportarte la seguridad que necesitas.

Continuaré disfrutando de dormirte en mis brazos.

Continuaré disfrutando de lo sencillo, de tus “pa-pa”, del cucu-tras, de tus besitos, …

Continuaré disfrutando de poder abrazarte cada veZ que tú o yo lo necesitamos.

Así sé que aún estás en mi regazo.

 

Y quizás llegue el momento donde te conviertas en madre, y en ese momento, en ese mismo momento, entenderás de un plumazo todo lo que estoy hablando.

 

TE QUIERO, HIJA MÍA.

Ya nada vuelve a ser igual…

madre

Desde el momento en el que abrazas a tu bebé por primera vez,

nunca serás la misma persona.

Ya nada vuelve a ser igual.

En muchas ocasiones decides renunciar a una parte de ti,

 otras veces no, pero…

ya nada vuelve a ser igual.

Puede que sigas yendo al gimnasio, pero…

ya nada vuelve a ser igual.

Puede que sigas saliendo con tus amigas, pero…

 ya nada vuelve a ser igual.

Puede que sigan disfrutando de tus aficiones, pero…

ya nada vuelve a ser igual.

Puede que no tengas que renunciar a tus aspiraciones profesionales, pero…

ya nada vuelve a ser igual.

Porque por encima del deseo de

ir al gimnasio,

salir con tus amigas,

disfrutar de tus aficiones

mantener tus aspiraciones profesionales,…

está tu sentimiento de

MADRE.

Tu hijo no es el mejor hijo por… ni tu mejor la mejor madre por…

madre hijo

Tu hijo no es el mejor hijo por…

comer cada 3 horas desde el primer día,

ni por aguantar toda la noche del tirón desde que tenía dos meses,

ni por ser muy risueño,

ni por comer estupendamente todos sus pures,

ni por obedecer sin rabietas,

ni por sacar buenas notas en el cole,

ni por ser el mejor de su equipo de futbol,

Los que comen cada hora,

los que se despiertan por la noche cincuenta veces,

los malos comedores,

los llorrones,

los que tiene muchas rabietas,

los que sacan malas notas,

los que no son titulares en le equipo de futbol,

también son los mejores hijos para sus madres.

Porque un hijo es un hijo, y sólo por eso ya es el mejor hijo del mundo.

Eso no depende de la comida, ni del sueño, ni de las notas,…

Tú no eres la mejor madre del mundo por…

haberle dado el pecho durante diez meses,

ni por haber renunciado a tus aspiraciones profesionales,

ni por haber pedido una excedencia para cuidarlo en casa,

ni por llevarlo de la mano al colegio cada día,

Las que dieron biberón,

las que continuaron sus sueños laborales,

las que llevaron a su hijo a la guardería,

las que no pudieron llevarlos de la mano cada día al cole,

también son las mejores madres para sus hijos.

Porque una madre es una madre, y sólo por eso ya es la mejor madre del mundo.

Eso no depende de la lactancia, ni de la guarde,…

Sólo una cosa es segura:

Tú eres la mejor madre del mundo para tu hijo y

tu hijo es el mejor hijo del mundo para ti.

¡¡Cuánto daño podemos hacer los pediatras!!

madre

¡¡Cuánto daño podemos hacer los pediatras!!

No siempre. Claro que no.

Por supuesto que en esta profesión hay compañeros y compañeras completamente entregados y son dignos de admiración. Y a veces, incluso, podemos ayudar un poquito a entender “cómo funcionan” los bebés.

Quizás por mi reciente paternidad, vuelvo a percibir de cerca ese “estado especial” en que se encuentra una mujer recién parida.

¡¡BASTA YA DE CREERNOS QUE SABEMOS MÁS QUE NADIE!!

Quien entiende bien a su hijo son sus padres, y por qué no reconocerlo, sobre todo SU MADRE.

Esta semana en las visitas que hacemos a los recién nacidos aproximadamente a la semana de vida me volvía a encontrar madres hundidas, con un sentimiento de culpabilidad tremendo, absolutamente agobiadas con la crianza…

“Me siento como si fuese la peor madre del mundo. Nadie me entiende. No hago nada bien. Mi madre me dice que haga una cosa, mi suegra lo contrario, el padre no dice nada,… El pediatra de la maternidad me dice una cosa, las enfermeras otra diferente,… unos me dicen que el pecho a demanda, otros que se lo de cada tres horas… Yo no puedo con esto…”

¡¡Basta de meternos donde no nos llaman!!

Dejemos que las madres sientan cuáles son las necesidades de sus bebés.

Si una madre nos pide ayuda, ayudémosla. Pero si nos la pide.

La mejor manera de ayudar a una madre es ayudarla en las tareas que la privan de sentir su maternidad al cien por cien.

No le demos consejos de cuántas veces tiene que dar el pecho al día a su bebé o si debe o no cogerlo en brazos. Mejor ayudémosla a “quitarle del medio” el resto de las tareas, que no se tenga que preocupar de la cocina, de la colada, de los papeles de la baja maternal,…ayudémosla, si es el caso, con el cuidado (baños, cena,…) de los hermanos.

Ayudémosla para que puedan estar en simbiosis cien por cien con su bebé cien por cien y se conozcan y reconozcan.

Cuando acudimos a la maternidad de visita o en los primeros días a la casa de los recién estrenados padres, dejemos de dar consejos y de apabullar sobre todo lo bien que lo hicimos nosotros cuando éramos padres. “Pues yo al mío le daba cada tres horas y todo fue perfecto”. “No lo cojas tanto que se va a acostumbrar a los brazos”…

Dejemos de creernos las buenasmadres y respetemos a las malasmadres.

Dejemos que sientan profundamente la maternidad, que sientan profundamente las necesidades de sus crías.

Dejemos que se exprese el instinto maternal de manera natural como lo hacen espontáneamente el resto de los mamíferos.

Comparte esta reflexión si piensas que una madre recién parida no necesita nuestros consejos sino sentir profundamente a su bebé.