El peligro de la ingesta de las pilas de botón.

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Ya hace unos meses escribí un post sobre los productos más frecuentes que suelen ingerir los niños y que, a pesar de la gran angustia que generan en los padres, NO son tóxicos. Vimos que uno los productos que más alarmaba a los padres era el sobrecito de SILICA GEL que contienen muchos zapatos, bolsos, .. Podéis recordar el post pinchando aquí.

Hoy quiero hacer hincapié en un producto que, a diferencia del resto de los productos pequeños y de bordes romos cuya ingestión no acarrea ningún problema (salvo la angustia de los padres), su ingestión merece una consideración especial: LAS PILAS DE BOTÓN.

Las pilas sí pueden ser tóxicas.

Su contenido interior, que es alcalino, puede producir “quemaduras” en la mucosa digestiva. Además, el mercurio que pueden contener, es un metal pesado tóxico.

Afortunadamente la mayoría de las pilas se eliminan en poco tiempo (24-48 horas) y no suelen acarrear ningún problema. Si le eliminación es rápida no se suele corroer la cubierta de la pila y, por tanto, no liberan el mercurio.

¿Qué debemos hacer si nuestro hijo ingiere una pila de botón?

En este caso SIEMPRE debemos acudir con rapidez a un centro donde se puede realizar una radiografía. Algunos Centros de Salud disponen de este servicio y si no habría que acudir al servicio de Urgencias más cercano.

La realización de la radiografía es importante porque nos informará a qué nivel se encuentra la pila.

Los médicos actuaremos de una forma u otra en función de dónde se encuentre la pila:

  • Si se encuentra en el esófago: Afortunadamente esto es poco frecuente. En este caso se debe realizar una endoscopia urgente para extraerla y así evitar la posible perforación por quemadura en esa zona.
  • Si se encuentra en el estómago: El punto más estrecho de la vía digestiva es la salida del estómago (píloro) y podría haber problemas para atravesar esta zona si las pilas midieran más de15 mm. Por suerte, la gran mayoría de las pilas son de 7,9 o 11,6 mm (truco: si no sabemos el tamaño se puede medir el compartimento donde estaba alojada) y, por tanto, no suele haber problemas.
  • Si ya ha pasado el estómago: En este caso, puesto que ya ha atravesado la parte más estrecha (píloro), no suele dar problemas.

En cualquier caso se recomienda revisar meticulosamente las deposiciones del niño hasta estar seguros de que la pila ha sido expulsada.

Si en 48-72 horas no ha salido, se deberá repetir la radiografía para asegurarse de que la pila está avanzando.

Visto el eventual peligro al ingerir una pila de botón, el esfuerzo de los padres debe ir encaminado a prevenir dicha ingestión. Para ello se recomienda:

  • Mantener fuera del alcance de los niños las pilas de botón y los objetos que las contienen (mando a distancia, relojes, …).
  • No dejar nunca a un niños jugar con una pila de botón.
  • Vigilar que las tapas de las baterías estén debidamente cerradas.

Tal y como propone el Comité de Seguridad y Prevención de las Lesiones Infantiles, sería deseable que los fabricantes tuviesen en cuenta que las tapas que contienen las pilas de botón deberían tener un mecanismo de apertura que requiera una herramienta (destornillador) o mecanismo (empujar y girar) para que el niño no los pueda abrir.

Por nuestra parte es importante que compremos pilas de botón de “marcas de garantía” ya que se ha demostrado que las cubiertas de estas pilas es más resistente y producen menos quemaduras y menos riesgo de liberación con toxicidad.

Tener en cuenta esta información a la hora de comprar juguetes y otros dispositivos y, si la consideráis interesante, compartirla con otras familias.

Yo te doy cremita… Tú me das cremita

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Se acerca el verano y con él las preocupaciones de cómo debemos protegernos y proteger a nuestros niños del sol.

Ni que decir tiene, que es sol un elemento fundamental de vida, con muchas propiedades beneficiosas cuando lo tomamos en cantidades moderadas (la propiedad más destacable es el papel que desempeña la radiación solar en la síntesis natural de vitamina D).

Las radiaciones ultravioletas A (UVA) y sobre todo las B (UVB) son las responsables de los efectos perjudiciales del sol.

Debido a las características especiales de la piel de los niños, especialmente los lactantes más pequeños,  que tienen más tendencia a absorber la radiación solar y a que los efectos de la radiación son acumulativos e irreversibles, una exposición solar excesiva tiene efectos nocivos. Pueden producir quemaduras, envejecimiento prematuro de la piel y aumento del riesgo de cáncer de piel.

No todas las pieles son iguales (existes hasta 6 fenotipos diferentes), y aunque debemos proteger a todos los niños existen pieles de mayor riesgo como serían:
niños de piel muy clara (se queman con facilidad y casi nunca se ponen morenos)
niños con muchas pecas o nevus melanocíticos (lunares)
niños con antecedentes familiares de melanoma.

Tampoco es lo mismo el lugar donde se toma el sol. Algunas superficies tienen un efecto multiplicador ya que reflejan la radiación ultravioleta como por ejemplo la nieve, el agua o la arena (“es por esos que uno se pone más moreno o se quema antes en la playa que en la piscina”).

Considerando todo lo anterior es fundamental establecer una serie de hábitos en la fotoprotección infantil,  y ser más obsesivos con ellos cuanto más pequeño es el niño:
– Los niños menores de 6 meses no deben ser expuestos directamente al sol. En los menores de 2 años debemos evitar o disminuir el tiempo en el que están expuestos al sol, especialmente en las horas centrales del día de 12 a 17 horas.
– Usar ropa para cubrir la piel (camisetas con mangas y pantalones tipo bermudas) y gorras o sombreros.
– Usar gafas de sol con filtro ultravioleta.
Aplicar crema fotoprotectora. No debemos olvidar que la crema debe aplicarse media hora antes de la exposición al sol y hay que renovarla cada 3 horas o antes si el niño se está bañando o sudando mucho.

Existen fundamentalmente 2 tipos de cremas fotoprotectoras:
– de filtros físicos: actúan como una barrera física, reflejando y dispersando la radiación ultravioleta. No se absorben por lo que son los más recomendables en los niños más pequeños. Son densos (por lo que son más difíciles de aplicar) y opacos (por lo que cosméticamente son menos estéticos). Ambos inconvenientes han sido ya solucionados por los laboratorio
– de filtros químicos: actúan absorbiendo la radiación ultravioleta, sin reflejarla, por lo que son transparentes (y por tanto mejor aceptados cosméticamente).

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