¿Qué precio pondrías a tu vida?

Esta mañana me llegaba un WhatsApp de “Rocío, madre de Alejandro”. Sí, así es como la tengo memorizada en la agenda de mi móvil. Dos nombres, dos personas, dos vidas.

Simplemente me enviaba una foto (la foto que encabeza el artículo) y me pedía que diese visibilidad al problema de su hijo y al de otros tantos niños que parecen Fibrosis Quística.

No voy a entrar en detalles técnicos de la esa enfermedad. Sólo decir que Alejandro, y todos los niños que la padecen, además de correr, saltar y dar la lata tiene entre sus rutinas diarias la fisioterapia respiratoria, la administración frecuente de aerosoles y la toma de unos cuantos medicamentos para poder hacer la digestión. Además conviven con el miedo constante de que cualquier infección respiratoria, que en otro niño sería un simple catarro, se puede complicar y requerir un ingreso hospitalario.

Esa es la vida de Alejandro. Pues ya os podéis imaginar la de sus padres y la de su hermana. Sí, como la de cualquiera de nosotros, con los mismos problemas cotidianos, pero a los que hay que sumarle los toda la retahíla de cuidados que necesita Alejandro. Y todos estos cuidados con el único propósito de retrasar al máximo el trasplante pulmonar (con todo lo que eso conlleva), al que está abocado inevitablemente porque la enfermedad sigue progresando.

Afortunadamente hay personas que invierten su vida en investigar nuevos fármacos capaces de frenar estas enfermedades. Para la mutación más frecuente de la Fibrosis Quística en España, la que tiene Alejandro,  esto ya se ha conseguido desde el punto de vista científico. Pero esto no es suficiente. A pesar de estar disponible ese medicamento (Orkambi) ni Alejandro, ni ninguno de los niños españoles con Fibrosis Quística, podrá conseguirlo porque la Administración no ha aprobado su comercialización en España.

Por eso se han manifestado hoy en Madrid las asociaciones de Fibrosis Quística con el lema: “¿Qué precio pondrías a tu vida?”.

Ojalá esté escrito llegue a los responsables políticos que toman las decisiones de aprobar o rechazar los medicamentos que se pueden comercializar en un determinado país. Y ojalá sean capaces de entender que detrás de sus decisiones hay nombres, hay personas, hay vidas.

¿Cómo creéis que puede una madre conciliar el sueño sabiendo que existe un medicamento capaz de frenar la enfermedad de su hijo pero no puede tener acceso a él porque los responsables no dan luz verde a su comercialización?

Esta noche, mientras Alejandro duerme felizmente, ajeno a las egoístas  decisiones que tomamos los adultos, “Rocío, madre de Alejandro” se irá a la cama, otra vez, sabiendo que existe un medicamento capaz de frenar la enfermedad de su hijo pero que de momento no podrá conseguir porque no se comercializa en España.

Te pido en nombre de todos los afectados de Fibrosis Quística y sus familias que compartas este artículo, a ver si llega a algún responsable político y conseguimos que cambien sus decisiones.

 

 

Escúcheme, por favor, señor Trump.

No es este un blog de política y, por tanto, no voy a hablar de política. Voy a hablar de personas, de niños, de niños inocentes, de niños que han sido separados de sus padres e internados en perreras.

¿Hasta donde puede llegar la crueldad humana?, ¿qué más nos falta por ver?, ¿hasta cuánto se puede pisotear la dignidad humana sin que reaccionemos?

Entiendo que la solución a la inmigración es un problema complejo. La solución siempre debe pasar por arreglarlo en el país de origen, nadie abandona sus raíces por gusto. Pero insisto, no quiero hablar de inmigración, no es este el foro. Sólo recordaré la frase del poeta somalí, Warsan Shire, “Nadie pone a su hijo en un barco salvo que el agua sea más segura que la tierra” que nos demuestra la desesperación que tiene que tener un inmigrante cuando toma esa determinación de dejar todo atrás.

De lo que sí quiero hablar es de las soluciones que como sociedad tomamos (o consentimos) respecto a los inmigrantes. Desde que el otro día leí la noticia en el periódico de los niños internados en perreras no he parado de darle vueltas, pero ha sido esta mañana tras escuchar un audio del llanto de los niños cuando no me he podido contener más.

Me gustaría hacerle llegar esta carta al señor Trump.

Señor Trump.

¿Ha sentido usted el calor de un abrazo? Sólo si nunca lo ha sentido será capaz de privar a otro ser humano de sentirlo.

Multiplica por infinito esa sensación si el abrazo es de tus padres y, sobre todo, cuando te encuentras mal, cuando estás triste.

¿En qué clase de persona se convierte uno cuando no es capaz de escuchar el llanto de un niño?

El llanto en los niños es un mecanismo de defensa. Sí, es desagradable ver a un niño llorar. La naturaleza diseñó este mecanismo para que se nos remuevan las entrañas cuando lo escuchamos. Es un mecanismo muy primitivo que conservan la mayoría de los animales mamíferos. Es por eso que a una madre le cuesta la misma vida dejar llorar a su bebé cuando intenta sacarlo de su cuarto.

Soy un simple pediatra y se me hace muy difícil darle un consejo a todo un presidente de los Estados de Unidos. No suelo ser tan atrevido, pero hoy me voy a permitir esa osadía. Cuando en mi practica médica me encuentro con un problema o dilema ético suelo hacerme una pregunta que me da la solución a ese problema de una manera bastante rápida “Si fuera mi hij@, ¿qué haría o qué me gustaría que hiciesen?” Le aseguro que la respuesta suele ser bastante acertada porque, como todos los padres, quiero lo mejor para mis hijos.

No dudo de sus cualidades intelectuales. No debe ser fácil llegar a la Casa Blanca, pero como pediatra y sobre todo, como padre, le aconsejo que escuche el siguiente audio. No creo que pueda quedar indiferente.

Un saludo, presidente.

¡¡ Hablemos con nuestros hijos !!

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No es este un blog de “problemas sociales” pero creo que en la formación integral como personas de nuestros hijos es fundamental inculcarles el valor de la SOLIDARIDAD. No sólo debemos preocuparnos de la salud física de nuestros niños sino , además, de su salud mental y de su formación integral como personas.

ELLOS SON EL FUTURO y, es fundamental, que en ese crecimiento como seres adultos, inteligentes y libres crezcan como personas que son capaces se hacerse sensibles a los problemas de este mundo de injusticias y desigualdades, despertándoles una actitud para poner su granito de arena e intentar cambiarlo.

Quiero hoy, aprovechando que es el “Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza 2015”, hacer un llamamiento a la SOLIDARIDAD y agradecer, de paso, a todas las personas que diariamente trabajan por HACER UN MUNDO MEJOR.

Propongo un ejercicio sencillo: que en un momento del día les hablemos y les hagamos conscientes a nuestros niños (¡¡que serán los responsables de mejorar este mundo!!), cada uno a un nivel adecuado a su edad, de esta lacra mundial de desigualdad e injusticia. Seguro que si les decimos que nos propongan una solución nos propondrán cosas muy sabias e interesantes. Su inocencia les hace muy libres.

Enseñémosles los valores que les harán GRANDES PERSONAS: valorar a sus compañeros, compartir con sus compañeros, respetarles, ayudarles, …

El lema de este años es Construir un futuro sostenible: unirnos para poner fin a la pobreza y la discriminación”.

Os dejo algunos datos y cifras que nos da UNICEF y nos hablas de “la mala salud” de nuestro mundo:

  • 836 millones de personas aún viven en la pobreza extrema.

  • Alrededor de 1 de cada 5 personas de las regiones en desarrollo vive con menos de 1,25 dólares diarios.

  • La gran mayoría de las personas que viven con menos de 1,25 dólares diarios pertenece a 2 regiones: Asia Meridional y África Subsahariana.

  • Los elevados índices de pobreza se ven a menudo en países pequeños, frágiles y afectados por conflictos

  • En el mundo, 1 de cada 7 niños menores de 5 años no tiene una altura adecuada para su edad

  • En 2014, cada día, 42.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares en busca de protección debido a un conflicto.

Algunos datos se nos vienen un poco grandes, pero sí está a nuestro alcance comenzar con PEQUEÑOS GESTOS que se traducirán en GRANDES PERSONAS.

Hablemos mucho con nuestros hijos, y sobre todo, dejémosles también HABLAR A ELLOS.

El objetivo final es “Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” y las metas que se marca este objetivo, para 2030, son:

  • Erradicar la pobreza extrema para todas las personas en el mundo, actualmente medida por un ingreso por persona inferior a 1,25 dólares de los Estados Unidos al día.

  • Reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.

  • Poner en práctica a nivel nacional sistemas y medidas apropiadas de protección social para todos, incluidos niveles mínimos, y, para 2030, lograr una amplia cobertura de los pobres y los vulnerables.

  • Garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los pobres y los vulnerables, tengan los mismos derechos a los recursos económicos, así como acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de las tierras y otros bienes, la herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías apropiadas y los servicios financieros, incluida la microfinanciación.

  • Fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran en situaciones vulnerables y reducir su exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima y otras crisis y desastres económicos, sociales y ambientales.

  • Garantizar una movilización importante de recursos procedentes de diversas fuentes, incluso mediante la mejora de la cooperación para el desarrollo, a fin de proporcionar medios suficientes y previsibles a los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, para poner en práctica programas y políticas encaminados a poner fin a la pobreza en todas sus dimensiones.

  • Crear marcos normativos sólidos en los planos nacional, regional e internacional, sobre la base de estrategias de desarrollo en favor de los pobres que tengan en cuenta las cuestiones de género, a fin de apoyar la inversión acelerada en medidas para erradicar la pobreza.

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