Si no hubiese…

Si no hubiese visto tu cara,

si no hubiese tu olido tu piel,

si no hubiese escuchado tu llanto,

si no hubiese cruzado una mirada contigo,

si no hubiese escuchado tu voz,

si no hubiese sentido tu aliento,

si no hubiese acariciado tu piel,

si no hubiese secado tus lágrimas,

si no hubiese escuchado tus risas,

si no hubiese…

Todo eso ya lo he vivido
y ya no puedo dar marcha atrás.
Ya no es… hubiese,
sino que es… ha sido.
Y tanto que ha sido…
¡Cuánta intensidad en cada gesto!
¡Cuánta generosidad en cada mirada!
¡Cuánta sinceridad en cada beso!
Ahora ya sé lo que es el AMOR con mayúsculas.
Te quiero, hija mía.
Gracias por todo lo que me has dado.

¡No es fácil ser padre!

Lo prometido es deuda. Ya comenté el Día del Padre que quedaba pendiente una entrada dedicada a ellos: una parte muy importante en muchas familias (entendiendo que hoy día existen muchos modelos familiares).

No seré yo el que diga quién es el mejor padre o modelo de padre.

Pero hoy si me atreveré a relatar, siempre desde el cariño y con mucho respeto, algunos comportamientos de esta “especie” observados a lo largo de mi carrera profesional.

Me limitaré a hablar hoy de los primeros momentos de la paternidad. Ya iré escribiendo otros post de otros comportamientos peculiares de algunos padres conforme va avanzando su paternidad.

Existen diferentes momentos en la “carrera de la formación de una familia” donde a un padre se le pone a prueba.

He visto a muchos padres emocionase, llorar, estremecerse,… sólo con ver un test de gestación positivo. Pero también he visto a otros, ante esa misma situación, correr con la camiseta levantada, escondiendo en ella la cabeza, con los brazos abiertos en forma de avión (cual Cristiano Ronaldo celebrando un gol en la final de la Champion) gritando “¡¡¡sííí, sííí, síííííí!!!”

He visto a padres que llevaban un control tan meticuloso del embarazo que sabían en cada momento, minuto a minuto, si a su criatura que se gestando se le estaban formando en ese momento las orejitas, los deditos, o cada una de las maravillosas partes de su cuerpo. Controlaban perfectamente si su pareja se encontraba en la semana 23+2 o en la 38+5 de embarazo. Pero también he visto a padres que hasta que no se han visto entrando en el paritorio no sabían si su pareja estaba cumplida o aún le faltaban dos meses para cumplir.

Por cierto, hablando de paritorios, quizás éste sea uno de los lugares de un hospital donde más anécdotas se pueden contar. Es un sitio donde se derrochan sentimientos a raudales y donde salen, a veces, comportamientos muy primitivos y muy sinceros.

En el paritorio he visto a padres “hipercolaboradores”, que ponen en practica cada uno de los consejos recibidos en las clases de preparación al parto. Sujetan con delicadeza el cuello de la mamá y la animan “¡¡Vamos, campeona, que lo estás haciendo fenomenal!! ¡¡Respira, ahora respira!!”

He visto a padres “pasotas” que se ponen a hablar de cualquier otro tema, como si estuviesen en la barra de un bar, como si aquella situación fuera lo más cotidiana del mundo, (por Dios, buenhombre que tu hijo está a punto de nacer y tú estás aquí preocupado de si el penalti que han pitado en el partido del Betis ha sido justo o injusto).

He visto a padres “reporteros”, con móvil en mano garbándolo todo. Todo es todo, sin perder ni un detalle. Eso sí, tan preocupados han estado algunos de encontrar la mejor instantánea que al final no se han dado cuenta si el bebé había salido ya o no.

He visto muchos padres “sufridores” y “solidarios” que quisieran haber compartido el dolor de cada una de las contracciones para mimetizarse al máximo con su pareja. “¡¡Ay, cari!! ¿Te está doliendo mucho? ¡¡Si pudiéramos compartir ese dolor!!”

He visto a padres “accidentados”. Padres que haciéndose los valientes ,y sin querer reconocer que se les estaban quedado las piernas flojas, han terminado desplomados y con una brecha en la cabeza. Cuando el ginecólogo ha terminado de coser la episiotomía, en el mismo paritorio, les han tenido que coser a ellos su brecha de la cabeza.

He visto a padres “vomitadores”. En su intento de mantenerse estoicamente como los acompañantes perfectos han acabado vomitando y siendo centro de las atención en el paritorio, robándoles incluso el protagonismo a la madre y al bebé.

También he visto a padres que se les ha «aflojado un poco el muelle» en el paritorio. Sí, vamos, que se han cagado. Literal. Por la patilla abajo. El paritorio que habitualmente huele a “vida” en esos casos olía a… Uff, no quiero recordar cómo olía.

En próximas entradas os contaré algunas anécdotas más. Repito siempre desde el cariño y el respeto. Yo entiendo que la paternidad no es fácil y cualquier comportamiento es entendible.

¿Estas dispuesta a contar cómo fue tu experiencia o la del papá en el paritorio?

Lo imprescindible de la canastilla.

El otro día en la consulta una situación me llevó a reflexionar sobre qué estamos haciendo con la crianza de los niños. Os cuento:

“ Mire, doctor, ¿a mi bebé le puedo dar a mi bebé la Eupeptina por la tarde? Es que verá, como a esa hora también le doy el vitaD y desde ayer he comenzado a darle el Colimil porque estaba muy incómodo con la barriguita. Es que le he cambiado al Colimil porque veía que con el Aerored no se aliviaba demasiado. ¿Te parece bien, o crees que mejorará más con el Colikind? Es que lo de la manzanilla lo veo muy antiguo, ¿no?

En fin, estamos desesperados porque la leche no me ha subido a pesar de haber tomado yo levadura de cerveza y Promil. Me lo intenté sacar con el sacaleches manual pero como no me salía hemos comprado uno eléctrico de Medela. He probado con pezonera porque las grietas en el pezón no se me mejoraban ni con el Purelan.

Total, que estamos desesperados. Ya hemos probado tres tipos de biberones, y al final con el del doctor Brown, que era nuestra última esperanza, tampoco es que haya habido una mejoría espectacular. Estamos yendo a que el quiromasajista le haga unos masajes y aún así no lo acabamos de ver cómodo. ¿Le podemos dar Apiretal si se pone muy inquieto? Es que cuando lo ponemos de ladito con el cojín antivuelco llora desesperadamente, como si no le gustara esa postura. Pero es que sólo de lado podemos vigilar su cara con la cámara de vigilancia.

Y esto por no hablar de las leches. Empezamos con la leche que le dieron en el hospital pero como empezó con los gases y se le puso el culete rojito se la cambiamos a una anticólico. Ahora parece que se ha estreñido porque lleva 24 horas sin hacer caca y antes hacía tres al día. Mi cuñada me ha dicho que le dé ahora, mejor, una antiestreñimiento pero ya es que nos da miedo no se le vaya a poner el culete otra vez rojito. Porque con lo del culete nos llevamos una semana probando cremas hasta que se mejoró. Que si la de Mustela, que si la pasta al agua, que si el Positón,… al final, hasta que no le puse aceite de oliva, como me dijo mi madre ,no se le mejoró el culito. Bueno no sé si por el aceite o porque le cambié de pañal por que yo creo que los de Dodot no le sientan bien.  

Y cómo ve usted que le ha quedado el ombliguito. Bueno, creo que al final por lo menos eso sí nos ha ido bien porque pasamos del alcohol de 70º a la clorhexidina. Por cierto, aún le sangra un poquillo, ¿eso es normal? 

Ahora también le estamos escuchando ruiditos al respirar y hemos empezado a lavar la nariz con suero fisiológico pero no sabemos si son mejor las monodosis o es mejor con jeringa. Hemos escuchado hablar del Rhinomer y del Sinomarín, ¿cuál cree usted que es más eficaz? ¿Y después le debemos aspirar los mocos? Es que tenemos dos uno de perilla y otro que tenemos que aspirar nosotros, creo que se llama Narinel, pero díganos usted si hay alguno que sea mejor. ¿O cree que debemos empezar ya con un mucolítico? ¿El Fluidasa se lo podemos echar en el biberón o hay que dárselo directamente en la boca?

Ah, por cierto, otra cosa doctor: me gustaría preguntarle sobre las vacunas porque nuestra idea era no ponérselas porque nos dan mucho miedo. Ya lo hemos hablado mi marido y yo y hemos pensado que es muy pequeño para meterle tantas medicinas”.

En fin, os podéis imaginar mi cara, ¿no?

Si hasta me costaba seguir el ritmo de medicamentos y productos de parafarmacia de los que me estaba hablado. Y eso con 20 días.

Me imaginaba la canastilla. Tenía más productos que el escaparate de la sección de pediatría de una farmacia y parafarmacia juntas. Eso sí, vacunas ninguna, que dan “miedo”.

No quiero ser juez de cada “estilo familiar” pero me cuesta mucho creer que esta sea una mejor crianza que la que hicieron nuestros padres, que ahora son abuelos, con nosotros.

¿Cuánto cuesta (económicamente, y peor aún, emocionalmente) criar un bebé así?

¿Pensáis, de verdad, que todos estos “artilugios y productos” mejoran la crianza de nuestros hijos?

 

Comparte si crees que la canastilla de un bebé debe contener más paciencia y sentido común y menos “potingues”.

¿Vacunas sí, vacunas no?

Sólo con escribir el título del post casi me sale una urticaria.

A estas alturas de la película creo que la duda, ofende.

En la historia reciente de la medicina dos hechos han logrado un aumento espectacular de la supervivencia. Estos son:

  • el lavado de las manos (ya hablé de esto en este post).
  • la vacunación.

Doctor, ¿y a qué viene ahora esta pregunta de si son recomendables las vacunas?

Pues eso mismo tuve que responder a la primera familia que me lo planteó esta semana. Creía que las dudas eran sobre qué vacuna le correspondía a cada edad. Pensaba que ya teníamos asumido que vacunar es uno de los mayores “gestos de amor” en salud que podemos hacer hacia nuestros hijos.

Mi sorpresa ha sido que a lo largo de la semana cada día varias familias me han continuado preguntando lo mismo.

Parecen que los antivacunas vuelven a la carga.

Esta semana han emitido un programa antivacunas y parece haber despertado algunas dudas.

Puedo coincidir e incluso, a veces, compartir las opiniones que a menudo manifestáis en el blog, el los comentarios de face cada vez que escribo algún post de vacunas:

“que si es una injusticia que se haga negocio con la salud de los niños”,

“que si es injusto que en unas comunidades autónomas las vacunas las financie la seguridad social y en otras no”,

“que si las vacunas son muy caras”,

“que qué está pasando con Bexsero que ahora hay y mañana no”,

“que por qué antes eran 4 dosis de Prevenar y ahora 3”,

“que…”,

“que…”

“que…”.

Lo que no puedo comprender es que los antivacunas quieran negar todos los beneficios de la vacunación sólo porque haya habido en alguna ocasión un extrañíííííííííísimo y raríííííííísimo caso de alguna reacción vacunal.

Parece que con el caso de difteria del niño de Olot, no aprendimos nada. Menos mal que sus padres sí que aprendieron y vacunaron a los hermanos.

El riesgo 0 no existe en nada en la vida.

Es como si pretendiésemos defender que es mejor viajar en coche a 200 km/h sin cinturón de seguridad porque una vez ,a una persona, el cinturón hizo que no saliese despedido del auto y el techo lo aplastara.

NO, familias NO.

LAS VACUNAS SÍ SON RECOMENDABLES.

Pocos medicamentos salen al mercado habiendo superado los estudio de seguridad que se le exigen a las vacunas.

Ahora parece que la escusa es hipersensibilidad a los metales pesados.

Que si el test Melisa, que si esto, que si lo otro.

No quiero aburrir en este foro con razonamientos científicos que justifican cada una de las vacunas pero creo que con un razonamiento muy simple basta.

Seguro que conoces cientos o incluso miles de niños vacunados, ¿conoces algún caso de hipersensibilidad a los metales pesados?

Ahora bien, seguro que sí conoces a algún niño que tuvo alguna desgracia por alguna enfermedad prevenible. Es fácil, con sólo echar la vista atrás a la generación de nuestros padres y abuelos y ver la cantidad de niños que en esa época morían por sarampión, varicela, difteria,…

Que no te vendan la burra: ¡¡¡VACUNAS, SÍ!!!

 

Comparte.

 

 

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Es inevitable, lo sé.

Sí, habrá una etapa donde me negarás.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Me ocultarás muchas cosas por eso, sí, sólo por eso, por ser tu padre.

Entenderé que hay etapas donde los hijos no queréis contarle las cosas a los padres.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Discutiremos, discutiremos mucho. Me llevarás la contraria en todo. Hasta en las cosas que ahora y luego coincidimos y coincidiremos siempre.

Así sabré que te estás haciendo mayor.

Puede que hasta haya momentos donde te avergüences de mi.

Te pareceré carca. Pensarás que es mejor que tú descubras el mundo sola, sin mis “consejos”.

Quizás en esos momentos eche de menos lo que ahora tanto esfuerzo supone: las malas noches, los llantos, las toses, las fiebres, loes berrinches, …

 

Pero todavía eso no ha llegado.

 

De momento continuaré disfrutando de TU SINCERIDAD.

Continuaré disfrutando de poder aportarte la seguridad que necesitas.

Continuaré disfrutando de dormirte en mis brazos.

Continuaré disfrutando de lo sencillo, de tus “pa-pa”, del cucu-tras, de tus besitos, …

Continuaré disfrutando de poder abrazarte cada veZ que tú o yo lo necesitamos.

Así sé que aún estás en mi regazo.

 

Y quizás llegue el momento donde te conviertas en madre, y en ese momento, en ese mismo momento, entenderás de un plumazo todo lo que estoy hablando.

 

TE QUIERO, HIJA MÍA.

¿Cómo controlar las rabietas?

En estos días de puente, cervecita en mano, al sol como los lagartos y la vida me ha regalado el momento que os voy a relatar…

Sí, le pude calcular rápidamente unos dos añitos y medio. Gritaba y se revolcaba como si fuera la mismísima niña del exorcista.

Aquella “fiera” y aquellos padres que no sabían dónde meterse (“tierra trágame, en qué maldito momento decidimos salir a tomar un aperitivo”, supongo que estarían pensando) se convirtieron rápidamente en el centro de todas las miradas y, sobre todo, de todas las conversaciones de cada una de las meses de aquella terraza.

Ahí me encontraba yo, invitado de honor, con todos mis sentidos activos. El sentido del gusto disfrutando de aquella deliciosa gélida cerveza y el sentido del oído (¡maldita deformación profesional!) no me daba abasto para intentar escuchar las reacciones del resto de “los espectadores”. Pude escuchar todo tipo de comentarios sobre aquella escena. Desde los que arremetían directamente contra la niña (“¡Vaya tela lo malcriada que está la niña! Si fuera mi hija la soltaba dos sopapos y verás que pronto se callaba”) hasta los que se apiadaban de los padres (“Ojú, qué mal rato están pasando los pobres. Claro, ¿a ver qué haces en esa situación? Y encima con todo el mundo mirado. ¡Qué bochorno!”) y, por supuesto, la reacción de los pobres padres que se sentán avergonzados y observados (“Mira como te miran esos niños. Van a pensar que eres un bebé y por eso lloras”) mientras se esforzaban en inmobiliaria como si de un delincuente se tratase.

Bueno, toda esta retahíla, para explicar a qué se deben las rabietas y cómo se deben manejar.

Si entendemos bien en qué consisten, entenderemos rápidamente el manejo. Y tendremos claro que el inicio de las rabietas no es por ser “malos padres” ni “malas madres” y que no es cuestión de niños tiranos, ni padres permisivos, ni sí, ni no, ni todo lo contrario.

Basta ya de sentirse culpables por todo.

Las rabietas se producen por una “descoordinación” que existe entre la edad en la cual los niños ya son capaces de pedir las cosas con insistencia (más o menos a los 2 años) y la capacidad de modular o controlar sus sentimientos, sobre todo su capacidad de “digerir” la frustración (que suele aparecer en torno a los 4-5 años). Es por eso que en esta etapa es bastante frecuente que el niño presente una rabieta cuando le decimos “NO”.

Por tanto, y esto es lo que debe quedar claro:

El inicio de una rabieta no es culpa de los padres (padres dictadores, padres tiranos,…) ni de los niños (niños mimados, niños tiranos,…) sino de “la evolución del desarrollo psicológico de los niños” que permite que los niños tengan capacidad de desear o pedir las cosas con insistencia antes de ser capaces de tolerar la frustración ante el “NO”.

Esto no significa que no podamos hacer nada ante una rabieta.

No debemos atosigarles, enfadándonos y presionándoles para que se controlen, ya les gustaría. Precisamente esa incapacidad es la que ha generado la rabieta.

Debemos intentar tranquilizarles. Ya sé que no es fácil. Si fuese fácil no estaría escribiendo sobre esto. Todo el mundo lo haría y punto.

No debemos inmovilizarles si lo que quieren es patalear. En ese momento pueden necesitar “desfogar”, consumir su rabia “quemándola”. Por el contario no debemos separarlos de nosotros si buscan nuestro contacto. En el fondo están buscando nuestra aceptación. No debemos rechazarles. En muchas ocasiones lo que necesitan es un “abrazo de aceptación”.

Y otra cosa, y no menos importante, si vuelves a presenciar una rabieta no te conviertas en juez de la jugada. Ni los padres, ni sobre todo los niños desean esa situación, ocurre simplemente porque “la naturaleza» es así. El tiempo lo acabará arreglando.

Si te ha gustado, comparte.

DÍA MUNDIAL DE LAS ENFERMEDADES RARAS.

Hoy, último día de febrero, desde hace ya diez años se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Raras.

Un año más desde Cuidar mi Bebé quiero hacer una llamada de atención a la sociedad en general y a los políticos que corresponda en particular para tomar conciencia y que brindar TODA LA AYUDA NECESARIA A ESTAS FAMILIAS.

Tal y como describe la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER), las enfermedades raras se caracterizan por ser su mayor parte crónicas y degenerativas, el 65% son graves e invalidantes, dos de cada tres aparecen antes de los dos años y, además, una de cada cinco personas afectas padecen dolor crónico.

El adjetivo “raras” me parece que tiene una carga despectiva no despreciable. Sería preferible llamarlas “poco frecuentes” o, mejor aún “poco conocidas”.

Y precisamente este “poco conocidas” es el inicio de un calvario que tienen que soportar muchas familias, peregrinando de ciudad en ciudad, de médico en médico, de especialista en especialista,… todo por buscar un diagnóstico que muchas veces es muy difícil de establecer.

Si hay algo peor que tu hijo padezca una enfermedad crónica es, precisamente, NO SABER QUÉ ENFERMEDAD PADECE TU HIJO.

¿¡¡Cómo pueden unos padres conciliar el sueño sabiendo que su hijo está enfermo y sin saber qué enfermedad tiene!!?

Si es duro tener un mal pronóstico más duro es NO TENER UN DIAGNÓSTICO.

Salvando las distancias es tan desesperante como los familiares que tienen a algunos de sus seres queridos desaparecido, sin saber si está vivo o muerto,… ¿¡cómo van a parar de buscar!? Encontrar a esa persona es fundamental para cerrar página y asumir esa situación, sea cual fuere el desenlace.

Similar debe ser para estas familias la búsqueda desesperada de un diagnóstico. Aunque ese diagnóstico abra la puerta a otra incertidumbre: “y ahora, ¿qué puedo hacer para ayudar a mi hijo?”.

Afortunadamente, y gracias a iniciativas como la de celebrar el Día Mundial de las Enfermedades Raras, surgen cada vez iniciativas y asociaciones de enfermos que SON FUNDAMENTALES PARA LA ORIENTACIÓN Y EL APOYO A ESTOS ENFERMOS Y SUS FAMILIAS.

Comparte este post para intentar llegar al mayor número de personas posible y hacer que nuestra sociedad tome conciencia de estos enfermos.

¡FIRMA LA DECLARACIÓN OFICIAL DEL DÍA MUNDIAL!

Puedes firmar pinchando en este enlace.

 

¿¡Cómo voy a estar en contra de Pablo Ráez!?

Pablo ha luchado contra su enfermedad como un jabato.
Personalmente pienso que un buen estado de ánimo es la mejor manera de enfrentar cualquier enfermedad.
Pero no nos confundamos. No, no es fácil.
Debemos entender que cualquier persona que reciba un diagnóstico de ese calibre tiene derecho, también, a «venirse abajo». No, no lo defiendo pero sí entiendo que es muy lícito.
Miles de personas luchan a diario contra el cáncer y no todo el mundo lo puede enfrentar igual.
Pablo ha conseguido algunas cosas muy grandes.
Para mí, sobre todo, demostrar que vale la pena VIVIR MIENTRAS SE ESTÁ VIVO, y concienciar a la gente de que LA SOLIDARIDAD es el camino para avanzar en todo, también en la lucha contra las enfermedades. En el caso de la leucemia, por ejemplo, con la donación de médula ósea.
Pero no nos confundamos.
Es muy de agradecer que sea, una vez más, una persona en estas circunstancias la que nos recuerde que DEBEMOS VIVIR MIENTRAS ESTEMOS VIVOS.
Pero no podemos exigirles a todos los enfermos que anímicamente estén al cien por cien. La enfermedad es dura, el miedo es grande y debemos entender que puedan flaquear. Bastante tienen con su lucha individual «partido a partido» (hoy analítica, mañana quimio, vómitos, más analítica, más quimio…) como como para que encima tengan que enarbolar banderas por campañas que deberían estar en manos de quienes dirigen la sanidad.
Deben crearse mecanismos más eficaces de concienciación sobre la donación de médula ósea y otros órganos.
Esto no puede depender de héroes como Pablo. Creo que esto deja al descubierto muchos déficit de nuestras «organizaciones» y de nuestra sociedad.

Pablo, has sido, eres y serás muy grande.
Eternamente agradecido por tus enseñanzas.
D.E.P.

¿Qué está pasando con el aceite de palma?

¿Doctor, qué opina usted de lo del aceite de palma en las leches de fórmula?”

No me sale otra respuesta que la siguiente:

Pero, … ¿de que nos extrañamos? ¿Acaso es sorprendente lo de este o aquel aceite?

Yo, que soy de pueblo, hace mucho tiempo que no entiendo muchas cosas y ya no me asombro casi por nada. En mi casa , y más siendo mi padre agricultor, se comían tomates en verano, naranjas en invierno, ciruelas en San Antonio, habas cuando las daba la tierra… Era impensable comer helado en invierno o naranjas en verano.

Se comían siempre los productos de la época y de la tierra.

Hemos llegado a un punto donde se pueden comer tomates en cualquier época, lechugas todo el año, helados hasta en nochebuena,…

No le entiendo bien doctor, ¿qué tiene que ver esto con el aceite de palma?”

Pues creo que mucho. Para empezar diré que el problema del aceite de palma en las leches de fórmula se resuelve si se toma lactancia materna. Por otro lado entiendo que, por necesidad o por comodidad, se tenga que recurrir a la leche de fórmula en la alimentación de los bebés. Sí, yo que soy fiel defensor de la lactancia materna tengo que decir que desde los 9 meses mi hija toma, además del pecho, algunos bibis de leche de fórmula. Sí, de fórmula, de esos que contienen aceite de palma.

No voy a decir, porque no se puede decir, que el aceite de palma es bueno, porque claramente no lo es. Pero este es el precio de vivir en un mundo de mentira. ¿Acaso no recordáis cuando la nocilla en invierno se ponía dura y no se podía untar? Ahora ya no se pone dura, ¿verdad? Pues esto ya sí tiene mucha relación con lo que comenzamos hablando. Hoy día a muchos productos se le añaden algunas grasas (como el aceite de palma) para hacernos la vida más fácil o más agradable”. Se añade a los chocolates de cobertura para que se pongan más o menos duros, la mantequilla o la nocilla siempre se unta bien,

Repito, no es que esté de acuerdo en que el aceite de palma sea un componente de las leches de fórmula pero os propongo un ejercicio:

Vaya usted ahora mismo a su nevera y revise la composición de los alimentos que hasta ahora ha estado considerando como “sanos o saludables”.

Pues sí, muchos, muchísimos de eso contienen aceite de palma.

Pues eso, que creo que nos quejamos del aceite de palma de la leche de fórmula mientras nos tomamos un batido de chocolate con un pastel industrial o les damos la merienda a nuestros hijos con pan de molde, sin corteza si puede ser, no vaya a ser que el niños se canse de masticar…

Insisto, no estoy de acuerdo, pero creo que es el precio que estamos pagando por vivir en un mundo de mentira.

Educar a nuestros hijos en alimentación creo que asumir que no se puede comer helado en invierno y naranjas en verano.

Sé que en el mismo momento de pulsar el botón “publicar” saldrán a la palestra los más firmes defensores de uno y otro bando, con miles de razones para desmontar estos y aquellos argumentos.

Pues de eso se trata. No siempre vamos a estar de acuerdo.

Opina y comparte.

¿Cómo calcular la cantidad de leche ideal?

Doctor, por si eran pocas las dudas que teníamos desde que nació el bebé ahora nos surge una más. Resulta que en el bote de leche pone que a partir del mes el bebé tiene que tomar 120 ml. Con Marina, que cumplió el mes ayer, nos cuesta la misma vida que se lo tome. Los primeros 90 ml los tomá bien pero los últimos 30 ml son una odisea. Rechaza el biberón. Nosotros insistimos. El otro día, por insistir, acabó vomitando y ahora no sabíamos cuánto había vomitado y cuánto más le debíamos dar. ¿Qué debemos hacer en esos casos?”

Mira que me he encontrado que algunos padres traen meticulosamente recogidas las temperaturas de sus niños cuando tienen fiebre en tablas de excel, hasta con representaciones gráficas, pero he de reconocer que que esa situación me superó.

Tuve que responder:

Pues sí, verdaderamente tenemos un problema y muy complejo. Porque todavía lo de que le cueste mucho trabajo tomarse el biberón es cuestión de paciencia pero hay que intentarlo. El problema real es cuando además vómita. Tendré que investigar si existe algún artilugio que sirva para recoger y medir le volumen del vómito para restar y saber cuanto se ha quedado dentro”.

¡¡Por dios, qué estamos haciendo con la crianza!! ¿Qué creemos, que los niños son robots?, ¿que siempre comen a la misma hora y la misma cantidad?

Si somos capaces de cuidar mascotas de distintas especies, ¿por qué nos cuesta tanto criar un niño?

Es tan fácil como darle:

LO QUE QUIERA Y CUANDO QUIERA, es decir, A DEMANDA.

Pero eso de a demanda era para el pecho, ¿no? Los biberones nos han dicho que eran cada 3 horas”.

Pues no, eso de a demanda es tanto para el pecho como para el bibe.

Los fabricantes de leche artificial pretenden conseguir un producto lo más parecido a la leche materna, incluso en las calorías que aporta. Es decir a mismo volumen de leche las calorías son similares.

¿Y si no se despierta por la noche?”

Pues eso, disfrutad y aprovechad para descansar que las “malas noches” vienen solas, no hace falta buscarlas. Y creedme que vendrán y vendrán muchas. De aquí a unos meses vendréis a contarme que a ver qué hacemos para conseguir que el niño no se despierte”.

¿Y si a las dos horas está pidiendo?”

Responderé finamente: pues ajo y agua. Haberlo pensado antes. ¿Habéis visto a alguna

vaca, o gata, o perra, o ciualquier otra madre lactante con un reloj puesto para ver si ya “le toca comer a su cría? Pues eso. Es mucho más fácil de lo que pensamos es sólo INSTINTO. Si el bebé en una toma tiene más hambre y se pega un buen homenje es probable que aguante más tiempo o que en la siguiente toma coma menos, y viceversa, ¿no?

Ea, pues lleváis la fórmula para calcular la leche que debe tomar vuestro bebé:

¡¡A DEMANDA!! Es decir, LO QUE QUIERA Y CUANDO QUIERA.

Tenéis que saber que el instinto más básico que cualquier animal debe satisfacer es el hambre y la sed, que por cierto, para las crías de mamíferos ambas cosas van juntas. Por tanto, tened por seguro que si el bebé tiene hambre “se hará notar”.

Si tu bebé después de la toma se queda dormidito, o al menos tranquilo y va poniendo peso adecuadamente da igual la cantidad de leche que haya tomado.

Comparte esta información y ayudarás a frenar la angustia de muchas familias.