Cuantas veces…

¿Cuantas veces has pensado que tendrías por lo menos tres hijos? Hasta sus nombres tenías pensado, ¿verdad? Serían dos niños, el mayor y el pequeño, y una niña, la del medio. ¡Qué lindos!

También pensaste que tendrías el parto perfecto. Y pensaste también, quizás, que la lactancia sería tan fácil como se describe en los “manuales” de maternidad. No sólo lo pensaste sino que te atreviste a “aconsejar” a otras madres sobre cosas que aún no habías vivido.

Te imaginaste llegando a casa con tu recién estrenado bebé pensando que todo sería muy fácil, llenando de felicidad la casa y su cuarto, que con tanto mimo preparaste.

Imaginaste que comería cada tres horas y dormiría en su cuna mientras tú descansabas junto a tu marido.

Y habías imaginado también que más pronto que tarde llegaría la segunda, para multiplicar esa felicidad. Y un tercero. Y que todo sería perfecto.

Imaginaste que comerían fruta, que no montarían berrinches, que irían contentos al cole y que tú seguirías progresando en tu trabajo.

 

Pero eso no ocurrió.

Ocurrió la realidad.

Sí, la realidad siempre ocurre.

 

Tuviste tu primer hijo y no te quedaron fuerzas para desear un segundo. Porque el parto duele. La epidural, en el mejor de los casos, te quita el dolor físico, pero lo que más duele es el corazón. Te duele mucho el no haber parido, te duele que después de muchas horas de parto acabase en cesárea.

Te duele no haber conseguido dar el pecho. Y más te duele que te aconsejen.

Y también te duele no conseguir quitárselo. Te duele y te culpas.

Te duele que tu marido no entienda por qué te sientes mal.

Te duele, y te aterroriza, llegar a casa. Te duelen los consejos de las madres “perfectas”.

Te duele renunciar a tus sueños y también te duele que no lo entiendan.

Te duele no tener ni diez minutos para ducharte.

Te duele no poder estar sola. Y si consigues estarlo te culpas.

Te duele verte caer en los “errores” que tú corregías a las demás madres. Te duele verte gritar. Te duele verte sin fuerzas, y sin paciencia, para contar un cuento.

Sobre todo duele no reconocerte.

 

Déjame decirte una cosa:

No es que hayas fallado como madre ni como mujer.

Simplemente debes entender la maternidad es el proceso más transformador que sufrirás a lo largo de tu vida.

No te has fallado. Simplemente ser madre te ha transformado.

Aprende a valorarte como un madre real.

Aprende a valorar la perfección de una maternidad imperfecta.

No tienes que demostrar nada a nadie, ni siquiera a ti misma.

¿Los niños se resfrían por andar descalzo?

Doctor, estamos absolutamente desesperados. Ya no sabemos qué tipo de zapatos ponerle. Se los quita todos. Y el problema ahora es que con el frío que hace se resfría porque va siempre descalza”.

Creo que más de una familia os sentiréis identificados con esta situación porque sois muchas las que me repetís a diario en la consulta.

Con respecto al calzado de los niños lo primero que conviene decir es que, afortunadamente, poco poco han ido desapareciendo las antiguos botas ortopédicas que más que ayudar a andar inmovilizaban a los los niños e impedían el desarrollo normal del pie.

Son muchos los estudios ya que han demostrado los beneficios de andar descalzo.

Durante el verano es bastante fácil convencer a las familias de ésto. El problema es que el falso mito de que andar descalzo hace que los niños se resfríen hace que la mayoría de las familias sean muy reacias a dejar a sus niños descalzos en invierno.

Aclaremos el tema:

«¿Por qué se producen los resfriados?»

Pues los resfriados se producen por virus (¡¡¡SIN VIRUS NO HAY RESFRIADO!!!) y que yo sepa los virus no entran por los pies. Los virus catarrales se transmiten, como ya hemos visto en otras entradas, a través de las microgotas de saliva que soltamos al hablar, toser o estornudar. O a través de las manos, de ahí la importancia como ya insistí en la entrada del lavado de manos.

También es cierto que los virus están presentes y se pueden transmitir en cualquier estación del año.

«Entonces, doctor, ¿por qué los catarros son más frecuentes en invierno?»

He aquí la madre del cordero. Efectivamente los catarros son mucho más frecuentes en invierno y esto es debido al frío.

«¿Cómo que los catarros los produce el frío? ¿Pues no habíamos quedado que los producían los virus?»

Efectivamente, repito: ¡¡¡SIN VIRUS NO HAY RESFRIADO!!! El catarro no lo produce el frío, de hecho el frío es “esterilizante”. Lo que ocurre es que con el frío, especialmente con el aire frío, se produce una vasoconstricción de los capilares de la mucosa de la vía respiratoria superior (nariz, garganta, …) por lo que llegan menos leucocitos (células de defensa) y, por tanto, somos más vulnerables a que los virus penetren en la mucosa y provoquen el resfriado.

Resumen:

¡¡Deja que tus niños anden descalzos para que desarrollen bien el pie y protege su garganta del aire frío!!

Si te gustó, comparte.

Mis particulares 12 campanadas.

Volveré nuevamente este año a aprovechar las 12 campanadas de fin de año para agradecer todo lo bueno que me ha pasado durante este 2017.

Desde Cuidar Mi Bebe estas son mis particulares 12 campanadas :

¡¡Doongg, doongg!! No, aún no, estos son los cuartos. Id preparando las uvas.

Mientras aprovecharé para agradecer muy sinceramente el seguimiento que habéis hecho del blog directamente en www.cuidarmibebe.com con más de dos millones de visitas, algo impensable para mi cuando empecé a escribir hace dos años.

Agradezco también el superseguimiento que habéis hecho en el perfil de twitter y de facebook, que ha incrementado el número de seguidores en este año en casi en un 300%. Agradezco todos vuestros “comentarios” y vuestras “valoraciones” tanto en el perfil de facebook como en doctoralia. Agradezco igualmente todos vuestros comentarios y valoraciones negativas. No se puede gustar a todo el mundo y , además, eso me motiva a intentar hacer las cosas cada vez un poco mejor.

Tengo que agradeceros, también, la gran acogida que ha tenido un año más la consulta on-line con cientos de dudas resuelta a través de esta vía, tanto de pacientes que veo habitualmente en la consulta como de pacientes que se encuentran a mucha diatancia, incluso en el extranjero. Por vuestros comentarios y valoraciones parece que quienes lo han utilizado han quedado muy satisfechos. Con esta vía la distancia física y la disponibilidad horaria mía y/o vuestra deja de ser un problema.

Agradecido enormemente a todas las familias que pasaron este año por mi consulta, por confiarme su tesoro más preciado: la salud de sus hijos. He intentado estar a la altura, a pesar de que ya sabéis que los retrasos son muy difíciles de manejar cuando intentas no dejar a nadie fuera.

Uff, que me enrollo, y empiezan las campanadas….

  • ¡¡Doongg, una!! Por mis hijos, José, María y Victoria. Porque ellos me mantienen conectado íntimamente a la pediatría y al mundo de la crianza. Sus diferentes edades y sexos me dan una visión muy amplia de la infancia y me permite empatizar rápidamente con las familias no sólo como pediatra sino también como padre.

 

  • ¡¡Doongg, dos!! Por mi mujer, Paqui. Por la paciencia infinita que tiene conmigo, por todo el tiempo que le robo con mi trabajo (ella dice que con esto del blog yo tengo otro hijo). Por la visión de mujer y madreque me aporta de la crianza de los niños y que me hace entenderos mucho mejor.

 

  • ¡¡Doongg, tres!! Por mis cuñad@s y sobrin@s (tit@s y prim@s), que también me muestran otra manera de ver y sentir la crianza de los niños.

 

  • ¡¡Doongg, cuatro!! Por mis padres, Diego y María, porque además de la infinita ayuda que nos aportan familiarmente, me aportan la visión de “abuelos”, absolutamente necesaria también en mi intento de una visión global de la crianza.

 

  • ¡¡Doongg, cinco!! Por mis compañeros médicos, tanto del Hospital Virgen del Rocío como del Hospital NISA, porque su compañerismo me mantiene actualizadode una forma más amena y porque hacen que el trabajo en equipo sea lo más valioso. Porque son ángeles estos puestos en La Tierra. Porque cualquier niño en sus manos está seguro.

 

  • ¡¡Doongg, seis!! Por el resto de mis compañeros de trabajo (enfermer@s, auxiliares, celador@s, limpiador@s, cociner@s, mecánicos,…), porque su trabajo es IMPRESCINDIBLEpara que la rueda sanitaria pueda rodar sin detenerse.

 

  • ¡¡Doongg, siete!! Por vuestros niñ@smis pacientes, por cada una de esas sonrisas inocentes y sanascada vez que les doy una “pegatina de valientes” o, últimamente, los caramelos. La mayoría, con los caramelos, ya no se acuerdan ni de las pegatinas (jaja…)

 

  • ¡¡Doongg, ocho!! Por vosotros, cada uno con vuestras propias circunstancias. Por esa entrega en la crianza de vuestros hijos. Nadie dijo que fuese fácil, PERO MERECE MUCHO LA PENA.

 

  • ¡¡Doongg, nueve!! Por todos los abuelos, titos, amigos, cuidadores…que acompañaron a los niños a la consulta cuando los padres no pudieron, porque ellos también son IMPRESCINDIBLES.

 

  • ¡¡Doongg, diez!! Por todos los buenos momentos que nos ha dejado este 2017. Estoy seguro que si os paráis un momento analizarlo superan, con creces, los pequeños baches que tenemos que superar en ocasiones.

 

  • ¡¡Doongg, once!! Por todas las personas que tengan que atravesar alguna dificultad en el próximo año. Para que sean capaces de sacar siempre alguna enseñanza de esa experiencia

 

  • ¡¡Doongg, doce!! Por un 2018 cargado de ilusión, esperanza y buenos momentos.

¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!! , ¡¡¡¡FELIZ 2018!!!!

Ellos no juzgan, ellos sólo agradecen.

A menudo serás juzgada como madre.

A mendo no, continuamente

Todo el mundo se atreve a opinar.

Tan juzgadas te sientes que llega el momento que tú misma te juzgas.

Las mujeres os culpabilizáis las unas a las otras.

Tan ocupadas estáis de eso que, a veces, se os escapa un detalle fundamental:

Ellos no juzgan.

Ellos sólo agradecen.

Ellos son TUS HIJOS.

 

Ellos no te juzgan por si le diste la teta o el biberón,

ellos sólo valoran que te ocupaste de alimentarlo.

 

Ellos no te juzgan si lo pusiste a dormir en la cuna o hiciste colecho,

ellos sólo valoran que acudiste a su llamada en mitad de la noche.

 

Ellos no te juzgan por lo limpia y ordenada que esté tu casa,

ellos sólo valoran que lo acompañaras cada tarde al parque.

 

Ellos no te juzgan si tienes una montaña de ropa por planchar,

ellos sólo valoran que te tirases al suelo a jugar con él.

 

Ellos no te juzgan por quedarte la mesa sin recoger,

ellos sólo valoran que les contases un cuento cada noche.

 

¡ELLOS NO TE JUZGAN, ELLOS SÓLO VALORAN

TODOS AQUELLOS DETALLES QUE TE CONVIERTEN

EN UNA MADRE MARAVILLOSA!

 

Deja que la gente hable, tú sólo escúchalos a ellos.

Cada vez que te sientas juzgada, no te equivoques.

Piensa que

NO SON ELLOS LOS QUE TE JUZGAN, ELLOS SÓLO AGRADECEN.

La trona vacía… ¡¡Feliz Nochebuena!!

Esta mañana, cuando despedía a mi mujer y mis hijos para venir a trabajar, nuevamente pensaba como hace ya demasiados años en mi “silla vacía”.

No, este año mis hijos no me hicieron la pregunta del último minuto que siempre me cuesta tanto trabajo contestar (“Papá, ¿entonces este año tampoco cenaras con nosotros?”). Ni esa pregunta ni otras. Simplemente dormían como benditos.

Ahí quedó la cosa.

Besito de despedida mientras duermen y sales de casa con un nudo en la garganta diciendote:

Ea, otro año más que no puedo cenar en familia la noche de Nochebuena. Otro año más que no podré cenar con los míos. Otro año más con una silla vacía en la mesa”,

Te resignas, arrancas el coche y conduces, casi como un autómata, camino del hospital.

Pero conforme te vas acercando al hospital y comienzas a repasar mentalmente los niños que piensas encontrarte allí ingresados, los que dejaste ingresados el viernes, sucede algo mágico. Dejas de pensar en tu silla vacía de la cena de esta noche y comienzas a pensar en esas familias. Esas familias que lo que realmente tienen es una “trona vacía”, y no por trabajo, sino por salud.

¿Hay algo más duro para unos padres que pasar la noche de Nochebuena con tu hijo ingresado en el hospital?

En ese momento te sientes muy afortunado. Afortunado porque esta noche aunque mi silla esté vacía, no lo estarán las tronas de mi casa. Y afortunado porque puedes ayudar a que algunas de esas tronas vacías de este año, al año que viene estén ocupadas por un niño que cante villancicos, que incordie en la cena, que derrame un vaso de agua o refresco en la mesa, que grite o que llore, que “te fastidie” la cena pero que SU TRONA NO ESTÉ VACÍA.

Quiero este año, desde Cuidar Mi Bebe, mandaros un abrazo enorme a todos, pero especialmente a todas las familias que tenéis una trona vacía.

¡¡Ánimo, campeones, LO VAMOS A CONSEGUIR!!

¡Que no cunda el pánico!

Varias familias habéis acudido esta semana a mi consulta preocupadas porque vuestros bebés habían consumido leche Sanutri, Damira o Puleva.

Aclaremos el tema:

¿Por qué han retirado varios lotes de las leches Sanutri, Damira y Puleva?

El grupo empresarial Lactalis Nutrición Iberia ha decidido retirar del mercado español, como medida de PRECAUCIÓN, varios lotes de sus fórmulas de leche en polvo para lactantes debido a que principios del mes de diciembre de este año se detectó en Francia un brote de una veintena de casos de Salmonellosis en bebés menores de seis meses en relación al consumo de leche en polvo de las marcas que fabrica este grupo empresarial (Damira, Sanutri y Puleva Bebé).

¿Por qué se ha producido la contaminación de esta leche?

Según la información proporcionada por las Autoridades Sanitarias francesas y los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por la compañía desde hace una semana han permitido identificar una posible causa de contaminación en una de las torres de secado de leche de esta fábrica en el período comprendido entre el 1 de mayo y el 6 de mayo de 2017.

Este hallazgo ha llevado a la compañía a realizar una nueva retirada preventiva más amplia que se extiende a todos los productos fabricados en esta torre de secado desde el 15 de febrero de 2017.

Como medida adicional de precaución, la compañía ha decidido realizar una parada técnica de la fábrica para acometer un proceso de limpieza y desinfección en profundidad.

¿Debemos preocuparnos en España?

Según ha informado la compañía en un comunicado, en España Lactalis Nutrición Iberia no ha tenido comunicación sobre ningún caso asociado a estos lotes y todos los análisis realizados hasta ahora a los productos comercializados siempre han sido negativos. Literalmente dice: «La compañía toma esta decisión como medida de precaución al estar fabricados en la misma línea de producción que los lotes de las marcas francesas afectadas».

Añaden, además: «Es igualmente importante destacar que el consumo de los lotes no incluidos en la retirada y del resto de productos de las marcas Sanutri, Damira y Puleva es totalmente seguro, incluyendo todos los productos de leche líquida de la marca Puleva Peques, que se producen en fábricas de la compañía en España»

¿Cómo saber si mi hijo ha consumido leche contaminada?

La salmonelosis es un cuadro clínico caracterizado por fiebre y diarrea unas horas después de la ingestión del producto contaminado, por lo que si tu bebé no presenta estos síntomas, aunque haya tomado leche de uno de estos lotes, debes estar TRANQUILO.

¿Cómo puedo saber si la leche que consume mi hijo pertenece a uno de estos lotes supuestamente afectados?

Revisando el código que figura en la base del envase y, comprobar si coincide con los lotes supuestamente afectados que son:

¿Qué debo hacer si he comprado uno de estos botes pertenecientes estos lotes?

Acude al punto de venta en el que lo adquiriste para gestionar la devolución.

También puedes consultar, pinchando aquí, la página web oficial de Sanutri donde se explica con mayor detalle.

Existe también un número de información a disposición de los consumidores para resolver cualquier duda 900 102 336 (horario de atención 8:30 a 20:00)

 

Resumiendo:

  • Si tu hijo no ha consumido ninguno de estos lotes: no tienes que hacer nada, TRANQUILO.
  • SI tu hijo ha consumido uno de estos lotes pero no tiene síntomas: TRANQUILO, gestiona la devolución y consume un producto alternativo.
  • SI tu hijo ha consumido uno de estos lotes y tiene síntomas de salmonelosis (fiebre y diarrea): acude a tu pediatra.

Mañana puede ser tarde…

¡Qué curiosa es la vida! ¡Qué casualidades!

Ha sido esta una semana emocionalmente muy intensa para mi. Además del nacimiento de una guapísima sobrina (prometo post), el pasado lunes mi padre se intervenía de una cirugía vamos a decir con cierto riesgo, para no ponernos del todo dramáticos.

Aunque los quirófanos, las anestesias y el “olor” a hospital es algo que forma parte de mi rutina diaria, he de decir que cuando te toca tan de cerca la cosa cambia.

Afortunadamente cambia.

Afortunadamente para mis pacientes. Si con cada paciente tuviese una implicación sentimental máxima perdería continuamente la objetividad, y esto no sería bueno para ellos. Esto no quiere decir que no intente en cada situación ser todo lo empático que puedo.

Y afortunadamente para mí. ¡Somos los que sentimos! Pobre de aquella persona que no se deja nunca llevar por sus sentimientos. Muchas cosas no se pueden razonar, se sienten y punto. Ríe o llora, pero no te frenes, no te arrugues. ¡Siente!

Bueno, a lo que iba. Es inevitable sentir ciertos miedos cuando un ser muy querido, en este caso mi padre, se encuentra en una situación de riesgo. Y es ahí donde uno se da cuenta cómo en el caso de un desenlace fatal se sentiría muy mal no sólo por la pérdida sino por no haber dicho “¡cuánto te quiero!” a esa persona.

A partir de este momento, pensé, no pienso callarme ni una oportunidad de decirlo cada vez que pueda, o cada vez que me apetezca. Pero no sólo a mi padre sino a todas las personas que me rodean (hijos, hermanos, sobrinos, cuñados, compañeros de trabajo, vecinos,…)

Pienso que, en general, no expresamos todo lo que sentimos. Vivimos arrugados.

Casualidades de la vida (y de ahí que me haya decidido a escribir este post), ayer por la mañana recibía por whatsapp un mensaje de admiración, agradecimiento, o como lo queráis llamar de la madre dos de mis pacientes. Curiosamente esta madre había escrito una entrada en su blog (podéis leerla pinchando aquí) tratando este tema, decir cuánto apreciamos a muchos seres queridos y nos lo callamos, y había decido ponerlo en práctica.

Pienso que es un ejercicio que iniciarlo puede costar un poco de trabajo, desgraciadamente, por lo poco acostumbrados que estamos a agradecer, a valorar las virtudes de los demás. Pero es absolutamente reconfortante para uno mismo decirle a los demás cuánto les valoras, cuánto les admiras, cuan importante fue aquel gesto en aquel momento, cuan agradecido estas por aquellas palabras en aquella situación,…

Es también muy reconfortante para uno cuando recibe esos halagos. No necesariamente tienen que ser piropos o cosas extraordinarias. A veces es muy importante que te cuenten la verdad. Si hay algo que te molestó de alguien también es bueno decirlo. Es la mejor manera, probablemente, de saber por qué lo hizo. Fácil, hablando se entiende la gente.

¡Estamos tan poco acostumbrados a dar las gracias…!

Te invito a que lo hagas ahora. Sí, ahora. ¡¡¡YA!!!

Las cosas importante no deben esperar.

Díselo como quieras. Envíale ahora mismo un whastaap, escríbeselo en facebook, llamaló por teléfono, déjale una nota en el frigo, escríbele “¡te quiero!” en la servilleta de un bar si estas allí ahora, déjale una nota en el espejo del cuarto de baño,… ¡Hazlo como quieras, pero hazlo!

Ponlo en práctica. Te vas a sorprender. Descubrirás lo bien que sienta ser agradecido.

Además estos gestos suelen tener mucha reciprocidad. Vas a comenzar a recibir gestos o mensajes de agradecimiento y amor.

¡¡Empieza ya!!

Para gustos, los colores…

“¡Doctor, estoy supercontenta; Ahora sí que estoy tranquila porque, por fin, Martín ya me coge el pecho estupendamente!”

“¡Doctor, estoy superféliz porque ya, por fín, Laurita no quiere el pecho!”

 

“¡Doctor, estamos muy preocupados porque Darío toma siempre de postre yogur!”

“¡Doctor, dígaselo usted! ¿Verdad que Alba debe tomarse al menos un yogur después de comer?”

 

 

“¡Doctor, no sabe cómo disfrutamos de tener a Pablo en la cama con nosotros!”

“¡Doctor, qué desesperación! María sólo duerme en la cama con nosotros, ¿qué podemos hacer?”.

 

“¡Doctor, Alba ya tiene 6 meses, ¿Podemos empezar a darle comida sólida?

“¡Doctor, ¿entonces Juan ya puede comer sólido? Pero si sólo tiene 18 meses”

 

“¿Doctor, no le puede mandar a Álvaro un jarabe para las ganas de comer? Tiene 2 años y peso sólo 12 kilos!”

“¡Doctor, a este niño habrá que frenarle un poco con la comida, ¿verdad? Es que tiene 2 años y pesa ya 11 kilos!”

 

Podría poner cientos de ejemplos más.

 

¿Qué divertido es pasar consulta?

No paro de aprender con cada madre, con cada padre, con cada familia.

 

¡Cuántas maternidades, todas diferentes!

¡Cuántas familias, cada una distinta!

¡Cuántas paternidades, en nada se parecen!

¡Cuántas modelos de crianza, ninguno igual!

¡Bendita diversidad!

 

Pero entenderéis que así no puede existir un manual de instrucciones para la crianza, ¿verdad?

¡Benita sencillez, bendita normalidad y bendita rutina!

Mi vida es tan normal como la de cualquier otro padre. Mis problemas cotidianos son como los vuestros: actividades extraescolares, conciliación laboral cero patatero, hipoteca, discusiones de pareja, …

Precisamente esa “normalidad” hace que mi vida, como la vuestra, sea extraordinaria.

Hay circunstancias en mi vida que me hacen valorar mucho esa sencillez, esa normalidad, esa rutina.

¡Nos empeñamos en ofrecerles a nuestros hijos situaciones extraordinarias (cumpleaños extraordinarios, viajes extraordinarios,…) pero lo que más recordarán cuando sean mayores serán los momentos cotidianos, la sencillez del día a día!

Acompañarles al colegio o recogerles a la salida, un cuento antes de dormir, tirarte al suelo cuando llegas a casa para jugar con ellos,… son situaciones que nos agotan y de las que nos quejamos pero son las que ellos más recordarán de mayores.

También nosotros recordaremos y echaremos de menos esos momentos cotidianos. Pero en el día a día, con el estrés de vida que llevamos, estos momentos cotidianos pareciera que nos están robando parte de nuestras vidas, nos desquician, provocan incluso discusiones de pareja.

En este punto sí que me siento afortunado. Reconozco que las situaciones que vivo en mi trabajo con mucha frecuencia no son muy agradables que digamos. Reconozco, también, que muchas veces en esas situaciones me gustaría esconder la cabeza como un avestruz y decir “tierra trágame” pero tengo que afrontarlas.

“¡Qué carajo!, ¿¡a quién le gusta dar malas noticias!?”

En lo que va de semana podría contar ya varios casos que marcarían a cualquiera de por vida: maltrato físico infantil, abusos sexuales, dos estrellas más que nos iluminan desde el cielo, infartos en los familiares de esos niños tras recibir estas noticias, diagnóstico de enfermedades de muy mal pronóstico,… 

Estas situaciones, más allá de lo difícil y dramático del momento, te dejan siempre una gran enseñanza, nunca te dejan indiferente.  

Estas vivencias tan intensas te hacen relativizar mucho los problemas del día a día. Muchas de las situaciones que podrían provocar una discusión familiar te parecen pecata minuta. Ves cuáles son las cosas importantes de la vida.

Estas experiencias te hacen tener los pies en el suelo y valorar los pequeños detalles de la vida cotidiana: una tarde en el parque, una guerra de almohadas, un beso de buenas noches…

A estas “pequeñas” cosas sólo le das el verdadero valor cuando ves que de un  momento a otro las puedes perder.

Pocas cosas merecen “verdaderamente” la pena: tu familia, tu pareja, tus hijos y tus verdaderos amigos. Pocas cosas más, Insisto, pocas cosas más.

 

Estas situaciones hacen tambalear todos los cimientos de tus sentimientos y te dicen:

“¡Espabila y vive este día como si fuera el último!”.

No te acuestes ni un día más sin haber demostrado a todas las personas que de verdad te importan cuanto les quieres.

 

 

Hoy también…

Hoy, quizás, …

habrán quitado ya los lazos rosas de edificios y ayuntamientos…

ya no se repartirán pegatinas de lazos rosas por las calles…

ya no se hablará de esto en el telediario…

 

Pero hoy, todavía…

muchas mujeres recibirán su diagnóstico de cáncer de mama,

muchas mujeres sufrirán el dolor físico de su intervención,

muchas mujeres vomitarán tras la quimioterapia,

muchas mujeres sentirán la mutilación por la mastectomía,

muchas mujeres pasarán el día “obligatoriamente” separadas de sus pequeños porque tienen las defensas bajas por la quimio,

muchas mujeres llorarán en silencio por no saber cómo contarle a su hijo pequeño porqué llevan puesto un pañuelo en la cabeza.

Hoy, también puede ser un gran día para…

recordar que todas ellas tienen derecho a sentirse como puedan,

no como nosotros (la sociedad) les obliguemos a sentirse.

Derecho a sentirse guerreras,

derecho a sentirse tristes,

derecho a sentir miedo,

derecho a sentir alegría,

derecho a cantar, reír y llorar,

derecho a contar o a callar su enfermedad,…

porque los sentimientos les pertenece a ellas,

a cada una los suyos,

y cada una debe ser libre de sentir lo que siente.

Acompañémoslas en sus sentimientos,

sean los que sean,

a cada una en los suyos.