¿Hasta dónde debemos decidir por nuestros hijos?

madre estresada

“Los lunes, miércoles y viernes inglés, de cuatro a cinco, y de allí corriendo a kárate. Los martes y jueves clases de guitarra, de cuatro a cinco, y de allí, nuevamente corriendo a fútbol… Menos mal que con el horario de verano a las siete, cuando acaba el entrenamiento, aún es de día porque en invierno se me hace de noche. ¡Cómo para plantearse tener otro hijo! Además acaba tan cansado que muchos días, ni cena. Mientras espera a que le prepare la cena después de ducharlo, se me queda dormido en el sofá y ya no hay dios que lo despierte. Desde luego, si no fuera por los fines de semana, mi marido no vería nunca al niño despierto… Cuando llega ya está dormido y lo único que puede hacer es llevarlo a la cama y darle un beso, pero él ni se entera. Antes, por lo menos, cuando lo teníamos en el colegio de al lado de casa, lo podía llevar él. Pero ahora, como decidimos meterlo este nuevo cole, para reforzar el inglés, ya no le da tiempo a llevarlo y me toca, nuevamente, a mí, que dejé de trabajar para convertirme en el chófer del niño…Todo sea para facilitarle las cosas para el día de mañana, pero al pobre no le da tiempo ni de  jugar…”

Cada vez que escucho una retahíla de este tipo no sé si ponerme triste, decepcionado, apenado, frustrado,…

¿¡¡Pero estamos locos!!?

Parémonos un momento a pensar qué es lo que queremos para nuestros hijos, o mejor aún, qué es lo que esperamos de ellos. Cerrar los ojos un momento, imaginar a vuestro hijo dentro de treinta años y pensar qué es lo que más desearías para él en ese momento: que sea un empresario muy rico, que sea un magnífico profesor, … o que sea feliz, que tenga un montón de amigos, que sea un excelente y cariñoso amigo, padre, hermano, hijo.

¿Qué no les da tiempo ni a jugar? Pero…, por favor, si somos nosotros los que les llenamos las tardes de actividades extraescolares hasta extenuarles. ¿Les reservamos algún tiempo para que se desarrollen como personas o sólo importa si es campeón de tenis, sabe tres idiomas y es el número uno de su clase?

Por no hablar del tema de la elección del colegio, que estamos ahora en la fecha, y que trae estresadas a un gran número de familias. ¿Acaso no hay que valorar le cercanía del colegio?, ¿lo único que importa son las horas de inglés que se imparten a la semana?, ¿nos planteamos que después no podrán jugar con sus compañeros-vecinos?, ¿cuánto valor le damos al juego?, ¿y a la amistad?… El colegio no es responsable de la educación de nuestros hijos. Allí debe ir a aprender, la educación deben llevarla de casa (podéis repasar el post de Educar con el ejemplo pinchando aquí). Como dice Eva Miller: Jugar debe ser una prioridad en la infancia. No sólo porque desarrolla la creatividad, la sociabilidad y la empatía, sino porque es un pilar para el aprendizaje.

El juego ayuda a desarrollar las capacidades creativas y el pensamiento crítico, además de habilidades como la resolución de problemas, la empatía, la comunicación y el trabajo en equipo.

 

Pienso que nos excedemos en la tarea de padres. Abarcamos hasta  más allá de lo que nos corresponde. Estamos desarrollando como ya hablan muchos autores el concepto de “hiperpadres”.

Somos padres y planeamos niños meticulosamente cómo deben ser nuestros “perfectos hijos”.

Crear individuos libres, capaces de ser felices y de amar, supone ir entrenando desde la infancia el ejercicio de la responsabilidad, la autonomía, el compañerismo,… por tanto, debemos dejar de “vivirles su vida”. Debemos simplemente acompañarles desde el amor para que, en función de su edad, vayan aprendiendo a tomar decisiones.

Comparte esta información si piensas que debemos “dejarles su espacio” a nuestros hijos.

El vaso de leche.

vaso

Educar a un niño puede ser apasionante, emocionante, agotador,… y así hasta mil calificativos más pero, desde luego, nadie dijo que fuese fácil.

Está muy de moda en cualquier foro que haga referencia a la educación de los niños hablar de la resiliencia.

“¿Cómo?, ¿Resi-qué?”

No me gusta dar definiciones exactas, y menos si hablamos de psicología, porque ahí si que nos podemos perder todos.

La resiliencia, para entendernos, es la capacidad que tiene una persona (en este caso, un niño) para sobreponerse  a una situación adversa y sacar, incluso, una enseñanza.

Para estas cosas más vale poner ejemplos sencillos y reales.

Hace unos días leía cómo podemos reaccionar  ante una situación tan cotidiana y banal puede ser la siguiente:

Un día cualquiera, que llevas mucha prisa, como siempre, en el desayuno, antes de ir al cole. Sirves la leche, de la que, por cierto, ya queda muy poca; tu hijo por descuido tira el vaso, el cual se rompe y se derrama toda la leche.

Nos ha pasado a todos, ¿verdad?

Bueno, pues esta situación tan cotidiana la podemos enfrentar, al menos, de tres maneras diferentes:

  • El castigo.

Rompes en cólera (“¡pero cómo serás tan tonto, hijo!, ¡mira que eres inútil!, ¡y vosotros (a los hermanos, que por cierto miran la escena atónitos), tener también cuidado que si no también vais a cobrar!, ¡siempre igual, yo aquí echo un esclavo para que los señoritos tiren la leche!, ¡¿eso es lo que me ayudáis?!)

Como ya dije en el post Educar con el ejemplo, no deberemos sorprendernos después si con estas actitudes nuestras, ellos intentan resolver sus conflictos usando la violencia.

  • La sobreprotección.

Si eres de este “club” lo mismo no te ha pasado nunca esta situación y, probablemente, nunca te pase. Lo cual no quiere decir que sea bueno. Puede que para que esto nunca te pase tus hijos, con 8 años, sigan tomando su leche en vaso de plástico

De esta manera nunca llegarás tarde a ningún sitio. Pero estarás “condenando” a tus hijos a que lleguen tarde siempre a la hora de hacerles independientes, autosuficientes, autónomos y que, además, los incapacites para todos los días de su vida.

Decía María Montessor: «Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo». Muy al hilo de esto podemos insistir en el flaco favor que le hacenmos a nuestros hijos haciéndoles los deberes. Ya hablé de esto en el post La vuelta la cole. Podéis repasarlo pinchando aquí.

  • El niño responsable.

En esta ocasión, con calma, le pides que recoja el vaso ya que fue él quien lo derramó. Incluso si se corta, le pones una tirita, y le invitas a que continúe recogiéndolo. Si se hace tarde también puedes proponerle que cuando llegue del cole lo primero que debe hacer es recogerlo. Le ofreces otra cosa para desayunar, puesto que se ha terminado la poca leche que quedaba y, manteniendo la calma, lo llevas al cole y lo despides con un beso. Al día siguiente, le pides que sea él quien sirva la leche y lo felicitas por hacerlo de forma adecuada.

Qué cruel pensareis algunos, ¿verdad? Permitir que nuestros hijos asuman las consecuencias naturales de sus actos es todo un proceso de vida que le permite volverse responsable, autónomo y seguro de sí mismo.

Claro que es mucho más rápido darle un pescozón o servírselo en vaso de plástico, pero la vida no es una carrera de velocidad sino una carrera de fondo. No gana quien llega antes sino quien llega “mejor”. El tiempo lo recompensará de sobra.

No quiero con este post decir que soy un padre ejemplar. Nada más lejos de la realidad. Sólo quiero invitar a que reflexionemos.

¿Y tú? ¿en qué grupo te encuadras?

La importancia de los abuelos.

abuelo

Han sido estos días unos días muy duros. La madre de un gran amigo nos dejaba repentinamente, sin previo aviso, sin dar la oportunidad de que toda la gente que la queríamos la  pudiésemos despedir.

Esto ha hecho que en las últimas horas piense mucho en los abuelos. También me ha hecho ver cómo, ante las adversidades, se crecen los padres en su capacidad de ser padres.

Los abuelos son esa pieza del puzzle familiar tan necesaria para “malcriar” a nuestros hijos.

Ellos se permiten hacer esa “malcrianza” porque sus experiencias les han dotado de una óptica mucho más objetiva para afrontar los problemas. Esa óptica les sirve para relativizar los problemas, Aportan esa visión tan necesaria para demostrar que a Roma se puede llegar por muchos caminos y que no debemos obsesionarnos por cruzar el río por un único puente, existen otros pasos alternativos tan válidos como ese en el que nosotros nos empeñábamos.

Esto les dota de una ternura tan especial que hace que todos nuestros hijos estén desando quedarse con ellos.

Los abuelos son conciliadores, cariñosos, entrañables, consejeros, amigos,… en fin, son BUENOS.

Pero  ¿qué pasa cuando les perdemos?

Pues aparte del inevitable dolor del no poder disfrutar físicamente de ellos comenzamos a descubrirlos dentro de nosotros mismos.

Esa es la magia de los abuelos: nunca se van del todo, SIEMPRE ESTÁN CON NOSOTROS.

Una parte muy importante de ellos nos impregna. Sus enseñanzas son tan directas que nos enseñan a ser padres sólo con su presencia.

Nos encontramos, de pronto, defendiendo un modelo de educación y un estilo de vida que hasta entonces habíamos criticado. Sí, son ellos, que continúan enseñándonos SIEMPRE, porque en la crianza de nuestros hijos son tan necesarias las rutinas como la “malcrianza” de los abuelos.

Quien ha perdido un ser querido sólo pierde su presencia física, TODO LO DEMÁS QUEDA PARA SIEMPRE. Las personas buenas nunca se van del todo.

 

Gracias, abuelos, por todas vuestras enseñanzas.

Amigo, un abrazo muy fuerte.

¡Cuánto me hubiera gustado, papá,…!

 

–  «¡¡Felicidades papá!! Mira lo que te he traído. Lo he hecho yo solito, para ti. ¿Has visto qué bien coloreado está? No me he salido nada de la rayita».

–  «¡¡Muchas gracias, hijo!! La verdad es que lo has coloreado fenomenal. Es muy bonito. Me encanta».
Y uno se queda pensando cómo un trozo de papel puede llegar a hacerle tanta ilusión.

Es ahí donde descubre la magia del amor desinteresado. 

¡¡Te quiero porque te quiero, y punto, y te querré siempre!!

La inocencia de un niño es mágica. El amor es infinito.

Cuando uno es padre empieza a intuir cuánto lo han querido. Aprovecho hoy, por tanto, para darte las gracias. ¡¡Te quiero, papá!!

Pero estos días de celebraciones siempre tienen una parte triste.

¡Qué duro es no tener a un padre al lado! ¡Qué figura tan importante falta en el puzzle familiar!

Es también ahí donde algunas mujeres se hacen inmensas, intentando abarcar la falta de la pieza del puzzle y la suya propia.

Qué duro es pensar que muchos pequeños éxitos de los hijos provocan un vacío enorme por la falta de papá.

¡Cuanto me hubiese gustado, papá, que escucharas sus primeras palabritas!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo da sus primeros pasitos!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que lo vieras con su mochila en su primer día de cole!

¡Cuanto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo celebra los goles con sus amigos (mirando al cielo y señalándote)!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo quiere a su pareja!¡Cuánto amor recibido y cuánto  amor entregado!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá, que vieras cómo quiere a sus hijos, como tú lo querías, infinito, desinteresado,…!

¡Cuánto me hubiese gustado, papá,  haberte dicho más veces lo mucho que te quiero!
Felicidades papá.

¡¡Feliz día de la madre!!

mujer trabajadora

«Doctor, creo que se ha equivocado. Hoy lo que se celebra es el día de la mujer trabajadora».

Pues eso, repito e insisto: ¡¡Feliz día de la madre!!

Porque detrás de cada madre hay una mujer trabajadora. Parece mentira que con toda la lucha social que ha habido durante muchos años para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres (cosa que aún está bastante lejos de conseguirse) las mujeres se vean obligadas a elegir entre ser madres o continuar con su trabajo. Se vean obligadas a tener un trabajo remunerado económicamente o continuar trabajando sin cobrar un duro, o peor aún, teniendo que hacer las dos cosas a la vez, llevando adelante la casa y continuar trabajando: levántate, dúchate, despierta niños, viste niños, desayuno en familia, lleva niños al cole, sal pitando para el trabajo… en el trabajo rinde al cien por cien y , con suerte, no te llamarán del cole de los niños para decirte que el pequeño ha vomitado y tiene fiebre… recoge a los niños del cole, corre para casa, almuerzo, actividades extraescolares,… baño, cena, léelos un cuento. Y encima aguantando todos los comentarios de las «buenasmadres».

En fin, ya sabéis, el día a día de muchas de vosotras, mujeres y madres trabajadoras.
Hay muchos padres que colaboran mucho en las tareas de la casa, por qué no vamos a decirlo, pero la inmensa mayoría de lo que me encuentro en la consulta a diario son madres que han tenido que renunciar a su trabajo para dedicarse en cuerpo y alma a la maternidad. No digo que no compense. Claro que compensa. Desde el punto de vista personal la madre se verá de sobra «pagada».

Pero hay que decir alto y claro que tenemos un problema en nuestra sociedad si por un lado recomendamos lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y, sin embargo, las bajas maternales no duran más de cuatro.

Miedo me da en ocasiones en la revisión de los cuatro meses preguntar a la madre si va a continuar dándole la teta, porque en ese momento más de una se me ha echado a llorar.

«No, ya no puedo, ya me gustaría. Mañana empiezo a trabajar».

Con el tiempo, sólo con la cara que ponen al entrar, sería capaz de acertar qué madre está a punto de empezar a trabajar.

No es sólo a lactancia. Los vínculos de afecto que se están estableciendo entre la madre y su bebé a esa edad son fundamentales para el correcto desarrollo neurológico y psicológico del bebé.

Ya he hablado en otros post de la «mentira» que supone hoy día la conciliación de la vida laboral y familiar para muchas mujeres. Podéis leerlo pinchando aquí.

Comparte este post si piensas que detrás de cada madre hay una gran mujer trabajadora y que la baja maternal debería prolongarse, al menos, hasta los dos años.

“¡¡No lo cojas cuando llora que se acostumbrará a los brazos!!”

bebe en brazos

Nunca he entendido ese razonamiento.

Son muy pocas la necesidades que tiene un bebé cuando nace, y además son muy básicas. Si llora suele ser básicamente por tres motivos:

  • o tiene hambre. Necesita comer.
  • o está sucio, se ha hecho caca. Necesita “sentirse limpio”..
  • o tiene necesidad de “afecto”. Necesita sentirse querido y protegido.

Curiosamente la gente suele entender fácilmente que si un bebé se ha hecho caca hay que cambiarle el pañal.

La mayoría de la gente suele entender que si un niño tiene hambre hay que darle de comer.

Aunque en el tema de la alimentación hay que hacer una consideración porque me sigo encontrando algunas familias (afortunadamente, cada vez menos) con la frasecita “los bebés tiene que comer cada 3 horas”. Cada vez que escucho eso, tengo que responder “Pues qué complicado deben tenerlo el resto de los mamíferos que no sabe cómo funcionan los relojes”. Creo que es el momento de decir alto y claro que la lactancia es a demanda, sea materna o artificial.

Y ahora, la tercera necesidad, “el afecto”. Esta es la que parece que a mucha gente les cuesta entender. El razonamiento de “no lo cojas que se acostumbrará a los brazos” sería el equivalente a “no le des de comer cuando tenga hambre no vaya a ser que el bebé identifique que comiendo se quita el hambre” ¿Os dais cuenta de que eso sería una barbaridad?.

¡¡Claro que hay que cogerlos si lo reclaman!!

Yéndonos más atrás en la historia de la humanidad. Los bebés que encontrándose solos no lloraron fueron devorados por otras especies. Descendemos de “los llorones”, de aquellos que necesitaban sentirse protegidos. Pues claro que es normal que un bebé se calme en los brazos. Es ahí donde debe estar, es ahí donde se siente querido, es ahí donde se siente protegido. Lo raro, o lo malo, sería lo contrario. Es decir, que se calmara solo y rechazara el regazo.

¿Acaso las crías de una gata no están en su regazo?, ¿Eso significa que nunca se “despegarán” de ella?

Está demostrado que la crianza con apego hace que los niños se conviertan en adolescentes y adultos más seguros, con un autoestima más alta, …

Como ya comenté en el post ¡¡Cuánto daño podemos hacer los pediatras!!, dejaros llevar por vuestro instinto maternal.

Por favor, coged, abrazad y besad mucho a vuestros hijos.

Si piensas que los niños deben estar en el regazo, comparte esta entrada.

 

La momnesia.

momnesia 1

Doctor, desde que he dado a luz se me olvidan mucho más las cosas. Voy a la cocina a por algo y cuando llego ya no sé a por qué iba. La cuestión es que ya me lo notaba desde el embarazo”. Esta es una cuestión que me habéis planteado muchas de vosotras en las consultas.

Hasta ahora mi respuesta era del tipo:

Mujer, relájate, eso debe ser que estás descansando menos. Desde que nació tu criatura descansas peor y eso hace que no estés tan lúcida”.

Pero hoy, tras volvérmelo a preguntar una madre he hecho una búsqueda y he encontrado que esta situación de pérdida de memoria inmediata en circunstancias de embarazo o primeros meses tras el parto se llama momnesia.

Aunque es cierto que la “pérdida de horas de sueño” durante el embarazo y los primeros meses de la crianza puede influir sobre la capacidad de concentración y atención de las madres, además es debida a la influencia que algunas hormonas que aumentan durante el embarazo (estradiol, prolactina, progesterona, cortisol y oxitocina) tienen sobre la atención y la memoria.

Parece que en esa circunstancia vital las hormonas no sólo tienen influencia para preparar físicamente el cuerpo de la mujer para “alojar” a su bebé sino que además estas hormonas hacen que las madres se preparen psicológicamente para centrar su atención al completo en el cuidado y la protección de su bebé.

¡¡Qué curiosa es la naturaleza!!

¡¡Una explicación hormonal del “instinto de protección”!!

No tenía ni idea de esto. Es algo que no se estudia durante la carrera de medicina.

Lo que voy a aprender con este blog gracias a vuestras preguntas….

¿ Te ha parecido curiosa esta información? Pues compártela.

DÍA MUNDIAL DE LAS ENFERMEDADES RARAS.

enfermedades raras

Hoy, último día de febrero, como cada año desde hace ya nueve años se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Raras,.

No quiero pasar el día desde Cuidar mi Bebé, sin hacer una llamada de atención a la sociedad en general y a los políticos que corresponda en particular para tomar conciencia y brindar TODA LA AYUDA NECESARIA A ESTAS FAMILIAS.

Tal y como describe la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER), las enfermedades raras se caracterizan por ser su mayor parte crónicas y degenerativas, el 65% son graves e invalidantes, dos de cada tres aparecen antes de los dos años y, además, una de cada cinco personas afectas padecen dolor crónico.

El adjetivo “raras” me parece que tiene una carga despectiva no despreciable. Sería preferible llamarlas “poco frecuentes” o, mejor aún “poco conocidas”.

Y precisamente este “poco conocidas” es el inicio de un calvario que tienen que soportar muchas familias, peregrinando de ciudad en ciudad, de médico en médico, de especialista en especialista,… todo por buscar un diagnóstico que muchas veces es muy difícil de establecer.

Si hay algo peor que tu hijo padezca una enfermedad crónica… esto es, precisamente, NO SABER QUÉ ENFERMEDAD PADECE TU HIJO.

¿¡¡Cómo pueden unos padres conciliar el sueño sabiendo que su hijo está enfermo y sin saber qué enfermedad tiene!!?

Si es duro tener un mal pronóstico más duro es NO TENER UN DIAGNÓSTICO.

Salvando las distancias es tan desesperante como los familiares que tienen a algunos de sus seres queridos desaparecido, sin saber si está vivo o muerto,… ¿¡cómo van a parar de buscar!? Encontrar a esa persona es fundamental para cerrar página y asumir esa situación, sea cual fuere el desenlace.

Similar debe ser para estas familias la búsqueda desesperada de un diagnóstico. Aunque ese diagnóstico abra la puerta a otra incertidumbre: “y ahora, ¿qué puedo hacer para ayudar a mi hijo”.

Afortunadamente, y gracias a iniciativas como la de celebrar el Día Mundial de las Enfermedades Raras, surgen cada vez iniciativas y asociaciones de enfermos que SON FUNDAMENTALES PARA LA ORIENTACIÓN Y EL APOYO A ESTOS ENFERMOS Y SUS FAMILIAS.

Comparte este post para intentar llegar al mayor número de personas posible y hacer que nuestra sociedad tome conciencia de estos enfermos.

Os dejo el vídeo del Día Mundial de las Enfermedades Raras.

¡¡CUIDADO CON LOS CASTILLOS HINCHABLES!!

castillo

Sí, ya se que más de uno va a pensar que qué alarmista soy.

Ya recibí algunas críticas en el post de ¡¡Mucho cuidado con las zapatillas de ruedas!!

Y ahora qué pasa, que los niños tampoco pueden montarse en los castillos hinchables… pues entonces a qué van a jugar pensaréis.

Sí, claro, mis hijos también se han montado en estos castillos.

La misión de este blog es transmitir opiniones personales pero siempre desde la óptica de ser lo más objetivo posible y siempre respaldado por los consejos de Asociaciones Científicas y Grupos de Expertos.

En este sentido apoyado y respaldado por la opinión del Comité de Prevención de Accidentes de la Asociación Española de Pediatría quiero advertir los peligros de los castillos hinchables.

Con la llegada del buen tiempo proliferan como los champiñones los castillos hinchabes en las zonas de recreo infantil.

Ya hace varios años que se viene advirtiendo de los peligros de este tipo de atracciones por el encadenamiento de varios sucesos más o menos trágicos. Pongo algunos ejemplos que podéis leer clicando sobre ellos:

Y la más reciente, hace apenas unos días, “Muere un niño tras sufrir un accidente en un castillo hinchable”, en San José de la Rinconada, un pueblo de Sevilla.

Estos casos no son los habituales, aunque son los que mediáticamente tienen más repercusión. Casi siempre las lesiones se producen por caídas, tanto en el interior del castillo como hacia el exterior, y los choques entre niños. Las lesiones más frecuentes son las quemaduras por el roce con la lona del castillo, los hematomas, las fracturas y contusiones (de estos sí que he atendido varias). El traumatismo craneoencefálico es más grave pero, afortunadamente, menos frecuentes (podéis repasar los signos de alarma pinchando aquí).

Los mecanismos por los que se producen la mayoría de las lesiones son:

  • Falta de supervisión de un adulto. Cuando el castillo forma parte “una feria” suele existir esta persona, pero cada vez más está de moda llevar castillos hinchables en fiestas familiares, donde no se descuida la vigilancia.

  • Uso simultáneo por un gran número de personas a la vez. El peligro es mayor, por supuesto, si se mezclan niños de diferentes rangos de edad.

  • Desplazamiento del castillo por mal anclaje. Esto es especialmente frecuente en los días de mucho viento.

Por tanto, mis consejos para un “uso seguro” de los castillos hinchables son:

  • Asegurarnos de que existe un “vigilante responsable”.

  • El castillo está bien amarrado con las sujeciones reglamentarias.

  • Las condiciones climatológicas son favorables. ¡¡NO MONTAR EN DÏAS CON FUERTES RÁFAGAS DE VIENTO!!

  • Los niños son clasificados por edad para montarse.

  • El “aforo” está limitado y controlado.

Comparte esta información si piensas que puede ayudar a evitar algún accidente en los castillos hinchables.

¡¡Cuánto daño podemos hacer los pediatras!!

madre

¡¡Cuánto daño podemos hacer los pediatras!!

No siempre. Claro que no.

Por supuesto que en esta profesión hay compañeros y compañeras completamente entregados y son dignos de admiración. Y a veces, incluso, podemos ayudar un poquito a entender “cómo funcionan” los bebés.

Quizás por mi reciente paternidad, vuelvo a percibir de cerca ese “estado especial” en que se encuentra una mujer recién parida.

¡¡BASTA YA DE CREERNOS QUE SABEMOS MÁS QUE NADIE!!

Quien entiende bien a su hijo son sus padres, y por qué no reconocerlo, sobre todo SU MADRE.

Esta semana en las visitas que hacemos a los recién nacidos aproximadamente a la semana de vida me volvía a encontrar madres hundidas, con un sentimiento de culpabilidad tremendo, absolutamente agobiadas con la crianza…

“Me siento como si fuese la peor madre del mundo. Nadie me entiende. No hago nada bien. Mi madre me dice que haga una cosa, mi suegra lo contrario, el padre no dice nada,… El pediatra de la maternidad me dice una cosa, las enfermeras otra diferente,… unos me dicen que el pecho a demanda, otros que se lo de cada tres horas… Yo no puedo con esto…”

¡¡Basta de meternos donde no nos llaman!!

Dejemos que las madres sientan cuáles son las necesidades de sus bebés.

Si una madre nos pide ayuda, ayudémosla. Pero si nos la pide.

La mejor manera de ayudar a una madre es ayudarla en las tareas que la privan de sentir su maternidad al cien por cien.

No le demos consejos de cuántas veces tiene que dar el pecho al día a su bebé o si debe o no cogerlo en brazos. Mejor ayudémosla a “quitarle del medio” el resto de las tareas, que no se tenga que preocupar de la cocina, de la colada, de los papeles de la baja maternal,…ayudémosla, si es el caso, con el cuidado (baños, cena,…) de los hermanos.

Ayudémosla para que puedan estar en simbiosis cien por cien con su bebé cien por cien y se conozcan y reconozcan.

Cuando acudimos a la maternidad de visita o en los primeros días a la casa de los recién estrenados padres, dejemos de dar consejos y de apabullar sobre todo lo bien que lo hicimos nosotros cuando éramos padres. “Pues yo al mío le daba cada tres horas y todo fue perfecto”. “No lo cojas tanto que se va a acostumbrar a los brazos”…

Dejemos de creernos las buenasmadres y respetemos a las malasmadres.

Dejemos que sientan profundamente la maternidad, que sientan profundamente las necesidades de sus crías.

Dejemos que se exprese el instinto maternal de manera natural como lo hacen espontáneamente el resto de los mamíferos.

Comparte esta reflexión si piensas que una madre recién parida no necesita nuestros consejos sino sentir profundamente a su bebé.