«Manolete, si no sabes torear pa que te metes”

“Doctor estoy hecha un lío. Yo siento que mi bebé sigue necesitando mi pecho. Me lo pide frecuentemente. Él mama y se queda tranquilo. Yo siento que se sacia, pero como no paran de decirme que eso ya es por vicio… que ya no le alimenta nada, que lo único que quiere es tener la teta de chupete y que mi leche es aguachilrri…

Para colmo ayer fui a mi médico y me dijo que si estaba dando el pecho no podía recetarme nada para mis dolores de cabeza.”

 

No voy a entrar a juzgar hoy los “consejos” de muchas de las personas que nos rodean y que supuestamente son los que nos ayudan en la crianza. Hoy me centraré en un grupo especialmente influyente: los sanitarios y más concretamente, los médicos.

Ya he hablado en otras ocasiones de la “fuerza “ que pueden tener ciertos mensajes dichos por médicos. Para mucha gente son “palabra de dios”.

Yendo al tema de la lactancia he de decir que durante la carrera de medicina la formación sobre lactancia materna es muy escasa (por no decir nula). Y podría decir casi lo mismo para la especialidad de pediatría. Durante la especialización de pediatría los futuros pediatras aprendemos mucho sobre diagnóstico y tratamiento de todo tipo de enfermedades pediátricas, muchas de ellas muy infrecuentes, pero la formación en lactancia materna, en general, brilla por su ausencia salvo que te cruces, de casualidad, con algún maestro (casi siempre, maestra) que “controle” el tema.

Es por eso que la mayoría de las opiniones, incluso de los médicos, respecto a la lactancia materna no difiere demasiado a la de la vecina del quinto.

Eso hace que no haya ni un solo día que en la consulta me encuentre que alguna madre haya abandonado su lactancia por “consejo médico”.

Frases de mi día a día:

“Me ha dicho mi médico que si tomo antibióticos no puedo dar el pecho.”

“Le quité el pecho porque como estuve tomando paracetamol para un dolor de cabeza…”

Desde aquí quiero hoy lanzar un mensaje sencillo:

“Manolete, si no sabes torear pa que te metes”

Pues eso, que no aconsejemos sobre lo que no conocemos.

Invitad a las madres que están dando el pecho a asesorarse sobre qué cosas se pueden hacer mientras se da el pecho (que son prácticamente todas) y qué cosas no se pueden hacer (que son prácticamente ninguna).

No quiero ahora entrar en la polémica de si es mejor dar el pecho o bibi (para eso ya escribí este post), sólo quiero insistir en la pena que me da que una mamá llegue frustrada porque le han cortado su lactancia por un mal consejo.

Si fue la propia madre la que libremente decidió dejar la lactancia, ahí debemos también saber apoyar. “Ánimo, la maternidad es más que la lactancia. Si la lactancia estaba interfiriendo en el disfrute pleno de la maternidad está justificado el abandono de la misma”

Nada de culpa. Mejor la botella siempre medio llena. Es mejor sentirse orgullosa del tiempo que le diste que culpable por el tiempo que no le diste.

En cualquier caso os invito a todas las madres que tengáis dudas sobre qué medicamentos se pueden o no pueden tomar dando el pecho a consultarlo en la página de total fiabilidad www.e-lactancia.org.

Todo lo que he aprendido contigo…

Esta niña es la culpable de muchas cosas.

En primer lugar es culpable de hacerme profundamente feliz cada día. Es culpable de volverme hacer sentir como un niño y, sobre todo, es culpable de hacerme entender qué es lo que realmente valora un hijo de sus padres.

Es culpable también de haberme vuelto a sensibilizar con todo el mundo de la maternidad-paternidad, de hecho fue de su embarazo de donde surgieron la sensibilidad, las ganas y la empatía suficiente para empezar este blog.

La primera vez que me quemé fue, obviamente, muy especial. Pero la crianza del primero la vives con tantos miedos (sí, los pediatras también tenemos miedos porque antes de ser pediatras somos personas y padres) que no te dejan disfrutarla del todo.

La segunda también me quemó cuando nació pero en mi caso el haber tenido los dos primeros tan seguidos hizo que la maternidad-paternidad se convirtiesecasi en una cuestión de supervivencia. Físicamente mi mujer y yo estábamos agotados (¡cuántas mañanas amanecía la pequeña con los pañales del grande y viceversa…!). Pañales de todas las tallas, bodies de todos los tamaños, carros por un lado y por otro, juguetes por todos lados… Había días que las rutinas parecían una cadena de montaje… Ahora el baño, ahora la cena, ahora la canción, ahora el cuento,… Como he dicho, era prácticamente una cuestión de supervivencia y esto tampoco te permite disfrutar adecuadamente de todos los detalles de la crianza.

Pero con Victoria la crianza ha sido diferente. Desde luego mucho más fácil y, por supuesto, mucho más natural y relajada.

La óptica de un tercer hijo te hace relativizar absolutamente las dificultades de la crianza. Hace que valores de verdad lo que de verdad importa.

Tonterías las justas. Lo importante es lo importante.

Entiendes, también, que cada niño es diferente y que lo que te sirvió para uno no te vale para los otros. Esto te hace ser mucho más tolerante con cada niño y con cada familia (esto me hace entender en mi trabajo que existen millones de modelos familiares, millones de modelos de crianza y todos perfectamente válidos).

Cada niño es un ser único e irrepetible y sólo por ello ya merece ser amado.

Desde luego, hija mía, así lo eres. Eres una niña muy especial.

Hoy, en tu segundo cumpleaños quiero darte las gracias por todo lo que me has enseñado.

Porque sin ti no habría sabido cómo de grande es el sentimiento de ser padre.

 

No sabes hija mía cuánto te quiero.

¡¡Muchas felicidades!!

 

Doctor, mi hijo anda de puntillas, ¿es normal?

“Jolines pues si que es complicado esto de la crianza. Un montón de meses esperando a que echa a andar esta criatura y ahora va y empieza a andar puntillas, ¿esto es normal, doctor?”

Aclararé el tema.

En primer lugar conviene saber que la edad a la que los niños empiezan a andar es muy variable. Aunque lo más frecuentes es que comiencen a caminar entre los 12-14 meses, hay niños que comienzan a andar con 9 meses y otros que hasta los 15-16 meses no “arrancan. Obviamente los que más suelen tardar en andar son los niños que gatean ya que han encontrado un método alternativo y “mas seguro” para desplazarse.

Por si no había sido suficiente la preocupación de esperar a ver cuándo comenzaba a andar ahora resulta que la princesa cuando empieza a andar pone los pies muy raros.

La pregunta no se hace esperar: “unas veces los mete para dentro, otro día parece que los saca hacia fuera, unos días mete uno y saca el otro,… Y como la tía mete los pies para adentro y tuvo plantillas…”

Como suelo decir en la consulta: “mientras no los ponga para atrás…”

Con eso quiero decir que en esa primera etapa es muy común que pongan los pies en diferentes posiciones para caminar.

Cabe señalar que casi un 25% (y sobre todo en varones) en los primeros seis meses tras el inicio de la marcha presentan marcha en puntillas.

¿Por qué se produce esta marcha en puntillas?

Pues como muchas cosas en medicina no se sabe la causa aunque se ha demostrado una flexibilidad reducida de la articulación del tobillo. Hasta la tercera parte tienen algún antecedente en la familia, así que hay también parece haber un componente genético.

¿Me puedo quedar tranquilo o debo de acudir a mi pediatra?

Como siempre, si hay algo que te preocupa, debes consultárselo a tu pediatra pero hay algunos datos que son tranquilizadores, ya que son típicos de la marcha en puntillas idiopática.

Pensaremos en una marcha en puntillas transitoria si se trata de un niño pequeño (menor de 2-3 añitos) y es un niño sano, sin ningún antecedente llamativo en el parto , con un desarrollo psicomotor normal hasta la fecha y la exploración es normal (tono muscular adecuado, reflejos normales,..), simplemente habrá que seguir observándolo porque en pocos meses debe desparecer la marcha en puntillas.

Otro dato típico la marcha en puntillas transitoria es que existen determinadas superficies que pueden acentuarla (baldosas frías, hierba,…).

Entonces, ¿cuáles son los datos que deben preocuparme?

Debemos prestar especial atención y quizás sea necesaria una valoración más exhaustiva si se sale de la edad típica, es decir, si aparece la marcha de puntillas en un niño mayor de 3 años y, sobre todo, si es asimétrico (anda de puntillas sólo con un pie)

En resumen:

Si tu niño es un niño sano, pequeño (menor de 3 años), hace poco tiempo que comenzó a andar y anda de puntillas de manera simétrica (con los dos pies) en principio no debes preocuparte.

Si aún te quedan dudas debes comentárselo a tu pediatra.

Gracias por habérmelo permitido.

Hijo mío,

no te doy el pecho para que tengas las defensas más altas,

ni para que se desarrolle mejor tu vista o tu oído.

Simplemente te doy las gracias por habérmelo permitido.

Hijo mío,

no te porteo para disminuir tus cólicos,

ni para favorecer el apego.

Simplemente te doy las gracias por habérmelo permitido.

Hijo mío,

no duermo contigo para desarrollar más el apego,

ni para calmar tus miedos.

Simplemente te doy las gracias por habérmelo permitido.

Hijo mío,

no te leo cuentos cada noche para desarrollar tu imaginación,

ni tu lenguaje.

Simplemente te doy las gracias por habérmelo permitido.

Hijo mío,

no te enseño a montar en bici para hacerte más independiente,

ni para que hagas más deporte.

Simplemente te doy las gracias por habérmelo permitido.

Hijo mío,

no te llevo cada tarde al parque para que aprendas a relacionarte,

ni para enseñarte a compartir.

Simplemente te doy las gracias por habérmelo permitido.

¡Que pena que a veces sólo vi el esfuerzo!

Quiero decirte que ha sido un placer.

¡¡Nueve vueltas al sol juntos!!

Lo repito una y mil veces. Ya lo he contado en otras ocasiones pero, insisto, ese momento fue mágico. Ya para entonces podía contar por miles la cantidad de recién nacidos que había cogido inmediatamente después de nacer. Coger a un bebé recién salido del vientre materno siempre me ha parecido un momento mágico. Es como coger un “saquito de vida”. En ese momento termina la cuenta atrás del embarazo, un periodo de imaginación (¿cómo será?, ¿estará sanito?, ¿de qué color tendrá los ojos?, ¿a quién se parecerá?) y se pone a cero el crono de la vida, con toda la realidad que eso supone.

Pero esa vez fue diferente. Era la primera vez que sentía que un recién nacido me quemaba en las manos. Me he vuelto a quemar en dos ocasiones más , pero esa fue la primera vez. Nunca había sentido tanto calor entre mis manos, me abrasaba.

Insito, fue diferente.

Después de una larga noche de dilatación, contracciones, emociones, espera, impaciencia e incertidumbres te tenía entre mis manos y me abrasabas. Eran tan grandes tus ojos mirándome… Era tan profunda tu mirada… Era tan bonita esa nariz, esas orejitas, esa boca… ¡Qué milagro!

Era tan mágico ese momento…

Ese día comenzamos un viaje juntos. Tú empezabas tu vida y yo mi nueva vida, la vida de padre. Desde ese momento ya no has salido de mi mente y ha sido tanto lo que he descubierto que no logro imaginar cómo hubiese sido mi vida sin ti.

Ya hemos dado juntos 9 vueltas al sol. Y espero que podamos seguir dando muchas más. Es tanto lo que he aprendido… Es tanto lo que me has enseñado…

Que curioso es sentir más allá de uno mismo. Celebro cada uno de tus éxistos, Sufro con cada uno de tus decepciones. Dos personas, un mismo corazón.

No diré que el camino esté siendo fácil, pero sí es cierto que son muchas más cosas las que suman que las que restan.

¡Te quiero tanto, hijo mío!

Cuantas veces…

¿Cuantas veces has pensado que tendrías por lo menos tres hijos? Hasta sus nombres tenías pensado, ¿verdad? Serían dos niños, el mayor y el pequeño, y una niña, la del medio. ¡Qué lindos!

También pensaste que tendrías el parto perfecto. Y pensaste también, quizás, que la lactancia sería tan fácil como se describe en los “manuales” de maternidad. No sólo lo pensaste sino que te atreviste a “aconsejar” a otras madres sobre cosas que aún no habías vivido.

Te imaginaste llegando a casa con tu recién estrenado bebé pensando que todo sería muy fácil, llenando de felicidad la casa y su cuarto, que con tanto mimo preparaste.

Imaginaste que comería cada tres horas y dormiría en su cuna mientras tú descansabas junto a tu marido.

Y habías imaginado también que más pronto que tarde llegaría la segunda, para multiplicar esa felicidad. Y un tercero. Y que todo sería perfecto.

Imaginaste que comerían fruta, que no montarían berrinches, que irían contentos al cole y que tú seguirías progresando en tu trabajo.

 

Pero eso no ocurrió.

Ocurrió la realidad.

Sí, la realidad siempre ocurre.

 

Tuviste tu primer hijo y no te quedaron fuerzas para desear un segundo. Porque el parto duele. La epidural, en el mejor de los casos, te quita el dolor físico, pero lo que más duele es el corazón. Te duele mucho el no haber parido, te duele que después de muchas horas de parto acabase en cesárea.

Te duele no haber conseguido dar el pecho. Y más te duele que te aconsejen.

Y también te duele no conseguir quitárselo. Te duele y te culpas.

Te duele que tu marido no entienda por qué te sientes mal.

Te duele, y te aterroriza, llegar a casa. Te duelen los consejos de las madres “perfectas”.

Te duele renunciar a tus sueños y también te duele que no lo entiendan.

Te duele no tener ni diez minutos para ducharte.

Te duele no poder estar sola. Y si consigues estarlo te culpas.

Te duele verte caer en los “errores” que tú corregías a las demás madres. Te duele verte gritar. Te duele verte sin fuerzas, y sin paciencia, para contar un cuento.

Sobre todo duele no reconocerte.

 

Déjame decirte una cosa:

No es que hayas fallado como madre ni como mujer.

Simplemente debes entender la maternidad es el proceso más transformador que sufrirás a lo largo de tu vida.

No te has fallado. Simplemente ser madre te ha transformado.

Aprende a valorarte como un madre real.

Aprende a valorar la perfección de una maternidad imperfecta.

No tienes que demostrar nada a nadie, ni siquiera a ti misma.

¿Los niños se resfrían por andar descalzo?

Doctor, estamos absolutamente desesperados. Ya no sabemos qué tipo de zapatos ponerle. Se los quita todos. Y el problema ahora es que con el frío que hace se resfría porque va siempre descalza”.

Creo que más de una familia os sentiréis identificados con esta situación porque sois muchas las que me repetís a diario en la consulta.

Con respecto al calzado de los niños lo primero que conviene decir es que, afortunadamente, poco poco han ido desapareciendo las antiguos botas ortopédicas que más que ayudar a andar inmovilizaban a los los niños e impedían el desarrollo normal del pie.

Son muchos los estudios ya que han demostrado los beneficios de andar descalzo.

Durante el verano es bastante fácil convencer a las familias de ésto. El problema es que el falso mito de que andar descalzo hace que los niños se resfríen hace que la mayoría de las familias sean muy reacias a dejar a sus niños descalzos en invierno.

Aclaremos el tema:

«¿Por qué se producen los resfriados?»

Pues los resfriados se producen por virus (¡¡¡SIN VIRUS NO HAY RESFRIADO!!!) y que yo sepa los virus no entran por los pies. Los virus catarrales se transmiten, como ya hemos visto en otras entradas, a través de las microgotas de saliva que soltamos al hablar, toser o estornudar. O a través de las manos, de ahí la importancia como ya insistí en la entrada del lavado de manos.

También es cierto que los virus están presentes y se pueden transmitir en cualquier estación del año.

«Entonces, doctor, ¿por qué los catarros son más frecuentes en invierno?»

He aquí la madre del cordero. Efectivamente los catarros son mucho más frecuentes en invierno y esto es debido al frío.

«¿Cómo que los catarros los produce el frío? ¿Pues no habíamos quedado que los producían los virus?»

Efectivamente, repito: ¡¡¡SIN VIRUS NO HAY RESFRIADO!!! El catarro no lo produce el frío, de hecho el frío es “esterilizante”. Lo que ocurre es que con el frío, especialmente con el aire frío, se produce una vasoconstricción de los capilares de la mucosa de la vía respiratoria superior (nariz, garganta, …) por lo que llegan menos leucocitos (células de defensa) y, por tanto, somos más vulnerables a que los virus penetren en la mucosa y provoquen el resfriado.

Resumen:

¡¡Deja que tus niños anden descalzos para que desarrollen bien el pie y protege su garganta del aire frío!!

Si te gustó, comparte.

Mis particulares 12 campanadas.

Volveré nuevamente este año a aprovechar las 12 campanadas de fin de año para agradecer todo lo bueno que me ha pasado durante este 2017.

Desde Cuidar Mi Bebe estas son mis particulares 12 campanadas :

¡¡Doongg, doongg!! No, aún no, estos son los cuartos. Id preparando las uvas.

Mientras aprovecharé para agradecer muy sinceramente el seguimiento que habéis hecho del blog directamente en www.cuidarmibebe.com con más de dos millones de visitas, algo impensable para mi cuando empecé a escribir hace dos años.

Agradezco también el superseguimiento que habéis hecho en el perfil de twitter y de facebook, que ha incrementado el número de seguidores en este año en casi en un 300%. Agradezco todos vuestros “comentarios” y vuestras “valoraciones” tanto en el perfil de facebook como en doctoralia. Agradezco igualmente todos vuestros comentarios y valoraciones negativas. No se puede gustar a todo el mundo y , además, eso me motiva a intentar hacer las cosas cada vez un poco mejor.

Tengo que agradeceros, también, la gran acogida que ha tenido un año más la consulta on-line con cientos de dudas resuelta a través de esta vía, tanto de pacientes que veo habitualmente en la consulta como de pacientes que se encuentran a mucha diatancia, incluso en el extranjero. Por vuestros comentarios y valoraciones parece que quienes lo han utilizado han quedado muy satisfechos. Con esta vía la distancia física y la disponibilidad horaria mía y/o vuestra deja de ser un problema.

Agradecido enormemente a todas las familias que pasaron este año por mi consulta, por confiarme su tesoro más preciado: la salud de sus hijos. He intentado estar a la altura, a pesar de que ya sabéis que los retrasos son muy difíciles de manejar cuando intentas no dejar a nadie fuera.

Uff, que me enrollo, y empiezan las campanadas….

  • ¡¡Doongg, una!! Por mis hijos, José, María y Victoria. Porque ellos me mantienen conectado íntimamente a la pediatría y al mundo de la crianza. Sus diferentes edades y sexos me dan una visión muy amplia de la infancia y me permite empatizar rápidamente con las familias no sólo como pediatra sino también como padre.

 

  • ¡¡Doongg, dos!! Por mi mujer, Paqui. Por la paciencia infinita que tiene conmigo, por todo el tiempo que le robo con mi trabajo (ella dice que con esto del blog yo tengo otro hijo). Por la visión de mujer y madreque me aporta de la crianza de los niños y que me hace entenderos mucho mejor.

 

  • ¡¡Doongg, tres!! Por mis cuñad@s y sobrin@s (tit@s y prim@s), que también me muestran otra manera de ver y sentir la crianza de los niños.

 

  • ¡¡Doongg, cuatro!! Por mis padres, Diego y María, porque además de la infinita ayuda que nos aportan familiarmente, me aportan la visión de “abuelos”, absolutamente necesaria también en mi intento de una visión global de la crianza.

 

  • ¡¡Doongg, cinco!! Por mis compañeros médicos, tanto del Hospital Virgen del Rocío como del Hospital NISA, porque su compañerismo me mantiene actualizadode una forma más amena y porque hacen que el trabajo en equipo sea lo más valioso. Porque son ángeles estos puestos en La Tierra. Porque cualquier niño en sus manos está seguro.

 

  • ¡¡Doongg, seis!! Por el resto de mis compañeros de trabajo (enfermer@s, auxiliares, celador@s, limpiador@s, cociner@s, mecánicos,…), porque su trabajo es IMPRESCINDIBLEpara que la rueda sanitaria pueda rodar sin detenerse.

 

  • ¡¡Doongg, siete!! Por vuestros niñ@smis pacientes, por cada una de esas sonrisas inocentes y sanascada vez que les doy una “pegatina de valientes” o, últimamente, los caramelos. La mayoría, con los caramelos, ya no se acuerdan ni de las pegatinas (jaja…)

 

  • ¡¡Doongg, ocho!! Por vosotros, cada uno con vuestras propias circunstancias. Por esa entrega en la crianza de vuestros hijos. Nadie dijo que fuese fácil, PERO MERECE MUCHO LA PENA.

 

  • ¡¡Doongg, nueve!! Por todos los abuelos, titos, amigos, cuidadores…que acompañaron a los niños a la consulta cuando los padres no pudieron, porque ellos también son IMPRESCINDIBLES.

 

  • ¡¡Doongg, diez!! Por todos los buenos momentos que nos ha dejado este 2017. Estoy seguro que si os paráis un momento analizarlo superan, con creces, los pequeños baches que tenemos que superar en ocasiones.

 

  • ¡¡Doongg, once!! Por todas las personas que tengan que atravesar alguna dificultad en el próximo año. Para que sean capaces de sacar siempre alguna enseñanza de esa experiencia

 

  • ¡¡Doongg, doce!! Por un 2018 cargado de ilusión, esperanza y buenos momentos.

¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!! , ¡¡¡¡FELIZ 2018!!!!

Ellos no juzgan, ellos sólo agradecen.

A menudo serás juzgada como madre.

A mendo no, continuamente

Todo el mundo se atreve a opinar.

Tan juzgadas te sientes que llega el momento que tú misma te juzgas.

Las mujeres os culpabilizáis las unas a las otras.

Tan ocupadas estáis de eso que, a veces, se os escapa un detalle fundamental:

Ellos no juzgan.

Ellos sólo agradecen.

Ellos son TUS HIJOS.

 

Ellos no te juzgan por si le diste la teta o el biberón,

ellos sólo valoran que te ocupaste de alimentarlo.

 

Ellos no te juzgan si lo pusiste a dormir en la cuna o hiciste colecho,

ellos sólo valoran que acudiste a su llamada en mitad de la noche.

 

Ellos no te juzgan por lo limpia y ordenada que esté tu casa,

ellos sólo valoran que lo acompañaras cada tarde al parque.

 

Ellos no te juzgan si tienes una montaña de ropa por planchar,

ellos sólo valoran que te tirases al suelo a jugar con él.

 

Ellos no te juzgan por quedarte la mesa sin recoger,

ellos sólo valoran que les contases un cuento cada noche.

 

¡ELLOS NO TE JUZGAN, ELLOS SÓLO VALORAN

TODOS AQUELLOS DETALLES QUE TE CONVIERTEN

EN UNA MADRE MARAVILLOSA!

 

Deja que la gente hable, tú sólo escúchalos a ellos.

Cada vez que te sientas juzgada, no te equivoques.

Piensa que

NO SON ELLOS LOS QUE TE JUZGAN, ELLOS SÓLO AGRADECEN.

La trona vacía… ¡¡Feliz Nochebuena!!

Esta mañana, cuando despedía a mi mujer y mis hijos para venir a trabajar, nuevamente pensaba como hace ya demasiados años en mi “silla vacía”.

No, este año mis hijos no me hicieron la pregunta del último minuto que siempre me cuesta tanto trabajo contestar (“Papá, ¿entonces este año tampoco cenaras con nosotros?”). Ni esa pregunta ni otras. Simplemente dormían como benditos.

Ahí quedó la cosa.

Besito de despedida mientras duermen y sales de casa con un nudo en la garganta diciendote:

Ea, otro año más que no puedo cenar en familia la noche de Nochebuena. Otro año más que no podré cenar con los míos. Otro año más con una silla vacía en la mesa”,

Te resignas, arrancas el coche y conduces, casi como un autómata, camino del hospital.

Pero conforme te vas acercando al hospital y comienzas a repasar mentalmente los niños que piensas encontrarte allí ingresados, los que dejaste ingresados el viernes, sucede algo mágico. Dejas de pensar en tu silla vacía de la cena de esta noche y comienzas a pensar en esas familias. Esas familias que lo que realmente tienen es una “trona vacía”, y no por trabajo, sino por salud.

¿Hay algo más duro para unos padres que pasar la noche de Nochebuena con tu hijo ingresado en el hospital?

En ese momento te sientes muy afortunado. Afortunado porque esta noche aunque mi silla esté vacía, no lo estarán las tronas de mi casa. Y afortunado porque puedes ayudar a que algunas de esas tronas vacías de este año, al año que viene estén ocupadas por un niño que cante villancicos, que incordie en la cena, que derrame un vaso de agua o refresco en la mesa, que grite o que llore, que “te fastidie” la cena pero que SU TRONA NO ESTÉ VACÍA.

Quiero este año, desde Cuidar Mi Bebe, mandaros un abrazo enorme a todos, pero especialmente a todas las familias que tenéis una trona vacía.

¡¡Ánimo, campeones, LO VAMOS A CONSEGUIR!!